Partida Rol por web

Marianne se mantuvo muy ensimismada con la limpieza y ayudó a Nieve para que no estuviera tan molesto por el exceso de polvo. Además le sucedía que si Viv hablaba demasiado, se abstraía con facilidad y era al fin de cuentas era un límite a la hora de relacionarse. 

Al escucharla desvió la mirada hacia su compañera y se mordió el labio inferior, quizás había sido muy evidente a la hora de relacionarse. Así que intentó solventarlo. 

—Perdona, estaba pendiente de Nieve—aclaró primero—. Me formé en un Ayuntamiento militar, desde pequeña que pertenezco allí y no conozco otra cosa que eso, entrenamiento puro. Para mi el arco es como una parte de mi... 

Luego la miró. 

—¿Y tú? ¿Cómo aprendiste magia?

Con una risa seca dejo estar el comentario del enano, por lo menos parecía haber superado las dudas de la mañana, o eso, o se le había olvidado por completo.

Lance no escondía su curiosidad  ante las diversas herramientas que había a la venta, incluso halagaba en cierto modo alguna de ellas, aunque tampoco se callaba demasiado cuando alguna le parecía ridícula o el precio era muy superior a lo que valía, creando así algo de roce con algún vendedor que les dedicaba una mala mirada al salir.

-¿Has forjado alguna vez? Dicen que los enanos tienen cierto gusto nato por la herrería.- Preguntó hacia el enano con algo de curiosidad mientras levantaba un martillo y lo analizaba de cerca, parecía formar parte de un set de artesanía básico que incluía cosas como herramientas para coser cuero y que al parecer había captado su atención- Este no esta mal…al menos por lo que vale no parece ser una frágil mierda.

Ni un clavo Contesto abruptamente a la pregunta de Lance. En mi pueblo había buenos herreros pero mi padre se dedicaba a la panadería y mi madre y hermanas son todas guerreras. Hasta mi tía. Pero creo que tengo un tío segundo que si que era herrero. O confeccionaba cosas, no estoy seguro. Rio a carcajadas antes de fijarme en el martillo que había llamado la atención de Lance. ¿Estás pensando en ser herrero?

—Ah, ya veo... —respondo, bajando la mirada al piso—. Debe haber sido dura tu infancia. ¡Pero todo eso ya pasó! Ahora estás aquí, puedes hacer lo que quieras y no habrá ningún sargento gritándo...
Hago una pausa ahí, que recuerdo lo mandona que fui yo misma en el laberinto. Pucha, no quería traer eso ahora.
—Que las vivencias lindas queden como un bonito recuerdo y las feas sirvan como experiencia para que no se repitan.

Trato de seguir limpiando, ya me he acostumbrado un poco al polvo. Veré si la próxima vez que baje puedo hacerme con algo para cubrirme la cara, pero que a la vez me deje las manos libres para trabajar.
—Yo, pues... aprendí sola. Tuve una infancia muy acomodada, en mi casa había abundante material y libros para aprender y además tuve un tutor particular. Y bueno, adoro la magia, es muy interesante y guay. Pero sólo aprendí truquitos tontos, casi todo lo que hice ayer fue obra de doña Eris y esto que me puso en la espalda.

Ahora que pienso en él, ¿qué será del señor Fermat? ¿Vivirá aún?

—Soy una elfa muy joven aún, sólo tengo veintiséis años. 
Digo esto con mucha vergüenza, poniéndoseme las orejas coloradas.
—No he tenido mucha chance de aprender más magia que eso. Además, em, sucedieron cosas y... bueno, digamos que hacía una buena cantidad de años que no vivía en una casota tan grande y con tanto material para estudiar.

—¡Ah! Mira que aún sigue en pie la oferta de enseñarte magia a ti y a Lan-Lan —digo de pronto, cambiando el tema de forma poco sutil—. Aunque te aseguro que tú aprenderás mucho más rápido que él. Los elfos lo llevamos en la sangre. Literalmente, creo...
Le dedico otra cálida sonrisa antes de seguir limpiando el estante vacío que tengo en frente.

Solo asintió a sus palabras mientras acomodó unas cajas, no tenía demasiado para decir de su infancia ya que el trato y lo que vivió, un poco se daba a entender. Eso sí, tampoco era tan malo estar allí, al menos Marianne había encontrado el camino. 

—No, tuve buenos momentos en el Ayuntamiento. La diferencia es que tengo una mirada quizás distinta de las cosas, pero no por haber pasado momentos desagradables—dijo convencida. 

