Partida Rol por web

cuando recorres la vista por todo el rededor del bosque, alcanzas a ver pro lo menos 4 figuras que parecen ser orcos repartidos entre el bosque formando un tipo de cerco.

Contemplé la situación sin comprender, y conociendo mejor a los recién llegados, a través de mi capacidad de reacción en situaciones difíciles. Como esta.

El otro Hobbit tenía razón, estábamos acorralados...

En seguida decidí poner en practica lo que había aprendido de Bárbol en todos estos años. Mi capacidad de hablar con las plantas. Ellas, aquí, estaban por doquier, y seguramente desde su silencio, observaban las acciones de los que sabíamos y los que no sabíamos que estaban allí, acechándonos...

Comencé entonces a focalizarme en preguntar a las plantas cercanas: ¿Cuántos enemigos nos acechaban? ¿De qué raza eran? ¿Qué intenciones tenían? Y todo lo que ellas quisieran comunicarme. Ellas sabrían darme la información que realmente fuera vital para nuestra supervivencia.

Al acercarse Ikanmes y Toruk hacia el lugar de donde salió la primer flecha logran observar a un orco escondido entre la yerba listo para lanzar una segunda flecha que impacta y se clava en un brazo del enano. Iokese logra distinguir a otro de los orcos escondido entre los árboles, al ser descubierto se deja ir sobre el elfo con su espada corta en alto fallando su golpe, la agilidad el elfo y la torpeza del orco son la combinación adecuada para evadir el golpe.

Al ver al orco disparar su segunda flecha a su compañero toruk, ikanmes no dudo en abalanzarse ante el aparentemente desprotegido orco con su espada corta en mano, no dudaria en hacerlo pagar por herir a sus dos compañeros.

​-¡Conoce el filo de mi arma!  grito mientras blandia su pequeña espada sobre el orco.

Toruk sintió un agudo pinchazo en su brazo derecho, pronto comenzó a gotear sangre de él. Apretó los dientes y cargó contra la bestia que le había disparado, alzó el hacha y con un contundente golpe penetró en la carne de su enemigo. Ya tendría tiempo de pedirle explicaciones al humano...

- !Yrch! - masculla con desprecio Iokese al esquivar a la torpe criatura. Aprovechando su posición de ventaja al evadir el golpe de su adversario, dispara su flecha casi a bocajarro contra el orco.

los dos orcos que habían sido descubiertos han muerto ante los ataques de Ikanmes y toruk por un lado, por las flechas de Iokese; al lado contrario del claro aparecen otros dos orcos, además se escucha un pesado caminar entre los árboles, de pronto el ambiente se siente mucho más pesado y oscuro que antes, algo en el bosque ha cambiado, de entre las sombras aparece otro árbol, al parecer otro Ent.

¡¡Ucorno Hombre-Sauce!! ¿qué haces aquí? 

-Ha llegado tu hora Fangorn.

todo parece indicar que una épica batalla va a iniciar entre aquellos dos gigantes.

Mändil contempló con asombro la aparición del nuevo gigante. Deicidió centrarse en los orcos recién surgidos. Tensó su arco y disparó a uno de ellos.

¿Ucorno? Bárbol jamas había hablado de él frente a mi. Y yo jamas lo había visto. Era impresionante pensar la edad que podían tener estas criaturas.

Pero no había tiempo para pensar. Visto y considerando que mi hechizo no funcionaría sin el cetro que mencionó mi amigo con pies de raíces, decidí hacer uso de lo que sí puedo hacer.

Aprovechando la distracción de los orcos con los arqueros, hago mi gracia hobbit de pasar desapercibido por el simple hecho de ser pequeño e (en apariencia) inofensivo, y armo una trampa para los orcos, de forma que puedan distraerse, o incluso herirse, mientras mis nuevos compañeros tienen tiempo de liquidarlos a flechazos.

