Partida Rol por web

Mirando hacia arriba, mas allá de la luz fluctuante del pilar, el cielo había disipado sus nubes y se veía espectacular. Toda la luz sobrante era absorbida por el pilar, dejando que el resto del cielo que no estaba en proximidad directa estuviese especialmente estrellado. Thadeus a tu lado respiraba con tranquilidad, y en general Alexander no pareció reaccionar con extrañeza a que te acomodaras a descansar. El mismo estaba tomando un respiro, como todos.

Cefelion se puso de pie y se estiró, de una forma cómoda que recordaba un poco a los gestos de Mondonel, para luego poner los brazos en la cintura.

-Hey hey, estás dando demasiados cumplidos. -dijo cerrando los ojos, sonriente- Es decir, es verdad que lucharon bien, son confiables, y yo soy genial. Y puede que me guste mucho oír lo último, también. Pero tengo que recordarte que tú me encontraste, y no al revés. Quien sabe...¿quizá la Diosa haya tenido una risilla viendo que nos encontraríamos en el futuro con su -eventualmente- sacerdotisa bendecida? El punto es, no me des demasiado crédito, a saber donde estaría si no es acompañándote ahora mismo.

Alexander por su parte, sonrió de forma serena, también.

-Me halaga que pienses de esa forma, Mérida. Aunque es bastante distinto del descanso que esperaba, este momento es...extrañamente reconfortante. Ambos son muy espontáneos y honestos...honestamente me agrada mucho tenerlos cerca. Espero que continuemos viajando juntos en el futuro cercano.

...

Estoy seguro de que Thadeus ha sido cuidadoso de no hablar de mi pasado. Pero, con ustedes habiendo compartido tanto y arriesgado tanto también, siento que debo tratar de dejarme conocer un poco más. ¿Tienes alguna pregunta sobre mi? Estaré contento de responder.

La calma después de la tormenta se sentía extrañamente bien. Su cuerpo, su mente y su corazón estaban agotados, pero la paz que sentía era casi embriagante. Estaba feliz, sinceramente feliz. Se había acabado toda la tortura, estaba en la superficie y estaban todos a salvo. Un poco más dañados algunos, pero todos vivían. La vida era un regalo, el más preciado, eso siempre lo había sabido, pero hasta la llegada de Cefelion no supo qué tan valioso era compartir la vida con otros y continuó aprendiendo sobre aquello, especialmente conociendo a Thadeus y Alexander.

No había sido consciente de lo mucho que extrañaba ver el cielo estrellado, pero en ese momento era el espectáculo más hermoso. Todo lo que había vivido más temprano con Thadeus parecía haber transcurrido hacía meses y ahora, esperaba con ansias la mañana siguiente, momento de finalmente recuperar a Maren para poder cumplir con su promesa. Sonreía tranquila mientras Cefelion le discutía los halagos. Se rió, acostada, mirándolo de costado -Cefelion, no creo que sea yo quien te haya encontrado, sino que fue algo mutuo. Y si a alguien he de agradecer es a Pharasma que te ha puesto en mi camino. Yo tampoco puedo imaginar qué sería de mí sin tí en estos momentos. Probablemente estaría en una situación como la de Thadeus, cuidando poco de mi propio bienestar- y dirigió una mirada acusadora al muchacho que dormía al lado suyo, que se suavizó casi de inmediato al reparar en su respiración calma.

Prestó especial atención a las palabras que usaba Alexander, ya que decían mucho de él y su vida, sin expresarlo directamente. -Bueno, somos personas honestas. Tanto si alguien nos agrada como si no nos agrada, no hay necesidad de intentar agradar a otros. No al menos ahora que ya estamos fuera de las profundidades, sino no hubiera durado tanto lidiando con la mierda del "nuevo" Gwyllion.

La propuesta genuina del propio Alexander la tomó por sorpresa, tanto que se incorporó a medias para mirarlo. No quiso ser grosera, pero ciertamente le resultaba llamativo. -Thadeus es sumamente discreto, no ha dado detalles sobre tí, solamente me comentó cómo fue que se conocieron porque yo se lo pregunté. El hecho de que hablases de la honestidad... me lleva a pensar que es un bien escaso en los círculos que sueles frecuentar ¿Estoy en lo correcto? Desde hace tiempo me he preguntado cómo un príncipe decidió emplear a la persona que intentó asesinarlo. No es algo común, no muchos dan segundas oportunidades con tanta facilidad ¿Qué te llevó a hacerlo? ¿Qué pensó tu familia de todo eso? No creo que a la familia real de Xorok le hiciera mucha gracia. Había muchas preguntas que quería hacerle, en especial ese cambio de aspecto que tuvo durante el combate, pero tenía que tomarlo con calma o acabaría por espantarlo.

Alexander guardó silencio un instante, guardando los ojos. Te preguntaste si estaría arrepintiendose de haber dicho lo que dijo, o si estaba buscando formular sus pensamientos de forma ordenada. Sea como fuera, tras este instante, volvió a observarte. Tenía una mirada un tanto apenada en medio de la melancolía que tintaba sus ojos.

