Partida Rol por web

Jalles agitó su cadena logrando enrollar el cuello de uno de los zombies que se arrastraba por los suelos gateando y haciendo fuerza con ella lo volteó hasta dejarlo tumbado panza arriba, indefenso ante los inminentes ataques del grupo, justo cuando el guerrero retiró su cadena de su enemigo este se arrastró como pudo para morderle la pierna pero Jalles le esquivó con facilidad.

Mientras tanto, el cuervo de la hechicera extrajo la cuerda de la mochila de la misma con el fin de facilitar su uso a la mujer. Bronco por otro lado soportó lo mejor que pudo el dolor inflingido por el mordisco del zombie y trató de derribar a su atacante con la hoz que antaño la druida Olmira le hubo regalado. 

Paul cogió una flecha de su carcaj y la encajó en el, todavía, luminoso arco. Se movió hacia la posición de Bronco, que parecía haber encajado un duro golpe, pero todavía se encontraba un poco lejos. A media distancia, resolvió disparar contra uno de los seres no muertos que se encontraba a más distancia, pero el disparo salió con muy poca fuerza y dudaba que le hiciese daño alguno, si lograba impactar.

El disparo de Paul con el arco luminoso resultó ser certero pero la falta de fuerza en el momento de tensar el arco dejo sin apenas energía a la flecha del clérigo que rebotó rídiculamente en una de las lápidas. 

¡¡Cuidado Grandullón!! La expresión de la cara de la hechicera denotaba ahora preocupación. El semiorco parecía muy herido y el no muerto no parecía que verse afectado por los torpes ataques de su oponente. Por un segundo Zha'kya dudó. Podía dar el golpe de gracia al monstruo que había abrasado, pero el "Bocazas" ya lo había derribado con aquella extraña cadena. Además, si no hacía nada, el guerrero del oso moriría. Finalmente, tras dar la espalda a su contendiente, corrió hacía Bronco. La hechicera lanzó la cuerda, dejando al descubierto su tatuado brazo e hizo un giro con la muñeca mientras murmuraba una orden. ¡Enreda y anuda!
Como dotada de vida propia, la cuerda rodeo al no muerto, tratando de aprisionarlo y e inmovilizarlo. Conseguido su objetivo, Zha'kya se agachó junto al semiorco. Levanta Grandullón...y bebe exclamó con urgencia mientras sus ojos se posaban en el odre vacío. El agua de Erastil había sanado antes sus heridas, pero a ella no le quedaba ni una gota...pero el semiorco si que había guardado un odre.

El combate se recrudecía por momentos. Los no-muertos atacaban con una ciega ferocidad mientras los compañeros les hacían frente con ahínco.
De pronto, Boris se vio encajado entre las tumbas, del todo incapaz de apuntar con efectividad.
La solución estaba clara: haciendo un esfuerzo, se subió encima de uno de los sepulcros.

Cogió una saeta de la aljaba y seleccionó un objetivo. Tensó el arco y éste rugió con ansia al notar la fuerza del brazo de Boris. El proyectil salió despedido con un chasquido y voló cortando el aire.
La putrefacta carne se abrió recibiendo la metálica caricia.

Cuando la hechicera varisia lanzó la cuerda que animó mágicamente hacia uno de los zombis esta empezó a rodear al muerto viviente dejándolo prácticamente indefenso ante los ataques del grupo. La cabeza se movía de forma frenética tratando morder aquella cuerda mágica, furioso por morder la carne de aquella quien le había dejado atrapado de tal forma.

El pícaro por su parte se subió a una de las lápidas y realizó un letal disparo con su arco corto contra otro de los zombies. La potencia y puntería de aquel disparo que atravesó el hombro del zombie provoco que tendones y articulaciones se rompieran y el brazo izquierdo del mismo cayera cercenado. Aquel disparo había sido tan preciso como mortal, pero el zombie siguió arrastrandose

El osezno dio un salto para subirse sobre los sepulcros que limitaban los pasillos por los cuales discurría la refriega. Desde el amparo de su enorme amigo semiorco, era incapaz de alcanzar al zombi que la cuerda de Zak'hya había enredado. El no muerto se movía más torpemente -y eso era mucho decir- a causa del impedimento que la soga ocasionaba,

Ya desde lo alto de una tumba, el cachorro garras de runa se acercó al margen para lanzar una terrible dentellada que alcanzó al zombi en su macilento y abotargado brazo. Acto seguido tiró de él, pero la carne friable, se desprendió como si fuera gelatina...

