Partida Rol por web

- Perdone a mi amigo. - dijo dando un par de palmadas en hombro a Cliff, en esa costumbre de tener que excusar sus ansias periodísticas. - Yo mismo tuve que sufrirle cuando me se interesó en mi pequeña iglesia y cómo el ser miembro de los indios de Nueva Orleans afectaban a mi función como pastor.

Sonrió, esperando conectar con su aspecto de líder de una congregación.

- La señora Painball estaba destrozada la última vez que estuve en su casa. - lo cual era totalmente cierto tras aquel exorcismo improvisado.

Movió ligeramente la cabeza, casi con tristeza, y después dirigió a Tony sus palabras.

- En vista de cómo hablaba la pobre mujer sobre lo que había sufrido Josephine con un músico mujeriego y cómo no soportaba que se le preguntara al respecto, creo que la maldición la sufren sus mujeres, que son las que llevan la penitencia durante su vida tras la prematura partida de sus familiares.

Algo cambió en el rostro del hombre. Parecía no tener ya tanta prisa por terminar la conversación.

—Lauren Painbell... ahora la recuerdo. La nuera de Josephine. Robert Scott era una gran promesa. Su mujer nos culpó siempre de su muerte pero le aseguro que nosotros queríamos lo mejor para el muchacho. El problema era que el muchacho buscaba atajos y me temo que dio con ellos. A veces pasa: vas a comerte el mundo y el mundo te tiene de merienda.— se volvió hacia Tony — Los hombres siempre estamos arriesgando. El juego... ah, la emoción del riesgo.

Hablaba como si recordase algo del pasado. Miró de nuevo el cielo, pero esta vez con menos ansiedad. Luego se volvió hacia la puerta pero flanqueando la entrada.

—Dios nos pone a prueba de maneras extrañas. Si ella les envía aquí a poner flores en la tumba de Josephine quizás pensase que esta conversación tendría lugar.— se encogió de hombros —¿Le ha pasado algo a su hijo? ¿Eddie? No conocí al nieto de Josephine, aunque creo que vino en una ocasión meses antes de su muerte.

El hombre entró en la cabaña seguido por sus visitantes. La sala a la que habían accedido era un amplio espacio con una confortable chimenea encendida al fondo. La decoración consistía en un montón de animales disecados con un gran grado de realismo como el búho de la entrada. Destacaba entre todos ellos un oso ubicado al lado contrario de la chimenea, amenazador como si estuviera vivo. Había una gran mesa de madera con varios periódicos nacionales esparcidos sobre ella. Algunos tenían hojas recortadas y junto a ellos reposaba un album cerrado, un bote de pegamento y tijeras. El hombre obvió aquella mesa para dirigir a los invitados a unos sillones al lado de la chimenea.

—Perdonen el desorden. No suelo recibir visitas. ¿Puedo servirles un té? Me estaban hablando que la señora Painbell estaba pasándolo mal por culpa de su hijo.

Chief asintió levemente ante la invitación del hombre y dijo un suave amén ante su frase de las pruebas del Señor.

- Encontraron a Eddie, a quien apodaban Sugarman, ahorcado y con pruebas de haber abusado de niños... - su tono era de genuina tristeza, más tras haber entablado relación con la señora Painbell. - Puede imaginarse el dolor de una madre al perder a su hijo y quedar estigmatizada por toda la comunidad.

Pasó sin prestar demasiada atención a la mesa de las manualidades, sin tener la más mínima duda que Cliff tendría más interés en ella de lo que debería, y se sentó en el lugar indicado por Prunty.

- Ha dicho que Robert buscaba atajos... - retomó la conversación extrañado por eso. - Creo que su padre, Edward, tenía un bar y puedo entender que aguara las bebidas o engañara al fisco para aumentar su beneficios pero Robert era cantane, ¿no?

—Y guitarrista. Tocaba bien la guitarra. No era un genio pero se defendía. Sí. El chico parecía listo y vino pidiendo ayuda. Josephine debió ver en los ojos de Robert el mismo brillo que en los de su padre. Eran de ese tipo de individuos que cuando hilaban un trío se lanzaban a por el full apostándolo todo. Se negó a ayudarle. Pero él sabía a quien debía dirigirse. El viejo Jack pensó que si el favor nos lo pedía a nosotros las cosas estarían bajo control. Y lo ayudamos.