-Ya veo...verás, luego de lo hecho no había otro destino que el ser ejecutado, habiendo hecho el intento a plena luz del día y con decenas de testigos. El sacerdote que lo detuvo me contó que aunque no había rastros de manipulación mágica, era obvio que le habían condicionado. Me pidió permiso para visitarlo más, y eventualmente me contó lo que Thadeus le había dicho, y lo que él mismo había averiguado. Era una situación complicada...era culpable, si, pero sus circunstancias hacían que a la vez no fuera todo tan sencillo. Como buen Sarenraino, su prioridad fue que le diera permiso de continuar visitándolo. Así que usé mi autoridad para aplazar su ejecución y darle permisos especiales para tratar con él como viera posible, a cambio de que se hiciera responsable si algo salía mal. Fue contándome sus progresos, y eventualmente me invitó a quedarme en una esquina de un restaurante a observar. Sé que ahora puede no ser la persona más exuberante, pero comparado a lo que era antes...podrías decir que la chispa de todo ser vivo había retornado en su mirada.  ¿Pero ahora qué? Incluso de perdonarlo no tenía donde ir y nadie del reino lo querría cerca...o vivo. Así que decidí darle un trabajo para el que estuviera preparado de forma indiscutible. Y alguien con entrenamiento como asesino está más preparado que nadie para estar en guardia contra otros asesinos.

...

Mi madre estaba bastante encantada con la idea, pero no por las razones que creerías.

Escuchó atentamente las palabras de Alexander y alternaba su mirada entre él y Thadeus. Casi sin pensarlo, comenzó a acariciar el cabello de Thadeus, con extrema suavidad. La historia de él le sonaba muy familiar, le recordaba al sufrimiento por el que pasó Cefelion y quizás por eso le dolía aún más.

-Ya veo... Admiro profundamente tu deseo de darle sentido a su atormentada vida. Se han convertido en una gran dupla con el tiempo. Espero que no te moleste que continúe haciendo preguntas, quisiera aprovechar la oportunidad. Creo haber visto algo durante la pelea... como si tu aspecto hubiese cambiado radicalmente, tu cabello se volvió rubio y tus ojos de color celeste. ¿Estoy en lo correcto o el cansancio hace que me imagine cosas?

Se terminó de incorporar, sentándose al costado de Thadeus y acomodándose de frente a Alexander, ahora que estaban conversando entre ellos. Dejó el cabello de Thadeus y tomó una de las manos de él entre las suyas, con suavidad. Seguía preocupada por su bienestar y quería acompañarlo a pesar de que estuviera inconsciente.

-Está bien. Me gustaría creer que nos hemos hecho amigos en este tiempo, así que ten más confianza. 

Respondió esto de modo sereno, y asintió aceptando tu nueva pregunta, con lentitud. Conforme avanzaba la charla, parecía que el aire melancólico iba aumentando en Alexander, como si de a una pregunta a la vez fuese descendiendo en un pozo de memorias para sacar las respuestas a las interrogantes.

-No, estás en lo correcto. Lo que viste fueron mis tonos originales...en el pasado, mi cabello y color de ojos eran así.

Cefelion torció un poco la cabeza, con aire algo suspicaz.

-Ya me parecía que ese aspecto de rey demonio o algo así era extraño...sin ofender. Los ojos rojos siempre dan algo de cosa. Personalmente siempre creo que es la forma del universo de darte una advertencia. ¿Pero por qué no mantienes tu color usual, entonces?

Alexander sonrió levemente un instante, antes de responder nuevamente:

-Estoy maldito. Entre otras cosas, esto altera el color de mi cabello y ojos. Pero, cuando dependo del potencial de mi sangre, este es más fuerte que esa maldición, por lo cual asoma brevemente mi anterior aspecto.

Se sonrojó un poco por la forma en la que Alexander mismo la instó a tener más confianza entre ellos. Era un poco nueva en esto de conocer gente y aún no sabía muy bien cómo debía dirigirse a otros, cuánto era suficiente y cuánto era mucho. Diligentemente, asintió con la cabeza y se mantuvo atenta a él. Comenzó a preocuparse por la forma en la que se lo veía: cada vez más melancólico, parecía estar revolviendo en recuerdos difíciles. ¿Estaré haciendo mal en preguntar todo esto? ¿Sería mejor que cambiase el tema por uno más alegre? Pero quiso mantenerse sincera consigo misma y aprovechar la oportunidad que él les estaba brindando.

Se sorprendió ante semejantes declaraciones ¿Sus verdaderos colores? Vaya... Cefelion por su parte, le contestó con completa naturalidad, quizás con bastante menos tacto del que ella hubiera intentado tener. En ese momento, Mérida decidió acercarse a Alexander. Apoyó con suavidad la mano de Thadeus que aún tenía entre las suyas y se incorporó. Sacudió un poco sus ropas y caminó despacio, rodeando a Thadeus, para posicionarse del otro lado, cerca de Alexander y sentarse nuevamente. Si la conversación resultaba muy personal y difícil, lo menos que podía era acercarse a él.

