Partida Rol por web

Fueron las palabras, las acciones y la respuesta de la Diosa que le hicieron sentir un sentimiento agradable en el pecho, si bien nunca había tenido tal tipo de relaciones con alguien aquellas palabras le hicieron saber que ya estaba dentro, además de que se venía una fiesta nocturna con el jabalí asado y ese por sobre todo tenía un sabor excepcional debido a que los de ese color suelen estar alejados de la manada y buscan su propio alimento, casi siempre en castañas y hongos que al asarlo se puede llegar a sentir. Mostró sus enormes colmillos mientras dejaba el jabalí en el suelo, había pensado en dejarlo en la silla junto a los demás pero habría afectado también en el asiento de la Diosa.

Fue el mismo King quien ya estaba de pie frente al escenario el que actuó como una especie de guardaespaldas, su sonrisa era intimidante y más el hecho de que no pareciera de mal genio, se le veía entretenido y disfrutando del espectaculo de la gente cabrearse y con ganas de destruir el lugar, si bien el peliblanco se encargo de calmar todo el "monarca de las bestias" se encontraba con los brazos cruzados mirando a los presentes mientras les indicaba con un tono de voz lo suficientemente amable para alterar un poco más las cosas. -Ya oyeron, caminen caminen... -Pronuncio mientras les hacia el gesto de que se fueran.

Al girarse para escuchar a la Diosa, el pelinegro no pudo evitar estremecerse levemente al escuchar el tema del poder, aquello es lo que estaba buscando, sabía que el bosque le estaba quedando pequeño y ya no tenía rivales en este, ahora estaba buscando algo más y lo estaba encontrando poco a poco gracias a la propuesta de la Diosa. -¡¡WOHHH!! ¡Vamos a tener una gran cena de jabalí asado! -Pronuncio mientras levantaba los brazos permitiendo que la fiesta pudiera iniciar. King no era alguien malo ni menos y si había algo que disfrutaba al igual que las peleas eran las fiestas con carne y licor. 

La diosa sonreía mientras uno a uno ibais aceptando, no se demoró mucho en que finalmente los ocho presentes mostraran su disposición. Con una palmada la diosa dio por finalizada la reunión y bajo del escenario.- Nada queda por hacer aquí entonces.-Dice mientras os mira.- Supongo es hora de que conozcáis vuestra nueva casa.- La mujer comienza a andar hacia la puerta cuando el joven de pelo cenizo tose para llamar su atención.

Cuando se gira para ver qué ocurre el joven hace una seña a la pila de ofrendas que hay en el suelo del escenario.- Ahg…-Parecía bastante obvio que había olvidado todos aquellos regalos. Tras un momento de duda, como si intentara pensar en que hacer, finalmente se da por vencida.- Vale, vale.

Se gira un momento hacia vosotros.- ¿Podéis esperar en la entrada de la torre? Aranis y yo intentaremos no demorar mucho.- La diosa miro el montón de objetos. Lejos de la actitud solemne que había tenido durante todo el desfile de gente dándole ofrendas, ahora parecía mostrarse mucho más humana, podíais notar claramente que hubiera preferido marchar con vosotros y dejarle todo el trabajo a su compañero.- Aprovechar para conoceros, ahora sois familia… O bueno, dentro de poco en cuanto lleguemos a casa y obtengáis la Falna.

De aquella manera a petición de la diosa abandonasteis la sala y bajasteis la torre. Cuando estabais en la planta baja algunos de vosotros echasteis un vistazo a la gran puerta que daba acceso a la espiral que entraba en el suelo. La entrada del laberinto, mazmorra, dungeon. Dentro de poco vosotros seríais parte de esos aventureros bajando a explorarlo. Cada uno por sus propias razones, pero todos con la misma pregunta. ¿Realmente los monstruos de allí abajo eran tan peligrosos como decían?

Cuando finalmente salisteis de la torre el sol del mediodía os cegó durante breves segundos.  La gran plaza que rodeaba la torre estaba mucho más concurrida de lo habitual, después de todo era la celebración del festival de la cosecha. Numerosos puestecillos se habían establecido por la zona vendiendo todo tiempo de cosas.

