Partida Rol por web

Con un gruñido, Won se abrió paso a traves de la multitud. Al no ser un armatoste como la Ariadna o el estúpido padre-caballero, le costaba más apartar aquella manada de idiotas que no podían siquiera seguir unas instrucciones simples. Ir a la cápsula de embarque, no era tan difícil, joder.

Y ahora esto... todavía más imbéciles.

- A ver- puntualizó Won, levantando el lanzallamas.- Nuestras órdenes son claras. O os apartáis o nos veremos obligados a usar la fuerza para llevarlas a cabo. Fuerza letal- se limitó a responder. A estas alturas, el técnico sólo necesitaba una excusa para apretar el gatillo de su lanzallamas. No tenía tiempo ni ganas de lidiar con todo aquello.

Maldita sea...- Murmuro Zahra al ver que a pesar de sus esfuerzos, el gentio hacia casi imposible avanzar con suficiente rapidez. Por si no fuese suficiente, un grupo de personas, claramente asustadas por el ataque y fuera de sus cabales, habian decidido tomarla contra ellos, o mas concretamente la embajadora.

Por suerte Alonzo tomo la iniciativa con una buena demostracion de fuerza contra el tipo que habia gritado, ya que la hassasin iba a dispararle con el taser sin mediar palabra. Viendo que Won tambien optaba por la intimidacion, Zahra apunto con la pistola a los alborotadores, alzando tambien la mano del cuchillo para dejar claro que estaba lista para atacar, y dijo con serenidad, cargado con un toque amenazador.- Si quieren conservar sus vidas, les recomiendo que corran a las capsulas de evacuacion

El hombre golpeado por Alonso había caído al suelo cuan largo era, inconsciente. El puñetazo de alguien entrenado y envuelto en una armadura de combate era algo a tener en cuenta. Las personas que lo acompañaban tragaron saliva. Yanez parecía un caballero medieval más que dispuesto a avanzar y tanto Zahra como Won parecían hablar totalmente en serio.

Los que se les habían encarado cogieron al breve cabecilla de los hombros para llevárselo. Decidieron, ya que la alternativa era bastante peor, tomar las palabras de Zahran tan sólo como una recomendación y no como una amenaza.- Sí...eso será lo mejor.- 

Ese pequeño altercado les terminó de abrir la ruta y en poco tiempo adelantaron a gran parte de la multitud, pudiendo moverse con mayor libertad. Vera, que había desacelerado el paso, los esperaba.

La situación de la estación era cada vez más inestable. Las sacudidas ante el ataque del crucero del ejercito combinado se sucedían.

Y por los sonidos que se escuchaban parecía que los morats habían abordado la estación.

- Melisa, descarga mapas de la estación en mi ComLog- ordenó Won,- localiza a los hostiles y encuentra una ruta libre hasta las cápsulas, ¡Ahora!- añadió, con urgencia. Si llegaban lo suficientemente deprisa podían tomar las capsulas antes de que los asaltantes les encontraran. Si cumplia su misión, el resto quedaba en manos de las tropas de defensa de la estación.

Menos mal que había conseguido sus armas de vuelta.

El Padre-Caballero asintió y dió gracias a Dios al ver como los bravucones se retiraban con el rabo entre las piernas, llevandose consigo a su medio inconsciente lider. Sin embargo, tanto los estremecimientos de la propia estación espacial como la caótica cacofonía de las comunicaciones, indicaba que la situación estaba lejos de ser controlada.

Alonzo lanzó una mirada al señor Li, aprobando su curso de ación. Acto seguido, sopesó su espada y sonrió. Ya conocía las tácticas Morat y sabia lo que esperar... Malas noticias.

- Movámonos como si tuvieramos prisa.- Tendió la mano a la embajadora.- No os despegueis de mí, embajadora. Vuestra vida depende de ello.

Won no recibió respuesta de Melissa. Quien respondió fue directamente ALEPH que con una voz fría, alejada del agradable avatar de la seudo-IA que había controlado hasta entonces la estación, le informó de que los sistemas de la estación se habían visto comprometidos y que no era posible conocer la localización exacta de los enemigos. La ruta que actualmente estaban siguiendo ya era la más rápida hacia las capsulas de salvamento. Pero la más rápida no tenía porque significar la más segura.