-¿Qué sucedió? ¿Quién te maldijo? ¿Hay algo que se pueda hacer? Quizás podríamos buscar una cura. ¿Es ese el motivo por el que tu madre se alegró de que contases con el apoyo de Thadeus? Se sentía un poco como cuando era pequeña y preguntaba todo el tiempo qué era una cosa o por qué otra alrededor del templo. 

Alexander pausó un momento, y ordenó las respuestas de la mejor forma posible. Cefelion más o menos captó que era mejor no hacer más comentarios a la ligera a partir de ahora, y también se acercó para sentarse más cerca, escuchando con atención.

-Hace tiempo, me castigaron con esto por tomar la vida de alguien más. En este mundo usualmente la gente pelea por sobrevivir, pero...hay ciertas líneas que quizá no deberían cruzarse. Quizá continuar viviendo luego de ir más allá de las mismas no tenga sentido. Yo...fui maldecido como pago por mi pecado. Por eso mismo, mi madre me maldijo, y esperaba con ansias que Thadeus terminara lo que inicialmente pretendía hacer. Quizá haya formas de contrarrestarlo, no creo estar en derecho de remover algo así.

El príncipe estiró la mano hacia su propia bolsa de viaje, colocada junto a las demás ahora que no las tenían encima. En silencio, extrajo un bulto un poco más grande que una mano, envuelto en tela roja. Pudiste avistar una pequeña nota sujeta con alfileres en un lado, y letra clara aunque algo infantil:

"Fuera de la vista, fuera de la mente.

Thadeus."

-Esta envuelto así porque aunque Thadeus estaba fuertemente a favor de deshacerse de esto, no puedo separarme de este objeto. 

Tuviste una leve sensación de deja-vu en ese momento, durante algunos segundos, y las marcas en tu brazo cosquillearon levemente, a medida que aumentaba tu curiosidad por el pasado. Escuchaste entonces la voz de Mondonel, al que avisaste lejos, observándote desde un techo.

-Lo que estás sintiendo son los sentidos de profecía nacientes en ti. Nuestra señora conoce el pasado, presente y futuro. Aunque es conocida por las profecías mayormente, conoce la historia desde el inicio hasta el final. Tu, su sacerdotisa bendecida, tienes su permiso para preguntar y recibir respuestas sobre toda la creación. No tengo ese honor, pero, puedo sentir una energía pesada en ese objeto...no es responsable de la maldición de la que habla, pero es un objeto de gran y negativa importancia, sin duda. Pero, ver el futuro, puede darte herramientas para cambiarlo o arruinarlo. Debes ser cuidadosa.

Mientras escuchabas esto, Alexander desenvolvió con cuidado el paquete en el suelo, dejándolo reposando sobre la tela roja, mientras lo contemplaba. Habías visto esta clase de armas antes, aunque no tenías muchas familiaridad. La gente que las usa se hacían llamar gunslinger, y eran capaces de perforar las armaduras más gruesas con disparos de las mismas, de fuego y metal. Sin embargo, semejante poder tenéis a ser muy caro, económicamente hablando, por lo cual eran muy poco frecuentes de ver. Algunos aventureros podían costearlas, además de nobles.

-Esta era el arma predilecta de mi hermano. Tenía...un hermano gemelo.

Sintió el cosquilleo en su brazo derecho, lo que hizo que se mirase automáticamente, pero en medio de eso sintió la voz de Mondonel. Lo buscó con la mirada mientras prestaba especial atención a sus palabras. Instintivamente llevó su mano derecha a la espiral en su pecho y musitó un -Alabada sea Pharasma. Sea siempre tu voluntad y tu gracia. Claramente su Señora la estaba bendiciendo con poderes exactos en el momento en que los necesitaba: Su voluntad era determinante y Su plan divino estaba claro. Para cuando Mondonel había acabado la explicación, Alexander estaba exhibiendo un arma de fuego.

La historia que describió Alexander le resultó de lo más inesperada ¿Un hermano gemelo? ¿Lo mató? No puedo creer que eso fuera así. ¿Su propia madre lo maldijo? ¿Lo han echado de la familia real o algo así? Es terrible todo esto. Puedo ver que le pesa mucho las circunstancias de esta situación. Cuando reparó en la letra de Thadeus, pudo sentir un retorcijón en su corazón de pura ternura. La forma en la que se preocupaba por Alexander era completamente sincera  y entregada.

