Partida Rol por web

Primera parte: el monasterio.

Elassil y Karel, dos compañeros de viajes cuyos destinos los han llevado, desde no hace mucho tiempo, a recorrer ciertos caminos de manera común. El primero, un superviviente al que la vida no le trató muy bien, pero que con pericia y picardía logró salir adelante en los peligros del reino; el segundo, un antiguo guardia de Fuenterrubiales que cuenta con más anécdotas en su haber que minutos tiene el día...

Por eso, ahora viajáis en compañía hacia el festival del Vino de Campocerrado, el cual es un bello paraje a las afueras de de la ciudad de Kalazah, donde se celebra la conocida fiesta del “Desbarrilamiento”. En ella se da a conocer, se prueba y se venden todo tipo de vinos de la comarca, nuevo y añejos, y en cuya duración (seis días de festividad) se entremezcla con una feria de ganado, puestos de comida, comercio, diversión y eventos de lucha o habilidad (todo un espectáculo en la comarca).

Sin embargo, antes de acudir, habéis de pasar por el monasterio de Moralaevar, el cual os cae de camino (bueno, casi), para recoger a Togoll Piesdecuero, un mediano amigo vuestro (de alguna que otra correría...) quien es la razón del viaje hacia el festival: puesto que, al parecer, tiene un negocio entre manos con respecto a la celebración que podría interesaros (y enriqueceros), del que aún nada sabéis.

En estos momentos cruzáis el Páramo de los Bustos en busca de Togoll. Se trata de un terreno irregular en mitad de un valle entre un par de montañas solitarias. El nombre del páramo procede de los arbustos de hoja alargada y plana en que sobresalen del suelo forma de cabeza. Hay algunos árboles diseminados por el terreno cubiertos con un extraño liquen alrededor de todo su tronco.

Karel es un enano de larga barba y melena pelirroja, atada con hilillos para formar trenzas. Muy al estilo de su clan, que se jactaba de tener el pelo más rojo que los huevecillos de un hiporisante (animal mítico del folklore enano de pelaje anaranjado). Viste al modo típico enanil y lleva puesta una armadura de anillas. Va fuertemente armado, con varias armas que lleva colgadas o envainadas por su cuerpo. En una mano, un escudo, en la otra, una lanza. Es dicharachero y vividor, como buen Drûm, tiene buen talante y suele dejarse llevar por su buen corazón.

Hace un tiempo que dejó su trabajo como guardia y se puso otra vez en manos del Destino, trabajando aquí y allá como mercenario o guardia de caravanas. Ahora viaja con un orejas picudas algo escuálido y feo, llamado Elassil. Nunca ha sido racista, pero los prejuicios sobre los elfos están muy arraigados en su clan y quiera o no, alguna cosa se le suele escapar de vez en cuando. Junto a él, voy en busca del mediano más malandrín y saltimbanqui que conozco, el bribón de Togoll. Éste se encuentra en el monasterio de Moralaevar, que nos pilla de camino hacia Kalazah, donde se celebra el festival del Vino de Campocerrado. Un lugar donde nos gastaremos nuestros oros en el disfrute de la fiesta.

Pero por el momento, nos encontramos en un paraje poco halagüeño, el Páramo de los Bustos. Un sitio horrible, en mi opinión; aunque mucho me temo que para mi acompañante, amante de las verduras, será un sitio estupendo para ir de picnic.

-"Huele a boñiga de troll por aquí. No sé si es este sitio o que has pisado un truño allá atrás, donde estaba lleno de malezas." le dije al elfucho antes de pararme en seco y ponerme alerta. "Espera, creo haber oído algo."

