Partida Rol por web

Envueltos en el cálido fulgor de la hoguera en el improvisado campamento en la ladera de la montaña, el grupo permaneció largo rato en silencio y sin apenas poder dormir tras las experiencias vividas hacía escasas horas. Durante aquel viaje todos ellos habían aprendido muchas cosas acerca de la amistad, el compañerismo, el valor... habían conseguido trabajar en equipo para superar aquel nuevo capítulo en la historia de Kassen y también habían conocido a la hechicera varisia, cuya identidad y intenciones aún eran inciertas.

Cada uno de ellos reflexionaba ahora sobre lo ocurrido, sumidos en el silencio de la noche, y ninguno hasta ahora se atrevió a romper aquel silencio que a su vez tantas cosas parecía comunicar.....

Ya estaban fuera de la cripta y a varias millas de distancia. Bronco caminaba en silencio en la cabecera del grupo. A pesar de haber logrado derrotar al mal en aquella peligrosa mazmorra, el chamán seguía en alerta como si su deber no hubiera finalizado. La luz comenzaba a escasear, peros sus ojos de descendencia orca, le permitían distinguir con claridad las cosas aunque todo estuviera a oscuras. Se detuvo en varias ocasiones, observando la frondosidad de los árboles y la hierba de los claros. Había que buscar un lugar que les permitiera cobijarse de la luvia y la humedad de la noche.

Finalmente, halló el lugar y se lo hizo saber a sus compañeros. Descargó su enorme y pesado petate de piel recosida y dejó el pesado hacha apoyado en el tronco de un grueso nogal. 

- Este es el mejor lugar para hacer noche...- dijo de forma escueta mientras se alejaba junto a Haggar y miraba al cielo. Debía mirar el cielo y desentrañar las señales que le permitirían saber qué tal día haría al día siguiente. Con el amanecer, remprenderían la marcha y caminar bajo un telón de agua podía ser bastante molesto...  

Zha'kya no se había estado quieta ni un momento. Parecía querer recuperar de golpe todos los días de encierro, y ni aún habiendo encontrado un buen sitio para descansar, parecía querer tumbarse. Mientras sus compañeros encendían un fuego, la hechicera dejó un par de luces a su alrededor y se hizo acompañar de otra para pasear entre unos arbustos cercanos. Parecía de un humor inmejorable, lo cual no era raro teniendo en cuenta sus circunstancias. De pronto soltó una pequeña exclamación de alegría que hizo que el cuervo acudiese a ella, abandonando sus juegos e intentos de molestar a Haggar: su pequeña búsqueda había dado resultado: Junto a unos avellanos, había unos matorrales cubiertos de bayas comestibles y moras. Sin pensarlo dos veces comenzó a cogerlas, llenando un pañuelo que llevaba con ella en el morral. Sin embargo, su sorpresa no acabó ahí. Debajo de los matorrales apareció un corrillo de setas y, tras escarbar un rato, consiguió sacar un buen montón. 

Un largo rato después volvió junto al grupo, con el pelo más enmarañado y lleno de ramas que nunca. El fuego crepitaba con fuerza, despidiendo uno de los olores más agradables que la vasiria podía recordar. Cuando llegó, el semiorco y su oso parecían estar oteando el horizonte en busca de algo o tratando de averiguar algo. Sin darle importancia, la chica vació el contenido abriendo el amplio pañuelo y dejando a la vista el pequeño tesoro que acababa de descubrir. Un buen montón de frutos silvestres y unas setas que podían constituir una nutritiva cena.

-He encontrado frutas y setas por allá–dijo señalando vagamente una dirección– Creo que tenemos para hacernos una buena cena.
La joven sonrió a modo de invitación, le alegraba poder devolver el favor a los que habían facilitado su huida de la cueva.

Boris caminaba cabizbajo cerrando la comitiva. El sol comenzaba a declinar en el cielo y Bronco encontró un buen sitio para pasar la noche y descansar. Era un pequeño claro bastante llano: ideal para encender un fuego y plantar las tiendas.
Soltó su macuto en el suelo y se alejó unos metros en busca de algo para hacer la fogata. Al poco rato regresó con una brazada de leña y preparó la hoguera. Con las piernas cruzadas se sentó cerca de las crepitantes llamas y se quedó allí contemplando la alegre danza de las flamas. No pudo evitar dar un vistazo al farolillo que portaba Paul, que también brillaba con un fulgor propio. - Ya está, ya ha terminado todo. - Pensó Boris con cierta amargura. Pero con media sonrisa en los labios, deshechó aquella idea. No, no terminaba ahí. Pues nunca olvidaría todo lo vivido en aquél terrible lugar.

