Partida Rol por web

—La incursión al sótano de la casa Eris.— Respondió divertido ante la idea de tomarlo como un paseo a las mazmorras.—Donde las criaturas de ocho patas acechaban en cada esquina.—Agrego antes de reír.

Saliendo del todo de detrás de la estufa te hizo una seña.

—Vayamos a la entrada de la casa, necesito coger la llave y un par de cosas.—Dijo empezando a andar.

Sin mucho problema lo seguiste hasta justo el lugar donde lo habías encontrado al llegar y, para vuestra sorpresa, la puerta se abrió en ese mismo momento dando entrada a Vivienne y a su hijo.

—Ah, Vivienne, Veo que te ha ido bien con las compras.—Dice Aranis a la maga refiriéndose a la nueva túnica que lleva puesta.—¿Piel de kobold? Muy eficiente para los primeros pisos, os vendrá bien.

Mientras habla se ha acercado a un mueble que esta junto a la puerta de salida y abierto uno de los cajones para buscar algo.

—Marianne me ha ayudado a arreglar la vieja estufa de esquirlas mágicas de la piscina de agua caliente del baño.—Explica mientras rebusca en el cajón hasta finalmente sacar una llave.—  Vamos a explorar los sótanos de la casa con la esperanza de que  quede algún saco de esquirlas y podamos encenderla, tardaremos un rato, pero por si nos necesitáis saber dónde ir… Aunque no os asustéis si salimos siendo más polvo que persona.

Tras guardar la llave en su bolsillo coge una escoba de la esquina y mira a Marianne y a su mascota.

—¿Qué tal se lleva Nieve con los insectos y el polvo? Quizá después de bajar ahí haya que cambiarle el nombre de Nieve a Ceniza. —Comento sonriendo antes de señalar detrás de la peliverde.—Ah, y coge ese farol de ahí, a diferencia del calabozo nuestro sótano no tiene piedras luminiscentes.

Era curioso ver como Aranis se mostraba tan motivado con algo como ir al sótano de la casa a llenarse de polvo

Cuando me prueba la armadura todo parece increíblemente bien ajustado. Siempre había vestido armaduras que me quedaban algo grandes, sobre todo en el busto si eran heredadas. Era la primera vez que me hacían una a mi medida y no pude evitar soltar: Impecable. Quedándome con una enorme sonrisa por mi nuevo look de aventurero bien pertrechado.

Abandono la estancia diciendo: Muchas gracias por todo. E intentando salir de allí sin molestarle más de lo que ya he hecho.

Al salir y ver a Lance me quedo viendo la escena para no interrumpir. Parecía, como si se hubieran encontrado dos viejos conocidos y estuvieran poniéndose al día. Al ver al hombre-gato marcharse y viendo que iba a quedarse solo me acerco a saludar antes de que Lance emprenda de nuevo el rumbo.

Mi euforia por mi nueva adquisición es evidente cuando me acerco a Lance casi dando bricos.

¡Hola Lance!, ¡Mira lo que me comprado! Digo mostrando mi nueva armadura de malla de quitina y dando un giro para que se vea bien presumiendo continuo Casa Ptha. De un habilidoso herrero llamado Dolphin. Arqueo ambas cejas varias veces mostrando mi orgullo por mi adquisición y añado ¿Tu qué tal?, ¿Como va la tarde?

—¡Así es! —respondo efusivamente a Aranis sobre la túnica—. Es un poco fea y me apreta en algunos lugares, pero me dijeron que se estira y se adapta, así que imagino que con el uso me empezará a quedar mejor.

Luego de la explicación que nos da, me pongo a dar saltitos hasta acercarme a ellos.
—¡Piscina! Digo... ¡Los ayudo! Quiero ayudar, además me interesa conocer el sótano, a saber qué nos podremos encontrar. ¿Puedo puedo? Pero luego de acostar a Vilfain, que nos pasamos toda la mañana fuera y el pobrecito ya tiene que regresar al cuarto a estabilizarse, ¿verdad, tesoro hermoso?
Me pongo en cuclillas para darle un beso en la frente y así medir su temperatura, que aún no está alta, pero es cuestión de tiempo. Lo levanto en mis brazos para que no tenga que seguir caminando.
—¡No me tardo! ¡Espérenme! ¡Espérenme espérenme espérenme...
Me alejo subiendo por las escaleras mientras me dirijo a la habitación, sin dejar de pedir que aguarden un segundo, que quiero ir con ellos mucho.