Tras el mordisco del oso, que arrancó parte de la putrefacta piel de aquel bandido zombie, el zombie cuyo brazo había sido cercenado tras el letal disparo de Boris se acercó peligrosamente hacía la hechicera varisia que se encontraba en medio de la refriega, dispuesto a morderla en cuanto tuviera ocasión.

Viendo que aquel desagradable ser iba a atacar a su hechicera, Yar'kitch hinchó las plumas y se lanzó en picado contra uno de los zombis, para evitar que la rodeasen. No iba a dejar que nadie hiciese daño a "su" humana. Con unos fuertes graznidos que resonaron en la sala intentó infructuosamente atacar al zombie 3 que estaba rodeado por las cuerdas.

El semiorco intentó nuevamente lanzar un tajo con la hoja excesivamente curva de su hoz, pero aquel espacio resultaba demasiado estrecho para la bestial corpulencia del druida y no pudo más que errar un nuevo ataque. Cuando echó su brazo para atrás, chocó contra un contrapeso del techo perdiendo fuerza y equilibrio. Cuando descargó el ataque fue un funesto fracaso, pues la hoja golpeó casi sin fuerza.

- ¡¡Por las flechas del Viejo Tirador!! ¡¡Dame tino para vencer a mis adversarios, Cazador Divino!!

La cosa se estaba poniendo magra y el chaman del oso no hacía más que fallar sus embates contra aquellas criaturas patéticas.

La táctica surtió efecto una vez más y el enemigo dio con sus huesos en el suelo. Ahora sería más fácil acabar con él. Alzó la cadena y la descargó con furia sobre el cuerpo de aquel ser putrefacto... Si no acababa con su existencia, poco le faltaría.

Jalles empezó a pensar en su siguiente movimiento... Si el enemigo del suelo sucumbía daría un paso al frente para evitar que le hicieran la pinza a la mujer desconocida.

La cadena chasqueó el cuerpo del derribado zombie aplastandolo contra el suelo. El guerrero de la cadena se movía como la serpiente que tenía dibujada en el lomo de su mono de cuero, de forma sinuosa y rápida haciendo mella en sus enemigos con aquella lengua metálica cuyo toque resultaba tan letal.

Tras aplastar al zombie contra el suelo del cadenazo, el estómago explotó fruto de la contundencia del golpe esparciendo sangre y pútridos órganos alrededor.

Paul soltó el arco. Aunque gozaba de buena puntería, sus músculos y figura enqlenques, compensaban negativamente la primera. Se dedicó a hacer lo que mejor se le daba hacer: ayudar a los demás. Extrajo la poción que habían encontrado en la habitación de Roldare, se acercó a Bronco, que estaba a un escaso paso, y le suministro el cálido y reconfortante líquido por su gaznate.

El zombie que se había enzarzado con el druida semiorco continuó tratando de hincar el diente a la amarga carne de Bronco, aunque este pudo regenerar sus heridas gracias a la poción que le subministró el clérigo de Erastil.

La hechicera suspiró aliviada al ver que daban una poción al semiorco, pero no dejó que aquello relajase su cuerpo y mente. Necesitaba la cuerda para impedir a otro zombie pero no iba a liberar a aquel mordedor por ello. 

Desde lo alto del sarcófago en el que se hallaba, Haggar se impulsó hacia delante con su poderosa musculatura. A pesar de su ataque anterior en el cual había arrancado piel y carne de su enemigo, el no muerto proseguía su avance impasible. Primero lanzó su bocado, pero el zombi se hallaba demasiado lejos para que su boca lo volviera a agarrar... ¡¡Le faltaban unos centímetros!!

Sin tiempo que perder y demostrando ser bastante ágil a pesar de sus cien kilos, el osezno descargó sus garras. Una de ellas impactó en el abdomen del fétido no muerto, rajándole el abdomen con una herida capaz de matar a un caballo, pero el macabro ser no cesaba en sus embates. 

Sin duda eso no hubiera sucedido si fuera un macho adulto. Si estuviera en plenitud de madurez, Haggar sería una criatura terrible, capaz de partir en dos a cualquiera de esos zombis...

- ¡¡BRRRRRRRRRRAAAAGHH!!

De nuevo, el fragor del combate hizo que Boris perdiese la posición idónea para apuntar correctamente.
De modo que bajó de la tumba a la que se había subido y vio cómo el osezno lidiaba con una de aquellas terribles criaturas.
Por encima de su lomo, el joven tensó de nuevo el arco y dejó que otro proyectil volase libre.