Partida Rol por web

Los orcos ya estaban acabados, Iokese tenía uno a sus pies esperando a ser rematado, pero Toruk creía que si alguien te quitaba una muerte que ganaste era algo muy deshonroso. Miró al otro orco que estaba cerca Ekham, pero Ikanmes lo tenía todo controlado. 

No quedando más enemigos decidió revisar entre los cadáveres por si había algún objeto que les sirviera como armadura o de valor que pudieran vender para obtener más recursos. Pero antes de hacerlo volvió a hacer su ritual y se marcó con la sangre de uno de los enemigos caídos. 

Los orcos ya estaban acabados, Iokese tenía uno a sus pies esperando a ser rematado, pero Toruk creía que si alguien te quitaba una muerte que ganaste era algo muy deshonroso. Por ese motivo su atenció  se centró en el orco que quedaba vivo y dando pelea junto a Ekam e Ikanmes. 

Levantó su hacha y apuntó al cuello de aquella criatura. ¡MUEREEEE! Gritó con furia mientras dejaba caer en dos ocasiones su arma contra la bestia. La victoria era segura, pero esto solo era una batalla, quedaba mucho para ganar la guerra que estaban comenzando con ese ataque. 

El último orco que representaba una amenaza fue eliminado, solo queda uno, herido y en desventaja decide dar lo que sabe el golpe final. Trágico y pátetico final de edte orco, en su desesperanza ha caído sobre si mismo, enterrando aún más las flechas que el elfo había clava, terminando así el encuentro.
Después de la batalla es merecido un descanso, comida y refugio, saben que un camino de vuelta espera.

Iokese observa con desprecio el última estertor del orco agonizante a sus pies, antes de comprobar que está definitivamente muerto. Se observa la herida que la bestia le ha causado, y comprueba con cierto asombro que no es tanto como le había parecido en un principio, sintiendo un aura limpio a su alrededor. El cántico de Mändil, claro. Respira profundamente para recuperar la calma tras la batalla, y empieza metódicamente a recoger las flechas que pueda recuperar de los cuerpos caídos.

- No voy a decir que hayamos tenido suerte en la batalla. Lo habéis hecho bien. - Comenta sin dirigirse a nadie especial, mientras arranca una flecha del orco y examina el estado de la punta y la pluma. - Pero no podemos estar orgullosos de lo sucedido. Si algún yrch hubiera escapado, o si hubiera más alrededor y hubieran oído el alboroto, hubiéramos estado en apuros muy serios. ¡Oh, por todos los Valar! Habríamos podido coger las armas, volver con vosotros - continua, dirigiendose ya directamente al humano y a los enanos -, y prepararles una emboscada. Sois diestros en la batalla, lo habéis demostrado con creces, pero la próxima vez, dejad que seamos nosotros los que nos movamos en la sombra...

Sin esperar respuesta, continua su recolección de flechas, dando un poco la espalda al grupo para ocultar su gesto, evidentemente ofendido. A pesar de no dar la cara al grupo, su respiración agitada delata su estado de ánimo.

Merick observa al grupo, parece que todos están bien, su corazón late rápidamente. Nota un aura de tranquilidad y muy reconfortante que le hace tranquilizarse. Sentado, Merick se encuentra callado, pensativo. Han ganado, pero lo podrían haber perdido todo muy fácilmente. 

Se levanta y se acerca al centro del campamento y dice: - No creo que sea buena idea quedarse aquí mucho tiempo, no sabemos si hay orcos cerca que conozcan de este campamento y puedan acudir a refugiarse o quizás algunos salieron a cazar. Buscad todo lo que podamos aprovechar, revisar bien el suelo, los orcos muertos y dentro de las tiendas y marchémonos cuanto antes. Mantened el ruido al mínimo - Dice, evitando mirar a enanos o humano en esta última frase.

Merick se pone a buscar por el campamento cosas que pueden aprovechar.

Respiró aliaviado, al menos no morirían ahora. No se atrevía a asegurar que sobreviviesen a este día, pero al menos no ahora. Tomó el arco de la pila y unas pocas flechas, repasó el entorno para ver si los orcos tenían cofres o objetos saqueados, dudaba que unos asquerosos orcos tuviesen documentos con ordenes o información, y volvió al grupo.

Creo que es la hora de irse, esos orcos que han huído pueden haber ido en busca de refuerzos. Masculló con expresión cansada.

Todo parecía haber salido mejor de lo que se esperaba, no auguraba un cambio en las mareas del destino de Arda, pero al menos esto daría que pensar a los secuaces de Sauron.

Ikanmes limpio su cuchillo de la sangre de orco que tenia -Parece ser que no necesitaron mi ayuda para armar revuelo jeje -dice ironicamente al guardar su arma -Supongo que no necesitamos mas de aqui, propongo que tomemos lo que necesitemos y regresemos a preparar mejor estas armas -mientras se dirije a la pila de armas y toma una espada corta y se pone una armadura de cuero en el hombro para cargarla -que no se ven muy bien que digamos.