Alzando una ceja hacia el enano observo la armadura de la que tanto fardaba con detalle, no parecía de mala calidad para nada, pero no recordaba que su propia armadura hubiera quedado tan mal para no tener arreglo. O tal vez sólo era su manía de alargar la vida útil de su equipo fruto de la falta de dinero.

-No creo que la de ayer estuviera tan rota, pero al menos no parece que hayas comprado un montón de mierda, solo ten cuidado de no acabar endeudado.- Comentó sin darle mayor importancia ni preguntar cuanto le había costado aquello.- Cuando salí ya no estabais, creía que os habiais ido todos juntos asique fui a dar un paseo, esta ciudad tiene un par de sitios interesantes.- Dijo mientras devolvía la mirada hacia un instante al callejón del que había venido y se lo señalaba al enano- Pero no te acerques mucho a esa zona, eres de los que acabaría en problemas por allí....En fin, el monstruo albino me ha dicho que hay tiendas interesantes en la torre, ¿te apuntas? Lo mismo encuentras alguna armadura mejor y más barata que te haga arrepentirte de tu compra.

Finalmente sonrió ante la pregunta sobre Nieve, aunque ya estaba Vivienne allí y en parte su inmensa alegría opacaba un poco a la peliverde, como que tenía demasiada energía y era difícil lidiar con ello. Además había que esperarla, lo cual sintió que era un impedimento mas a lo que estaban haciendo. 

—Vale, te esperamos...—dijo no muy convencida y luego miró a Aranis—. Nieve no tiene problema. 

Había cambiado completamente la actitud de nuevo, como pasando a un segundo plano ante la presencia de su compañera. Aún tenía mucho que aprender para relacionarse con alguien como ella, le costaba horrores a Marianne vincularse con aquella mujer. 

Dudo mucho que me arrepienta. ¡Mira lo bien que me queda! Rio a carcajadas dando un giro sobre mi mismo y empiezo a caminar junto a mi compañero antes de preguntar ¿Qué tal el "duelo" con Aranis?

Vivienne no tarda mucho rato en volver a bajar por las escaleras dando saltos y juntas no tardáis en seguir a Aranis que se dirige hacia el patio central de la casa. Cerca de donde el primer día habíais almorzado el jabalí que había traído King, ahora ex miembro de la familia, había unas escaleras de piedra que se introducían en el suelo.

Una puerta de oscura madera barnizada daba fin a aquella escalinata con un pequeño rellano en el que Aranis se detuvo para abrir la puerta.

—Veamos que tenemos aquí…—Menciono el albino mientras la puerta se abría y la puerta hacia un surco en el polvo del suelo.—A parte de polvo claro. Marianne enciende el farol, lo vamos a necesitar.

Sin esperar a que la exploradora encendiera el farol ya estaba dando el primer paso hacia el interior con vosotras siguiéndole y nieve cerrando la retaguardia. Habíais avanzado pocos pasos cuando detrás vuestro escuchasteis un estornudo continuado de otro y al giraros visteis como Nieve tenia arrugado el hocico pero continuaba vuestro rastro sin problema.

—Bien, veamos, si no recuerdo mal…—Aranis acerco la mano a una de las paredes mas próximas y tras arrastrarla por la superficie visteis como varios centímetros de grosor de polvo caían al suelo dejando ver como lo que en un primer momento era una pared, se trataba de unas repisas de madera en forma de rombos donde descansaban botellas vacías.— Quizá algo de vino para la comida este bien, tenemos la botella, ahora veamos si de camino buscando el saco de esquirlas vemos algún tonel que aun este lleno. Con algo de suerte no estarían todos vacíos cuando nos fuimos y tenemos un buen vino.

Continuando aquel pasillo no tardasteis mucho en llegar a una bifurcación a derecha e izquierda.

—¿Creo que el almacén estaba a la izquierda?.—Pregunto en voz alta mientras fruncía el ceño.—Lo que no recuerdo es que había hacia la derecha.

Con todo aquello ya era casi medio día y la avenida por la que avanzabais hacia la torre central que servía de guía en la ciudad estaba con una afluencia alta. Podíais ver como algunos aventureros volvían de explorar el calabozo y como otros se detenían en algunos de los restaurantes a tomar algo para relajarse.

De esta forma finalmente llegasteis a la plaza central de la ciudad, donde se erigía la gran torre y a la vez entrada del calabozo. Recordabais como Aranis había mencionado que en los pisos de la torre había algunas zonas para el comercio y sin pensarlo mucho empezasteis a subir pisos recordando durante un momento cuando pasasteis por el mismo en el que se había realizado la reunión para aceptar los nuevos miembros de la familia.