Había una cierta pesadumbre en su voz.

—Pero como les dije el chico era tan codicioso como el padre. Y cometió los mismos pecados: pensar que puedes venderle tu alma a Dios y al Diablo. Esas cosas nunca acaban bien. Murió en extrañas circunstancias en un motel cercano a las Vegas. Perdimos mucho con él pero más perdió la madre, por supuesto. Y la señora Painbell, claro. No sabía que tenía un hijo. Esa familia,— dijo mirando ahora a Tony —tiene usted razón. Tienen mal hoodoo para los varones. Las mujeres sólo pueden ver como se pierden por el camino.

Reba escuchó a Prunty lamentando el camino de espinas que seguía su relato, cuando más sabía de aquella familia más sensible se sentía al respecto, estaban cubiertos de sangre y mierda y ciertamente solo sus mujeres quedaban para llorrarlos, en muchos casos avergonzadas por cómo se habían torcido sus caminos antes de su patético final. 'Dime que no voy a morir de una forma tan patética, Emily, dime que no me voy a condenar al infierno.' Pensó para sus adentros.

—Al menos esos dos, ¿no? —dijo Tony encogiendo los brazos— Lo cierto es que es cuanto menos curioso. ¿Dónde estará el origen? ¿Conoció al padre de Robert Scott? Lo mismo esto viene de mucho antes, ¿no?

Desde luego, Prunty distaba mucho de las chicas a las que solía engatusar, pero hacerse el tonto era una de sus especialidades, independientemente del sexo.

Cliff echó un vistazo según pasaba sobre los periódicos que había sobre la mesa. No quería parecer indiscreto y trato de aprovechar la conversación de Chief y Tony para centrar un instante más su mirada. Era difícil ver los recortes pero quizá las fechas le dieran un hilo del cual tirar.

Y así estuvo hasta que Prunty mencionó lo del hoodo. En ese momento Cliff fue a sentarse con el resto y puso atención en las palabras del viejo.

Chief negaba tristemente con la cabeza mientras el señor Prunty le explicaba la clase de persona que era Robert Scott; en su congregación había visto los estragos que dejaban tras de sí ese tipo de persona que siempre se creen más listos que los demás, que se ven capaces de encontrar la forma de burlar al sistema, de embaucar a los demás... sin darse cuenta que en realidad todos veían su ineptitud y los que les rodeaban tenían que ver una y otra vez como se golpeaban contra una realidad que ellos volvían a transformar en su cabeza a la mínima de cambio.

Pero entonces su interlocutor pareció abandonar el plano terrenal, con una referencia bíblica y hablando de una perdida, que entendía que para la Hermandad, y solo pudo mirarle con cierta duda en su rostro.

- ¿Robó a la Hermandad? - preguntó directamente, con el colgante de Sugarman en el rostro, empezando a pensar que quizá eran custodios del mismo.

Cliff echó un vistazo rápido a la mesa de recortes. No todo estaba recogido y se dio cuenta de que los periódicos eran recientes, muchos de ellos de la zona de Jackson. En un recorte que estaba a un lado del album, sin colocar todavía, se leía un titular que ponía en forma de interrogación '¿Repunta la presencia del Klan en los EEUU?'. Pero cuando vio que la conversación con Prunty iba por temas más esotéricos se sentó con el resto.

—No, yo no conocí a Alphonse. Pero Josephine me contó alguna historia suya que no lo dejaba en buen lugar. Al parecer en el pasado fue de nuestra Hermandad. Hizo algo que le sentó muy mal al viejo Jack, uno de los fundadores. Parece que la traición, como el riesgo, era algo inherente a esa familia.

Se giró hacia Chief.