Desde lo habitual en festividades como puestos de juegos, pasando por tiendecitas con objetos de aventureros en ofertas hasta los más clásicos puestos de comidas callejeras como el de Jagamarukun* que Lance había estado dudando en entregar como ofrenda a la diosa momentos antes.

Tres de vuestros compañeros no tardaron en empezar a hablar entre ellos. El hombre desaliñado, la chica gato y el pequeño Renard. No parecían conocerse, pero al Renard no parecía haberle costado mucho empezar conversación. Por otro lado, la aventurera de nivel cuatro que no formaría parte de la familia, Perseus había desaparecido, ni si quiera recordabais que hubiera bajado junto a vosotros las escaleras.

—Desde luego que sí —respondo y luego trato de hablarle a los demás que están conmigo—: Mi nombre es Vivienne, espero que nos llevemos bien.
Me cubro la boca con la mano al reírme.
—Oh vaya, me ha salido un verso sin esfuerzo.

Tengo el corazón en la garganta, en nada bajaremos ahí por primera vez y quién sabe cómo nos irá.
—Estoy segura de que pronto seremos todos buenos amigos y creceremos juntos como una familia bien fuerte y bonita, ¿qué me dicen?

Cuando salimos, al llegarme los aromas a comida de los puestos, me ruge enseguida la tripita y me llevo una mano al estómago con la cara un poco colorada, espero que nadie haya oído eso, aunque me quedo tranquila de que, entre el barullo del mercado, eso es poco probable. Ni siquiera tengo dinero para medio pan, tendré que esperar, quizás en la casa haya algo de frutas... o lo que sea.
Los demás pueden notar fácilmente que estoy bien preocupada, con los brazos cruzados, dando nerviosa contínuos golpecitos al suelo con el pie izquierdo, mirando cada dos por tres hacia la entrada desde donde salimos. Vamos, que se dé prisa, no quisiera estar esperando demasiado tiempo.
—Baja rápido, por favor —murmuro en voz alta casi que sin darme cuenta.

Como si fuera una extensión del grupo, Marianne siguió los pasos de sus nuevos compañeros un tanto retrasada y le resultó un poco extraño pensar que de ahora en más serían una familia ya que ella nunca había tenido una como tal. No sé conocían en sí y todo lo que tienen por delante, posiblemente los ayude a forjar vínculos que ahora son inexistentes. 

Aún así allí en la puerta de aquel lugar, esperó un tanto paciente mientras la joven llamada Vivianne hizo comentarios, se movía y hacía cosas que le sorprendieron un poco a la peliverde, pero no dijo nada al respecto. Simplemente se mantuvo con la mirada perdida en los alrededores, entre aromas y el movimiento en general. Aún así, no olvidaba que debían adentrarse en aquel lugar más pronto que tarde y esperó estar preparada para ello. 

Incluso como su amigo lupino apareció en escena, animado al encontrarse con su dueña que la había esperado paciente en la salida. Sin dudar se inclinó a saludarlo con sus manos entre caricias sobre el morro y dejó un dulce beso también en ese lugar. Nieve era un lobo blanco, de mirada penetrante y tamaño normal. A simple vista daba a entender que era una parte importante de Marianne, por la relación entre ambos. *

Tardíamente respondió a la chica:

—Encantada Vivienne. 

No le preocupo demasiado que la Diosa y el peliblanco decidieran quedarse un poco para ver como llevarse las ofrendas, era algo que ellos mismos habían realizado como actividad y debían de tener un plan para ello, quizás si hubiera sido por King hubiera tomado todo entre sus amplios brazos y los llevaría como si fuera un montón de bolsas del mercado. Aún así, esa instancia les permitió caminar como familia, si bien eso no era lo primero que pensaba como Luchador al unirse a una Diosa podía entender de que algunos lo tomaran como algo importante, por su tamaño sus pisadas solían avanzar mucho más que los demás, pero decidió quedarse en la parte trasera del pequeño grupo formado por los nuevos y avanzaba casi poco o nada intentando seguir el ritmo, mantenía su sonrisa y Vivianne se presentaba ya estando en las puertas del Dungeon. Se golpeo el pecho con la mano derecha causando un sonido seco. -King y no se que es un verso. -Pronuncio con total normalidad mientras se presentaba. 

