Partida Rol por web

Tengo que subir al cubo de arriba para llegar a por la carne vivita y coleando que estaba emitiendo esa voz. Pero subir puede ser un problema, tal vez deba aprovechar la situación anterior, cuando tenía un cuerpo debajo por si me caía, para no hacerme daño.

Me dirijo de nuevo al cubo 232 para arrastrar el cadáver que había en él hasta el cubo 222, y ponerlo en la zona del suelo que queda debajo de mí cuando intente escalar por el techo.

Vas al cubo 232, y allí está el cadáver de la chica. Huele a descomposición. La coges de un pie y empiezas a arrastrarla hacia la compuerta. Vas dejando un reguero de sangre por donde la arrastras. El cadáver se va golpeando con todo. Dada tu situación no puedes llevarla en brazos, pero eso te importa poco. La dignidad de la chica te importa poco. La lanzas al cubo 222 desde la esclusa, y oyes cómo se fractura su cuello. Finalmente la colocas justo debajo de la compuerta del techo. El cadáver está en una posición poco natural, rígida, con las extremidades fracturadas, y con la ropa descolocada, dejando a la vista uno de sus senos.

Sonrío con demencia al ver aquel cuadro. Mi estado salvaje me hace sentir tan bien... Y ver esa escena macabra me alegra el momento, casi estoy deseando caer sobre ese cuerpo en descomposición...

Me encarama a la escalerilla para intentar alcanzar la compuerta al cubo superior. Pese a mi nervioso estado anímico, alcanzo el techo sin ninguna dificultad. Me descuelgo tranquilamente y comienzo a avanzar pero, justo en el último momento, antes de alcanzar la compuerta, me resbalo y caigo mientras aprieto los dientes por mi torpeza y maldigo las heridas de mi cuerpo, que me impiden moverme como debiera un sabroso cuerpo "normal".

Caes sobre el cuerpo en descomposición de la chica, lo que amortigua la caída, pero lo haces con una mala postura. Caes sobre tu brazo y del golpe casi te lo partes. Cuando te levantas sólo te duele un poco, pero estás bien.

Otro porrazo contra el suelo. Menos mal que he puesto este pestilente cadáver debajo de mí. Qué extraña sensación de asco, dolor y confort al caer...

Vuelvo a subir la escalerilla, algo dolorido pero todavía con suficientes fuerzas. Me descuelgo con más ímpetu hacia la compuerta que da al cubo de encima y con bastante maña consigo alcanzarla, aunque con la sensación de haberme podido caer de nuevo.

Por suerte, puedo abrirla y acceder al cubo de encima.

Llegas al cubo 322. Asomas la cabeza y de un impulso metes el resto del cuerpo. Te sientas en el borde de la compuerta con la pierna hacia abajo. El cubo es blanco, y parece tranquilo.

Ahora que estoy aquí, y ante la incertidumbre que me produce este cubo, me apresuro a abrir la compuerta que da al cubo 321, del que parecía provenir la voz hace un rato.

Cuando terminas de introducir tu cuerpo la compuerta se cierra bajo tus pies. Apoyas el bastón en el suelo y das el primer paso, lo más velozmente que puedes.

En ese momento ves cómo uno de los perfiles metálicos de la pared se desprende y gira rápidamente. Das un paso atrás y lo esquivas. Pasa rozándote y vuelve a su posición. Ahora se mueve otro, desde atrás, y te golpea en la espalda, haciéndote un largo y profundo corte. Caes al suelo, dolorido y ensangrentado.

Mientras estás tumbado ves otro perfil levantarse del suelo y describir un arco, cerca de ti. Otro hace lo mismo en el techo. Son muchos los perfiles que se suceden en ese mismo movimiento, alternándose. Consigues esquivar la mayoría de ellos. Varios son los segundos que esto ocurre. No parecen seguir un patrón.

Finalmente cesan.

Entonces notas el dolor en la espalda. Ves la sangre resbalando por tus piernas hasta el suelo. Sientes frío.

Estás muy débil. Moribundo. Te arrastras por el suelo, con un dolor enorme en la espalda cada vez que te apoyas con las manos para coger impulso.

Me aproximo arrastrándome y rugiendo de dolor a la compuerta que da al cubo 321, si había alguien allí, tal vez pueda encontrar alguna manera de salvarme.

Subes como puedes las escalerillas que dan a la compuerta del 321. La abres y ves un cubo blanco. No hay nadie. No ves nada raro.

Tienes hambre, mucha hambre...

Grito como puedo mientras entro en ese cubo arrastrándome, esperando que alguien se acerque, esperando realmente un milagro. Me noto desfallecer, pero quiero gastar mis últimas energías en gritar y pedir ayuda, quizá por sobrevivir únicamente como un animal salvaje, mientras noto como mi cuerpo se destempla y se cubre de sudor.

- ¡¡¡HAY ALGUIEN AHI, AYUDA POR FAVOOOORRR!!!

En tu último aliento, maltrecho en la esclusa entre dos cubos idénticos, lanzas un grito pidiendo auxilio. Al final de tu vida recurriste a los demás. Al final, después de haber dejado en este mundo un rastro de asesinatos y dolor. Ahora, imploras ayuda.

Mueres solo. Desangrado como una bestia salvaje.

D.E.P. Mario Stein (†)