Elassil era un elfo alto y delgado, de largo pelo negro, que llevaba recogido con una cinta, y en el interior de la gran capucha que servía de remate de su larga capa. Bajo la capa una armadura de cuero y unas buenas botas también de este material, que le permitían moverse sin hacer ruido. La vida había sido muy dura con el, y de niño triste, paso a un adulto serio y de pocas palabras. Pero bueno y dispuesto a ayudar a quien se encontrase en apuros, a pesar de lo que había que tenido que robar en mas de una ocasión, solo por extrema necesidad y cuando su vida estaba en juego. No es racista, a pesar de lo mal que le han tratado los humanos, y aprecia a su amigo Karel, buen guerrero y compañero de fatigas en el que sabe que puede confiar. Le hacen mucha gracia los comentarios graciosos del enano, pero se guarda mucho el decírselo, y en cambio pone cara más seria si cabe, como si se sintiese ofendido. De muy joven fue separado de su familia y convertido en esclavo de humanos, hasta que pudo escapar y vivir como ladronzuelo. Poco o nada sabe de los elfos, a cuya raza pertenece. 

Van a reunirse con otro buen amigo Togoll, y para ello han de llegar hasta el monasterio donde les espera. Tienen que atravesar un bosque muy curioso, e incluso inquietante, donde algunas plantas asemejan cabezas.-Será mejor que tratemos de no hacer mucho ruido, así que no te muevas mucho. Yo también he notado algo extraño.-

Aunque nunca os lo hubíerais dicho, parecía que estábais hecho el uno para el otro en cuestión de aventuras. El caso es que seguíais la única vereda del páramo, valle adentro, en dirección al cerro donde se ubica el monasterio. No tardaron vuestros ojos en ver a cierta distancia (en torno a un km) y sobre el cielo un grupo de aves carroñeras planeando y elevándose en círculos, justo en la dirección que viajábais. Aleteaban como dibujando el perímetro de alguna zona con algún resto o presa.

Vosotros, ya advertidos por ello, avanzásteis hasta ese punto, y ya podían verse los tejados del pequeño monasterio en el horizonte cercano. Tras unos minutos de marcha por aquel valle, llegásteis hasta el lugar donde descansaba una carreta destartalada junto al camino, con las dos ruedas quebradas. Encima de vosotros estaban los buitres revoloteando, como dos granos de arena moviéndose en el cielo. Aquella carreta destrozada presentaba restos de sangre esparcidas sobre ella y el suelo cercano.

Además, podían apreciarse también dos barriles de tamaña consideración, destrozados y cuyo líquido interior (vino, por el evidente olor en toda la escena) estába derramado por doquier. El monasterio, que ahora lo teníais tan sólo a unos doscientos pasos, se erguía allá adelante.

La presencia de los dos buitres era señal inequívoca que de algo había ocurrido allí. Pronto vieron la carreta rota, no muy lejos del pequeño monasterio al que se dirigían. Avanzó con cautela, e investigo el lugar, alguien había atacado la carreta, y roto los toneles. Tal vez allí mismo hubiese alguna victima del ataque, que necesitase de su ayuda, pero también era posible que los asaltantes aun estuviesen en la zona, o incluso que hubieran tomado el monasterio.-Andemos con cuidado Karel, tal vez los que atacaron esa carreta, también atacaron el monasterio. Es muy posible que aun estén por aquí, o que se encuentren en el monasterio. Esperemos que Togoll este bien.-

Alerta, sin hacer ruido, y con su arco preparado, avanza hasta las proximidades de la carreta en busca de algún indicio de lo que allí ha pasado, y también esta pendiente del cercano monasterio y de sus alrededores, en algún sitio pueden estar aun los que han realizado este ataque. 

Mientras los carroñeros sobrevolaban aún vuestras cabezas en torno a la carreta, Elassil se acercó a ésta para examinarla con detenimiento, como sólo un bribón era capaz de hacer... Enseguida vio el elfo una pequeña chaquetilla y una espada pequeña, ambos del tamaño de un mediano... ¿Qué había pasado aquí? De quien era toda esa sangre... Tras observar un poco más detenidamente, la carreta había dejado algunas huellas leves en el terreno. Parecía haber sido transportada desde el monasterio hasta este punto, donde se quebró (o alguien la quebró, claro).

Los buitres son animales muy inteligentes y con un gran olfato. Podían oler la sangre a varios kilómetros a la redonda. Si había allí varios de esos animales rondando la carreta, era porque habían olido la comida. Nos acercamos con cuidado, observando los alrededores. A poca distancia de la carreta, que estaba destrozada, estaba el monasterio. No se oía ni veía nada raro.