Luego notó como un lobo se acercaba a Marianne, muchos nombres que terminaban en E y se alargaban innecesariamente, les llamaría solo como Vivi y Mari, así le seria mucho más sencillo el poder tratarles. El pelinegro se acerco hasta donde estaba la peliverde y con una mirada desafiante aunque sin necesariamente estar realizando tal acción, "desafiar", miró también al lobo. Había sido criado por lobos e incluso la cabeza de su propia madre se encontraba en su hombro, se había hecho una prenda luego de que esta falleciera por la edad. -Que pequeño. -Pronuncio mientras enarcaba una ceja y flexionaba las rodillas para mirarle mejor, quizás les recordaba más grandes en su infancia y no había visto muchos más lobos en su crecimiento, solían alejarse de los grupos de cazadores. Se giró hacia Vivi y mostró una sonrisa mientras pensaba en algo. -¿Tienes mucha hambre? Podemos utilizar a "Pequeñin" para robar un par de cosas de los puestos.

—Vaya, ¿no sabes? —Dejo de mirar a aquella puerta enorme para mirar al muchacho también enorme—. ¿Nunca has leído poesía? ¡De lo que te pierdes! Verás, un verso es...
Empiezo a explicar, pero el gigantón ya pasó a otra cosa y me quedo hablándole al aire, entusiasmada, sobre las diferentes estructuras de los poemas y algunos autores que me gustan.

—¡Oye! ¡No! —Cuando oigo la palabra "robar" regreso a tierra y me acerco a ellos, con una mano en la cintura y haciendo un gesto de desaprobación con el índice de la otra, poniendo una expresión severa, pero sin dejar de intentar ser amable.
—Esas cosas no se hacen, los comerciantes aquí trabajan muy duro para conseguir sus productos, no se atrevan a quitárselos sin permiso, ¿de acuerdo? Es una falta grave de consideración, cielos.
Tengo que levantar mucho la cabeza para mirarlo a los ojos y me intimida con su sombra cubriéndome completamente bajo el sol del mediodía, pero no me importa, robar está mal y no voy a permitir esos actos en mi presencia, son un muy mal ejemplo.

Y me suena la barriga de nuevo.

Escuchándoles hablar fuera de la presencia de la diosa veo que tenemos un grupo muy variopinto con personalidades de lo más interesantes... sin embargo no me detengo mucho a pensar en ello pues, de repente, el curso de la conversación se torna en algo que no me gusta un pelo de enano calvo. No obstante, cuando voy a responder Vivienne se encarga de poner orden y siento un gran alivio.

Co...coincido con ella. Señorr King, ahorra todos nosotrros formaremos parrte de la familia de Erris ¿Acaso sabe lo que supondrría para nuestrra diosa, que acaba de acogerrnos, que os pillaran a alguno haciendo este tipo de fechorrías?* 

En ese momento, antes de que King pueda responder (quizás un poco por miedo a su respuesta), me giro hacia Vivienne y digo sonriendo:

Estoy seguro que nuestro nuevo hogar podremos comer algo pero mientras será un placer celebrar el habernos conocido todos invitándoles a uno de esos Jabarakan (Jagamarukun) que huelen tan rico. 

"Quizás así pueda calmar la situación y reconducirla a que nos sigamos conociendo mejor, la comida siempre es alivio ¿no?"

Y moviéndome hacia uno de los vendedores añado mirando a Marianne: ¿Su amigo puede comer de esto? Refiriéndome a su mascota Es un ejemplar prrecioso.

"Mierda aún sigo nervioso"

«¡Qué sermón!» pensó al escuchar a Vivienne. Aquello le pareció demasiado y se quedó mirando a los ojos a su lobo, quizás preguntándose si este paso que había dado estaba bien. Es que la joven de cabellos verdes venía de un lugar muy diferente, donde se aprendía el arte de la espada, el arco, pero también el conocimiento profundo de la naturaleza y su lenguaje. Ella no sabía de versos, ni nada similar porque tenía una forma vivir y pensar literalmente opuesta. 

Así que se contuvo de responder siquiera, estando en la duda si era bueno permitir que aquella chica hable y dirija todo el tiempo, era demasiado emocional y parlanchina. Por ello mordió su labio inferior al verse imposibilitada de contestar a King por el sermón de su compañera, así que tardíamente le contestó:

—Es cachorro aún, aunque no creo que crezca demasiado—dijo en un tono suave al grandulón, casi bajito y al ver que minutos después se acercó Gerda, sonrió—. Gracias, puede comer algún que otro trozo de carne. Aunque nos la ingeniamos para cazar si es necesario. No deseo que te pongas en gastos por él... 