Luego contó un poco Viv su historia, le prestó atención, bastante porque esas cosas le interesaban y se quedó mirándola detenidamente por un breve momento, pensando, hasta que retomó sus quehaceres ordenando cajas 

—Nunca es tarde para seguir aprendiendo, quizás más adelante podemos comprar libros de magia y eso— comentó—. No tengo problema en aprender, siempre que ayude al equipo, está bien. 

-¿Crear equipo para venderlo a capullos que no sepan usarlo y escuchar como lo han destrozado por no tener cuidado?, ¿o vender chatarra mal echa a gente que no tiene ni idea a precios desorbitados?...creo que paso, jugarme el pellejo por dinero y fama suena más interesante.- Aunque la criticase se podía ver que si tenía algún tipo de interes en la profesión, pero no parecía que fuera su vocación.- Cuando te faltan recursos aprendes por las malas a cuidar de tu equipo y saber cual comprar...pero me apunto que no te deje reparar nada.

Tienes razón en que no debemos despilfarrar. Miro mi armadura con algo de recelo por quizás haberme gastado demasiado antes de seguir. Sin embargo, creo que reparar algo que iba a tener que cambiar a corto plazo era mayor perdida de dinero que adquirir un equipo, ahora que podía, que espero que me dure mucho más. Si alguno supiéramos manejar el yunque, estaría bien. Pero yo tampoco me dejaría reparar nada con mi martillo. Rio pensando en la idea de mi mismo golpeando la cota de malla con mi arma esperando que se reparara mágicamente.

A nivel de aprendizaje de nuevas destrezas... prefiero centrar esfuerzos en estudiar primeros auxilios para complementarlo con los dones que he recibido. Recuerdas que ni si quiera supe recolocar un hueso ¿no? Digo en tono de broma haciendo alusión a que él mismo tubo que asistirme para que yo pudiera curar a la joven que rescatamos.

De todas formas, ¿Por qué buscas fama y dinero? hago una pausa antes de aclarar la estúpida pregunta y añado. Es decir, ¿Quién no?, pero... ¿Hay algo por lo que quieras esa fama?

Mientras estabais centradas tanto en limpieza como descubrimiento de que era lo que os podía aguardar aquel lugar pudisteis encontrar muchos objetos, pero el tiempo se había encargado de dejar la mayoría en un estado en el que poca utilidad podían aportar.

Desde cazuelas y sartenes para cocinar hasta equipo de aventurero con cuerdas roídas de las cuales sería mejor no fiarse el lugar parecía tener más desperdicios que simplemente polvo. Quizá el descubrimiento más relevante había sido el de una pequeña caja rectangular de madera en cuyo interior había colocadas en fila y de forma que no pudieran moverse seis pequeñas esferas del tamaño de un huevo.

No sabíais exactamente que eran, pero por la forma que estaba guardadas y colocadas para no moverse ni un ápice. Parecía algo notable en aquel lugar lleno de polvo.

Dejando de lado el descubrimiento de aquella caja con esferas misteriosas, cuando para calmar a Nieve te habías agachado notaste algo diferente en el suelo. Lo que parecía una trampilla oculta cubierta de polvo y tierra se situaba en una de las esquinas de la sala. Si no fuera por el pequeño surco de tierra de los bordes te habría sido imposible identificarla.

-Tranqui, no te he dicho que hayas comprado un cacho de chatarra- Bromeo al ver la preocupación del enano por su compra y luego procedió a alentarle, a su manera- Animo con eso, quizá algún día valgas más de 200 valis- Dijo señalando a la tienda de enfrente donde había una promoción de pociones de baja calidad a dicho precio.

- Nah, solo creo que me quedaría bien ser famoso y rico, mirar a los demás por encima del hombro mientras ellos me miran con respeto y admiración, poder derrochar el dinero ganado en vicios y esas cosas. Además que trabajo hay más interesante que el de aventurero.- No parecía estar mintiendo del todo pero claramente no era toda la historia, de cualquier forma continuo cambiando levemente el tono- Al final lo importante no es que quiera la fama, si no que puedo buscarla y decido hacerlo, simple ¿verdad?- Desviando la mirada observó la reacción a su simple frase mientras reía.- Tu tienes más pinta de esos que se escapan de casa para ser héroes de cuento de hadas- Bromeo con cierto tono de burla.

—¡Claro que sí! Y eso será luego de ver si no hay nada interesante en la biblioteca, que aún no la he recorrido como quisiera.

