Partida Rol por web

Marta mira a Moshe, fíjamente. -No se que me quiere decir con esto señor, pero será mejor que haga algo con ese carro, porque si no lo hace yo misma sacaré a Lucía de allí y nos pondremos bajo cubierto, esta lluvia y este frío nos pasarán factura si no nos movemos. Haga algo o lo haré yo aunque el castigo por ello sean la muerte de mi sobrina y la mia misma-.

Marta y Moshe hablan separados del grupo, mientras la lluvia arrécia y el frio aprieta también.

Quiero decirle que será mejor que me tenga de "aliado" -remarqué mucho esta palabra con la voz-, que con "enemigo" -e hice de nuevo lo propio-, pues seguro que le interesa a vos y  su sobrina más lo primero que lo segundo... Et No conviene que les alce vos la voz, más entiendo que éste frio nos perjudica a todos. Déjeme hablarles a mí... -le dije a Marta-.

¡Señores! -les dije alzando la voz desde la lejanía. Y entonces le vanté el brazo, con el índice levantado hacia el cielo-. ¿Ven esas nubes?, ¿y esos rayos? No hará falta que llevemos a Toledo a la bruja si para que la juzguen: morirá aquí mismo, igual que nosotros, sino desviamos el carro y volvemos por donde hemos venido. ¡Carretero!, ¡déle la vuelta a las bestias! -gritaba porque incluso el frío cortábame la voz a través de la distancia...-.

La lluvia seguía cayendo y empezaba a calar más de la cuenta por la capa y la armadura.

-¡Vamos! ¡Demos la vuelta! (grita para que Moshe le oiga). ¿Necesitais ayuda?
 

José pega un tirón a las riendas - yayayaya, rrrrriiii, yayayaya, amos a dar la guerta, amos amos- dice a las bestias mientras el carro va dando la vuelta léntamente hasta que se situa en dirección contraria con la aceptación de los soldados que viran trás el. 

Iván comienza a tiritar muerto de frio, tiene los labios morados.

-Vámonos de aquí, demos un rodeo, y busquemos algún sitio para resguardarnos- dice uno de los soldados.

La comitiva lentamente se vá alejando de la trampa de barro y a la distancia ve el desvio hacia la sierra. Cogeis el camino, un camino de tierra que tiene un montón de baches, que hace que el carro traqueteé continuamente. Uno de los soldados se adelanta y vuelve a cabo de un rato, -he visto una cueva cerca de aquí.-

Registrais la cueva y veis que está limpia, que no hay restos de animales, está lloviendo a cántaros pero lograis unos cuantos palos secos, y junto con la yesca que traen los soldados haceis un gran fuego que os calienta a todos.

Iván tirita de frio uno de los soldados le toca la frente.-Parece que tiene algo de fiebre-

Marta os dice, -¿vais a dejar a Lucía allí?-, dice señalando el carro,-si pasa la noche allí morirá, y no voy a permitirlo-

El paraje es frio, oscuro, húmedo, muchos árboles secos conforman esta primera parte de la sierra. Estáis empapados y las botas llenas de barro.

Maldita sea, no hay nada que me ponga más molesto que, el que se tuerzan los planes. comenta entre los soldados, Bien, parece que tendremos que atar a esa pequeña, si no hay ningún voluntario yo mismo me ataré a ella, ¿llevan grilletes? no pretenderán que la niña no este a resguardo mientras no amine.

 A duras penas logro llegar a la cueva. Dejo caer la mochila parece que pesa un quintal. Como si fuera una voz muy lejana oigo las palabras de la tia.

No, non podemos dejalla.

 Voy tambleandome hacia el carro, casi me caigo. Apollo la rodilla en el suelo y sigo caminando ,  a duras penas, hasta llegar a la puerta de la jaula para dejarme caer sobre ella.

 Con ojos febriles, temblores,labios morados y la mejor sonrisa que puedo poner ( que es una bastante lastimosa) miro a Lucía para decirle con dientes castañeantes y tos cavernosa

Cof,cof,cof......non tetetetemamamamis cof,cof ,cof nananada, yo...yo...yo oooos ayuyuuydare.  cof,cof,cof

 Mis manos torpes se quedan sobre la cerradura sin poder abrirla.