Desde la dulzura y la simpleza misma de su personalidad, Marianne se mostró agradecida. Aún así no quería poner en gastos a su compañero porque le daba un poco de reparo, quizás más adelante necesitaría las monedas y no las tendría por esto. Solía pensar en grupo, casi por costumbre. Aún así la espera—por más que haya sido minutos—comenzó a inquietarla, quería ponerse manos a la obra. 

Mientras bajaban en grupo, el joven había empezado a comerse su aperitivo, a estas alturas ya estaba frío pero se había acostumbrado a no ser quisquilloso. Escuchó tranquilo la presentación de la elfa y el gigantón, luego procedió a contestar acorde-Lance, para empezar, me vale con que no nos matemos.

Al pasar por el vestíbulo, Lance no fue la excepción en dirigir una mirada hacia la entrada del calabozo. Tras aquella puerta se encontraba el camino hacia sus metas, no pudo evitar esbozar una sonrisa ansiosa al verla por primera vez y seguía sin poder hacerlo.

Ni siquiera habían pasado mas de diez minutos juntos y parecía que la primera discusión sobre moral acababa de empezar. No era un amante de robar por vicio, sin embargo, ante momentos de necesidad… Aunque la situación favorecía la opinión de la elfa y el enano, aquel discurso de moral tan corto de miras no era muy de su agrado.  

-Je ¿La hambrienta elfa quiere decir es que está bien robar si el comerciante lo ha ganado de forma deshonesta? – El comentario no esperaba una respuesta, simplemente quería fastidiar un poco a la elfa.

Parecía que el enano no buscaba profundizar la discusión, y sinceramente el tampoco, por lo que cuando se ofreció a invitarlos Lance desvió la mirada hacia el animal y su dueña de nuevo.

-¿“Pequeñin” vendrá de expedición con nosotros? – La idea de un animal salvaje luchando contra los famosos monstruos del laberinto no resultaba muy creíble en su cabeza, aunque si recibía algún tipo de bendición tal vez…¿Los animales podían recibir Falna?

—Dejen de hablar de comida, ¡por favooor! —exclamo sacudiendo los puños, con los ojos algo humedecidos.

—¿Eh? —me deja confundida la pregunta de Lance y quedo mirándolo, inclinando la cabeza a un costado, luego esbozo una gentil sonrisa y añado—: Deshonesto o no, ¿a ti te gustaría que alguien se llevara tus cosas? —le devuelvo la pregunta con sincera amabilidad—. ¿Cómo te pondrías si ahora mismo un ladrón te chocara para distraerte y se robara tu jagamarukun?

—Hm, Vivienne. Deja el tema ya, no tiene sentido.

No pudo evitar decir aquello a la chica, es que ya algunos directamente estaban en otra cosa y ella lo seguía. Daba la impresión de que no era fácil de callar cuando tenía una postura muy arraigada, y no era las formas de conocerse iniciando una discusión sobre moral. Por lo que Marianne consideró que mejor era hablar de otra cosa. 

Ya cuando Lance se acercó, ella lo miró con detenimiento y asintió contenta, al fin un tema mejor de conversación. 

—¡Claro! Nos criamos juntos, así que estará conmigo. ¿Te gustan los lobos?—preguntó sonriendo—. Nieve puede ser un buen apoyo a la hora de rastrear, es algo que solemos hacer bien. 

Quizás hablando de las habilidades de cada uno, los gustos y demás cosillas se podían mantener una conversación normal. Al menos la joven de pelo verde quería intentarlo. 

Alejándome brevemente del grupo, me acerco a un puesto y pregunto: Buenos dias, ¿Cuánto por 6 de estas... cosas? Buen señor.

"por favor que sean baratas, por favor que sean baratas. ¡Lance a dicho que espera que no nos matemos y hablan de robar... pero ¿robar a malas personas? Esto es todo tan confuso..."

