Partida Rol por web

El interior del Castillo Nezumi se encontraba mucho más vacío de lo que uno pudiera imaginar, todo esto se resumía en un largo pasillo en donde tan solo las columnas se interponían en dejar ver todo aquel inmenso interior. En el suelo había una losa con un mensaje escrito con una frase previamente rallada.

Por otro lado, al final de este pasillo se encontraban tres lanzas y cuatro escudos.

Aquellas dos supervivientes se adentraron al interior de lo desconocido. Pues este era un lugar en donde evidentemente estas querían adentrarse de forma libre y por su propio pie; y no obligados por ninguna fuerza superior para acelerar esto un poquito más y tener la chicha interesante.

El interior del Castillo Nezumi se encontraba mucho más vacío de lo que uno pudiera imaginar, todo esto se resumía en un largo pasillo en donde tan solo las columnas se interponían en dejar ver todo aquel inmenso interior. En el suelo había una losa con un mensaje escrito con una frase previamente rallada.

Por otro lado, al final de este pasillo se encontraban tres lanzas y cuatro escudos.

Aquellas dos supervivientes se adentraron al interior de lo desconocido. Pues este era un lugar en donde evidentemente estas querían adentrarse de forma libre y por su propio pie; y no obligados por ninguna fuerza superior para acelerar esto un poquito más y tener la chicha interesante.

En el interior de aquel castillo una sombra se movió entre las columnas para interponerse entre aquellas dos muchachas y el set de armas que había colgadas en el fondo del pasillo. Y aunque esta figura misteriosa pareciera la de un fantasma, estas pudieron reconocerla como Akemi Eiji.

En el interior de aquel castillo una sombra se movió entre las columnas para interponerse entre aquellas dos muchachas y el set de armas que había colgadas en el fondo del pasillo. Y aunque esta figura misteriosa pareciera la de un fantasma, estas pudieron reconocerla como Akemi Eiji.

Saliendo desde detrás de la columna para poder ver quien era mi rescatadora, el chasco que me llevé fue mayúsculo al ver que las que entraban en el Castillo Nezumi no había sido otra que Akira Kimura y Tsumiko "Virus" Komachi.

-Así que sois vosotras... -Comenté con un simple suspiro decepcionado- pero supongo que esto me lo temía... Supuse que el idiota de Yoshimatsu no te habría matado cuando este fue ejecutado... Aunque supongo que debería agradeceros por partida doble por resolver ese caso y ahora por liberarme. Me muero de hambre... -Usando mi mano izquierda rebusqué entre mi bolsillo de las marionetas en busca de algo que me iba a servir para muchas cosas más que simplemente traerme un Kebab o unos bocadillos. -Tu periplo por aquí ha terminado, Virus... -Indiqué mientras sacaba la muñeca de Tsumiko Komachi- Esto tenía que haberlo hecho hace mucho tiempo... pero supongo que mejor ahora que nunca.

En efecto, aquel muñeco que Akemi Eiji sacó no era otro que aquel que ya había sacado en anteriores ocasiones para manipular y controlar a los participantes de aquel juego de matanza mutua. En esta ocasión era el juguete que representaba a Tsumiko Komachi.

-Veamos... ¿Qué te haré?. -Comentaba mientras sujetaba firmemente con una mano- ¿Hago que desenfundes tu katana y cortes en pedacitos a Akira Kimura?. Así tus amiguitos tendrán que votarte... O podría llevarte a matar a Uma Yugana, que de los que quedan con vida es la única que no haría un daño real... y total, para lo que me sirvió... ¿Un suicidio por amargarme el Juego?. Es tentador, sinceramente me gusta la idea...

Lo primero que ordenó Akemi Eiji fue que Tsumiko Komachi desenfundara su Katana.

Tsumiko Komachi estaba siendo "controlada" pero no... Es decir, no estaba siendo controlada, pues por mucho que este hablara y moviera la muñeca a placer, esta no se sentía tensa ni manipulada de ninguna forma posible. Al contrario, estaba completamente libre del control de aquel titiritero de los cojones. ¿Qué haría Tsumiko Komachi en esta ocasión?.

Mire asombrada el interior del castillo era un lugar enorme, llegamos a una sala con otro de esos puzlos, empece a mirarlo cuando una mancha naranja apareció de la nada. Inmediatamente salte al reconocer a Akemi Eiji. 

¡¿Que haces aquí?! 

Lo mire bastante asustada, la ultima vez no había sido fácil librarnos de el. Mi mirada cambio de horror cuando vi la muñeca que saco, la de la única persona que siempre llevaba un arma encima, sino tenia cuidado es muy posible que acabara siendo la próxima victima.

 ¿Hago que desenfundes tu katana y cortes en pedacitos a Akira Kimura?. Así tus amiguitos tendrán que votarte... O podría llevarte a matar a Uma Yugana, que de los que quedan con vida es la única que no haría un daño real... y total, para lo que me sirvió... ¿Un suicidio por amargarme el Juego?. Es tentador, sinceramente me gusta la idea...

