Partida Rol por web

Sin un rumbo claro empezaste a avanzar por la ciudad. Aun era temprano así que en las calles secundarias no había muchas personas, pero era mejor así, era agradable estar con tus propios pensamientos a veces. No tenías claro que calles habías tomado y que esquinas habías doblado pues mas que en ello estabas intentando aclarar tus ideas. Llevabas asi ya un tiempo con Nieve siguiéndote cuando tu vista alcanzó a ver un rostro conocido.

La misma aventurera con la que os habíais topado en el laberinto el día anterior estaba sentada en unos breves escalones que daban pie a un edificio níveo con dobles puertas recias de roble y un gran símbolo grabado en la piedra. Bajo el propio simbolo podian leerse las palabras " Familia Dian Cecht "

La joven estaba sentada en los escalones con expresión aburrida, como si estuviera esperando algo. Tras unos breves segundos e inconsciente de tu presencia por el momento, abrió los ojos y se levantó al ver como por el otro extremo de la calle aparecía una mujer ataviada con ropas blancas.

La mirada de la recién llegada tenia una mirada bastante estoica y sin demasiada expresión. Cuando llego a la aventurera nego con la cabeza como si reprobara alguna actitud.

—Esperarla aquí no va a hacer que se recupere antes.—Dijo tranquila.—Te dije que necesita reposo, tardará varias semanas en recuperarse. Tres días hasta que no tenga que vigilarla a diario.

—Ahg, lo se, pero queria saber si al menos despertó Airmid, no creo que haya problema en eso ¿no?.—Exclamó la aventurera algo molesta por la actitud de la mujer.—Ademas, tambien tenia que venir a comprar un par de objetos.

La mujer asintió durante un momento mientras evadía a la aventurera en dirección a la puerta mientras sacaba una gran llave. Mientras lo hacía posó durante un momento la mirada en ti antes de seguir lo que estaba haciendo y abrir la puerta. Sin decir ninguna palabra más entro en el edificio.

La aventurera, que se había girado para seguirla, se encontró con tu figura y abrió los ojos.

—¡Tu!—Exclamó ciertamente sorprendida por tu repentina aparición.— Es... si, bien. Iba a tener que ir al gremio para buscar dónde está vuestra familia y... Una poción, os debo una poción.—Explico la joven un poco aturdida sin tener muy claro el propio rumbo de sus palabras.—No hay mejores opciones en la ciudad. Ven.

La joven señaló las puertas abiertas por donde había desaparecido la otra mujer y mirando el interior viste como una tienda con un gran mostrador y unas vitrinas exponiendo multitud de fármacos y pociones.

Caminar sin rumbo muchas veces abría puertas hacia otras situaciones que si bien, de otra manera eran imposible encontrarlas. Marianne ahora se sentía muy mal, de ahí que se abrazó a la soledad junto a su compañero lupino mientras el día iniciaba en cada rincón del pueblo. Ella de momento no se distrajo con nada, simplemente andaba a la par de su amigo de cuatro patas y comenzó a lidiar con sus propios pensamientos ya que necesitaba hacerlo de alguna manera. 

En un momento cuando entre tanto caminar detuvo sus pasos, se encontró con el emblema de otra familia y le llamó muchísimo la atención. Sin querer desvío su atención hacia la joven que estaba allí junto a otra mujer y escuchó un poco lo que estaban hablando mientras acarició con suavidad el pelaje de Nieve. Ya cuando se dio cuenta de que estaba allí, la chica que había conocido el día anterior se acercó. 

—Hola—dijo a modo de saludo y asintió—. Está bien, te acompaño. 

Sin dudar se adentró detrás de la chica y preguntó. 

—¿Hace mucho que estás en esto? ¿Cómo se encuentra tu compañera?

—Al final parece que somos sólo nosotros dos de nuevo —comento a Vilfain, con una risilla un poco triste—. Aprovechemos el día, ¿sí? ¿A dónde te gustaría ir primero?

Las cosas no siempre salen como se planean, eso es de libro. Lo que hay que hacer es intentar lo mejor con lo que se tiene y no quejarse, es por eso que trataré de disfrutar al máximo el día de hoy con mi bebé, porque a saber cuándo podremos repetirlo.
—No estés triste, lindo, ya otro día podrás hacerte amigo de Nieve y jugar con él. Te lo aseguro.

—¿Ya pensaste qué regalo quieres? —le pregunto, luego de un rato de andar. Vamos bien despacito y sin prisas, recorriendo las calles en dirección al mercado.
—Dime si te cansas de caminar, ¿de acuerdo? No me vayas a soltar la manito.