Los primeros en darse cuenta fueron los tohaa, poco antes de que a Vera también le llegara el olor. Un poco más adelante iban a encontrarse con un grupo de asalto morat, al menos cinco de ellos. Los alienígenas se encontraban justo en su ruta de huida pero con algo de suerte aún no se habrían dado cuenta de su presencia.

- Contacto.- Advertió Alonzo en voz baja, sin usar el ComLog.- Atentos.

El Padre-Caballero quitó el seguro de su combi-rifle y activó el selector de fuego. Los incursores Morat parecian no haberse percatado de su presencia y eso iba a ser su perdición. Dirigió la mirada hacia la embajadora Tohaa y luego hizo lo mismo con Zahra.

Asintió ligeramente hacia la subdita haqqislamita, se echó la culata al rostro y giró la esquina descargando toso el cargador de su arma contra los asaltantes Morat.

La reverenda se había mantenido callada todo ese tiempo*, incluyendo el encuentro con los hostiles que el padre caballero había solucionado con un certero puñetazo. El caso era que Agnieska, además de llevar a su fiel mel-bot, cargaba con sus ideales y la palabra de la Virgen (el primero de manera literal, el resto no tanto), y en aquellos momentos se preguntaba en qué aquello ayudaba a difundir los designios de la Santa Madre. 

La aparición de nuevos enemigos que al parecer no se habían percatado de su presencia ayudaba a al menos uno de sus dilemas. Había una cosa de la que la reverenda staba segura: El enemigo de mi enemigo, no es mi amigo, porque todos los infieles son enemigos de la Virgen de la Misericordia. Y la única maner de arreglar aquello, en la gran mayoría de casos, era precisamente repartiendo misericordia.

La reverenda abrió entonces su equipo de asalto y con la rapidez y precisión que caracterizaba a las reverendas Moira en ese campo, sus dedos volaron sobre la pantalla y los botones.

El Padre-Caballero dobló la esquina con el fusil encarado y perfectamente acomodado en el hombro. Repentinamente echó rodilla en tierra, permitiendo que sus compañeros pudiesen disparar sobre su cabeza, sin que les estorbase en su linea de tiro.

El sistema de punteria adquirió rápidamente sus blancos y Alonzo no tuvo más que apretar el gatillo para descargar la ira de Dios sobre aquellas bestias alienigenas, concentrando su fuego justiciero en el que parecia el jefe de aquella partida de abordaje, en la firme creencia de que los Morat sin un liderazgo firme perderian unos segundos preciosos... Que sus compañeros podrian aprovechar.

-¡¡¡DEUS VULT!!

Won suspiró. No servía de nada que llevara un lanzallamas si dejaba que sus compañeros se pusieran delante de él. Al ver como avanzaba el padre caballero, corrió arma en ristre.

- ¡Dan ba!- insultó, al unisono del padre caballero, mientras doblaba la esquina dispuesto a freir lo que se pusiera por delante.

La reverenda abrió entonces su equipo de asalto y con la rapidez y precisión que caracterizaba a las reverendas Moira en ese campo, sus dedos volaron sobre la pantalla y los botones.

Los Morats eran una imagen imponente. Tenían el tamaño y la complexión de un gorila pero con un pelaje de un vivo color rojo. A ese ya de por si amenazante aspecto había que añadir armaduras de combate y armas de asalto.

La defensa de la Estrella Vespertina no se había organizado adecuadamente aún y aquella patrulla se había paseado acribillando a los civiles que encontraban a su paso. El grupo pudo ver los cadáveres desperdigados tras los alienígenas.

Quizá ante esa situación no se esperaban el asalto tan furibundo que recibieron. Alonzo acribilló al que parecía el lider a lo que Won Li acompañó con una buena rociada de fuego. El Morat calló muerto al suelo.

