Partida Rol por web

-No he dicho que nos neguemos, sólo he dicho que... quizás podríamos esperar en la puerta... -mis palabras se van apagando conforme veo la expresión de la Suzume.

Ella no tiene miedo, vale. Yo sí, no quiero volver a vivir una situación tan comprometida. Hemos salido indemnes esta mañana, pero ¿quién nos dice que no será peor si nos los encontramos borrachos? Sin embargo, me avergüenzo de mostrar debilidad y decido dejarlo pasar. Entraré en la posada a hacer mi trabajo, y mientras me mantendré próxima a los hombres que nos acompañan esperando que no se atrevan a lidiar con nosotras en los mismos términos que esta mañana.

Sois muy joven. Pero no tan incapaz como pensáis. Tenemos mi espada y vuestros conjuros para protegernos. No debéis temer nada

La verdad espero solucionar este asunto pronto. No me apetece estar dando vueltas por el puerto tal vez le podría pedir ayuda al ronin de la posada.

Antes de abandonar el puerto debéis saber que es donde se está congregando muchísima gente de la ciudad. Nobles y heimin van cogiendo sitio para poder ver los fuegos artificiales.

Algunas de las personas que podéis observar son:

• Miya Kotome, magistrada acompañada de una samurai Unicornio.
• Kakita Mifune acompañando a Bayushi Fuyako y a dos nobles más del clan Grulla.
• Ashidaka Rei con su hija Sakura, acompañadas de un samurai cortesano Ikoma
• El gaijin Hackerman 

Salís de la zona portuaria donde está el gran gentío y subís hasta la zona comercial. Claramente se puede ver como todo está mucho más vacío, todo el mundo quiere ver los fuegos artificiales y ha buscado la cercanía a los muelles y el resto de la ciudad se a quedado casi desértica. Llegáis a la posada y entráis para encontrar al posadero y solamente un par de mesas llenas.

Obviamente no todo el mundo va a cerrar. La gente regresará cuando acabe el espectáculo y es una buena oportunidad para recoger, limpiar y reabastecer para cuando acaben los fuegos.

- ¿Hideki? ¿Hideki el marinero?... por supuesto que lo conozco. Es un cliente asiduo.
No, ahora mismo no está... imagino que estará en el puerto como todo el mundo, pero igual vienen después cuando terminen los fuegos artificiales. - Comenta mientras seca varias tazas.- Suele venir a cenar su ración de fideos picantes.

Si quieren hablar con él, pueden esperarle aquí asta que acabe la celebración o puedo decirle a mi sobrino Hochiu para que les acompañe, habrá gente y no será fácil, pero Hochiu lo conoce perfectamente y les podrá decir quien es si se lo encuentran.

Estaríamos muy agradecidos si le pudiera decir a su sobrino. No tenemos tiempo que perder.

Miro a mis compañeros pidiendo aprobación

Aliviada por poder marcharme de esa posada, asiento enérgicamente con la cabeza ante la mirada de la Suzume.

-Por favor -añado a sus palabras.

El posadero llama a un jovencito de unos 12 años que estaba mediodormido al lado de la barra. Se despeja de golpe ante los gritos de su tío y se acerca hasta vosotros. El posadero le explica con gran celeridad vuestra necesidad imperiosa de encontrar al ronin de nombre Hideki. El niño hace un gesto de aburrimiento y en su ignorancia se queja ante vuestra presencia argumentando que no le apetece bajar al puerto.

El posadero le pega una colleja que casi le tumba y el niño accede con una lagrima en los ojos a serviros de guía.

El jovencito Hochiu sale a paso rápido a la calle y comienza a caminar con agilidad entre la gente cuesta abajo, hacia el mismo puerto. Llegáis al puerto y podéis ver como la gran mayoría contemplan absortos la obra de kabuki que ya casi está finalizando. Los nobles que han pagado disfrutan de un asiento y unas vistas envidiables, mientras que una gigantesca masa de heimin se amontona en la periferia disfrutando de la obra cuanto pueden.

Actores enfundados en elaborados trajes de kabuki y con preciosas máscaras se deslizan sobre el escenario interpretando "La Esposa Virtuosa", una historia cómica de honor y deber en las escandalosas cortes de Kyuden Bayushi. La obra está diseñada como una homilía sobre el Honor, con la "Esposa virtuosa" por título, la obra trata de las desventuras de una joven sencilla e inculta llamada Jun, que trata de sobrevivir en la corte cuando se casa por amor con un samurai de gran estatus, y debe superar de alguna manera todos los trucos y tramas elaboradas por los cortesanos Escorpion y Grulla su alrededor para hacerla caer en desgracia.
La muchedumbre disfruta la obra intensamente, y hay muchas risas y aplausos a medida que los intrigas de los cortesanos (representados por actores con máscaras talladas simulando expresiones de envidia y enfado) son frustradas una y otra vez por la honorable Jun.

Hochiu se donde puntillas encima de un tonel para poder buscar entre la muchedumbre. Hay mucha gente, pero si está aquí Hochiu lo encontrará tarde o temprano, os promete el jovencito.

Intento a duras penas seguir al niño y le prometo un bu cuando encuentre al heimin.

Aplaudo distraídamente la obra mientras me aproximo a un puesto de dulces para comprarle algunos al niño que se ha llevado una colleja por ayudarnos.

El lugar está lleno de gente, os separáis unos pocos metros para poder abarcar más terreno y os dejais guiar por las descripciones del joven Hochiu. Él salta y brinca, subiéndose a carros, cajas y fardos de mercancías para poder tener más visibilidad.