-Basicamente debo pensar en los eventos más destacables ¿eh?- Lance eligió un vara larga de madera, de longitud similar a su alabarda y de apariencia robusta era posiblemente lo que más se acercara a su arma predilecta. Mientras la agitaba ligeramente para comprobar su peso continuo contestando a su oponente.- Los kobolds del inicio fueron interesantes, su inconsistencia física cuando los matas, su generación de las paredes y un primer vistazo a como cada uno se comportaba en combate, fue un aprendizaje interesante pero no creo fueron tan duros como para creer que me granteo una subida.- Conforme se colocaba en posición explicaba por encima los puntos remarcables de su primer encuentro, buscando algo destacable sin resultado.

-Supongo que la primera mención destacable sería… seguir a un enano imprudente a vete tu saber que piso para enfrentar un nido de goblins, para salvar a dos desconocidas mientras intentaba que nadie muriese, ja- Tras lanzar una pequeña sonrisa, el guerrero no esperó más para probar a su oponente, lanzando lo que con otra arma sería en otro un tajo vertical descendente con toda su fuerza.

Me quedé al borde de la sala, observando el duelo amistoso que Aranis y Lance tendrían.

Cuando Aranis expuso los posibles motivos de lo que yo entendí como "hitos de nivel" me vino a la mente que, para mi, lo más reseñable había sido curar a mis compañeros. No era algo que me hubiera resultado difícil, simplemente se me otorgó el poder y lo usé.

Cuando Lance dijo que yo era quizás el causante de uno de los momentos más difíciles que tuvimos se me ocurrió que quizás, sobrevalorando el poder que me habían otorgado, había sobreexpuesto a mis compañeros junto a mi en pro de intentar servir a mis propios valores.

Mirando a mi compañero lanzar aquel ataque caí en que, cuando lo vi por primera vez, pensé que era arrogante y que YO, creyéndome algo, debía cuidar de que no se metiera en líos. Cuando la realidad es que he sido yo quien se ha estado metiendo en fregados todo el rato y el me ha cubierto siempre... ¿Será eso su hito?

Realmente parece que podréis manejarlo. Digo despidiéndome para salir de la sala Si tras el duelo queréis que os cure, decirlo, voy a ver a Vivienne.

Justo antes de salir de la sala añado Gracias por todo.

Y me voy en busca de mi compañera, que había sido tan temeraria como yo, pero que también había logrado sus hitos, para conocer más de esta especial circunstancia que nos rodeaba.

La joven asintió ante tu confirmación mientras empezaba a subir el primero de los escalones. Cuando escucho tu primera pregunta medito durante un momento.

—Umm pues hace medio año que empecé a bajar a la mazmorra.—Durante un momento se quedó callada como si acabara de darse cuenta de su propia respuesta.—Que rápido pasa el tiempo… Aún recuerdo cuando baje por primera vez con mi hermana y no me dejo pelear casi por el pánico que tenía a que me hicieran algo.—Rio levemente.

—Gisela está bien, dentro de lo posible claro. Armid dijo que el tendón no había sufrido grandes daños y la fractura del hueso era limpia así que con tiempo se recuperara.—Informo mientras ya llegabais al mostrador.— Realmente os agradezco la ayuda, no creo que hubiera podido sola con todos aquellos goblins y menos con el grandote. Nunca había visto uno así.

La mujer que había entrado primero había desaparecido momentáneamente, pero acabo apareciendo de una puerta que había tras el mostrador.

—Dos pociones, y Eunomia me ha dicho que te pague el tratamiento de Gisela.—Dijo la aventurera en cuanto la mujer que regentaba la tienda estuvo frente a vosotros.

Por otro lado, la mujer parecía no haber escuchado las palabras de la aventurera, te estaba mirando a ti, o mejor dicho a quien estaba junto a ti en el suelo, a Nieve, quien después de haber entrado tras de ti se había dejado caer en el suelo junto a ti.

— ¿Puedes hacer que espere fuera? A no ser que necesiten ser atendidas preferimos que la clientela no venga con sus mascotas.—Pidió Airmid con tranquilidad, había sido llamada así varias veces por la aventurera y cada vez que lo hacía algo en tu cabeza conectaba, había escuchado ese nombre antes la pregunta era donde.*

Solucionado el asunto de Nieve, quien no tuvo problema en quedarse en la entrada a la espera, la mujer hizo sus negocios con la aventurera la cual en cuanto tuvo las opciones en mano te tendió ambas.