Parecía que la tormenta y el frío había hecho mella en Iván. Veíale yo caminar ya dentro de la cueva con la voz temblorosa y los humores interiores como congelados... Quedéme mirando cómo éste abríale la celda de la carreta mientras me calentaba las manos en el fuego. Et que han de creerme sus mercedes que no dije lo siguiente por puro encontronazo con cualesquiera, que más bien fue curiosidad:

¿Et qué hará vos si la dejáramos ahí fuera? -la curiosidad me invadía-. Creo que soy el único que no lleva un filo encima...

Ojalá Marta reflexionara en lo que le conté, pues no era de menos ni poco provechoso tener en cuenta mis palabras que le dediqué antes de la llegada a la cueva.

De nuevo, el camino. Tras dar la vuelta y rodear la montaña, uno de los soldados encontró una cueva en la que poder resguardarse del frío y la lluvia: 'esperemos que esto no haya sido premeditado por la niña y su tía'. Una vez dentro preparan un fuego y se da cuenta de que Iván tiene mala pinta.

-Menos mal que hemos encontrado este lugar. Tendremos que ocuparnos de la niña hasta que la noche pase... o hasta que amaine la tormenta. Pero por ahora avivad el fuego. ¿Alguno de vosotros tiene grilletes? (dice mientras se quita la capa). Iván, está mojada, pero si la quieres es toda tuya (le dice mostrándole la capa), prefiero que estemos todos bien, nunca sabemos a qué podemos enfrentarnos.

Uno de los soldados le lanza a Ivan una gran llave, que es la que abre el enorme candado que cierra la cadena, que rodea a la puerta-reja, hecha de madera.

Marta mira fíjamente a Moshe,- hay cosas que hacen más daño que el filo del acero-.

hay cosas que hacen más daño que el filo del acero.

Jamás estuve tan de acuerdo con nada en mi vida. Yo mismo había tenido que salir a despuertas de la propia aljama de Benasque cuando era jóven, y no demasiado allá de la Meca o Alejandría ya ví espadas que apunto estuvieron de cortarle y quedarme en el Oriente; más cuando llegué a mi destino, en la Arabia de Sur, comprobé que hasta ese momento había temido a las hormigas... pues en este mundo había cosas inimaginables, y, para más incerteza, muchas de los inexplicables hechos de este mundo procedían de las estancias de Jehová. ¿Acaso aquello no era a lo que se refería Marta? Si no fuera así, muy parecido interpretábalo yo; et que bien que así era.

Fue entonces que, cuando vi lanzada la llave, me levanté, y fuime enseguida al lado de Marta, la tía. Junto a ella observaría cómo era sacada la supuesta bruja.

La llave había caido en el suelo, a duras penas la recogí y abrí a Lucía. La acompañé como pude hasta la hoguera. Sin brusquedad, tampoco con galantería. Abrile la puerta y seguilla. Punto.

 Me quedé mirando a Don Rodrigo ofrecerme, su capa, era un grande honor, Grea....gracias cof,cof,cof.

 En la hoguera me quité las botas y las ropas más mojadas, saqué la manta de la mochila y tendíme en el suelo echo un ovillo cubriendome con la manta y la capa para dejar vencerme por el sueño.  En otro momento pensaría yo en brujas, mozas, y lo que cualquier hideputa quisiera mandame, agora descansaría y recuperaria fuerzas.

Esta bien, como he dicho no quiero perder este encargo, y me aseguraré de que esta pequeña no se nos escape, con los grilletes en la mano, le pasa uno a la niña, y el otro extremo se lo ata a su mano, trata a la niña con brusquedad sin cortesía y a orden en voz, le ordeno que se sentará junto a su tía cerca del fuego, durante un rato ensimismado viendo los tarugos arder y escuchando las conversaciones. 

Lucía se quita la capucha y el pañuelo de la cabeza y comienza a mirar a todos lentamente, y sobre todo a Francisco que la mantiene presa con los grilletes.-¿Estás seguro que quieres esto?- le dice sonriendo con una sonrisa absolútamente dulce, y en ese momento le toca con su mano en la suya, y vuelve a sonreirle.

Marta los mira a todos, será mejor que durmamos, mañana será un día duro, y se echa a un lado a dormir. Lucía hace lo propio y se recuesta en la pared. El soldado3 se ofrece a hacer la primera guardia y se pone en la puerta de la cueva, el soldado1 está junto Iván, y el soldado2 está durmiendo al fondo de la cueva.

¿Estás seguro que quieres esto?

No es de mi agrado, pero a veces las cosas han de hacerse, y creo es mejor estar atado a mi que a fuera en la jaula.

Duermo plácidamente.