—En cierto modo sí que nos robó. Invertimos dinero y esperanzas en su carrera. Pedimos favores para que llegase a donde estaba. Pero él quería ir demasiado rápido, más de lo que nosotros estábamos dispuestos a arriesgar. Precisamente por la fama de su padre que le precedía. Así que se juntó a otra gente. Josephine, y supongo que la señora Painbell, nos culpó a nosotros de lo que le pasó al chico.— negó con la cabeza —Pero creo que fueron otros quienes decidieron cobrarse una deuda que no pudo pagar.

Cliff todavía masticaba aquella noticia del periódico, dándole vueltas para sacar algo en claro.

—¿A qué otra gente se junto? —preguntó directamente.

Sacó la pipa y se la mostró a Alan.

—¿Le importa que fume, señor Prunty?

Chief se dio cuenta que había errado en su presuposición de que Robert había robado el amuleto a la Hermandad y no sabía hasta qué punto era inteligente dejar dicha información a Prunty.

Dio lentamente un sorbo a su té, aprovechando esos segundos para meditar la información que estaban consiguiendo.

- ¿Quién era capaz de favorecer así a un bluesman en aquella poca? - dijo girándose hacia Cliff tras su pregunta sobre esa gente. - ¿Políticos? ¿Gente adinerada?

—Le rogaría que no.— contestó Prunty con suavidad a la pregunta de Cliff —No quiero parecer descortés pero aquí hay productos inflamables. Aunque estoy retirado sigo realizando trabajos de taxidermia de vez en cuando.

Cliff se había quedado con la pipa a medio camino de sus labios¹. Seguía pensando en la noticia que había visto sobre la mesa. Dejando la evidencia de que su anfitrión era un hombre de color parecía especialmente interesado en los asuntos del Klan en Jackson. Recordó que la entrada que tenían para el Second Circle era de esa ciudad y que en una de las cartas recibidas por Alphonse se mencionaba una frase concreta que unía ambas cosas². Pero ¿dónde encajaba Prunty y la Hermandad del Secreto en su búsqueda? Era evidente que aquel hombre les estaba dando información sin necesidad de esforzarse demasiado. Pero una pregunta asaltaba ahora la cabeza de Cliff: ¿era la información que buscaban o simplemente les estaba despistando para que no tuvieran necesidad de intentar sonsacarle la verdad?

—No de los nuestros, desde luego.— continuó Prunty contestando a Chief —En aquella época los negros poníamos el alma pero el dinero era cosa de blancos. Había algunos con suerte pero siempre era complicado. Sobre todo al sur. Nosotros conseguimos que tocase en los sitios adecuados para acelerar la carrera. Era sólo cuestión de tiempo que un productor con olfato se diera cuenta de que Robert Scott era un diamante en bruto. Habíamos hecho nuestra parte, la pena es que el muchacho no sabía esperar el momento.

Puede que Reba hubiese encontrado una vía para abordar a Prunty pero sus compañeros ya lo estaban asaetando a preguntas y ella lo único que conseguiría sería añadir más ruido a la conversación que tenía lugar en la cabaña. Cuando Cliff habló de tabaco su cabeza se inundó solo con la idea fija de que necesitaba fumar cuanto antes, pero el comentario sobre los productos inflamables le hizo imaginar una explosión como las de los dibujos animados del Correcaminos y con eso logró perder la su mente por completo un rato, riéndose hacia sus adentros, como si fuese una cría viendo su hora de monigotes y anuncios de cereales del sábado por la mañana. Por cómo hablaban creía entender que Cliff y Chieff tenían la conversación bien encauzada, ya le comentarían después si se le había escapado alguna sutileza.

—¿Sitios adecuados? —repitió Tony arqueando las cejas— ¿A qué sitios se refiere? —añadió— Perdóneme, pero es que no soy de por aquí, ni entiendo del todo bien la situación de la que habla... No sé si habla de sitios concurridos, o se refiere a sitios donde no importase que un negro tocase su música... —continuó dejando la pregunta un poco en el aire, a ver a dónde le llevaba.

La idea de que la Hermandad podía estar relacionada con el colgante empezaba a desinflarse en la mente de Chief según escuchaba las explicaciones tan mundanas de Prunty.

