Partida Rol por web

El hombre se queda mirando durante un momento a Gerda antes de llevarse la mano al mentón.

—Pues podría recomendar muchas cosas pero creo que deciros que tengáis paciencia sería la mejor.—Comenta finalmente bajando la mano.—La mayor parte de los aventureros suelen estar impacientes por correr más riesgos y muchos acaban muertos o lisiados por bajar más de lo que deberían.

—Y también os diría que no le pidáis consejo a alguien que acabáis de conocer.—Dice riendo levemente.—La ciudad es menos brillante de lo que aparenta y muchos solo buscan su bienestar. Donde crees ver una cara amigable puede ser solo alguien intentando aprovecharse o timar a otro.—Agrega encogiéndose de hombros.

—O… simplemente buscando la manera de usaros.—Dice sonriendo inocentemente.—Lo cual me recuerda que tenía que encontrarme con alguien en el casino Vesper.

El hombre hace una pequeña inclinación de cabeza antes de volver a hablar.

—Si queréis podéis acompañarme o quedaros por aquí viéndolo todo.

Quizá demasiado concentrada en aquello que estuviera haciendo, la diosa no llego a reparar en vuestra presencia en todo el recorrido por el patio, ni si quiera cuando vuestras voces se alzaron levemente en la tranquilidad de aquel jardín.

Tras dejar aquel patio central y dirigirte hacia el interior de la vivienda, no tardaste mucho en ubicar donde estaba el integrante de la familia de pelo albino. Lo bueno en ser tan pocos en aquella familia es que en cuanto un ruido sonaba en la casa podias localizar rápidamente a un persona.

Así pues fuiste hacia el ruido intermitente de un golpeteo hasta llegar a la cocina, donde Aranis parecía estar cortando un cuchillo diversas verduras.

—Ah, Marianne, ya estáis de vuelta. —Exclama en un primer momento en tu dirección antes de alzar una ceja al mirarte. — Algo me dice que el mal humor de tu cara no es por no haber tenido suerte en encontrar las esquirlas.

El hombre deja a un lado el cuchillo con el que estaba trabajando antes de limpiarse las manos con un trapo.

—Creo que ya lo dije, pero cualquier duda o problema que tengáis ahora somos familia y estaré ahí para ayudar… Y si bien no insistiré si no quieres hablar, quizá esto te suba los ánimos. —Mientras habla se agacha para levantar un saquito cuyo interior tintinea. — Quizá no dé para muchos usos, pero parece ser que si había algo guardado allí abajo.

Quizá demasiado concentrada en aquello que estuviera haciendo, la diosa no llego a reparar en vuestra presencia en todo el recorrido por el patio, ni si quiera cuando vuestras voces se alzaron levemente en la tranquilidad de aquel jardín.

Así pues, tras dejar aquel patio central y dirigirte al interior de la vivienda no tardaste mucho en empezar a subir las escaleras para ir a ver a Vilfain. Por desgracia tu susto fue tremendo cuando entraste en la habitación y no estaba allí.

Durante un momento un pequeño nudo se hizo en tu garganta y tuviste que centrarte para tranquilizarte. Había estado bastante bien durante la mañana así que era improbable que algo le hubiera ocurrido, demonios, aún era un crio, que se quedase  encerrado en su habitación estando bien resultaría demasiado extraño.

Con esos pensamientos en mente empezaste a buscar, dudabas que se hubiera escondido en otra habitación de aquel piso, así que solo quedaba que estuviera en el piso inferior en alguna de las salas por las que no habías pasado o el en piso superior… en las cuales únicamente estaba la biblioteca, la habitación de la diosa y el estudio de la misma.

Tranquila, Vivi, sólo debe haber salido a jugar. En todo caso debería alegrarme, está lo suficientemente bien como para hacerlo. ¡Pero quiero verlo y darle abrazos para felicitarlo que se ha puesto mejorcito! Bueno, no, tampoco quiero ser una mamá pesada. ¿Debería dejarlo en paz?
Sí, debería, tal vez. Pero al menos quiero saber dónde está, así que me pongo a buscarlo. Pienso en la espadita que le regalaron, puede que haya salido al jardín a usarla, pero bien puede estar leyendo o explorando la casa como nosotras hace un rato. Bueno, definitivamente perderé demasiado tiempo recorriendo toda la casa para encontrarlo, así que la mejor opción sería preguntar.
Y sin contar a Marianne, que claramente no querrá dirigirme la palabra, pues habrá que volver al jardín.