Así, tras varios pisos ascendidos finalmente llegasteis a los que se dedicaban al comercio, y al igual que en barrio comercial, parecía que dependía el piso en el que os encontrarais, podíais encontrar precios más o menos acorde a vuestro dinero. Aun con ello, faltaba decidir exactamente que estabais buscando.

Mirando de reojo al enano ante la pregunta para cerciorar si había mala intención, descartó el pensamiento y suspiró con resignación.

-Si hubiera sido un duelo tendría todos los huesos rotos, ese tipo es un monstruo...si alguna vez quieres vez te crees fuerte, dale una oportunidad, ese cabrón te despertará del sueño.- Sinceramente había comprendido a que es a lo que aspiraba, pero no quitaba el echo de que sintiera que la brecha era demasiado grande.

Viendo la cantidad de tiendas del lugar y su enorme variedad uno recordaba que se encontraba en el centro de la ciudad obligo del mundo, incluso con solo ir de comprar podía sentir cierta emoción, pero no podía olvidar que estaba haciendo algo serio.

- Estudio de mercado enano, materiales en crudo: cuero, hierro, partes de monstruo, etc. También herramientas para trabajarlas, si nos gastamos todo el dinero en profesionales cada vez que algo se estropea no saldremos de pobres. Y ya de paso echemos un ojo a las herramientas de exploración que puedan ser útiles, esto es el ombligo del mundo lo mismo hay algo interesante, y precio de pociones de recuperación, no voy a estar dependiendo de ti con cada rasguño.- Antes de echar a andar dio la lista de cosas que estaba revisando allí, en un plan original como mucho compraría herramientas para hacer reparaciones si le daba el dinero, pero su intención principal era la de revisar en que sitios merecía la pena conseguir suministros- Y bien, ¿sigues llorando por no ser un "elegido"?- Ya fuera por cortesía, dar conversación o por meter el dedo en la herida, lanzó el comentario sutil acerca de la subida de nivel.

La respuesta sobre Aranis me deja impresionado, realmente tenemos a alguien cuidándonos capaz de hacer que Lance alce la vista consciente del camino de crecimiento que aún le queda hasta llegar a ser tan fuerte. El comentario de los huesos rotos, por otro lado, me hace pensar que quizás no debí irme tan apresuradamente para alcanzar a Vivienne, si sufrió daños pude haber ayudado, aun que no tenerme allí de seguro hizo que se preocupara más por recibir los ataques (y por efectuarlos en el caso de Aranis).

Al llegar al mercado, la retahíla de cosas que mi compañero quería inspeccionar me deja aturullado mirando a todos lados intentando encontrar algo de lo que menciona con lo que pueda ayudarle. Después meso mi armadura pensando en lo impulsivo que he podido ser al comprarme directamente esta prenda gastándome todo mi dinero sin pensar en todo lo que Lance, en tan solo un momento, había planteado para que el futuro de todos nosotros fuera mucho más fácil de encauzar.

La pregunta del final me saca de ese pensamiento y, tras un segundo de shock contesto firme: Soy un elegido. La diosa me escogió. Vió en mi un potencial que aún esta por explotar y expandirse más de lo que yo mismo puedo imaginar. Para, acto seguido, continuar en tono más humorístico. Y pienso hacerlo brillar aún más que mi armadura. Y rio mientras continuo buscando algo de lo que Lance quería encontrar allí.

Si en algún momento cruzamos miradas con Marianne, le dedico una sonrisa enorme y sincera. Mientras tanto, me mantengo a su lado, avanzando con cuidado entre la penumbra de ese sótano polvoriento.
—Comprendo que sólo ustedes dos no puedan hacer todo. Digo, doña Eris y tú —le digo a Aranis, visiblemente preocupada—. ¿Les molestaría si en mi tiempo libre me dedico a ayudarlos a limpiar? Podría comenzar por este sótano hoy mismo, ya que tengo toda la tarde libre. Cuando no bajemos todos al laberinto, no tendría ningún problema en realizar las tareas del hogar, un par de manos más podrían cubrir algo más de terreno.
Hago una pausa mientras seguimos caminando, mirando brevemente de reojo a Marianne, todavía con la misma expresión de aflicción.
—De verdad me hubiera gustado hacer las compras juntas hoy, que Vilfi se hubiera hecho amigo de Nieve y jugado juntos, sería muy sano para él. También hallé un montón de cosas interesantes y me gustaría que las vieras, ¿te gustaría ...em...
Callo de golpe un rato. No sé si le molestará que le hable, por cómo se fue hoy en el desayuno, debe seguir queriendo estar sola... tal vez no debí entrometerme aquí y acompañarlos.
—Perdón.