Nuevamente, estaba llorando. Las lágrimas multicolores caían suavemente por sus mejillas. Sentía el dolor de perder un hermano en su propio corazón y más si hubiera sido por su propia mano. Se imaginaba que no podía ser todo tan sencillo como sonaba, seguramente hubieran habido circunstancias difíciles. Levantó el rostro para mirar a Alexander y le preguntó -¿Te molestaría permitirme tocarla? Parece que quizás pueda entender algo más en relación a ella. Suspiró hondo y acercó su mano suavemente al arma -Si hay una cosa que tengo por seguro es que tu vida es importante y tiene sentido continuar viviendo luego de lo sucedido. No conozco las circunstancias, pero estoy inclinada a pensar que no fue algo simple y despiadado. No eres ese tipo de persona. Mi Señora nos brinda la oportunidad de experimentar la vida y sabe cuándo es el momento de reclamar a alguien. Puede que te haya tocado lidiar con situaciones dolorosas y difíciles, pero todo ello tiene sentido. E incluso si no lo fuera, yo agradezco que estés aquí y haber podido conocerte.

Bajó la mirada hacia el arma y posó sus dedos sobre ella. No estaba muy segura de cómo debía proceder, simplemente invocó la infinita sabiduría de su Señora. -Alabada seas, Pharasma, tú que conoces pasado, presente y futuro. Permite que tu humilde servidora conozca el papel que habrá de tomar este objeto. Bendíceme con tu infinito conocimiento. Hágase siempre Tu voluntad que es justa y absoluta.

Alexander pareció algo extrañado por tus repentinas plegarias. Pero como era de esperar, cortesmente evitó cuestionar al respecto, después de todo los asuntos de fe son entre uno y los dioses.

-Lamento estar haciéndote llorar. Desearía tener historias más alegres relacionadas a este tema...

Al tocar el revolver no pasó nada...aparentemente, pero cuando parpadeaste, estabas en otro sitio.

Una habitación recia pero sencilla, con muebles y telas de excelente calidad y finas terminaciones. A pesar de no ser extremadamente ostentosas, se notaba lujo en cada esquina. Esta era, inequívocamente, la habitación de un castillo. No te costó mucho ubicar que Alexander estaba en la habitación, observando por la ventana un día neblinoso, bebiendo directamente de una botella de whisky casi vacía, muy contra su imagen usual. Un calendario en la pared indicaba que estabas viendo un poco menos de tres años en el futuro. Había un espejo en la estancia, pero estaba tapado. Una cortina pesada cerró la vista al exterior, privando a la estancia de la mayoría de la luz.

Unos lloriqueos bajos pero consistentes y algunas raspadas en la puerta te dieron conocimiento de que había un perro angustiado que quería entrar, pero el príncipe no se estaba inmutando en absoluto por ello, y cerca del umbral había una espada que conocías acumulando polvo, se notaba que hacía mucho no era tocada.

Cerca de ahí, en un sillón, se encontraba Thadeus. Generalmente estaba casi sin cambiar, como era de esperarse, más allá de tener el cabello algo más largo. Se veía terriblemente cansado, y su rostro estaba dominado por ojeras. Cada vez parpadeaba con menos frecuencia y permanecía con el ojo cerrado más tiempo. Se estaba durmiendo a pesar de estar tomando turnos en sorber café, y eventualmente lo hizo.

Alexander se encaminó de forma lenta a la mesa de madera a unos pasos, cerca del ventanal, y tomó un trago adicional. Su rostro se veía...marchito, a falta de mejor expresión. Su mirada no contenía mucha chispa, y su cabello era más oscuro aún de lo actual, siendo completamente negro y bastante menos cuidado de lo que acostumbrabas ver. Sus ropas estaban...bien, lo mínimo aceptable, dirías. Pareció dudar un momento en sentarse, para finalmente decidió no hacerlo aún e ir a un cajón, retirando con cuidado un paquete rojo con una nota arrugada por el tiempo. La tinta debería haberse vuelto más tenue, pero las letras seguían allí, tras haber sido remarcadas varias veces. Ignorándola, abrió el paquete sobre la mesa, en la que tomó asiento. Había una sola bala en la tela junto al arma, que se veía nueva y brillante. Incluso tenía una palabra raspada en el cuerpo de la misma.

HÁZLO

No pareció extrañado o movido en absoluto por esto, y sencillamente desmontó el tambor metálico del arma y cargó la bala, y lo hizo girar para devolverlo a sitio con gesto casual...

*CLICK*

...y como si no tuviera importancia, jaló el gatillo mientras apoyaba perezosamente la cabeza contra el cañón, de frente. El agarre tembló un poco y Thadeus apenas y removió los párpados. 

*CLICK*

El chico rubio despertó con una mirada de pánico y urgencia, por un sonido que evidentemente ya conocía. Pero sin venir a cuento, aunque trataba de levantarse con desesperación, no podía hacerlo, y hacía sonidos muy bajos como si tratara de gritar y no pudiera. Una voz, masculina y aterciopelada, se escuchó apenas en un susurro.

-Hoy no.

Viste como de la boca levemente abierta, los colmillos corrientes hacía un momento crecían y se afilaban, y abrió lo más que pudo la boca. Escuchaste crujidos de algún dedo partirse, y un alarido de dolor muy discreto. La sangre de la mordida reveló parte de una mano, de la que se libró y se puso de pie, y dio pocas zancadas en su carrera para alcanzar a Alexander, estirando la mano para sacudirle mientras cargaba aire para hablar.