—Am... Hola.
De regreso allí, intento llamar la atención de Eris, para ver si puedo hablarle.
—Ee, fui al cuarto y estaba vacío. Perdona que te moleste, pero, me gustaría saber dónde está Vilfi y si hay alguien cuidándolo. Em, no necesito verlo —bueno, sí— sólo saber si se encuentra bien y animado.

Mientras simplemente miraba curioso sus alrededores y disfrutaba del ambiente, Lance pasaba por alto lo que comentaba el tipo del sombrero, no necesitaba que le avisaran de aquella minucias, gente usando a otra gente, el mundo estaba lleno de esos, simplemente había que tener un mínimo de cuidado y saber contratacar cuando te intentaran joder.

-Creo que pasaré de casinos por hoy, tomemos una copa la próxima, diviértete timando al casino–Dejando claro que lo veía más como del tipo timador, el joven no se cortó un pelo en continuar su paseo por su cuenta alzando la mano a modo de despedida, confiando en que el enano lo siguiera.

Escucho atento las respuestas del aquel hombre intentando evaluar sus intenciones mientras ponía cara de póker y asintiendo. Por contra de lo que dice, creo que escuchar la opinión de cuantas más personas enriquece las capacidades de decisión de uno mismo. No digo que le vaya a hacer caso a las recomendaciones de todo el mundo, pero si solo le preguntas su opinión a una persona solo sabrás su punto de vista, si preguntas a veinte podrás formarte una idea más clara. Si de ellos, quince te dicen lo mismo... quizás sea cierto, pero siempre hay que tener en cuenta a los otros cinco por que no hay verdades absolutas salvo que mi diosa es la mejor del mundo mundial.

En medio de mi retahíla monologuista, Lance de repente se gira despidiéndose soltando su frase de chico guay y contesto apresurado a nuestro "guía": Agradezco la oferta pero creo que iré con mi compañero a continuar nuestra vuelta. Muchas gracias por los consejos también. Tras lo cual doy una pequeña carrera para posicionarme al lado de Lance y continuar nuestra recorrido.

La expresión en su rostro no era la mejor claro, pero intentaba lidiar con todo aquello de la única forma que sabía y era compartiendo tiempo con su lobo. Quizás el hecho de haber estado en un asentamiento militar, la dura crianza o la frialdad que te inculcan, hicieron mella en la joven y de ahí es que radicó su actitud. De todos modos al ver que estaba allí Aranis, el gesto cambió un poco, le caía muy bien. 

—No muy bien, debo aprender a lidiar con la intensidad y torpeza de Viv. Me llevará tiempo—comentó sin poder evitarlo—. Me cuesta. 

No era por maldad o por querer tener broncas, sólo le costaba llevarse bien con ella sin pasar un momento exasperada por sus actitudes. Tenía muchísimo por delante en cuestión de relaciones, al menos con ese tipo de personalidad que a veces era difícil de entender o captar. Luego al ver que lo que tenía entre manos, se acercó curiosa. 

—Algo había, habrá que probarlo. ¿No?

Durante un momento Eris no pareció escucharte, pero tras varios intentos finalmente salió de aquel lapso en el que se encontraba y acabo mirándote. Te miro con rostro confundido e interrogante, era evidente que fuera lo que lo hubieras dicho no parecía haber escuchado.

Cuando finalmente planteaste tus dudas negó con la cabeza.
—No, no le he visto, pero no creo que haya salido de casa.—Te informo mientras subía la mirada al enramado que había sobre ella.—Aunque ayer cuando le preste el libro se mostró bastante interesado en la biblioteca. ¿Quizá haya subido a esta?

Con aquella pregunta saliendo de sus labios finalmente se levantó.

—Voy a subir hacia allí ahora si le veo le diré que le estas buscando.—Pronuncio mientras comenzaba a caminar.

Por la forma que se comportaba, no parecía querer ser acompañada. Fuera lo que fuera que había sido ese trance en el que había estado parecía no haberle acabado de gustar demasiado.

Indecisa sobre si seguirla o no te quedaste mirando el lugar donde hacia un momento habia estado la diosa descansando. Con el dia que hacia quizá estar con Vilfito en aquel patio podía ser buena idea. Después de todo seguía siendo parte de la casa y a Vilfain no le ocurriría nada.