Minutos después, la joven regresó con un buen puñado de comida y les ofreció a los demás. Boris no se lo pensó, tenía bastante hambre y aceptó de buena gana el ofrecimiento.
- Muchas gracias. Están buenas. - dijo, con los carrillos llenos.
Dedicó un ligero vistazo a sus compañeros y volvió a centrar su mirada en la muchacha. Le tendio una mano al tiempo que añadía: - Yo soy Boris. ¿Consideras que este es un buen momento para que sepamos tu nombre?

La hechicera por fin se había sentado junto al fuego, y ahora parecía dividir sus esfuerzos entre picotear de las raciones y quitarse las ramitas del pelo. Solucionado el encierro, los esqueletos y la comida, la vasiria estaba ahora enfrascada en el siguiente paso antes de recuperar la normalidad y continuar con su viaje: darse un baño. Tenía decidido que, en el primer pueblo que parasen -probablemente el de aquellos muchachos- se hospedaría en una posada, pediría una habitación con una tina de agua caliente y, tras una buena cena, dormiría toda la noche y... ¿Mmmm? Ah si...¿Dónde tengo la cabeza? respondió alcanzando y estrechando la mano de Boris. Me llamo Zha'kya

La tensión de las últimas horas vividas en la Cripta de la Llama Eterna aún le atenazaba el corazón al joven aprendiz de herrero. El camino de regreso a Kassen discurría en un silencio onimoso que ninguno quería romper. A pesar de su victoria sobre el malvado Asar, mucho se había perdido en aquel lugar... Muchos habitantes de su pueblo natal habían perecido, y ahora quedaba por delante la pesarosa tarea que comunicar las funestas noticias a sus familiares.

Cuando acamparon buscó un buen lugar donde acomodarse para descansar. No tenía muchas ganas de hablar. Apenas esbozó una mueca de agradecimiento cuando la desconocida les trajo unos frutos del bosque que había recolectado. Al menos ya sabían su nombre, aunque no las circunstancias que le habían llevado a la Cripta de la Llama Eterna..... Pero no sería él el que preguntase, al menos no esa noche....

Paul estuvo ausente en todo el evento de la materialización del espíritu de Ekat Kassen. Todavía se regañaba mentalmente por haber sido tan torpe de no saber dirigirse al más célebre antepasado de su comunidad, y había relegado la función a las maneras, un tanto bruscas, de sus compañeros, ...., pero nada les podía reprochar, y si no, tendría que haber estado más hábil para dirigir él mismo la situación. Pero aunque había madurado, le faltaba mucho para saber guiar a un grupo de sus compatriotas, ...., suficiente tenía con saber guiarse a sí mismo.

Con estos reprochables pensamientos a sí mismo, se mantuvo callado en toda la escena del campamento. Repasó las heridas de sus compañeros, y administró los dones de su señor para aliviar el cansancio que se acumulaba en los hombros de sus compañeros, mientras el resto de sus compañeros se afanaban en tareas que dominaban a la perfección, ..., y que para él eran un abismo aún insalvable. Entonces vino la hora de las presentaciones, ..., Zha'kya, ..., bueno, al menos ahora sabemos su nombre, pensó para sus adentros:

- Gusto de conoceros. Mi nombre es Paul Smallholder, habitante de la comunidad de Kassen, y fiel siervo de Erastil. - Dijo con toda la educación que pudo y con una sincera sonrisa en el rostro - Si no es mucho preguntar, ¿a qué os dedicáis?, aparte de a las artes mágicas, claro. - Preguntó intentando seguir rompiendo el hielo en la tensa relación, que había sido hasta ahora, de la forastera con el grupo.

–¿Dedicarme? ¿Cómo trabajo o algo así?–la hechicera parpadeó confusa pensando en que quería decir con aquello. –Pues la verdad que ahora mismo no a mucho. Voy de un lado a otro. 

Zha'kya alzó el brazo para que el cuervo bajase hasta ella y le rasco el pico mientras meditaba como explicarse. Eran gente de ciudad. Siempre querían una explicación....aunque bueno. No había nada más que hacer de modo que... Desde que tengo memoria y hasta hace unos meses iba en una caravana con mi familia, allí hacíamos muchas cosas para ganar unas monedas. Algo de artesanía, contar historias, entretener a la gente... No sé. Un poco de todo y un poco de nada, pero íbamos tirando. ¿Cómo lo llamarías?¿Viajantes? ¿Trotamundos? Si creo que esa es la palabra

La voz de la joven era tranquila y no parecía importarle mucho lo que pensasen de ella. De hecho, aunque muchas ocasiones les habían tratado de rateros, aquello no le molestaba en absoluto. En su caravana no había ladrones...tan sólo gente que, de cuando en cuando, equilibraba situaciones.
 