Obviamente, mi intención es regresar al grupo con 3 en cada mano para repartirlos. Hacer amigos con comida siempre funciona en las ciudades enanas sin embargo puedo ver como la diosa ha regresado y entro en el pánico por alejarme del grupo.

Lo siento, tengo que irme. Muchas gracias. Digo poniendo rumbo al grupo apresuradamente para no hacerle perder tiempo a la diosa.

Los ánimos junto las opiniones del los del grupo habían empezado a juntarse y si bien parecían controlados hasta cierto punto. La moralidad entre los miembros del grupo parecía diferente, pero el cambio de rumbo de la conversación hizo que esta empezara a fluir por derroteros más amables.

Mientras tanto Gerda, decidido a invitar a sus compañeros a uno de aquellos aperitivos estaba empezando la marcha hacia un de los puestos, o al menos así era hasta escuchasteis tras vosotros una risa.- Bueno, parece que se llevan bien.- La voz del compañero de la diosa os alerto. Parecía que tanto la diosa como él habían terminado lo que estuvieran haciendo. El hombre parecía estar cargando a su espalda sin muchos problemas una tela que parecía envolver algo grande y pesado.

-Bien, ya han sido suficientes multitudes por hoy.- Exclama la diosa detrás de él mientras mira a los concurridos alrededores.- Vayamos a casa.- Sin esperar respuesta por parte de alguno de vosotros empezó a caminar por la calle principal oeste. Cuando ya finalmente abandonáis la plaza la diosa medita un momento antes de hablar a su compañero.- ¿Cinco?.- Pregunto mientras se giraba a Aranis.

La sonrisa del joven se ensancho al escuchar a su diosa empezando a negar con la cabeza.- Infravaloras tu "encanto" Eris, diecisiete.- La diosa se rió al escuchar la cifra pero no comento nada más al respecto.

Acto seguido ya empezó a hablar con el grupo.- Bueno cuando lleguemos debería daros oficialmente la bienvenida a la familia y otorgaros la Falna, ¿Alguno sabe cómo se realiza?.- Pregunto con arqueando una ceja. Al no ver a ninguno de vosotros con una respuesta parecida a una afirmación continuó hablando.- Siempre me ha parecido un engorro y doloroso pero bueno.- Dice sin meditar mucho sus palabras. Era la primera vez que escuchabais que cuando un dios otorgaba su gracia era "doloroso".

En ese momento la diosa paree haber desconectado del rumbo de la conversación pues su mirada se ha quedado fija en la mascota de Marianne. La sigue con la mirada observando cómo este camina al paso de la elfa peliverde, como si su trote se hubiera acompasado al de la joven.- Interesante...- Dice mirando a la Elfa.- Durante la tarde la familia Ganesha hará un espectáculo, quizá si sobra tiempo podrías ir a verlo, puede resultarte inspirador.- Dice dubitativa.

Su rostro pensativo acaba cambiando cuando su mirada pasa por la otra elfa.- Eh, no hace falta que estés tan nerviosa, no duele tanto.- Comenta pensando que el nerviosismo de la mujer es debido a su mención sobre la Falna.- Bueno, ¿Quien va a querer ser el primer miembro de mi familia cuando lleguemos?

No me atrevo a contestar a la diosa sobre lo poco que sé de la Falna pues, aun que he oído del ritual por mis hermanas, no tengo idea alguna de cómo se lleva a cabo, cuando la diosa sigue hablando no puedo evitar meditar sus palabras.

"¿Doloroso? Ninguna de mis hermanas me dijo nada de ello. Claro que no son de mostrar debilidades... ¿Se referirá a que es doloroso para ella o para nosotros? ¿Los dioses sufren al otorgar la Falna? Espero que sea a nosotros, no quisiera que la diosa sufriera tanto"

Sin embargo cuando la diosa lanza su segunda pregunta parece indicar que el dolor es a nosotros y levanto la mano raudo para decir: Diosa Eris, no me asusta el dolor y menos aún por el honor de recibir su Falna. 