El Padre-Caballero continuó disparando acertando a un segundo objetivo y perfectamente posicionado para seguir repartiendo plomo en una siguiente ráfaga. Vera intentó acompañar los disparos de Alonzo, pero no consiguió herir a su objetivo.

Mientras tanto y desde la distancia la Reverenda Bartosiewicz intentaba adentrarse en las comunicaciones de los invasores. Quizá podría descubrir algo interesante.

Maldicion!- Mumuro entre dientes Zahra al oir los gruñidos alienigenas, y la expresion tensa de Vera, que claramente habia olido algo que no le gustaba. No iban a tener la suerte de evitar los mas que probables equipos de abordaje que ahora mismo estarian inundando la estacion.

Por suerte la agente estaba bien entrenada, y no le asustaban lo mas minimo los morats, ni morir. En todo caso le preocupaba no haber tenido a mano algun arma mas pesada, este hubiera sido un momento magnifico para llevar uno de aquellos fusiles de municion viral tan letales. Siguiendo al resto de su equipo, Zahra se asoma por la esquina, intentando no exponerse demasiado, y abrio fuego con su pistola, dando cobertura a Won para que los tostara con su lanzallamas. Al final aquel trasto iba a ser util y todo

El chasquido del cerrojo del fusil combi del Padre-Caballero al disparar el último proyectil del cargador coincidió con el suave clic de este al ser expulsado del mecanismo y repiquetear contra el suelo. Que fue ahogado por el subito aullido del lanzallamas yuchino del señor Li al envolver con su aliento al lider Morat.

Aquel infierno ardiente finalizó el trabajo que los proyectiles de Alonzo habia iniciado, reduciendo al invasor a un monton de carne humeante. El resto de sus compañeras tambien descargaron sus armas contra los desprevenidos Morat que, hasta ese momento y sin oposición, habian campado a sus anchas por la estación, matando sin oposición.

Alonzo insertó un nuevo cargador y aprestó el arma para el combate en una fracción de segudno, con esa mecánica soltura que dá la ciclica repetición de movimientos. Apenas completó la maniobra, el Padre-Caballero descargó una tormenta de proyectiles contra uno de los Morat, consciente de que el factor sorpresa se habia perdido y que ahora la pesada armadura del equipo de asalto requeriría toda su atención.

Solo esperaba, en su fuero interno, que aquellos asaltantes resistiesen lo suficiente como para darles a probar una buena ración de acero templario.

Los tres Tohaa que acompañaban a la embajadora se alejaron por primera vez de ella. La coordinación que mostraban era impresionante, casi parecían ser la misma persona. Esa era una de las famosas triadas tohaa. Individuos que se entrenaban juntos, vivían juntos y marchaban juntos. Su comunicación feronómica hacía que su compenetración fuera perfecta, como la de una máquina bien diseñada. Difícilmente un grupo de humanos podría alcanzar ese nivel.

Los tres se posicionaron apuntaron y dispararon prácticamente a la vez. Dos de ellos apuntaron al Morat que ya había sido alcanzado. El otro disparó a un segundo objetivo.

La lluvia de balas consiguió abatir al primer morat. El segundo objetivo sufrió los impactos y parecía herido.

Los morats restantes se aprestaron a coger posiciones para devolver el fuego mientras gritaban lo que claramente eran insultos y blasfemias en su gutural lenguaje.

Los alienígenas rápidamente identificaron a Alonzo como la mayor amenaza y soltaron una buena ráfaga contra él. Los tiros fueron certeros, pero rebotaron contra su blindaje. La hipertecnificada armadura sólo envío unas alertas de daños menores a través de la interfaz del casco de Alonzo.

El efecto sorpresa ya se había acabado pero antes eran 5 morats. Ahora eran 3 y uno de ellos herido.

Los Tohaa se unieron al combate usando esa extraña forma de enlace -simbiosis fue la palabra que cruzó por la mente del Padre-Caballero- para establecer un equipo de fuego. De alguna manera, funcionó y consiguieron abatir a uno de los asaltantes. Alonzo volvió a abrir fuego, seleccionando otro blanco y concentrando su justa ira contra él, todavía rodilla en tierra como si estuviese realizando un extraño ritual de muerte.