Mientras limpiaba, me puse a buscar y rebuscar algún instrumento de cocina que todavía pudiera tener uso, pero es inútil. Incluso si luego de limpiarlos meticulosamente pudieran servir, sería una enorme pérdida de tiempo el ponerse a hacerlo, además de que no es realmente necesario.
—Hehe, luego de que me casé, teníamos tan poco dinero que aprovechábamos absolutamente todo. Me da nosequé dejar tiradas todas estas ollas.
Levanto una de ellas, poniéndomela delante de la cara, para mirar a Marianne a través del agujero que tiene.
—Me sorprendió en el buen sentido lo lucrativo que es ser aventurera, que con una o dos idas allá ya conseguimos hasta para celebrar, ¿no te parece genial? Ya sé, sí, que es arriesgado, y debe ser por eso que se remunera tanto.

Y el hallazgo de las pelotitas me llama particularmente la atención.
—¿Sabes tú lo que son? —pregunto con curiosidad.

— También algunos libros para instruir a tu niño, creo que sería una buena inversión también. ¿No crees?—comentó al pensar en ello—. Puede ser productivo para él. 

Marianne también pensaba en el pequeño, pese a ser más distante en actitud, se notó que los buenos sentimientos aflora en la joven. Quizás solo era un problema a la hora de gestionar aquellas cosillas. 

—¿Te has casado? ¿Que pasó con tu esposo?—preguntó preocupada y asintió con respecto a lo lucrativo que era ser aventurera—. Eso es verdad, muero de ganas por volver a ir. 

Luego de aquellas esferas de las que preguntó Viv, la peliverde se dispuso a intentar relajar a Nieve un poco ya que el lobo estaba algo agobiado y por ello, al inclinarse, descubrió que había una trampilla. 

—Ni idea Viv, pero aquí encontré algo. Ven, intentaré abrirla. 

—Uy, sí, con lo que le gusta leer —respondo alegre a la mera mención de Vilfain—. ¡A los dos años ya sabía escribir su nombre! ¡Es un genio! Y también tengo ganas de enseñarle un poquito de esgrima, le compré una espada de juguete mientras paseábamos hoy, le encantó. ¡Me hubiera gustado mucho que jugara con Nieve! Pero bueno, quedará para otra ocasión.

La expresión jovial se me borra un segundo luego de que me pregunta sobre mi esposo. Hago una pequeña pausa antes de sonreír de nuevo y responder.
—Él... ya no está —le digo, bajando la vista—. Su nombre era Jereff. Se lo llevó la misma enfermedad que ahora padece Vilfi.
Y enseguida recobro el ánimo, casi con fuego en los ojos.
—Es por eso que lucharé con todo lo que tengo para curarlo. Ninguna condenada peste se va a seguir metiendo con mi familia.

—¡Hay un sótano en el sótano! —exclamo al ver la trampilla.
Con cuidado me quedo con la cajita bajo el brazo y me acerco dando un paso hacia Marianne.
—¿Te ayudo?

La trampilla que había señalado Marianne estaba cubierta por polvo y tierra, pero parecía haber sido ocultada a posta y no simplemente por el tiempo en deshuso del lugar. Tras apartar la capa de tierra por la que estaba cubierta una trampilla cuadrada de tablones de madera quedo al descubierto.

No parecía tener ninguna argolla ni nada para levantarla así que tuvisteis que hacer uso de una pequeña ranura que había entre la trampilla y el suelo para hacer palanca. Tras un pequeño forcejeo finalmente Marianne consiguió levantar la trampilla revelando lo que parecía un corredor a unos tres metros de altura por debajo de vosotros.

El pasillo que había allí abajo distaba del labrado en piedra que tenía el almacén/sótano donde os encontrabais, labrado directamente sobre tierra y con algunas vigas de madera como refuerzo daba más la sensación del túnel de una mina que de cualquier estructura de una ciudad. Solo tenía una dirección, pues aquel corredor parecía justo acabar, o empezar, donde estaba situada la trampilla.

Mirasteis durante un momento a aquel corredor el cual desconocíais a donde se dirigiría. No había escalera o ningún mecanismo para subir por la trampilla y, si bien bajar seria sencillo, quizá para subir alguno de vosotros podría tener algún problema.

Tras finalmente un buen tiempo viendo aquellas tiendas que había en la torre y ver cómo era el lugar os percatasteis de que ya era hora de comer. La duda estaba entre volver a vuestra casa o ir a algún lugar para llenaros el estómago.

Vuestras tripas rugían levemente acusándoos de hambre, pero aun podíais aguantar un tiempo si decidíais ir a hacer otra cosa, después de todo erais aventureros, teníais que acostumbrar vuestros cuerpos a comer cuando se podía y no a una hora fija

—No faltará oportunidad Viv—respondió sobre lo de Nieve, era la segunda vez que se lo decía y en cuanto a lo otro, manifestó una expresión de tristeza—. Lo siento mucho, ahora entiendo un poco el motivo por el cual arriesgas tu vida teniendo un hijo. Realmente es un sacrificio enorme y seguro lograrás ayudarlo con el dinero que vayamos sacando de las mazmorras. 