-(...) (...) ¡...hey, Mérida! -tu hermano te llamaba.

Sentiste que te tomaban de la mano y, con cierta rudeza, la apartaban del arma. Cefelion estaba delante, habiendo acortado distancia en algún momento, y te observaba con expresión preocupada. Alexander que ya se encontraba cerca, se mostraba perplejo, y se apresuró una confundida disculpa, mientras envolvía el arma de nuevo, que en unos años provocaría su muerte.

-N-no sabía que te espantaban este tipo de armas, lo siento.

El shock de la visión que acababa de tener la dejó perpleja unos segundos. Supo que había gritado, pero no fue consciente de que eso sucedía, tampoco de que había perdido el color del rostro, ni su expresión de horror y dolor y las lágrimas que continuaban cayendo por sus mejillas. La visión que su Señora le había otorgado le permitía cambiar ese futuro, pero ese futuro le resultaba terrorífico. No terminaba de entender todo lo que había visto, pero sabía que sucedería dentro de los próximos tres años. Alguien parecía haber estado limitando a Thadeus, quien intentaba por todos los medios salvar a Alexander aparentemente de sí mismo o de una amenaza que Mérida no había podido ver. Las súplicas de Caspian del otro lado de la puerta le habían causado mucho dolor, porque podía empatizar con él, imaginando que de haber estado allí, ella misma habría estado tocando esa puerta, intentando llegar a él para acompañarlo, para disuadirlo.

Todos esos pensamientos fluctuaban por su mente, mientras su expresión se mantenía bastante afectada. Temblando, logró aferrarse de Cefelion, buscando seguridad. Estaba conmocionada y necesitaba calmarse. Hermano, tuve una visión espantosa. Si no lo evito, en tres años Alexander terminará su vida con esa arma. Ayudemos, por favor. Se abrazó a él con fuerzas, escondiendo su rostro en el pecho el su hermano, buscando calmar su respiración y ordenar sus ideas. No quería que Alexander supiera lo que ella acababa de presenciar, por lo que de momento solamente pretendía hablarle mentalmente sobre el tema a Cefelion, podría ser que ni siquiera Thadeus deba saber al respecto, quizás lo pudiese juzgar mejor a futuro. Cefelion, por ahora no les digamos nada a ellos. Intentemos levantar la maldición de Alexander. 

Un poco más tranquila, se separó despacio de Cefelion y apoyó su frente contra la de su hermano. -Gracias. le susurró y le dedicó una sonrisa que buscaba ser tranquilizadora, pero aún mostraba trazas de su conmoción.

Se acercó a Alexander e intentó explicarse sin hacer referencia directa a lo que había visto -No es el arma en sí, es más.... el peso emocional que tiene. Lamento haber reaccionado de esa manera. Miró hacia abajo, recordando los eventos que se sucedían en su cabeza, preguntándose cómo hacer para evitar que eso sucediera. Quizás la maldición fuera una pieza clave al respecto o no. De momento al menos podría ser una buena excusa para continuar su camino juntos y buscar formas de ayudarlo. No le importaba si Alexander no compartía la forma en que ella se sentía por él, pero no quería que muriese de esa manera, con todo ese dolor, aislado de quienes lo aman.

-Parece que cargas con mucho dolor encima. No sé si pueda hacer mucho al respecto, pero me gustaría compartirlo contigo, si alguna vez así lo deseas. Puede que al menos se aligere un poco la carga, mis brazos son fuertes- agregó con una risita mientras flexionaba su brazo derecho y se acariciaba el músculo con la mano izquierda. Un chiste tonto, pero esperaba robarle una sonrisa, algo que mejorase el ambiente actual. -Me gustaría ayudarte a liberarte de esa maldición, sé que no puedo tomar esa decisión por tí, pero me pongo a disposición si llegases a considerarlo. Cuentas conmigo.

En lo que volvías a enfocarte en el ahora, notaste que tenías los ojos nublados en colores difusos, así que probablemente lo que había sucedido es que habías comenzado a llorar aún más.

¿Hey, que? Es decir, te creo, pero se ve como una persona bastante estable como para algo así...

Mientras Cefelion te miraba con confusión, Alexander sonrió cortesmente.

-Eres muy consdierada, aunque ya me siento mal por estar provocandote tanto pesar. Te contaré más, pero no quiero que sientas que me debes nada o necesitas llevar ningún peso conmigo.  Todos tenemos historias complicadas...la mía es un poco enrredada, pero no es muy difícil. Esencialmente...mi hermano y yo no eramos hijos de mi padre, el rey. Él...no podía tener hijos propios. A pesar de esto, siempre nos trató como sus hijos. Mi hermano Maxwell sin embargo, no tenía amor por él. En general tenían una relación tormentosa, lo que esencialmente nos dividía en grupos. Mi madre claramente tenía problemas con mi padre, y resentimientos que me costaba comprender y aún me cuesta ahora. Así que eventualmente él pasaba más tiempo con nuestra madre, y yo con nuestro padre.

...