Tras unos momentos de duda finalmente te decidiste a seguir buscando a Vilfain, pero cuando entraste en tu casa viste como bajaba por las escaleras buscándote con la mirada y con un pesado libro entre sus brazos. El título, "Las espadas mágicas y su maldición".

Aranis no tuvo problema en sonreír ante tu propuesta de probarlo y extender el saquito hacia ti.

—Puedes hacer los honores, yo tomare mi turno cuando acabes, además aún tengo que terminar aquí. —Dijo mientras hacia un ademan a la verdura que estaba cortando hacia un momento. —Creo que con un cuarto del saco debería bastar, extiéndelos sobre el interior de la caldera que arreglamos y en unos minutos el agua debería tomar temperatura.

Era evidente que si bien en la pequeña piscina de agua caliente entraban varias personas, el peliblanco quería guardar las distancias ante la diferencia de género dándote paso primero.

Con aquellos pensamientos en mente saliste de las cocinas para encontrarte de bruces con la diosa, que parecía dirigirse hacia las escaleras. No llego a haber golpe de colisión pero la diosa parecía sorprendía ante tu aparición. Durante un momento se quedó mirándote, en su rostro parecía haber alguna tensión pero al quedarse mirándote pareció relajarse para posteriormente mostrarse confusa.

Tras unos momentos de silencio finalmente habló.

—Marianne… hoy no bajaste al calabozo ¿Cierto?—Parecía confundida por algo, pero no tenías clara cuál era la razón y el porqué de la pregunta. La mujer negó con la cabeza anulando su propia pregunta.—¿Quizá mas tarde podrías venir a que pueda echar un vistazo a tu falna? Quizá sea mi imaginación pero…

Mientras decía aquello retomo su camino hacia las escaleras y empezó a subir.

Cuándo siento que nos hemos alejado lo suficiente del hombre que nos acompañaba, me acerco a Lance, le tiro de la manga para llamar su atención y le digo en voz baja: Con quien hemos estado era el dios Hermes. Eris-sama dice que desconfiemos de él por que tiene una forma extraña de actuar.

Después miro para atrás para confirmar que nadie nos haya oído o nos esté vigilando mientras, con cara evidente de ilusión y muy emocionado, pienso en investigar cuanto antes lo que me acaba de pasar.

Cuando el enano lo llamó y le comentó aquello, no pudo si no arquear una ceja confundido y luego mirar hacia donde habían dejado al tipo del sombrero. No solo había deducido quien era, si no que aseguraba que era su diosa la que se lo había chivado, y daba igual cuanto mirase alrededor no veía a Eris por ningún lado...

-¿Has probado algún polvo extraño mientras no miraba?- Dado el lugar en el que se encontraban y que había estado prestando atención a otras cosas mientras andaba no descartaba el tema de las drogas, o que hubiera perdido la cabeza. Ignorando aquello y prefiriendo no indagar demasiado en ello continuo hablando.- Nadie que frecuente estos sitios es de fiar, o al menos no completamente. Y por la historia de nuestra casa, tenemos un exceso de gente que nos vigila, nos guarda rencor o directamente nos querrá joder.

No tenía muchos planes para la tarde, el mero echo de pasear por las ajetreadas calles ya era un pequeño descanso, aunque no tenía intenciones de alargarlo mucho, después de todo al siguiente tocaba jugarse el cuello nuevamente, esta vez con un miembro menos

Niego agitando la cabeza enérgicamente ante la pregunta de mi compañero (Hoy no, al menos).

Luego te explico, si me dan permiso. Añado a mi contestación para intentar tranquilizarlo, ya que mis ordenes han sido que no mencione nada y tampoco sé como narices funciona. ¿Quieres que intentemos poner ya rumbo a casa? Mañana tendríamos que estar frescos...

—Em, sí, está bien, pero no es necesario que lo llames, sólo quería saber si estaba bien.
Bueno, ya se marchó a buscarlo. Tampoco es que no quiera verlo, solamente no quería molestarlo y darle su espacio, pero bueno.