Bronco se acercó nuevamente hasta el campamento. Allí estaban sus compañeros descansando mientras comían setas asadas y bayas. Incluso Haggar estaba olisqueando las bayas que la varisia había traído. El semiorco extrajo una de sus incomestibles raíces y comenzó a masticarla. El sabor era repugnante, pero Bronco se acostumbrado a digerirlas sin vomitar ...

- Será mejor que os abriguéis bien. Parece que el retorno estará marcado por el frio- dijo cortante el rudo leñador.- Poco a poco, se acerca el invierno...-

Haggar aprovechó el rato en el que Bronco oteó el horizonte y el cielo de la noche para abalanzarse sobre las bayas que la renombrada Zha'kya había portado. El oso era demasiado goloso, y los frutos del bosque eran una de sus perdiciones. Todavía podía evocar en su húmeda boca el sabor de las mermeladas y confites de Olmira.

¡¿Qué ganas tenía de volver y llenar el buche de pastelillos de hojaldre y miel?! ¡¡Se iba a poner tierno!! Lo merecía tras ser uno de los puntales del grupo de peregrinos. Después de comer su parte de bayas, se acercó hasta Paul y comenzó a retozarse como si de un gato se tratara -con la única diferencia de que pesaba cien kilos y su cuerpo era tan duro como el tronco de un nogal. De esta forma, intentaba convencer al sacerdote para que compartiera sus bayas con él.

- Uaaaauuuaaaah- emitía sonidos sordos mientras se tumbó de forma pesada sobre las piernas de Paul. La única forma de que se levantara de ahí sería que el sacerdote cedieras sus bayas generosamente o que Bronco se lo ordenara.

Así de majo era Haggar.... 

Cuando el gran oso pasó delante suyo, Zha´kya no pudo evitar una mirada de curiosidad ¿Cómo demonios había amaestrado a semejante animal? Era increíble, era poderoso era...pesado. Y estaba tumbado sobre las piernas del clérigo en una aparente posición de inmovilidad. Y no parecía dispuesto a moverse. Aquello debía ser cuanto menos, molesto.

Psss. Chiquitín. le llamó mientras le tiraba una mora a la oreja para llamar su atención. ¿Sabes? He visto un panal de miel en esos matorrales. Que pena que estuviese en un árbol demasiado alto para mí... 

Yar'kitch miró primero a su dueña y después al oso. Parecía confuso pero de pronto soltó un graznido que se asemejaba a una risa y alzó el vuelo en dirección a los arbustos. ¡Mío!

La mora iba dirigida a la oreja de Haggar, pero antes de que contactara con ella, el osezno viró su morro con la velocidad suficiente como para atrapar el fruto rojizo en el aire. Después, tras las palabras de la varisia, se levantó de las piernas de Paul y corrió con sus pesadas zancadas hacia la dirección que la muchacha le había indicado. 

Si el cuervo le sustraía la más mínima pizca de miel, se lo zamparía con plumas, garras y pico...

Paul tuvo la experiencia de que una mole de 100 kilos se retozara con él, ..., casi tirando al suelo al clérigo, para luego aposentarse en sus piernas con una sensación, cuanto menos, no muy cómoda. Sin embargo, a Paul le caía bien el animal. No le podía dar ningún bollo dulce, porque hacía días que se los había acabado, pero sí podía compartir algo de comida con el oso, y parecía que las bayas conseguidas por Zha'kya iban a ser el postre para el oso.

Pero la maga se adelantó a sus pensamientos, primero con un rápido tiro de una mora a Haggar, y no menos rápida reacción del oso para cogerla al vuelo, atrajo la atención del oso. Y segundo con un comentario que el goloso oso no pudo eludir.

Sus piernas agradecieron que la mole de carne se ausentara, y cierta calma se apoderó de nuevo del campamento mientras el oso iba en busca de su "trofeo". El lapso lo aprovechó Paul para continuar la conversación:

 - O sea que Varisia. ¿Y cómo es que tu errante camino te ha llevado hasta Nirmathas?