- ¿Y con quién termino yéndose? - añadió a la pregunta de Tony pero levantó la mano a modo de disculpa, para que el hombre no desconfiara con tanto interrogatorio. - Conocer a la señora Painbell ha sido una experiencia que nunca olvidaré y quizá pueda encontrar a alguien que pueda contarme cosas de su vida y de cómo llegó a ser una mujer con un caracter tan... fuerte.

Cliff asintió cortesmente y dejó la pipa colgando de sus labios mientras sus compañeros hablaban con Prunty. Incluso en alguna ocasión aspiraba como si el tabaco del interior estuviera prendido.

—¿Tiene familia en Jackson, señor Prunty? —preguntó en un instante de silencio—. Disculpe mi indiscrección pero he podido ver que tiene mucha prensa de Jackson sobre la mesita e incluso diría que es usted un estudioso del Klan. ¿Acaso el Klan es una congregación rival?

Prunty se giró hacia Cliff y éste notó que daba un respingo al decir las palabra congregación. Estaba claro que para él tenía un significado que iba por encima de un mero grupo religioso. Y que el klan era para él algo más que un entretenimiento. No pudo disimular un rictus de desagrado ante la mención del mismo.

—El Klan es lo peor que le ha pasado nunca a esta Tierra de Oportunidades. Que los hombres quieran oprimir a otros para aprovecharse de ellos puedo llegar a comprenderlo. ¿Pero llegar a tal grado de odio sólo por el color de la piel? El Klan es la encarnación del Mal en este mundo, pueden creerme.

Sentía un odio más que palpable, aunque intentaba controlarse. Intentó cambiar de nuevo de conversación volviéndose hacia Tony:

—Los locales en los que podía tocar un negro pero donde acudían productores blancos. Los blancos movían todo el negocio. Ahora también lo hacen, pero en aquel momento eran los únicos. Algunas cosas han cambiado. Poco, pero lo han hecho.

Cliff no estaba dispuesto a dejar ir a su presa. El Klan estaba relacionado con la muerte de Alphonse, de eso estaba seguro, pero la cosa se le antojaba compleja. Y entonces pensó en algo más: ¿y si no hubo dos grupos implicados en el destino de Alphonse sino tres? El Klan había entrado en juego por algún motivo en Jackson pero en las cartas era referido en tercera persona. Había tres jugadores: alguien había ordenado el asesinato de Robert Johnson para obtener las grabaciones, pero por algún motivo Alphonse se las había entregado a otros. Y el Klan había terminado con esos otros. Pero ¿por qué? ¿para que querría el Klan las grabaciones de un bluesman negro? No. El Klan había sido una herramienta en aquel juego. Y ahora Prunty, por algún motivo, estaba estudiando sus movimientos. Porque quería una venganza. La motivación de Prunty era la venganza contra el Klan. Quizás por ahí pudiera sacarle algo de información.

Cliff inspiró y miró a Chief con el ceño fruncido. Se estaba cansando de la pantomima y Chief sabía que Cliff iba a atacara a ese Prunty en breve.

—¿Y por eso colecciona información sobre el Klan, señor Prunty? —dijo Cliff tajantemente—. Estoy de acuerdo con usted en lo que dice sobre el Klan, pero cualquiera diría que está usted estudiando al Klan. Diría incluso que estudia sus movimientos... creo poder averiguar su intención. Dígame la verdad, señor Prunty, ¿qué tiene que ver el Klan en todo el tema de los Scott? Y sobre todo, ¿qué tiene que ver con usted? ¿Quizá le han hecho daño y quiere devolverlo de alguna forma?

El tipo enarcó una ceja ante la precisión de los comentarios de Cliff. Su mirada fue hacia la mesa y de vuelta a aquel hombre que mantenía su pipa en la boca como si se tratase de un Sherlock actualizado.

—Es usted un hombre perspicaz, no cabe duda. Le responderé a su pregunta cuando ustedes lo hagan a una mía: ¿qué es lo que verdaderamente les trae a Greenwood? Y por favor: no me digan que es sólo dejar flores en la tumba de la buena Josephine.