Lo sabía quiere provocar el siguiente asesinato. Noté como se me helaba la sangre de pensarlo, tenía que pararlo. Además para que no hubiera testigos lo mas probable es que mi opción fuera la mejor. Intente hablar con el sin quitarle la mirada a Tsumiko de encima por si acaso.

B-basta. ¿Por que nos haces todo esto? ¿Qué quieres conseguir? Por favor no lo hagas, podemos hablar y llegar a un acuerdo.

Era extraño. ¿Por qué no funcionaba? El Ultimate Hypnotist no había conseguido hipnotizarme... ¿Se debía a que no tenía la marioneta aquella del oso en el brazo sin mano? Ahora era mi oportunidad para acabar con todo esto... ¿debería matarle? La sangre me hervía... una sensación muy parecida a la que sentí cuando le corté la oreja a Yoshimatsu Arai. Ira... odio y rencor... sed de sangre y venganza...

Tenía frente a mi al hombre que mató a Katsumoto Obinata. Al responsable de este maldido juego de matanza mutua.

Al hombre al que Katsumoto y yo habíamos venido a asesinar. Y sus poderes ya no funcionaban.

...Estaba indefenso...

...Era ahora o nunca...

Con la katana desenfundada por parte de Tsumiko Komachi, aquel Mastermind esbozó una lúgubre sonrisa, sin dejar de guardar las distancias con aquellas dos recién llegadas.

-¿Sabías que?. -Dijo a Akira Kimura- En verdad tenía un As en la manga en caso de que vinierais todos a abrirme. Porque ahora con solo una mano, solo podré controlar a uno de vosotros por vez y no sería capaz de enfrentarme a todos vosotros. -Señalando el suelo a aquella losa rayada, este continuó hablando. -Esto contenía una clave para abrir la puerta a la "Hope's Peak Highschool" que hay en la segunda isla. La memoricé y la borré usando una de esas lanzas de ahí atrás. Así me aseguraba de que no me pondríais ni un solo dedo encima... pero bueno, vamos a buscar a Uma Yugana y eliminarla.

¿E-espers por qué ? Si conoces la clave para abrir la puerta podemos escapar todos, no hace falta más derramamiento de sangre. Eiji por favor. Detén esto.

Mire a Tsumiko por encima del hombro, la cual seguia controlada por el.

Akemi Eiji echó un vistazo a Akira Kimura, y con una expresión de asco en su rostro, respondió a aquella Beta Tester particular con algo que, claramente, no iban a ser dulces ni bellas palabras. A fin de cuentas, en este momento ya no había porqué ocultar nada a nadie... aunque quizás tuviera una carta bajo la manga este marionetista.

-Si me lo dijera cualquiera de los otros aún podría pensarme aceptar la propuesta... -Resumió el hombre- Pero que me lo digas tu... Bueno... Supongo que una vez que te mate, el Moderador se volverá Administrador. -Tras decir esto, ordenó a la muñeca de Tsumiko Komachi que diera un corte rápido, una laceración lateral para que desparramara las tripas de la joven Akira Kimura- Ha sido un placer... traidora...

Había desenfundado sólo ligeramente la katana, como hacían los samurai cuando estaban preparándose para el combate. No esbocé palabra alguna, ni siquiera sabía si realmente podía en mi estado actual. Puede que por fuera mi rostro reflejara una frialdad casi de autómata, pero por dentro ardía en ira, odio y sed de sangre y no precisamente la de Akira Kimura. Sin embargo, tras recibir aquella orden, di un paso al frente hacia Akira Kimura. Y luego otro. Y conforme Akemi Eiji seguía hablando, y yo escuchando, me acercaba... de espaldas a él, de frente a frente con ella... Dio la orden de que lanzase un tajo... y así lo hice, sobre ella. Con la suficiente fuerza como para empujarla a que cayera de culo en el suelo, pero sin hacerse daño realmente.

Viendo que Tsumiko Komachi había ejercido sus órdenes al pie de la letra, el villanesco Akemi Eiji esbozó una sonrisa parcial a la par que dentro de su cabeza se maldecía porque esta no había acabado con Akira Kimura y simplemente la había golpeado con la funda de la catana por la evidente falta de sangre.

-Supongo que es cierto lo que dicen los científicos, los virus no tienen cerebro. -Resumió con desdén su actitud contra Tsumiko Komachi- No eres una ninja, una kunoichi o una samurai. Desenfunda completamente tu catana y luego usa la catana para cortar el abdomen de Akira Kimura. ¡Es una órden!.

Y así lo indicó, manipulando aquella marioneta a su placer para que desenfundara completamente el arma y diera un tajo horizontal en el abdomen de la muchacha.