Al llegar a la bifurcación, me quedo mirando en las dos direcciones, pensando.
—No puede ser que el dueño de casa no conozca lo que tiene en ella —digo riendo—. Si no hay prisa para encontrar los cristales, ¡exploremos!
Alzo un brazo para dar ánimos, pero a mí misma me da miedito avanzando por allí de vanguardia, así que espero a ver qué deciden ellos, quietecita donde estoy.
—Mari, ya que no pudimos pasar un rato divertido juntas en la mañana, ¿te parece si lo hacemos ahora? —le pregunto radiante a Marianne—. Mira si encontramos antigüedades que han permanecido aquí desde a saber cuándo.
Quiero encontrar la forma de animarla y no me pienso rendir.
—¡O mira si hay algún monstruo escondido!

Ya cuando nos reunimos con Viv de nuevo, avanzaron hacia el sótano para descubrir las maravillas del polvo, la suciedad y el desuso. Como su compañera era demasiado habladora, se quedó un poco retraída a diferencia de como estaba antes, quizás porque la personalidad de la hechicera la eclipsaba un poco. Marianne funcionaba bien con gente tranquila, que le daba un espacio para ser sin llenar cada silencio con más palabras. 

Luego cuando se dirigió a ella, la miró un tanto sorprendida y se disculpó. 

—Lo siento, quería estar sola—respondió sin dar detalles—. No pasa nada Viv, solo tengo que acostumbrarme a qué hables mucho... Me dispersa un poco, dame tiempo. 

No lo dijo de malas maneras, solo que le costaba mantener un diálogo de esa forma. Luego miró a Aranis. 

—Me encargo de la derecha, a ver qué encuentro por más que Nieve no esté muy a gusto—dijo al ponerse manos a la obra y de nuevo escuchó a Vivianne—. Claro, lo hacemos ahora. Tenemos un "basto" territorio no explorado aquí y como premio tendremos el estreno de un baño más bonito. No es mal plan. 

Sonrió un poco, todo era cuestión de acomodarse nada más. Y mientras espero respuesta de ella, comenzó a organizar las cosas, al menos separando lo que servía de lo que no. 

—Aya... Tienes razón, sí —respondo con timidez—. Es... es que cuando estoy muy contenta no consigo moderarme. ¡Y cómo no estarlo! Cuando Vilfi también se enfermó pensé que también se me iba, que quedaría sola... Orario fue una medida muy desesperada, ya que no soy ninguna aventurera, sólo una ama de casa. Si no fuera porque doña Eris ha potenciado mi magia... Y ni hablar de lo que han hecho por el pequeño, no sé cómo devolverles ese favor, yo...
Callo de golpe.
—Yo ya estoy hablando mucho de nuevo, lo siento.

—Te comprendo, Mari, perdón por ser un incordio. Pero que no seas tú la única que tenga que adaptarse, yo también lo haré, no te cortes en decirme lo que te moleste de mí, porque de otra forma sería difícil enterarme y no podría intentar mejorar, ¿verdad?

Acompaño la sonrisa de Marianne con la mía mientras decidimos qué hacer a continuación. 
—Muy bien, entonces marchemos juntas mientras Aranín va a buscar esos cristales al almacén. ¡Y luego baño calentito!

Con unos objetivos en mente muy claros empezasteis a explorar todas aquellas tiendas. Había desde aquellos puestos regenteados por familias pasando por tiendas de gente ordinaria que vendía sus productos, por haber, había incluso una pequeña tiendecita de productos orientales importados del otro lado del continente.

Allí podía encontrarse de todo y a muy diferentes precios, tan diferentes como al propia calidad de los objetos. También pudisteis ver como los vendedores parecían indicar propiedades un tanto específicas de los objetos que vendían. Por ejemplo en cuerdas de escalada había aquellas que se vendían con propiedades ignifugas, anti cortes, ultra pesadas o segmentadas. Tardasteis en comprender que esas propiedades estaban pensadas para pisos específicos del calabozo, aunque os costaba imaginar específicamente para que serían algunas de ellas.