Me quedé sentada un ratito en el mismo sitio donde estaba Eris, hasta que de pronto veo desde ahí afuera a Vilfain bajando las escaleras y me levanto como si tuviera un resorte. Voy dando saltitos hasta él, con la alegría que siempre tengo al verlo.
—¡Tesorito hermoso! ¿Qué leías? ¿Puedo saber?
La tapa del libro me resulta interesante, ¿ya se está interesando por esas cosas?
—Anda, cuéntale a mami, ¿descubriste alguna espada mágica muy molona y querías aprender más sobre ella? Ojo que las maldiciones no son para tomar a la ligera, ¿eh?

Lo conduzco conmigo de regreso al patio y me siento de nuevo allí en la banca, con él en mi regazo. Tomo con suavidad el libraco ese que trae y lo abro delante suyo.

-Sí, supongo que es suficiente exploración para un día...-Pensando en el laberinto de la mañana, el ir volviendo ya tampoco parecía mala idea, al menos si se volvían a perder tendrían margen para volver antes del anochecer.-  Espero que Aranis haya encontrado algo decente en la bodega.- Pensando ya en la cena y en las preparaciones del día siguiente, el joven comenzó el rumbo a casa, una buena cena y un vistazo a las preparaciones del día siguiente esperaban.

Y así el tiempo restante de la tarde paso hasta que fue marcado por la desaparición de los últimos rayos de luz en el horizonte. Los miembros de la pequeña familia Eris se reunieron para dar cuenta de la última comida del día, pero está en vez de ser en el patio central del hogar como había sido frecuente las ocasiones anteriores fue en la larga mesa de comedor que había dentro de la casa.

La cena, lejos de la carne de jabalí disfrutada en los días anteriores, consistió en diversas verduras salteadas con frutos secos y queso. Todo ello aliñado con tres botellas de cristal verde opaco de vino que Aranis explico haber conseguido en los sótanos de la casa.

El seguidor de la diosa explico también de forma animada que había conseguido arreglar la caldera que se encargaba de calentar el agua de los baños pero que el suministro de fragmentos de cristal de mana con el que sustentaba era bastante escaso. Probablemente comprar el material ya hecho o guardar algunos de los cristales de vuestra incursión siguiente para trabajarlos y convertirlos en ese extraño combustible podría ser una buena idea.

Después del desayuno, aquel parecía el único momento en el que habíais coincidido todos en la misma sala. Los que quisieron no tuvieron problemas en encontrar el momento propicio para contar que les había deparado del resto de su tiempo ese dia.

El baño de agua caliente fue hermoso, pero más hermoso fue ver a Vilfain bañarse solito y sin ayuda, me puse tan contenta que fui y les di un abrazo a Gerda y a Lance así sin motivo alguno. Bueno, no, el motivo era que estaba feliz y quería compartir esa felicidad con alguien.

Dado que estuve casi todo el día sin hacer nada y que mi bebé se encontraba estupendamente, le propuse a Aranis hacer yo la cena de hoy y así el podría descansar. Me puse a escudriñar cada rincón de la cocina y ver qué había disponible en la despensa. Junté varias verduras, harina, huevos, aceite y preparé una pasta casera rellena como la que hacía en casa. Me dio tanta nostalgia que tuve que cuidar que las lágrimas no me cayeran en la masa, pero mi sonrisa nunca se borró durante toda la preparación.
La salsa la hice con tomates que ya estaban demasiado maduritos, parte de las sobras de aquel jabalí grandote y, entre otras cosas más, un montón de especias interesantes que encontré en la alacena. Procuré que todo estuviera en condiciones perfectas, me sorprendió bastante que, con lo grande y poco mantenida que está la casa, ninguno de estos condimentos estuviera humedecido o rancio.

—¡A la mesa! —anuncio cantando y riendo—. A la mesa a la mesa... ¡Ah! Aranito, ese es el vino que estaba ahí abajo.
En ese momento me acuerdo de lo que pasamos con Mari e nel sótano y me quedé dudando por un momento de si contarlo o no, pero rápidamente retiré ese pensamiento de mi mente, la cena feliz es prioridad.
—Vi que sólo había cosas aburridas para comer y... bueno... espero que no estuvieras guardando esa harina para algo... Lo siento.
Aún no me había quitado el delantal cuando estaba dejando el recipiente con la comida sobre la mesa y Vilfain, que me ayudó un montón mientras cocinamos juntos, traía el queso y demás aderezos.

...