-"¡Por las barbas de mi abuelo, qué pestazo! Entre el olor de antes y ahora éste a vinagre, mi nariz se va a tirar semanas sin querer oler nada más." Dije mirando al elfucho.

Tenía la lanza en una mano y el escudo en la otra, no tenía que esperar a que me dijera un delgaducho elfo que estuviera en guardia. ¡Ya me lo habían dicho los buitres! Mientras que Elassil rebuscaba por la carreta, yo avancé un poco hacia el monasterio, para ver más de cerca las puertas y mirar si había también rastros de sangre allí.

-"Voy avanzando, no te demores." Le susurré con mi áspera voz.

La pequeña chaquetilla y espada corta, del tamaño de un mediano, le dieron mala espina a Elassil. Recogió amabas cosas del suelo, y las guardo en la mochila con la esperanza de poder devolvérselas a su dueño.-Karel aquí había varias cosas que muy bien podrían pertenecer a Togoll. Esperemos que se encuentre bien y se las pueda devolver, pero mucho me temo que no le encontremos en el monasterio. Si, vamos a ver que nos depara y si hay alguien que nos pueda informar de lo que aquí ha ocurrido.-Y de nuevo alerta y con el arco preparado avanza en sigilo hacia el monasterio, no se fía de que los que han atacado la carreta puedan encontrarse aun allí. Así que trata de adelantarse un poco al ruidoso enano, que tiraría al traste con cualquier intento de sigilo y subterfugio.

Escucho a Elassil mientras veo cómo quiere adelantarme y llevarse él la gloria de matar algún bribón.

-"Ese mequetrefe seguro que está bien. A las primeras señales de peligro es capaz de meterse bajo tierra y aguantar sin respirar una semana." Dije resoplando.

Viendo que Elassil iba a llegar antes que yo a la puerta, forcé la marcha para llegar yo el primero.

Elassil tomó la pequeña espada y la chaquetilla, medio rasgada, de tamaño mediano... (nunca mejor dicho). Mientras el elfo se apuraba en guardar los objetos consigo, fue el enano Karel quien se adelantó dirección al monasterio. Este estaba elevado en un cerro, en medio del valle, delante de vuestros ojos a unos escasos doscientos metros.

A medida que avanzábais por la cuesta casi siguiendo las huellas de la carreta en el terreno, notábais que aquel lugar era solitario y algo sombrío (no había muchos ruidos de pájaros, insectos o pequeñas alimañas por allí). A medio camino antes de llegar al santo lugar, vísteis que una barrica pequeña de vino yacía en el suelo (pequeña para un enano, que la bebería de un trago, pero grande para un mediano, claro). Estaba también destrozada, y había vino vertido alrededor, sobre la hierba y tierra del suelo. Y era vino por el olor, estaba claro. Y poco más pudísteis advertir por allí, por lo que llegásteis al monasterio.

Aquel edificio se alzaba en la cúspide del cerro, y a su lado, también en la cúspide, había una zona plana con terrazas naturales (que daban casi hacia el otro lado de la elevación), donde parecen alojarse las huertas de los monjes, así como algunos rediles para animales (los cuales están vacíos, por cierto). Una vez delante dl portón de la entrada observásteis que estaba destrozado (como si alguien lo hubiera derretido como si fuera mantequilla), por lo que acceder a través de él no fue problema para vosotros. Eso sí, el silencio anterior del valle se extendía aquí también: no había sonido de voces, ni murmullos, ¡nada! Parecía que allí no había nadie en esos momentos. Entrásteis entonces en el interior, quedándoos, de momento sobre en las escaleras de acceso.

Allí dentro había una especie de zaguán o recibidor, con muros de piedra. Era sobrio, sin ninguna decoración (propio de templos o monasterios), por lo que no había demasiada sorpresa en ello. Delante de vosotros y a vuestra derecha había dos pequeños pasillos que conectaban con otras zonas de aquella pequeña construcción.