Merick, al ver la aparición de esta nueva criatura enorme, no puede hacer otra cosa que temerla, a la misma vez que admirarla. Pero eso no le saca de la distracción, ni tampoco del dolor que aún tiene en la pierna, como para darse cuenta que dos orcos más hacen su aparición. 

- ¡Acabemos con los orcos primero, no dejemos que sean una distracción para poder contener a ese tal Ucorno!

Ve como sus compañeros ya actúan atacando a los orcos y él no puede quedarse de brazos cruzados. Prepara la flecha, tensa el arco y consigue impactar en el orco, aunque con su mala posición y la poca concentración que le dedica al tiro en esta situación, no consigue impactar en ningún lugar vital para el orco.

Iokese sonríe al oír a Merick, cuyas palabras practicamente le ha arrebatado de la boca. Tomando otra flecha, tensa el arco y dispara sin dilación ni duda.

La pelea había tomado un giro inesperado, aunque los orcos no representaban problema alguno para el grupo, nunca se habían enfrentado a una criatura como el Hombre-Sauce, lo que pueda pasar nadie puede saberlo a ciencia cierta; los orcos restantes preparan sus espadas cortas para el asalto, mientras aquellos dos árboles gigantes se trenzan en una batalla aunque lenta en apariencia brutal de fondo.

Al terminar con el orco junto con toruk, ikanmes se da cuenta de la situación y de lo rodeados que estan ante el peligro, su gran aliado podria ser asesinado por su semejante, y eso es algo que ikanmes no puede permitir "ya hemos perdido demaciado, no podemos permitir que sigan sucediendo estas tragedias"

Sabía que era una locura enfretar a un hombre arbol de frente, pero no tenía opción, ya con aunque tuviera un arco, no era tan hábil con armas a largo alcance. Era definitivo, tenía que jugarse el pellejo una vez más y atacar de frente y con orgullo.

-¡​Vamos toruk! Esto apenas empieza-

Toruk resopla nuevamente al ver como el humano se lanza de cabeza contra aquella bestia de madera, sin siquiera pensar en las consecuencias de atacar a algo desconocido. Sigue la estela de su compañero, pero en el último momento gira hacia uno de los orcos que acompañan al ent. Mueve el hacha horizontalmente en busca de las tripas del enemigo y acierta el golpe.

Iokese observa a un orco con un arco, y centra sus flechas en este, seguro de que los guerreros del grupo pueden hacer frente al otro sin mayores problemas...

En silencio, con calma y rápidez, lanza un flecha y sin comprobar su resultado, lanza la segunda...

Tras el ataque del grupo los orcos caen derrotados, sin embargo la batalla parece ir creciendo en intensidad entre aquellos grandes árboles vivientes, pequeños temblores en el suelo se pueden sentir cada que alguno se mueve para no perder el equilibrio y caer, con cada golpe se escucha el crujir de la madera de aquellos seres, ninguno trata de ceder o parar, todo parecer indicar que no hay más opción, vivir o morir.

Iokese ve caer al orco y echa una ojeada a sus compañeros para comprobar que las detestables criaturas que combatían también han caído. Solo queda la brutal forma arborea enfrentándose a Barbol. Por un momento, Iokese hace el amago de elevar su arco, pero duda que pueda hacer un blanco claro con las dos criaturas luchando entre sí. Retrocede unos pasos, con el arco armado en la mano pero sin decidirse a apuntar y disparar. Quizá no pueda atacar directamente, pero sí atraer la atención del oscuro adversario y dar alguna ventaja a Fangorn. Retrocede unos pasos más, siempre con el arco preparado.

- ¡Ucorno Hombre-Sauce! - grita, recordando el nombre que le dio Fangorn - Que tus raíces se sequen bajo nuestros pies y tus ramas sean leña seca en nuestros hogares. - Le grita con intención de provocarle y que distraiga su atención. Incluso si se separase de Fangorn, podría lanzarle alguna flecha, aunque duda de si será capaz de causar algún daño serio a esa corteza de madera.