Era un hombre admirable. El reino prosperó con su mandato, y tenía una capacidad increíble de negociación. Aprendí la mayoría de lo que se de él. Esencialmente entendía que el reino debía ser recto, pero neutral mientras los visitantes y habitantes respetaran las leyes establecidas. Los reinos vecinos a nosotros tienen fuertes inclinaciones eclesiásticas y cierto racismo velado. Tenemos una historia de guerras y escarmuzas a las que mi padre puso fin sin campañas de conquista. Él abrió las fronteras a todos los que quisieran cruzar y dijo que todo aquel que viniera con intenciones de hacer una vida honesta encontraría refugio sin ser juzgado por sus creencias o especie. Con mucha gente huyendo buscando una nueva vida, invirtió en que el reino fuera un sitio extremadamente necesitado de labor con grandes aperturas de granjas y talleres de herrería, además de prestamos razonables...

Alexander se estaba extendiendo un poco más de lo que imaginabas necesario en este punto, pero se notaba que hablaba con admiración.

-(...) y en base a esto, mi reino es un sitio donde siempre hay trabajo para quien lo busque. Al producir tanto y de forma tan copiosa, los mercados vecinos y del continente comenzaron a depender de nuestra producción y esencialmente nos volvimos una nación gracias a la cual, el resto abarata sus costos de vida y genera trabajo en base al nuestro. Las guerras pasaron a ser tratados, y los derramamientos de sangre en negociaciones industrias nuevas e investigación mágica. Una guerra perjudicaría literalmente a todos los reinos adyacentes además de al nuestro, y probablemente quien la provocara se vería en problemas con todos los demás. Si hay salud y trabajo, no hay tiempo para guerras.

Suspiró, bajando su entusiasmo.

-Sin embargo...Maxwell tenía este resentimiento arraigado. Nuestra madre se casó de forma arreglada y presionada por su reino, y aunque mi padre era gentil con ella, donde no hay amor sencillamente, no lo hay. Sentía que el reino de donde venía mi madre debía pagar y no beneficiarse. Que estábamos en deuda con ella, de tomar venganza de forma brutal. Había gente que sentía resentimiento hacia esta nación también, ya que fueron los mas brutales en las invasiones por lejos...y eventualmente comenzó a despreciar lo que nuestro padre había construido, y a avivar chispas de rebelión. Hay mucho que sucedió en el medio, pero...eventualmente mató a mi padre, y tuve que elegir entre mi hermano y mi deber. Aún lo amaba cuando lo atravesé con esta espada delante de nuestra madre.

...

Entiendo su resentimiento. El anterior, y el que me tiene ahora. Es natural que me haya lanzado una maldición para que no me vea como la persona que maté, o como nuestro padre de sangre al que aparentemente amaba. Debe ser...doloroso verme como mi hermano, para ella. Estoy convencido de que día a día me mata un poco de cierta forma...algunas veces me encuentro pensando cosas oscuras. Es un rumor constante, por decirlo de alguna forma, para que no olvide nunca lo que hice.

Mérida escuchó atentamente su relato, intentando no opinar abiertamente, sino simplemente acompañarlo en el mismo. Las situaciones que describía Alexander resultaban en extremo duras, Me cuesta imaginar lo duro que es estar en orillas opuestas de la vida con tu propio hermano gemelo. Prestó especial atención a sus reacciones y sus cambios de ánimo, era tangible la admiración que sentía por su padre y seguramente se había esforzado mucho en aprender de él. De la misma manera, pudo ver lo triste que le resultaba la relación con su hermano y su madre. De cierta manera, la actitud de la madre de Alexander le recordó a la de su propia madre en relación a Cefelion. 

Es un rumor constante, por decirlo de alguna forma, para que no olvide nunca lo que hice.

Esa frase le trajo recuerdos de lo visto. Efectivamente, parecía confirmar las sospechas de Mérida. -Ese rumor constante... mientras no le creas lo que susurra en tu oído, estarás bien. Creo que no puedo ser imparcial en mi forma de percibir lo sucedido, de cierta forma me sabe mal que haya sido así. Imagino que a todos nos ha tocado lidiar con nuestros propios demonios. Si tu padre ha fallecido... ¿Quién está al frente del reino actualmente? Un pensamiento fugaz le causó mucho dolor: Quizás sea la propia madre de Alexander de quien Thadeus esté protegiéndolo. Una madre no debería ser así. Alexander se merece algo mejor. ¿Acaso yo podría hablar con Maxwell? ¿Serviría de algo que intentase ayudarlos a arreglar sus problemas? No, no debería meterme donde no me llaman. No quisiera causar más daño. 

-Mi madre actualmente, pero tiene potestad reducida. Thadeus trabajo en conjunto con otros agentes y asociados de mi padre para poner toda la verdad a la luz e hizo un excelente trabajo, pero pedí que no lo revelarán al reino aún...tendría que retirarse permanentemente. Creo que sería cruel sin darle tiempo a...guardar luto propiamente. Sin embargo no puede hacer demasiadas acciones más allá de pasar sus días en el castillo. No quiero que continúe el legado de mi hermano...