Así era Karel, un buen tipo, pero cabezón como solo puede serlo un enano. Se le metió en la cabeza que tenía que llegar el primero al monasterio, y hacía allí fue haciendo más ruido que un elefante en una cacharrería. Ningún sigilo era posible en aquellas condiciones, al llegar al monasterio no vieron a nadie, ni a ningún animal. Pero se quedo muy sorprendido del estado del portón, este estaba derretido un gran calor, quien sabe si hasta magia, había ocasionado aquello. Dentro de nuevo nada, ningún rastro de vida. Y así llegaron hasta el edificio principal, tras la entrada dos posibilidades a la derecha o de frente.-Amigo propongo que comencemos por la derecha, y vayamos explorando todo el lugar. Que te parece si vas por delante con el escudo y el hacha y yo un par de pasos por detrás con el arco listo para disparar.-De esa forma podrían avanzar más rápido, mientras que si intentaban hacerlo con sigilo, seguro que el impaciente Karel se ponía nervioso, y en aquel lugar sería muy difícil que no hiciera algún ruido.

Tal vez no encontrasen a nadie, pero al menos deberían poder localizar alguna pista que les contase algo de la historia que allí había tenido lugar, y que parecía haber sido cuando menos violenta. 

El sitio estaba desierto, ni un alma. La puerta había sido derretida, como si un gran fuego la hubiera abrasado. Dentro solo había silencio, una calma tensa y quizás algún superviviente. Anduvimos un poco hasta que llegamos a una intersección. ¿Izquierda o derecha? El elfo ya había decidido, como era de esperar, ir en retaguardia. Estaba claro que yo tendría que ir el primero, dado que a los elfos les gustaba ir por las sombras y atacar desde lejos... como los cobardes. Los enanos eran luchadores de honor y combatían de frente, sin subterfugios. Sonreí al mirar a Elassil.

-"Claro, vayamos por allí mismo. Si hay alguien por aquí, lo encontraremos. Y tápate esa cara con la capa, no queremos que los supervivientes se asusten al verte, ¿verdad? Jajajajaja." Reí con ganas.

Me preparé con el escudo y la lanza y avancé despacio por el camino de la izquierda. ¡Sí, debía de llevarle la contraria al dichoso elfo! Con cuidado, atento, fui avanzando; siempre con una sonrisa en la cara.

Karel era tremendo, no sabía ni cual era su mano derecha, siendo enano estaba claro que muy listo no iba a ser, pero con los años que ya tenía, no saber ni cual era su derecha. Y ese parecía el camino principal, pero no tenía ganas de discutir con el enano, no serviría de nada. Así que avanzó tras el, con la esperanza de que no se dejasen a nadie a sus espaldas.

Quedásteis en que Karel avanzaría delante. El enano siempre tenía alguna palabra (no demasiado amable) para el elfo; sin embargo Elassil sabía que aquellos comentarios eran típicos de la raza de las montañas, y que en el fondo, por una amigo, los enanos podrían dar hasta la vida por una causa justa. El caso es que girásteis a la derecha.  Karel portaba su lanza y Elassil su arco, y aquella tenue iluminación en el lugar no era rival para vuestros ojos preparados para la oscuridad. Tras pasar de sala, entrásteis en una especie de comedor.

Enseguida lo ubicásteis como un refectorio, es decir, el lugar típico de reunión de los monjes de un lugar santo como aquel para celebrar las comidas y almuerzos. En el refectorio pudísteis ver mesas destrozadas cuyos restos estaban desperdigados por el suelo. Lo que más os impactó era ver los cadáveres de tres monjes, cuyos cuerpos yacían ensangrentados con evidentes heridas de  perforación de gran (como si de terribles lanzazos se tratara). No había nada más de interés de interés en la sala (ya que como casi la totalidad del monasterio, era muy sobrio. Eso sí, a izquierda y derecha (de manera opuesta), había dos accesos que asomaban a otros espacios.