"No creo que duela más que los mazazos. Además si veo a otros sufrir antes que yo me pondré aún más nervioso..." Pienso tragando saliva

No, nunca he visto un aventurero que tuviera uno, ni tampoco sé cómo se colocan, será algo interesante de ver, sin lugar a dudas, y espero que no, que no duela tanto.
—¿Eh? —Cree que mi preocupación actual es por lo que ella dijo, oh vaya—. ¡Es que soy muy cosquillosa! ¿De verdad duele mucho cuando colocan eso? Tengo la piel sensible.
Curioso, ha dicho que "siempre le ha parecido", ¿se supone que ya lo ha hecho más veces? Entonces tiene más miembros en su familia y no sólo a Aranis o... ¿quizás hayan muerto todos? Ese pensamiento sí que me deja preocupada, espero equivocarme y que ese comentario sea por haber visto a otros dioses hacerlo.

Lo otro que me desconcierta es, ¿por qué ha preguntado por quién quiere ser el primero? ¿No es Aranis el primero? ¿Qué es él entonces?

Sacudo la cabeza, demasiadas dudas que no solucionaré ahora mismo, así que a pensar en algo más lindo. Vuelvo a sonreír alegremente mientras camino, casi dando saltitos, siguiendo a los demás.

Muy bien, nos dirigimos al oeste, eso quiere decir que pasaremos probablemente por el bar aquel, ¡qué alivio! Con suerte hasta quede cerca de allí nuestro nuevo hogar, me ha gustado mucho ese sitio.

Lance puso su esfuerzo en no contestar la réplica, si entraba al trapo de una discusión moralista la cosa sólo iba a caldearse innecesariamente, y seguramente ninguno de los dos llegaría a ningún punto con el otro. Por suerte una vez más, otro de sus nuevos compañeros detuvo rápidamente el tema.

-Sin duda este me gusta más que los que intentan comerme.- Comentó brevemente recordando su tiempo en la caravana.

El grupo avanzó siguiendo a su nueva diosa, parecía que ella y su veterano habían notado algo que ellos no, con tan pocas palabras sólo podía intuir que hablaban de más mirones como había indicado el veterano en la sala. No obstante tampoco podía afirmarlo realmente, solo hacer suposiciones.

-Mientras que me llegue el turno estoy bien. -Algo de dolor no le importaba, aún recordaba las palabras de aquel guardia de la caravana: “El rito de iniciación no es lo que duele, los golpes después de entrar al mundillo, esos son de los que debes cuidarte.”

King pasaba más bien de todo, no se quedaba mucho tiempo con una sola idea y tomaba decisiones de manera expedita, lo cual era adecuado debido a que nunca solía enojarse por algo en especifico, simplemente pasaba a otra idea y la moral tampoco terminaba siendo algún tipo de problema a discutir.

-Grr... -Gruño mientras jugueteaba con el lobo, sus enormes manos parecian que en cualquier momento le iban a tomar y devorar como si fuera una pequeña botana, sin embargo, el enorme barbaro parecía estar disfrutando del jugueteo con el lobo. -Jajaja! ¡Dejalo conmigo y lo criare como un guerrero! -Lo acariciaba con fuerza mientras reía. Luego de eso apareció la Diosa y el peliblanco, el barbaro enarcó la ceja mostrando una sonrisa y demostraba su personalidad más avariciosa a la par que erguía su cuerpo con tranquilidad.

-Jajaja.. Por supuesto que debo ser yo. ¿Dolor? No conozco esa palabra, además no existe mejor número para el Monarca de las Bestias que el 1. -Su andar era tranquilo, su barbilla en lo alto mientras sonreía ampliamente, no parecía tener ningún rastro de miedo o preocupación, su mente solo se regía por la ley del más fuerte y quien tomara primero las cosas por lo cual no tenía dudas alguna. -Yo quiero a esa tal Falna o como se llame. Solo denme más poder.

El lobo parecía estar muy entretenido con King, como si de alguna manera estuviera acostumbrado a ese tipo de juego, revelando que tal vez su dueña lo haya acostumbrado a ello. Así que había gruñidos juguetones, mordidas suaves y ese entusiasmo propio de un cachorro, aunque podía ser muy visceral y salvaje si le tocaban en un punto que le provocase molestia. En especial si se metían con Marianne. 

No obstante respondió a Lance mientras miraba el juego del grandote con Nieve. 

—Este depende el día, puede intentar comerte—dijo en un tono divertido y respondió a King que seguía con el juego—. Ya lo es, solo que le encanta ese tipo de juego. Has dado con sus gustos, es muy bruto. 