Yar'kitch fue volando y saltando de árbol en árbol. Sabía que el oso estaba convencido de que el conocía el lugar del inexistente panal, e iba a aprovecharlo al máximo. Cuando se trataba de gastar bromas, la inteligencia del cuervo parecía aumentar y aquel oso era el blanco perfecto para sus chanzas. Poseía una inocencia tan grande como su tamaño, además de un pequeño peligro de convertirse en su almuerzo, lo cual daba más emoción al asunto.

En un momento dado, se posó en un enorme abeto y dio un graznido de alegría, como si hubiese encontrado un botín... y en realidad así era. Un agujero repleto de deliciosos gusanos y polillas nocturnas.Doble emoción: el comería algo sabroso mientras Haggar pensaba que había encontrado el panal dorado.

Aha...respondió la hechicera siguiendo algo que parecía invisible, como un gato siguiendo una pelusa. Pues...No sé, la verdad... Supongo que era lo que tocaba, o lo que Desna quería. Me fui de la caravana cuando pasamos por Fangwood. La parte norte ya la habíamos pasado, los míos marchaban al oeste y quería vivir un tiempo por mi cuenta, así que...

Zha'kya hizo un gesto con las manos separándolas y juntándolas como indicación de que haber seguido aquellos pasos era el camino más lógico. De pronto dio una fuerte palmada a unos centímetros de ella aplastando un mosquito. Te pillé. Bueno, ahora es mi turno e preguntas ¿no? ¿Qué demonios os pasó en aquella cueva antes de que me encontraseís?

Haggar siguió al cuervo hasta un alto alcornoque. Miró a un lado y a otro, pero era incapaz de hallar el panal de miel que la varisia había comentado... Seguramente algún animal se lo hubiera llevado en el tiempo que él había tardado en ir hasta allí... Si lo pillara se iba a enterar...

Cansado y viendo el festín de anhelidos que se estaba pegando su plumífero amigo, decidió sentarse sobre sus cuartos traseros, como si de un gigante bebé se tratara, y descansar. Aquella carrerita le había vuelto a abrir el apetito, pero no quería arriesgarse a tener que comer una de esas asquerosas raíces que Bronco llevaba en su petate.

Zha'kya quiso saber qué les había ocurrido en aquel infierno de piedra.
Boris no apartó la mirada de las llamas mientras respondía con la voz quebrada: - Ya ves, somos lo Peregrinos de la Llama Eterna - señaló con un gesto el candil que descansaba junto a Paul.
- Se trata de una costumbre en nuestro pueblo, una especie de "rito de iniciación" que marca el paso a la edad adulta. Consiste en que un grupo de jóvenes vayan a la cripta de Kassen y enciendan el farolillo con la llama que allí arde para devolverla al pueblo.
El muchacho hizo una pausa para masticar el odio y el rencor que le subían por la garganta.
- Para hacerlo más divertido, las mentes pensantes del pueblo simulan una serie de trampas y dificultades para que los exploradores demuestren su valía. Este año sin emabrgo, debido a lo que nos explicó el propio Kassen, los peligros eran reales.
- El caso es que cuando los muertos comenzaron a levantarse pillaron por sorpresa a los vecinos del pueblo que estaban preparando toda la pantomima y la mayoría resultó asesinada. Entre ellos, mi padre.

Las lágrimas amenazaban con aflorar a sus ojos y añadió con algo que pretendía ser una sonrisa: - Joder, dicho así parece un puto chiste.

Por un segundo la hechicera pareció horrorizada ante la idea de ver morir a los suyos delante de ella. Desde luego, el esqueleto había recibido lo que se merecía y más. La chica agitó la cabeza incrédula. ¿Cómo era posible que unos saqueadores se hubiesen colado mientras preparaban dentro de la misma cueva unas pruebas? 

–Vaya, lo siento mucho–dijo con sinceridad sin entrar en detalles sobre la capacidad como guardianes que tenían los de Kasen– Algo horrible sin duda. 

Tras un par de minutos en silencio, observando como la seta adquiría un tono tostado en la hoguera la hechicera viró la cabeza. Hace tres semanas conocí un clérigo. Estuve charlando con él y...bueno. Me habló de los conjuros de resurrección. Son algo caros pero... La hechicera buscó entre su ropa hasta encontrar la escama de la armadura de Ekat y se la tendió al muchacho. Probablemente puedas pagarlo con esto. Dándose cuenta de que el gesto podía parecer raro añadió tras toser un poco Me salvasteis ahí dentro. Una vida por otra.