¿Dije que iba a ir a la izquierda? Pues volví a cambiar de parecer y frené en seco, girando y yendo finalmente por el camino de la derecha. Sonreí al elfo mientras lo hacía. La sala que nos encontramos estaba patas arriba, destrozada y con tres monjes muertos desparramados por el suelo. La sangre salpicaba cada rincón, había vísceras saliendo de los fríos cuerpos, porque estaban fríos, ¿no? Me acerqué a comprobarlo y a tomarles el pulso. Miré al elfo para indicarle con una seña que vigilara mientras. Había dos salidas, una a cada lado de la estancia. Me puse a investigar un poco la sala y a estar atento por si se escuchaba u olía algo.

-"¿Qué camino quieres tomar ahora Elassil?" Le pregunté serio.

Mucho me temía, que lo que aquí veíamos se iba a repetir en cada una de las salas del monasterio.

Tal vez la demencia, tan propia de su raza, estaba finalmente apoderándose de su amigo. Ya que este finalmente se dirigió hacia la derecha, y todo esto sin parar de sonreír. Pero al llegar a lo que parecía un humilde refectorio, las peores previsiones de lo que podrían allí encontrarse se hicieron realidad ante sus ojos. Mesas y sillas destrozadas, y los cuerpos de tres pobres monjes que habían sido brutalmente asesinados. ¿Quién podía haber hecho semejante cosa? Matar a sangre fría a tres desarmados religiosos, y por lo que pudo ver, con terribles lanzazos, que habían dejado enormes y ensangrentados orificios en sus cuerpos. En voz baja se dirigió a Karel:-Esto es matar por matar, no se quien lo habrá hecho, pero ahora temo por la vida de Togoll. Qué sed de sangre y deseo de matar, para ensañarse de esta manera con tres monjes desarmados.-Muchas cosas había visto en sus no muchos años de vida, pero aquello olía a maldad, a venganza, tenían que acabar con quien hubiera hecho una cosa tan terrible, y hacerlo rápido, si es que querían rescatar a su amigo. Otra cosa es que pudieran hacerlo, o pereciesen en el intento.

Registro la habitación, para no dejarse atrás ninguna pista sobre la identidad de los atacantes, y cubrió a Karel mientras realizaba sus indagaciones. A la pregunta del enano contesto, sin levantar mucho la voz.-Ahora elige tu, me da igual. Solo quisiera echarles mano a los malnacidos que han hecho esto. Y pronto, a ver si podemos dar con Togoll antes de que acaben con el.-Y lo cierto es que igual daba izquierda o derecha, tendrían que recorrer todo el monasterio. Trato de escuchar algún ruido que le indicase de la presencia de alguien en el edificio, eso podría incitarles a ir en una dirección u en otra. Sino igual le daba.

Miré a un lado y a otro, decidiendo cual escoger, miré al techo, intentando ver más allá, hacia el infinito, hacia el DJ creador del mundo. Y finalmente elegí.

-"Sí, alguien sin escrúpulos o muy malvado ha tenido que hacer esto, está claro. Hay que registrar todas las salas para ver si hay algún superviviente y encontrar a ese ratón de campo que es Togoll. Seguro que está escondido en algún agujero." Dije despacio.

Enfilé hacia la derecha.

Estando aún en la sala con tales cuerpos, pusísteis a trabajar vuestros oidos. El lugar era un completo silencio, pues alli debía haber nadie (al menos que vosotros supiérais). El caso es que, curiosamente, no escuchásteis nada, de lo cual estábais seguros, excepto algún pequeño sonido de insecto o correteando por doquier, delante de los muros y esquinas. Acto seguido pasásteis a la sala que teníais a uno de los lados, aún con vuestras armas en las manos.

Tras atravear dicho acceso sin puerta, vísteis que aquel nuevo lugar parecía un sitio donde los monjes almacenaban sus alimentos, utensilios de cocina, sacos y barriles. La comida allí presente estaba destrozada, pisoteada, aplastada y sus contenedores quebrados y desperdigados. Parece que allí hubo algún tipo de refriega. No encontrásteis cuerpos en dicho espacio, pero sí algo que os desconcertó: restos de...

... tela de araña de grandes dimensiones, y también  algún que otro cuchillo de cocina. aprovechar. Además, esta sala era el lugar donde se ubicaba una pequeña letrina, en una sala contigua cubierta con una cortina, por extraño que pueda parecer.