Sin más dijo lo suficiente como para ser Marianne y ya después se entretuvo con la trampilla. No solo porque le despertó la curiosidad sino porque quería saber si en verdad podía descender por ella, más que nada para descubrir aquel camino. El asunto es que necesitaba algo para iluminar, Viv podía ofrecer luz y no sería mala idea bajar. 

—¿Qué opinas? ¿Bajamos?

Habiéndose echo una idea de los costes que les podían esperar por un tiempo, Lance fue el primero en proponer el salir de la torre y dar por cerradas las “compras”. Ahora tocaba decidir un nuevo rumbo y no estaba muy por la labor de volver a casa tan pronto.

-Voy a pillar algo de papeo en un puesto y dar una vuelta por la zona sur antes de volver, ¿Te vuelves o te apuntas?- No había un motivo concreto para dicho paseo, pero sentía que podía encontrar algún sitio más interesante a además del barrio laberinto antes de volver. Tampoco quería regresar demasiado tarde, al día siguiente tocaba volver a meterse en el verdadero laberinto y era mejor haber descansado algo.

Aún tengo mucho que probar de la gastronomía local. Yo también estaba pensando en que podríamos probar algún puesto. Digo para afirmar el plan del papeo.

Además, si me voy ahora solo, seguro que noqueo a otro borracho faltón a mi paso por accidente. Suelto de forma espontánea Ir a explorar la zona sur suena mucho mejor.

—¡Desde luego que sí! Lo importante es siempre seguir adelante y no desanimarse jamás —respondo a Marianne, trayendo el farol que dejamos por ahí para tener las manos libres a la hora de limpiar—. Y para mí será imposible desanimarme, no con estos amigos tan lindos que he tenido la gracia de conocer.

Tras asomarme al hueco de la trampilla me quedo con un gesto de duda.
—Se me hace muy curioso que haya otro nivel por debajo del sótano. ¿Será un túnel secreto? ¿A dónde iremos a parar?
Y acerco el farol para ver si se puede iluminar algo.
—Claro que bajamos, por supuesto, pero ¿no te parece si mejor le avisamos a Aranito antes? O bien, para no perder tiempo...

Junto las manos y murmuro unas palabras para producir un conjuro. Cuando termino, toco el suelo junto a la trampilla y a medida que voy trazando con el dedo, aparece una flecha plateada decorada con florituras, apuntando hacia el hueco. También hago un dibujo muy simplificado de las caritas mía y de Marianne, me parece más tierno que sólo poner nuestros nombres.
—Y dejemos la lámpara aquí, así, si alguien viene, sabrá dónde nos metimos.

—Puedo darle luz a tu arco, ¿me permites? ¿O prefieres que lo haga con otra cosa?

Después de disponer de algunas raciones en los puestos cercanos a la torre y cerca de la avenida principal que se dirigía hacia el sur procedisteis a investigar algo más la parte sur de la ciudad.

Habiais recorrido un tramo de la avenida principal cuando decidisteis salir de esta por una de las calles colindantes para explorar la zona que se había propuesto Lance. Aunque no llegasteis a avanzar mucho antes de encontraros con una escena un tanto extraña.

La misma mujer peli azul que había estado el día que Eris os había admitido en la familia y la cual también había sido aceptada para finalmente no formar parte, estaba arrastrando de la oreja de un hombre de mediana estatura y complexión delgada. Su cabeza estaba coronada con un sombrero con plumas así como cabello rubio.

Cuando la mujer se percató de vuestra presencia soltó al hombre quien mantenía sus manos sujetando su oído como si le hubieran hecho daño y se atuso las ropas. La mujer, con una leve inclinación de cabeza os saludo antes de seguir caminando para salir a la avenida principal.

El hombre por lo contrario al elevar la mirada y encontraros se quedó durante un momento mirándoos con gesto curioso, como el de un gato que ve un ovillo con el que jugar. Tras un momento finalmente sonrió.

—Los nuevos aventureros ¿eh?—Pregunto antes de hacer un gesto a su acompañante.—Oh vamos, Asfí, no me dirás que no tienes curiosidad sobre quien vio atraves de réplica.— Cuando dijo aquello la mujer se detuvo un momento y dirigió una mirada asesina a su compañero.

—Vale, vale, vete entonces, yo voy a acompañar a nuestros amigos allá donde vayan para conversar un poco con ell…

—Ni se te ocurra que voy a dejarte volver alli.—Finalmente hablo la peliazul.— Y vosotros tampoco deberíais ir a esa zona de la ciudad, es un pozo de corrupción para ancianos que no saben controlarse.—Dijo nuevamente mirando a su compañero.