Aquello lo comentó muy orgullosa de su lobo, lo conocía desde tanto tiempo que eran uno solo. Finalmente cuando apareció la diosa, solo bastó una palabra para que Nieve dejase el juego y esté al lado de su dueña. Sentado con sus patas traseras, se mantuvo quieto sin perturbarse. 

Por su parte, la joven escuchó todo y asintió. 

—Me gustaría serlo, será un honor. 

Y tras responder a ello, no le importó el proceso que le implicaría ser parte de la familia, lo haría con valentía y determinación. 

Viendo que pasamos cerca de La Anfitriona de la Fertilidad me acerco un momento a Eris mientras caminamos y le pido permiso para retirarme un momento, explicándole mis razones.

Llego respirando agitadamente por haber corrido hasta ahí, tras recuperar el aliento le pregunto a Mia por mi pequeñín y voy a la velocidad del rayo hasta la habitación. Lo encuentro allí recostado en la cama, leyendo un libraco más grande que él, así que le salto encima para darle un abrazo enorme.
—¡Estás despierto!
Le doy un besote en la frente, método usual para medir su temperatura.
—Y bastante mejor que ayer, ¡qué alegría! —exclamo casi saltando—. ¿Puedes levantarte? Mami tiene muy buenas noticias.

Qué grandote que está, es todo un galancito hermoso.

—¿Te has portado bien con las empleadas? —Sonrío, acariciándole la mejilla—. Por supuesto que sí, eres mi caballero, claro que eres gentil con las señoritas. Tienes que tener cuidado, ¿eh? Podrían enamorarse todas de ti.

Pero qué digo, me estoy yendo por las ramas y debo darme prisa.

Lo ayudo a salir de la cama y a vestirse, me mojo los dedos con la lengua para tratar de peinarlo como se pueda y le acomodo bien la camisa y la capa por encima de ella. Cuando está listo me pongo de rodillas en el suelo para quedar a su misma altura.
—¿Sabes? Me aceptaron en la familia Eris, así que a partir de hoy soy una aventurera y podré conseguir mucho dinero para que puedas vivir mejor y, más importante, encontrarte una cura. Sé que lo lograré, preguntarle a la diosa será lo primero que haga en cuanto tenga un momento a solas con ella.

—Bien, quiero que me prestes atención, porque esto es importante.
Saco de mi escote un saquito de terciopelo, del cual dejo caer sobre mi mano una cadenita delicada de plata que trae enlazadas a ella dos sortijas de platino que brillan con un blanco precioso. Son las alianzas mía y de Jereff, tienen grabado en el lado interior una fecha de hace seis años y nustros nombres.
—Mami ahora irá seguido al calabozo donde hay muchos monstruos malos y tendrá que pelear y moverse mucho, y esto es un tesoro muy, pero muy valioso y podría perderlo.
Después de enseñarle los anillos, los vuelvo a meter en la bolsita y la deposito con ternura en las manitos del pequeño, todavía manteniéndolas entre las mías.
—Ahora es tu deber como mi príncipe cuidar de este legado, ¿de acuerdo? Ya eres un hombrecito y sé que sabes muy bien lo que son las responsabilidades, así que confío en ti, ¿vale?
Le enseño una sonrisa con una calidez de magnitud colosal.

Tras otro abrazo cariñoso le ofrezco mi espalda para que se suba a ella y así poder llevarlo hasta nuestro nuevo hogar. No me olvido de agradecerle enormemente a la señora Mia y al resto de las chicas por todo lo que nos han cuidado y les prometo que volveremos a visitarlas y a comer muchas cosas deliciosas.

Cuando lleváis casi la mitad de la calle recorrida Vivienne acelera su paso para llamar la atención a la diosa y decirle un par de palabras. La diosa tarde un momento antes de pararse totalmente y girarse hacia el grupo.- Si, ve, pero no tardes mucho.- Dice antes de que la Elfa salga corriendo hacia uno de los edificios cercanos con aspecto de posada. La diosa niega un momento con la cabeza.- Dice que va a recoger sus cosas.- Explicando al resto de los integrantes del grupo.