—De nuevo, gracias. Probablemente de no ser por vosotros habríamos muerto así que creo que es justo que aparte de lo que gastasteis tengáis una pequeña recompensa. —Dijo refiriéndose a la segunda opción.—Voy a ir a ver a Gisela, está arriba. Si quieres puedes venir, si esta despierta seguro que quiere agradecerte.

—¿Puede subir conmigo verdad?—Pregunto girándose la aventurera hacia Airmid

El pequeño Vilfain pensó durante un momento que respuesta dar hasta que final elevo el rostro y mientras miraba a su madre sonriente hablo

—¿Mi regalo puede ser para la señora Eris? ¿Quizá algo de cholocate como ella me dio?—Hablo el pequeño fallando en la pronunciación de aquella palabra nueva que se había integrado a su diccionario hacia poco.

Madre e hijo habían apenas empezado a caminar por la calle en dirección al mercado cuando escucharon una voz a sus espaldas llamando su atención. Gerda agitando el brazo  corría hacia ellos para añadirse a su expedición del mercado. Este último había estado casi a punto de no poder seguirlos, pues cuando había decidido buscarlos, únicamente había escuchado la puerta de la casa cerrar y había tenido que decidir hacia que extremo de la calle dirigirse. Con suerte, había visto la silueta de su compañera en la calle y había podido alcanzarlos.

Tan pronto como te lanzaste a golpear a Aranis viste como el joven no hacia reacción alguna tu “lanza” impactaría en su hombro de lleno. Estabas totalmente seguro de que, con la distancia que restaba entre tu arma y el, no le daría tiempo a esquivar y mucho menos a detener el golpe.

¿Quizá tenía tanta confianza que pensaba que ni si quiera ibas a hacerle daño? Con aquel pensamiento en mente tu golpe continuo, pero tan pronto como pensabas que ibas a notar el impacto no notaste nada y tu vara golpeo en el suelo.

—Sí, la inconsistencia. Puede pasar al enfrentar a algo muy débil o a algo muy fuerte. Quizá mates a la criatura del primer golpe y dejes de tener la resistencia esperada, o quizá sea tan rápido que engañe tus sentidos.

Aranis hablo mientras notabas como la madera de la espada que había elegido se apoyaba levemente en tu cuerpo. No lo habías visto moverse y tan solo lo había hecho lo justo, pues tu vara que había golpeado contra el suelo solo distaba de escasos centímetros de su pie.

Cuando le miraste viste como tenía un rostro serio y miraba por donde se había marchado Gerda.

—Quizá fue esa misma imprudencia es la que ha provocado que avances mas de lo planeado así que... ¿Fue una mala decisión por su parte?—Te pregunto mientras se volvía a apartar un par de pasos de ti.

No puedo contener la risa, Vilfain es demasiado dulce, es peligroso. Me pongo entonces en cuclillas para quedar a su altura, mirándolo con ternura.
—Tesoro, no —le respondo, riendo—. Si quieres le hacemos un regalo de chocolate bien chocolatoso a doña Eris, pero pide algo para ti, anda. No está mal pensar en ti mismo un poquito a veces.
Le revuelvo el pero cariñosamente y, cuando me yergo, descubro a nuestro amigo enano acercándose y lo saludo con la mano, haciéndole señas para indicarle dónde estamos.

—¡Gerurun! ¡Hola!
Voy yo hasta él, dando saltitos.
—¿No ibas a practicar con Lan-Lan?

Tomo aliento tras la carrera y contesto entrecortado: ¡Hola!... Lance y... Aranis. Controlan sus acciones... Mucho mejor que yo por lo visto. 

Ya recuperado, miro al chico para saludarle y le digo ¿Os importa que os acompañe para poder conocernos mejor?

Extendiendo mi primera explicación añado: Estoy empezando a entender que soy demasiado impulsivo y creo que debería aprender a no depender tanto de mi mismo. Tras una breve pausa concluyo diciendo en tono más jocoso: Así que por eso me gustaría acompañaros y así conocer mejor a nuestra otra integrante impulsiva. Jejejeje.

—Claro que no nos importa —respondo efusivamente—. ¡Todo lo contrario!

Le dedico al enano una sonrisa radiante, pasando sus comentarios sobre sí mismo. Quiero darle a entender que sus defectos a mí no me molestan, ya luego habrá tiempo de pulirlos.
—¿Qué planes tienes? Nosotros vamos a ir al mercado, yo necesito ropa y Vilfito necesita cocholate. —Lo segundo lo digo en un tono sobrecargado de melosidad, pronunciando mal adrede la palabra—. Lo más probable es que lo mío haya que encargarlo a medida, así que acepto sugerencias, porque no tengo idea de a dónde ir.