Alexander cerro los ojos unos momentos.

-No siento que este preparado para tomar las riendas del reino aún...no... podría. Necesito reconciliarme con lo que hice de alguna forma para afrontar que seré conocido por lo que hice como fondo de todo lo demás que logré. Entiendo que fue necesario, y que aunque mi madre tenga resentimientos y pesar por Maxwell, no la justifica. Pero como ves...no soy capaz de enfrentarme a todo eso ahora. Me duele admitir que ahora mismo probablemente solo estoy huyendo del momento en que tenga que volver y enfrentar todo con el pretexto de recoger experiencia de vida.

Alexander hablaba con completa compostura, por más que estaba relatando sucesos de lo más dolorosos. Claramente aún amaba a su madre, a pesar de todo lo sucedido y deseaba protegerla a su manera. Qué duro es todo esto. Y yo pensando que tenía una vida feliz esperándolo en su hogar. ¿Serviría de algo si le pidiera que me prometa no terminar su vida? ¿Si le hiciera prometer que antes de hacer algo así, hablaría conmigo? Quizás... No tengo nada por seguro en este momento, pero si puedo evitar ese futuro, quiero hacerlo.

-Todos lidian con el dolor de distintas formas. Hay situaciones de las que no podemos huir por más que no nos guste, que siempre van a estar en nuestro pasado. Pensó en Cefelion y las heridas que llevaría por siempre en su cuerpo, su mente y corazón. Los horrores que tuvo que presenciar y vivenciar. Ella misma no sabía cómo había logrado sobreponerse a todo ello. Pensó en Thadeus y su entrenamiento. Se imaginó a un niño que comía cenizas y se le enseñaba a obsesionarse con su objetivo, para matarlo y morir con él. Esas historias no desaparecían, sino que se volvían una parte de uno. No sé bien cómo se lidia con ellas, hasta el momento he considerado que la mejor forma era compensar con bien el mal, con alegría los dolores. Todos tenemos algo a lo que nos aferramos para avanzar, ya sean vínculos -agregó dedicando una mirada rápida a Cefelion y a Thadeus- ya sean principios -lo miró a Alexander mismo y reparó en la corona que descansaba en su cabeza- sea la fé -y con su mano derecha tocó la espiral en su pecho- o nuestros sueños o tantas otras cosas más. Creo que estás lidiando con lo sucedido de la mejor forma en que puedes y buscas no solo lo mejor para tí, sino para el reino entero, tal como tu padre hizo en su momento. Intenta ser más amable contigo mismo, puedes crecer de igual manera sin castigarte tanto. Personalmente, creo que la bendición de Abadar ya es suficiente para creer que te espera un gran futuro. Si aún no crees que sea momento de reclamar la corona, está bien, quizás debas comenzar por pensar qué tipo de rey deseas ser y qué pasos debes recorrer para convertirte en él. Me gustaría acompañarte en ese camino, sea cual sea, siempre que lo consideres adecuado. Le dedicó una sonrisa sincera. Su rostro hermoso mostraba señas de cansancio físico y emocional, pero a pesar de todo eso, ella tenía fé en que había posibilidades de cambiar el futuro. Acompañarlo en su camino de autodescubrimiento y crecimiento personal no sonaba mal.

Alexander levanto la vista y sonrió, a tu hermano, que seguía un tanto consternado, digiriendo lo que le habías dejado saber.

-Eres una mujer muy gentil, Mérida. Quiero ser honesto, pero a la vez siento que está clase de historias enturbian el ambiente que debería ser de regocijo. -diciendo esto, se sentó de forma algo más recta, con gesto algo más disciplinado. Cambio su postura a cruzars de piernas, y apoyo las manos sobreas rodillas.- Despeje o no mi mente, debo volver eventualmente. La clase de rey que quiero ser...si, eso es algo que debo resolver. Me gustaría poder ser la mitad de bueno que mi padre en lo que hacía...

Ladeó levemente la cabeza con gesto relajado.

-No me atrevería a menospreciar el reconocimiento de Abadar, espero siempre ser digno de portar está pesada, o que la quité de mis manos propiamente el día que sienta que es necesario.

Lejos, de modo sutil, oíste música conocida. El canto atrayente y oscuro de la sacerdotisa que habías conocido. Seguramente el templo estuviera ocupado en ambos aspectos agradecer estar vivos aún, y las tareas formales para despedir a los muertos. Por otra parte, una gran sombra cruzó por encima de todas, seguida por otras pequeñas en comparación pero que aún seguían siendo grandes como una carrera casa una. Wisyteria nado con tranquilidad por encima de dónde estaban, y fue a reunirse con Keo, que en general por gestos, parecía estar mucho menos arisco aún. Incluso colocó una mano sobre la línea de la boca enorme, y dijo algo que no escuchaste antes de que la ballena y sus pequeñas crías fueran hacia la luz y desaparecieran en ella, nadando por el torrente luminoso del que ocasionalmente emergía la cola en movimiento o parte del cuerpo hasta finalmente no verse más.