Tras unos breves minutos podéis ver como la elfa sale del local con algo a la espalda. Cuando esta ya cerca de vosotros podéis ver que no es algo, si no alguien. Un niño pequeño de escasos cinco años con pelo color plateado descansa en la espalda de vuestra compañera. La diosa mira durante un momento a vuestra compañera con el ceño fruncido antes de girarse hacia Aranis.- ¿Esto no suele ser común no?.- Su compañero niega con la cabeza.-Hablaremos de ello mas tarde.- Dice ahora mirando a la elfa.

El resto del camino fue tranquilo. El grupo siguió caminando por la calle principal, las puertas exteriores de la ciudad cada vez estaban cada vez mas cerca. Por un momento incluso la duda de si la casa de la familia Eris estaba dentro de la ciudad entro en vuestras cabezas, pero cuando apenas quedaban dos parcelas la diosa giro hacia el norte empezando ya a ir por calles secundarias doblando varios recodos. Unos pocos minutos mas y finalmente la diosa se detuvo frente a un edificio. La entrada de una pequeña verja daba pie a un pequeño porche adoquinado adornado con plantas y una mesa.

La primera impresión que daba era de... pequeño. O al menos a comparación de otras grandes familias. Si el porche marcaba la parte de la casa que pertenecía a la familia, incluso empezabais a dudar de cuantas habitaciones tenia.- No es mucha cosa, pero siempre me gustó ese aire de castillo que tiene. Ademas, el patio interior es acogedor.- Aquella ultimas palabras por parte de la diosa hicieron mirar una vez mas a la casa. Si aquello tenia un patio seria enano o compartido con...

Vuestros pensamientos pararon. Habíais rodeado esa manzana y no recordabais haber visto ninguna otra entrada de vivienda. Si eso era así, allí entraban muchas mas personas de las que ibais a habitarlo. Demonios, si la manzana entera era de su propiedad, independientemente que estuviera en las partes mas alejadas de la ciudad aquello debía valer una fortuna.

Mientras Eris miraba el frontal de la vivienda su compañero ya había abierto la verja y se dirigía hacia la entrada. Durante el todo el trayecto había ido cerrando la comitiva, ahora que os había adelantado podíais ver como la tela que llevaba a la espalda goteaba algo de color rojo en la parte inferior. Parecía que la afirmación de King sobre el almuerzo de jabalí era acertada.

-Venga, vamos.- dijo Eris poniéndose en marcha hacia la entrada. Cuando fuisteis entrando pudisteis empezar a observar lo que os esperabais. Efectivamente toda la manzana formaba un solo edificio. Nada mas entrar un pasillo recto una puerta a cada lado del centro desembocaba en un amplio patio interior. Mientras que Aranis se dirigió hacia el patio, la diosa os hizo un gesto con la mano para entrar en el lado derecho. Allí había un salón amplio que contenía todo tipo de mobiliario, varios sillones, una gran mesa con asientos que posiblemente hacia de comedor o zona de reunión. 

-Bienvenidos a casa.- Dijo la diosa casi riendo.- Aun queda algo de tiempo hasta la hora de la comida y ademas esa ofrenda de King tardara tiempo en cocinarse. Así que empecemos vuestra bienvenida a la familia.- La mujer miro durante un momento a todo el grupo, como si dilucidando quien llevarse primero.- Tú, acompáñame.- Dijo señalando a King.- El resto podéis ir explorando la casa mientras tanto, pero no subáis a la ultima planta.

Mientras la diosa realizaba su trabajo individual con cada uno de vosotros tuvisteis tiempo para explorar toda la vivienda. aparte del salón en el que habíais entrado, en los pisos bajos también estaban las cocinas, dos cuartos de baño enormes, una sala diáfana con algunos maniquíes en las paredes, posiblemente una sala de entrenamiento. En el centro del edificio estaba ,como había dicho la diosa, el patio. Un amplio terreno un par de arboles, y una mesa con asientos bajo una pérgola. En una de las esquinas del patio también había unas escalerillas que parecían llevar a un sótano o bodega.

Los pisos superiores tenían en su mayoría habitaciones, todas con un mobiliario sencillo. Aun con ello, se notaba que casi todas llevaban mucho tiempo sin usarse. Mientras recorríais la casa pudisteis notar que había ciertos elementos decorativos como cuadros o tapices que parecían haber sido retirados, pues en las paredes se notaba ligeramente como algo había estado colocado allí.