Me rio levemente ante el comentario: Sigo siendo igual de nuevo en la ciudad que todos. Además, los enanos tampoco es que cumplamos con la oferta estandarizada de tallas de los humanos. Miro hacia los pies y añado Quizás si que, para los descensos, intentaría comprar algo más hago una pausa buscando la palabra correcta cómodo. Aun que... espera. Hago una pausa intentando sonar trascendente y suelto: A lo mejor eso es lo que me ha faltado. Quizás deba comprarme yo unos. jejejeje. bromeo inentando amenizar el transito. Aranís seguro que coincidiría en que repartir martillazos con tacones cuenta como "experiencia difícil" jajajajaja.

—Bueno, ya viste lo que estos tacones le hicieron al cocodrilo ese ayer —digo, riendo—. Pero no, será mucho más sano bajar con algo más apropiado mañana. Unas botas de cuero estarán bien.

Suspiro. Realmente espero que no sea muy caro todo. ¿Estará bien si me gasto todo el dinero hoy mismo? Será por una buena razón, pero aún así...

—Mi problema siempre con la ropa es que, si uso mi talla, me queda todo muy apretado aquí arriba. —Me señalo el pecho—. Y si busco tallas más grandes, ¡me queda todo muy enorme! Es por eso que debería conseguirme un sastre. Aunque... Hay gambesones que son holgados, quizás me pruebe uno de esos. El cuero tal vez sea muy duro y me dificulte demasiado el movimiento, así que quizás busque acolchados, ¿tú qué opinas?

Suelto una risotada antes de contestar. Me has recordado a mi hermana Dim. Ella me dijo que usaba un corsé por encima de las ropas y debajo de la armadura para ceñir la parte superior por un problema similar. 

Mi madre le decía que la hacía parecer muy delgaducha pero, cuando Dim replicó que el pliegue la molestaba al blandir su martillo, mi madre las compró a cada una de mis hermanas otro de cuero endurecido para que también sirvieran como capa extra de protección en el torso.

Terminando la anécdota miro sonriendo a Vivienne. Aún que siempre el sastre hará que todo te quede como tú desees. Siempre.

Lance quedó inmóvil observando el final de su “lanza” en el suelo, esperaba una diferencia de fuerza pero aquella velocidad era absurda, estaba a otro nivel comparándolo con la acosadora del día anterior, un nivel que no esperaba ni de cerca.

-Imprudente seguro, pero con o sin subida no diría que fue una mala elección, tomo una decisión al tirarse y yo otra al seguirle, ni le culpo por ello ni me arrepiento, si es lo que preguntas - Mientras se reposicionaba rebuscando una oportunidad en lo que parecía una brecha de poder insalvable, contestaba las dudas de Aranis, quien parecía más preocupado por el estado mental del compañero que se había ido- Pero, si que le diga que fue imprudente hace que se revuelque en arrepentimiento no fue una buena decisión para él.

Sentenciando con aquellas palabras realizó una nueva carga, esta vez con múltiples empujes buscó alcanzar al contrincante sobreponiendo cantidad a fuerza, una vez más sin resultado, era como si el albino ni siquiera se estuviera esforzando.

-Tsk...maldita sea...- Dando un par de pasos atrás el guerrero volvió a prepararse, frustrado pero sin rendirse, lanzó una pregunta al aire antes de arremeter de nuevo-...Primero una flacucha ciega para uno de mis golpes en seco, y ahora esto, ¿cuan absurda es la diferencia que hacen los niveles?

Aranis se encogió de hombros ante la última pregunta.

—A mayor nivel, mas “absurda” la diferencia. Poniéndolo en simples números, contra personas normales y sin esforzarse mucho, un nivel uno podría derrotar un grupo de bandidos, un nivel dos un escuadrón de soldados, un nivel tres un pelotón, un nivel cuatro un regimiento y un nivel cinco a un ejército.

—Hay casos de personas que han conseguido vencer a otro de un nivel superior, pero de varios niveles por encima creo que no hay constancia. Por eso dije de evitar las grandes casas con niveles muy altos.—Comenta mientras se queda pensando en tus palabras.—¿Flacucha ciega? ¿Mandaron a seguiros a una persona ciega?

El hombre se llevó la mano al mentón de forma pensativa.