La escena de Kabuki llega a su final cuando un montón de músicos comienzan al unísono a hacer el tema final de la obra. Los actores van saliendo uno a uno y haciendo una reverencia al público. La gente comienza a aplaudir, y elevar el tono de voz para elogiar el impresionante trabajo de los actores, el nombre de la compañía Mayakashi está en boca de todos y los nobles comienzan a levantarse para poder ver mejor el espectáculo de fuegos artificiales que viene a continuación.

La ansiedad y anticipación de niños y no tan niños se palpa en el ambiente.

Suzume, caminas entre la gente, Aimi no se separa más de un metro de ti, hay mucha gente y muchos comienzan a retroceder por miedo a estar muy cerca de los fuegos.

De pronto te quedas parada petrificada en mitad del puerto.

Enfrente de ti se encuentra un samurai León de alto linaje cuyo rostro reconoces. Va cogido del brazo por una hermosa samurai de su mismo clan y una comitiva de soldados león les sigue a una distancia prudencial. Tu corazón comienza a latir con fuerza cuando ves como te mira a los ojos un hombre al que conociste muy bien.

El mundo se desploma a mis pies, esto si que no me lo esperaba, no tan lejos, no tan pronto, no en esta situación, no con otra mujer... Le sostengo la mirada un instante y por un instante la musica deja se sonar, es como si nos hubieramos quedado solos, como hace unos meses...

Un pequeño heimin se tropieza a mis pies y me devuelve a la realidad, ya no somos los mismos. Ahora soy quien soy y él como quiera que sea su nombre tiene un estatus por el que no deberia ni mirarme.

Y sin embargo sigo sin poder apartar la mirada. Me inclino mientras me aparto hacia un lado dejándole libre el paso. Mientras espero que la suspicaz kitsune ni la samuraiko que lleva al brazo no sospechen que nos conocemos de antes, ni que el me hable.

Me tiembla todo el cuerpo. Por favor, por favor, no me digas nada...

Salgo un poco del borde de la muchedumbre, y aprovechando que las miradas aún están fijas en el escenario, trepo a algún techo bajo, o montón de cajas, y oteo el gentío, buscando alguien que coincida con la descrpción del ronin.

El samurai León se detiene en seco como si hubiese sido fulminado por una extraña maldición y se hubiese transformado en una estatua, incapaz de parpadear o de respirar. Todos sus acompañantes se detienen a su vez extrañados y se miran unos a otros.

Byako Aimi reconoce al embajador León que llegó ayer por la mañana al puerto y al que recogió una gran comitiva.

La mujer noble que va a su lado le pregunta algo con una voz dulce, un susurro que apenas os permite entender lo que pregunta. El samurai ignora totalmente lo que dice y suelta a la mujer para acercarse tambaleante hacia Annaisha. Su rostro parece haber visto a un fantasma, y su mano se acerca lentamente hacia el rostro de Suzume, como para rozar su mejilla mientras susurra dejando a la mujer atónita. Tocarla e ignorar a su propia esposa significaba una rotura de la etiqueta más básica.

- ... Saori... eres tú... estás viva... - Sus dedos casi rozan la piel de la mujer cuando uno de sus guardaespaldas, uno con el emblema de los Matsu y la suficiente confianza aparta a la gente para ponerse a su lado y con una mirada llena de ira y desconcierto le coge del brazo con fuerza para darle media vuelta y encararse a él. 

- ¡Akodo-kun! ... ¿Que demonios estás haciendo?...- El samurai Akodo trata de forcejear para soltarse y seguir mirando a la samurai Suzume, pero el guerrero Matsu lo sacude para devolverlo a la realidad - ¡Akodo-kun! estáis poniendoos en ridículo, no podéis deshonrar vuestra reputación ... ¡o a mi hermana!

Akodo Senju se gira confuso para mirar al rostro de su Yojimbo y al de su esposa, empieza a volverse para ver a la samurai-ko pero el guerrero Matsu lo sacude de nuevo para tratar de que recupere la compostura.

El marinero Yoritomo se sube con una grácil acrobacia hasta un tejado y ves con mucha mayor facilidad aunque sigues sin reconocer al ronin entre tanta gente.

Hochiu te pide ayuda para subir al tejado y con una fácil maniobra sube al chico hasta arriba.
Tsuruchi Kô simplemente se sube a la zona más alta y observa. Acostumbrado a perseguir gente con solo una vaga descripción, se concentra en las personas más bajas y va descartando características hasta quedarse con un hombre que fuma una pipa sentado en la posición de loto encima de un barril.

Kô hace un gesto a Hochiu y le señala con el arco. El rostro de Hochiu se ilumina con una sonrisa. Habían encontrado al Ronin.

Saori... Esposa... Hermana... Las palabras resuenan en mi cabeza... Estoy mareada...

No puedo contestarle. Tengo tantas cosas que explicarle... Pero no aquí y ahora.

Con lo grande que es el imperio...

Miro boquiabierta hacia la Suzume, pero percibo su intención de escabullirse e intento imitarla. No voy a ponerla en un compromiso, es obvio que el Akodo se ha confundido de persona. Aunque por la forma de mirarla, no lo parecía. Y menos aún después de ver su expresión al mirarle a él. Una enorme cantidad de preguntas se agolpan en mi cabeza mientras intentamos escabullirnos entre el gentío. ¿Qué sé en realidad de la Suzume? Me avergüenzo al darme cuenta de que llevo todo el día hablando de mí misma y no he hecho más que las preguntas corteses de rigor. Aunque también es cierto que sólo llevamos juntas un día...