Entre las cosas útiles que pudisteis observar se encontraba un repelente de monstruos el cual después de que el dependiente abriera la caja donde estaba y su hedor inundara vuestras fosas nasales no tardasteis en comprender por qué repelía monstruos.

De esta misma forma, el precio de las pociones curativas variaba, desde aquellas que valían doscientos valis a las que superaban los cientos de miles, supusisteis que dependería de la concentración de aquello que llevaran pues el color del interior de la poción podía verse más claro cuanto más barata era la poción.

—Está bien, vamos a ponernos con ello. 

No dijo mucho más, de nuevo eran muchas palabras y emociones que le costaban a Marianne la vida aceptarlas. Por ello prefería más ponerse en acción e ir viendo si la dinámica podría funcionar mejor. Al parecer no tenía problema con el asunto del diálogo, lleva dos días hablando con distintas personas, el asunto era su compañera. 

—La verdad es que dado que llegamos hace poso me centre en que la casa fuera habitable y… bueno, no planeaba darle mucho uso a esta parte de la casa.—Responde Aranis al ofrecimiento de limpieza de la maga con sinceridad.— Cuando en la familia llegábamos a la media centena tenia sentido un almacen subterráneo para todos los objetos que manejábamos pero ahora… —Se encogió de hombros.—No tengo claro si merece la pena limpiar completamente este sitio por el momento.

—Mmmhm…— La voz de Aranis sonó mientras os miraba.—No tengo nada en contra de esa distribución, con algo de suerte encontráis algo que os pueda servir en vuestras incursiones, pero creo que os olvidáis de algo.—Al decir esto último señala al objeto que cuelga de la mano de Marianne, el pequeño farol que había pedido Aranis que cogiera de la entrada era lo único que aportaba luz allí abajo en este momento.

—Vivienne, ¿Puedes hacer eso que hiciste en el gremio? La marca luminosa quizá podría dar luz suficiente para que me guie.—Pide el peli cenizo a la maga viendo el dilema que se plantea.— Así podre ir en busca del saco y vosotras explorar esa parte.

Tras solucionar el problema finalmente hice un pequeño gesto de despedida

—Tomaos el tiempo que gusteis, si consigo encontrar esquirlas ire preparando la estufa para el baño.—Dijo con confianza mientras finalmente marchaba en dirección opuesta a vosotras.

Así, empezasteis a recorrer el pasillo de piedra contrario y no tardasteis en entrar en una sala cuadrada con unas estanterías de madera. En los estantes había objetos cubiertos totalmente de polvo así como en las paredes cajas y sacos que a saber que tendrían.

—No señor, cada rincón de la casa debe estar limpio, el polvo no debe existir —le reprocho a Aranis, haciendo un gesto negativo con el dedo—. A mí no me supone ningún problema limpiar, de hecho, es lo menos que puedo hacer para agradecerles todo lo que han hecho por mí y por Vilfi.

Luego de que él hace esa observación, me quedo mirándolo un segundo, pensando, hasta que caigo en la cuenta y enseguida reacciono.
—¡Ah!
Y busco por ahí algo que pueda encender con luz. Al no encontrar nada retrocedo hasta donde estaba el botellero y saco una de las vacías, entonces murmuro el ensalmo y el interior de ésta se enciende, iluminando alrededor más o menos de la misma forma que el farolito que tenemos.
—Ehehe...
Cuando regreso, le dejo la botella a Aranis.
—Es... Bueno, creo que funciona, ¿no?

Ya en las estanterías, el polvo me hace arrugar la nariz y llego a estornudar un par de veces. Cuando empiezo a notar que está aún más mugriento de lo que pensé al principio, me cubro la cara con el sombrero para no respirar todo eso. Al menos es seco y no hay olor a humedad.
Dado que estoy a solas con Marianne, no quiero arruinar el momento y esperaré a que ella hable primero, cuando se sienta lo suficientemente cómoda como para hacerlo. Me limito a sonreírle feliz y nada más.

El silencio me está poniendo nerviosa. Mientras busco alguna cosa interesante que pueda haber entre estos estantes, de a ratos miro de reojo a Mari, pensando si estaría bien intentar charlar. Aún no sé qué tan enfadada sigue conmigo.
—Em...
Y el polvo me está matando, ya cubrirme con el sombrero no es suficiente y la nariz me pica de una manera atroz.
—Me resulta muy motivadora la forma en que te concentrabas para disparar con el arco —le digo finalmente, de verdad quiero conocerla mejor—. ¿Quién te enseñó?