—Cuando estaba aquí había pocos aventureros invidentes y no creo que ahora haya muchos más. Quizá podamos averiguar quién era.

Mientras hablabais tranquilos Vilfain caminaba junto a vosotros mirando a uno y a otro cada vez que hablabais, como si intentara comprender de que hablabais pero sin interrumpir en la conversación.

De esta manera fue como llegasteis a la plaza del mercado. Con una fuente redonda en la zona central que hacia ascender agua unos pocos tenderetes se extendían alrededor de esta. Eran pequeños, pero parecían tener variedad de productos, desde algunos productos de comida pasando por materiales de todo tipo. Los edificios que rodeaban la plaza tenían expositores de cristal en los cuales exhibían armas, armaduras, pociones y de todo lo imaginable.

Por desgracia os basto echar un vistazo a algunas de las armas y armaduras que tenían en escaparate para comprender que los precios de esas tiendas estaban fuera de vuestro alcance. La espada más sencilla que había expuesta superaba con creces lo que habíais conseguido en vuestra incursión del día anterior.

Algo ofuscados por aquellos precios tan altos empezasteis a dar vueltas por la zona para no tardar mucho en entender que, si bien la parte las vistosa era la parte interior de aquella plaza, las calles colindantes tenían también tiendas a precios mas asequibles.

Fue entonces cuando una de aquellas tiendas, una pequeña y bastante poco vistosa de esas calles colindantes llamo la atención de la maga. A decir verdad, no había esa do la tienda lo que había llamado su atención, si no el cartel que colgaba frente a ella.

En el cartel aparecía un yunque sobre el que goteaba arena de un pequeño reloj que tenia encima. Justo encima, el nombre de la tienda aparecía “La forja de arena”. Si no recordaba mal, esa era la tienda de la enana que había encontrado el primer día, cuando estabais inscribiéndoos en el gremio.

No había escaparate con productos expuestos y la única entrada que había era una puerta de madera con un remiendo que había sido arreglado con una tabla y clavos.

—¡Mira! —grito, señalando el letrero—. Gerurun, ¿no es ahí donde trabaja... o vive nuestra cliente? La enana que ayudamos. ¡Entremos ahí! ¡Quiero entrar!

Y sin esperar respuesta, me meto, abriendo cuidadosamente la puerta esa.

—¡Buenos días! —echo un saludo al aire.
Y me quedo allí esperando a que los demás también entren, mirando alrededor, esperando poder encontrar algo bonito en lo que gastar mi dinero.

Vilfain y yo nos miramos un momento antes de seguir a su madre, en mi caso desconcertado por su enérgico arrebato.

Al entrar, saludo también, siguiendo el ejemplo de Vivienne.

Buenos días.

Al entrar en la tienda caigo en la conversación que tuvimos el primer día... Si realmente sus virtudes estaban a la par con la hazaña que esperaba conseguir, sin duda sería la persona idónea con la que conseguir firmar uno de esos contratos de los que Aranis nos habló.

Esta tienda no parecía gran cosa desde fuera pero el simple hecho de tener tienda y no depender de un comerciante a mi ya me parecía que era impresionante.

Señorita, somos los integrantes de la Casa Eris. ¿Cómo está?... hago una pausa al no verla de primeras y vuelvo a preguntar por el nombre que ella nos dio ¿Nal'vi?

Al menos la hermana de la aventurera se encontraba bien y Marianne aceptó de buena fe la intención de compensar la ayuda, siempre creyó que mantener lazos con los aventureros que se vayan cruzando es vital para ir descendiendo en las mazmorras porque nunca se sabe cuando se puede estar en un peligro similar. De todos modos esto se lo debían a Viv que ella fue la más samaritana de todo el grupo, algo que al menos la peliverde debía aprender. 

—Es un montón de tiempo. 

Le encantaría en verdad escuchar algunas de esas historias, sólo que en medio de todo aquello, le habían pedido a Nieve que espere afuera y eso le dio cierta cosilla a la joven. No obstante accedió porque le interesaba hablar con la chica y asintió con firmeza, quería acompañarla. 

—Te acompaño, incluso puedes contarme algunas historias de tu recorrido en las mazmorras—comentó con una media sonrisa—. Y no, no me agradezcas. Lo importante es que estén bien, así que eso es lo que vale. 

Marianne tenía un día un poco triste, así que le vino bien despejarse un poco de esta manera. Por ello es que siguió los pasos de la chica hacia la habitación en donde debía estar la otra aventurera, que por palabras de la mujer, ya estaba muchísimo mejor.