Iokese mira inquieto el campamento y los cadáveres. Merick intenta buscar entre los enseres de los orcos algo útil, pero Iokese duda que algo de estas repugnantes criaturas pueda servirles. Incluso las armas que han tomado son pobres y desgastadas, aunque es lo mejor que han tenido por ahora... Iokese continua mirando alrededor, pues está acostumbrado a moverse sin dejar rastro, y el espectáculo que dejan aquí es demasiado llamativo. Indeciso, pues tiene prisa por salir de allí, comenta:

- Deberíamos esconder los cuerpos. Un campamento abandonado puede no llamar la atención, pero un campamento lleno de cadáveres... puede que atraiga la mirada del Oscuro...

Merick no había pensado en ello, no le falta razón alguna a Iokese.

- ¿Pero dónde los escondemos? ¿Los enterramos? ¿Buscamos algún lugar dónde dejarlos a todos? Debemos actuar rápido.

Ya nada quedaba de valor entre los cadáveres de esas sucias criaturas y pese a ser el causante de la batalla Toruk sonreía orgulloso. No le importaron las recriminaciones directas e indirectas, pues para él ahora existían menos orcos gracias al ruido que hizo. La próxima vez seguiría el plan del elfo, solo para poder burlarse cuando fallara o cuando le rogaran que los ayude en batalla. 

Su barriga gruñó y su garganta se sintió seca, le hacia falta la comida y bebida que corresponden luego de una batalla. Estaba por comunicárselo a los demás cuando el irritante elfo volvió a hablar, el enano ya no pudo aguantar más tiempo en silencio y como era de esperarse decidió llevarle la contraria. -¡Que los vea! Que el oscuro sepa lo que pasó aquí, es más que todo el mundo sepa que no seguiremos arrodillados y si quiere tomar represalias pues que venga e intente. Los planes elaborados o la idea de actuar sigilosamente no tenían cabida para Toruk, él solo conocia dos opciones: atacar o defender. 

- Toruk, habéis luchado bien, pero no por ello debemos enfrentar el peligro siempre que lo veamos. Como decís, que nos conozcan, que vuelva la esperanza a humanos, elfos, enanos y medianos, pero esto no ha hecho más que empezar. No seremos conocidos si perecemos por algún acto estúpido. Puede ser que seamos la chispa que provoque el fuego, pero si soplas demasiado fuerte, la chispa se apagará.

Merick mira a su alrededor, pensativo de qué hacer con los cuerpos. Se le pasa por la cabeza una idea que puede funcionar.

- Respecto a los cuerpos, no hay tiempo que perder, no podemos cavar un agujero y enterrarlos. Tampoco podemos perder el tiempo buscando un sitio donde esconderlos, por eso propongo atar los orcos a nuestras cuerdas, pasar la cuerda por la rama de un árbol y levantar el orco hasta el árbol, los dejaremos en las copas de los árboles, tapados por las espesura de sus ramas y hojas y fuera de vista de cualquiera que venga y no se fije mucho. 

El hobbit, conociendo sus límites propuso - Si esta idea os parece bien, yo puedo subir a los árboles, no es problema aún para mí, pero no seré capaz de tirar de la cuerda hasta subir al orco hasta el árbol. Confío en vuestra fuerza Toruk, que veo que tenéis de sobra.

Mändil suspiró exasperado.

No sirve de nada de esconder los cuerpos, han huido orcos y sabrán que hemos atacado. Suspiraba pesadamente.  ¡¡Vámonos!!.

Parecía preocupado, no le extrañaría que poco antes de lo que imaginaban aquello fuera un hervidero de orcos.

Iokese atiende a las palabras de sus compañeros.

- Cierto. Ni tenemos tiempo ni lograremos nada... marchemonos antes de que nos sorprendan aquí...

-Me agrada su idea merick, sin embargo -mirando a sus alrededores - antes de unirme a la batalla pude notar que algunos orcos huyeron, puede que busquen refuerzos, e incluso aunque no lleguen ahora es posible que se preparen para una ofensiva en contra de sus atacantes. ¡Insisto que debemos regresar y prepararnos! Si no surgen represalias, tendremos por lo menos el botin, pero si no, sera mejor esperarlos y pulverizarlos.

Dirige su mirada a todos tratando de transmitirle a los enanos el espiritu de busqueda de victoria y a los elfos el buscar la mejor opción para sobrevivir, sin embargo, al ver a su compañero hobbit, su mirada queria trasmitir esperanza, quiza sea por que apesar de su edad o su raza, se encuentra peleando junto a ellos con tanta valentia.

Una emboscada es nuestra mejor opción. Estamos cansados y magullados, lo mejor que podemos hacer es tomar una posición ventajosa que podamos defender.

Dijo Ekam, tomando su hombro derecho con la mano izquierda y dándole vueltas para que se fuera el calambre que le provocó el ataque del orco. 

De esta forma si nos alcanzan los viles orcos tendremos la ventaja. Huir y tener fe ciega en que no nos alcanzaran podría costarnos el cuello pues no sabemos realmente si el próximo campamento orco es cercano a esta área o está a varias horas a buen paso. 

es momento de decidir, ¿se quedan ahí o regresan al lugar de inicio?