Al día siguiente intenté levantarme temprano para hacer el desayuno, pero fue imposible. Con una pachorra inmensa di vueltas en la cama, remoloneando hasta ya varias horas de haber salido el sol. Cuando apareció Vilfain a decirme que ya casi se comen todo el desayuno, hice mi último esfuerzo monumental y me levanté.
—Je, hay que hacer estas camas menos calentitas y cómodas, así no me cuesta tanto salir.
Con la alegría de tener otro día más y haber dormido como una reina, voy dando saltitos hasta el comedor, a ver si puedo encontrar algo para aunque sea no estar con el estómago vacío.

—¡Buenos días! —saludo con los brazos abiertos a quien esté allí—. ¿Durmieron bien? ¿Qué planean hacer hoy? ¿Bajaremos de nuevo a ver qué se cuece?

Tras su llegada a la casa el resto del día transcurrió sin eventos mayores, más allá de que la elfa peliblanca parecía estar con los ánimos por la nubes e iba regalando abrazos sin ton ni son. No podía si no preguntarse si alguna vez se acostumbraría a aquella montaña rusa emocional de compañera, aunque si que podría acostumbrarse a sus comidas y a que le sorprendiesen con los hallazgos de la bodega de vez en cuando..

[…]

Para cuando la Vivienne bajo, Lance ya llevaba un tiempo despierto, más allá de haber terminado de desayunar, se encontraba sentado en el sofa con la gabardina de cuero y las botas puestas, su arma apoyada a su lado relucía como nueva y ya había empacado las raciones del grupo para el descenso. Claramente estaba preparado para abandonar la casa desde hacía un rato y por como se veía, estaba aprovechando para pedirle un resumen rápido a Aranis de los monstruos que se podían encontrar si seguían bajando.

-Ya iba siendo hora, si el niño no sube a buscarte subo yo con un cubo de agua- Contesto ante el saludo mientras se giraba hacia ella – Hay que ganarse el pan asique bajaremos en cuanto estemos todos listos, no te entretengas.- A pesar de como lo decía no pareciera que le importara mucho el tiempo, si de verdad hubiera tenido prisa por bajar al calabozo hubiera cumplido lo del cubo de agua hacia ya tiempo.-

El abrazo de Vivienne a nuestra llegada me pilló de sopetón y, debido a nuestra diferencia de altura, no pude más que intentar no quedar asfixiado y apartarme sonrojado suplicando bocanadas de aire. Aun que una vez pasó el momento, su energía y alegría eran muy contagiosas.

La comida de Vivienne y el vino que trajo Aranis, me hicieron pensar que nuestro comienzo como parte de la familia Eris estaba siendo inmejorable, toda la situación era tan perfecta que casi asustaba y solo deseaba alargar esos momentos de felicidad...

Tras la cena, mi mirada buscaba a nuestra diosa Eris, pues había muchas cosas que quería preguntarle respecto a lo que había pasado, pero aquel no era el momento y decidí que descansar para estar frescos era mucho más importante.

[...]

Me desperté ilusionado por la nueva incursión horas antes de la hora de salida. La emoción me impedía volverme a dormir así que me preparé con todo (como unas tres veces) seleccionando todo lo que iba a portar en esta nueva bajada a la mazmorra lo más tranquilo y silencioso que pude para no despertar al resto...

Cuando quise bajar al salón, pues ya era una hora prudencial para desayunar, me encontré a Lance ya pertrechado y con su primera ingesta del día ya concluida.

¡Buenos días! ¿Listo para nuestra nueva gesta épica del día? dije de forma retórica, alegre mientras me acercaba con las tripas rugiendo directo a la despensa a llevarme lo primero que pudiera a la boca para calmar el hambre acumulado con el estrés del madrugón.

Con el bocado aún en la boca, vi al pequeño Vilfain por la escalera y, antes de que terminara de decir "Buefngnos dgfías!" el jovencito subió corriendo de nuevo para despertar a su madre que, momentos más tarde, bajó saludando a todos.

Esta vez, habiendo tragado, ya si pude contestar correctamente: Buenos días, listos y relistos para continuar nuestras hazañas Riendo contento por lo que, esperaba, fuera otra gran incursión.

Sin embargo, mis ojos buscaban de nuevo a la diosa Eris, pues las dudas de los usos de mis poderes seguían rondándome detrás de la oreja como un molesto mosquito...