-Vaya -Cefelion siguió a las criaturas con la mirada lo más que pudo- Aparentemente va por un segundo viaje. Hey, ¿que creen que haya pasando la luz?

Mérida negó suavemente con la cabeza Ahí va otra vez diciendo que arruina el ambiente y demás -Creo que más que el contexto, es importante cómo te sientas y lo que tengas para comunicar. Estando en confianza, uno debería sentirse tranquilo de forma de poder compartir cualquier cosa que desee, sea alegre o triste, especialmente si es triste. Ella también observó la espada a un costado y fugazmente, la imagen de la misma cubierta de polvo y abandonada se superpuso. Nuevamente sintió una punzada de dolor en el pecho, pero intentó dejar de lado esos pensamientos dolorosos Aún hay esperanzas.

De repente, una melodía llegó a ella proveniente del templo de Pharasma y las sombras de Wisyteria y sus hijos surcaron los cielos. Se reunió con Keo, intercambiaron palabras y luego se introdujeron en la luz hasta desaparecer. El espectáculo hizo que se sonriera, parecía que estaban regresando a su hogar y aunque ella misma se encontrase muy lejos del suyo, le resultaba reconfortante la sensación.

Mérida desvió su mirada hacia su hermano para contestarle -No lo sé con certeza, pero imagino que ese torrente atraviesa varios planos y alguno de ellos es el de Wisyteria. Debe ser un lugar muy bello, aguas cristalinas y criaturas de colores brillantes. Mira, hasta Keo parece estar de mejor humor, seguramente por el hecho de que ya no se encuentra rodeado de gente. Se estiró un poco los brazos y la espalda, tenía los músculos resentidos -Muchachos, les parece si vamos regresando al hotel? Creo que es momento de descansar un poco, para todos.

Alexander cerró los ojos.

-Diría que suena bien regularmente, pero me gustaría quedarme aquí y no perturbar a Thadeus. Es inusual que duerma profundo, y debe estar bastante adolorido a pesar de estar fuera de peligro. 

Tras decir esto, inclinó un poco el rostro para observar a su compañero durmiente.

-Quiero agradecerles nuevamente por todo... -sus labios se curvaron levemente, en lo que transmitía sus emociones con sus palabras con aire contemplativo- Son compañía agradable y sincera...es bastante reconfortante tener gente como ustedes cerca. Espero que podamos continuar viajando juntos mucho más tiempo. Es un sosiego extraño que no esperaba encontrar, y no puedo expresar correctamente cuanto lo aprecio.

El príncipe inclinó la cabeza. Era curioso ver el gesto, estando sentado en el suelo la cabeza de la corona podía ser vista desde arriba...cosa que normalmente no sucedía con sienes adornadas con ese objeto. En general el gesto alineaba con el tipo de historia que había contado Alexander. No estaba interesado en los escalones sociales y sus divisiones, ni necesitaba marcar líneas en la arena sobre su título. Pero aún así seguía usando esa corona, haciendo lo mejor posible por no desprestigiar la misma.

Alexander se negó a regresar, priorizando el descanso que estaba experimentando Thadeus. Ella misma sabía lo importante que era esto y no pretendía ir en contra de ello, solamente pensaba que sería mejor que duerma en una de las cómodas camas del hotel más que en el piso. De paso, podría limpiarse un poco las heridas y acostarse con ropas más acordes. Alexander nuevamente les agradecía por su compañía sincera y Mérida no pudo evitar sonreir. Ciertamente, haría lo posible por ayudarlo y evitar que llegase a un final tan triste. -Por supuesto, es importante que pueda descansar bien. Creo que podría cargarlo hasta la habitación, creo que las camas del hotel son más cómodas que el piso. Si te parece bien, podemos esperar un poco más, después de todo ya no hay apuro. No quisiera que nos separemos en este momento, nos iremos cuando lo consideres adecuado. Miró en dirección a Keo y pensó que quizás sería un buen momento para intercambiar algunas palabras con él, principalmente quería consultarle sobre el uso de la poción que le había brindado, temía usarla mal y desaprovecharla. -Si no les parece mal, creo entonces que intentaré hablar con Keo, ahora que se le ve más relajado y antes de que vuelva a desaparecer. Parece que disfruta del anonimato. Volveré en unos minutos -agregó mientras se incorporaba y comenzaba a avanzar despacio en dirección al hombre que apenas unas horas antes le había brindado una ayuda invaluable de la peor forma posible. 

-Dile que si te trata mal de nuevo voy a tirarle una pedrada directo a la nuca

Cefelion te dio sus buenos deseos con esta frase, demostrando algo de resentimiento por el anterior encontronazo que habían tenido. A pesar de que podían haber razones o esto y aquello, no podía ocultar que le había caído como una patada en los bajos. Acortaste la distancia con Keo mientras los vigilantes ojos púrpura te seguían desde su sitio. Y actualmente si que había recogido una escombro bastante voluminoso que le llenaba la palma.