Partida Rol por web

Con cierto interés de saber cuanto dinero había generado vuestra primera incursión al calabozo os acercasteis todos a uno de los puestos. Todos los puestos estaban en fila en una un único mostrador de madera de varios metros de largo en la pared exterior de la torre. El mostrador  tenia entre los empleados y los aventureros un que parecían unas verjas de hierro forjado con pequeñas aberturas para el tramite de los objetos. Algo os decía que si estaban era por la seguridad de los empleados

El empleado que os atendió no miro con buen gusto la presencia de todo el grupo, pero pareció no comentar nada mientras ibais disponiendo los objetos que habíais encontrado. Con pulcritud y cuidado fue apuntando la cantidad de los objetos y un valor a su lado. Al acabar de tomar nota de todo tuvisteis que esperar un momento hasta que finalmente os tendió una bolsa junto con una copia del mismo papel que había tomado notas.

13 Piedra magica pequeña  --> 50c/u --> 650
1 Piedra magica mediana -->1000c/u-->1000
20 Piedras magicas minusculas --> 10c/u --> 200
9 Uñas de goblin --> 25c/u --> 225
1 Piel grasienta --> 500c/u --> 500
2 Caninos de Kobold --> 50c/u --> 100
1 Retazo de pelaje de Kobold --> 40c/u --> 40

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Encargo Airmid Teasanare
3 Colas de lagarto del laberinto.  -->400c/u -->1200

Total: 3915 Valis

Aquello era una buena cantidad a decir verdad, allí había suficiente para alguna que otra pieza de equipamiento básica así como para una pequeña celebración. Era entrada la tarde, pero os daba tiempo a dar un paseo por algún comercio y buscar alguna taberna para tomar algo... O bien podíais comprar las cosas y aprovechar la casa de vuestra familia, aquello quedaba a vuestra eleccion.

Al mirar al cielo, Lance comprendió que habían pasado más tiempo allí abajo de lo que creía, el estar bajo tierra hacia que el paso del tiempo se concibiera diferente, o así lo supuso el joven.

La vista de la superficie le hacia pensar en que deberían hacer en los días venideros, por un lado quería regresar al laberinto lo antes posible, sentía como si pudieran llegar más lejos si se lo propusieran. Por otro, no había tenido tiempo de explorar la ciudad considerada el centro del mundo, y sobreesforzar al grupo recién formado con incursiones constantes podía acabar mal física y mentalmente.

-Dejemos las compras para mañana y vayamos a tomar algo esta noche. Ya volveremos al laberinto pasado- Un día de ocio y un día trabajo sonaba bien para empezar acostumbrarse- Y mientras lo mismo a alguien se le ocurre como lidiar con los lagartos camuflados y los acosadores, no puedo estar lanzando piedras todo el camino para encontrarlos.

—Sí, me parece una buena idea, Lancy —respondo, acercándome al grupo luego de entregar las cosas que llevaba conmigo—. Deberíamos aprovechar todo el tiempo que sea posible para recuperar fuerzas. Mañana será un día de preparaciones, salir a buscar lo que necesitemos para que, entonces, pasado mañana resulte bien productivo.

Pongo una cálida sonrisa al lancero cuando comenta aquello otro, levantando una mano, como si estuviera pidiendo la palabra.
—Otra cosa que haré mañana será practicar mi detección mágica. Si los monstruos tienen de esas piedrecitas dentro, entonces podré verlos usando ese conjuro y así orientarlos a ustedes, ¿a que sí?
Finalizo con una risilla feliz y me adelanto, dando saltitos, hasta la puerta. Ya no quiero perder más tiempo aquí, quiero regresar a casa y ver a mi Vilfi, quiero ver si está bien, si no se asustó mucho estando solito en esa casa tan grande, si no se agarró fiebre de nuevo, si Eris lo trató bien, si comió, si pudo dormir la siesta...

—Que cargue el grandote con el dinero y lo repartimos en casa, donde es más seguro —digo, cuando voy a la salida—. Aquí hay personas que me dan grimita.

Vaya, cielos, casi ochocientos valis por persona hicimos en el primer día, esa es una cantidad bastante suculenta.

Al fin de cuentas la expedición no había sido tan mala incluso cuando fue duro superar algunos combates. No obstante ya tras vender lo correspondiente, escuchó a Lance y aceptó de buen agrado, que tras tanta tensión era bueno juntarse para conocerse un poco más ya distendidos. 

—Me parece genial, además tengo ganas de divertirme—comentó. 

Ya con Nieve a su lado, fueron andando junto al grupo. No dudó en darle algún que otro mimo mientras lo animaba a correr un poco y jugar. Quizás no era tan común ver a Marianne así, pero al fin de cuentas detrás de esa chica seria y precavida, había un corazón enorme que solía demostrarlo en momentos dónde la distensión era lo único que quedaba.

Las bromas, la actitud,... todo había cambiado apenas cruzar el umbral de la mazmorra. Eran como si, en estos mundos tan distintos, hasta las personalidades de cada uno se modificaran con un interruptor. Aquello era muy agradable, pues la tensión dentro era alta y me emocionaba mucho pasar tiempo con este grupo en ambas situaciones.

Me gusta mucho ese plan aun que, si vamos a salir por la ciudad ¿no convendría pasar por casa y cambiarnos? Digo señalando mi armadura, algo desecha y con manchas de sangre, y una expresión en mi rostro que emanaba un claro "porfiiiiiii".

El dinero no me importaba tanto, lo único que querría sería reparar su armadura y no tenía claro que su parte de lo adquirido, una vez descontado lo que la casa Eris se quedaría, le diera para ello; así que solo tenía una cosa en mente: "ASEARSE PARA SALIR."

Tras acordar volver primer a la casa para asearse antes de salir para celebrar vuestra primera expedición, empezasteis el camino. La ciudad parecía más animada que por la mañana incluso durante el camino os fijasteis en un par de lugares donde poder ir después a beber algo.

Cuando entrasteis en la casa de la familia os sorprendió brevemente el silencio que había allí. Nadie había en la entrada para daros la bienvenida, pero tampoco era algo extraño era un lugar grande y erais pocos para el tamaño que tenía el lugar. Tras acordar encontraros en unos minutos en la entrada os dividisteis cada uno en una dirección. Unos fueron a asearse, otros a buscar a los huéspedes de la casa, otros decidieron simplemente sentarse a descansar en el sillón del salón.*

 Tras pocos minutos os juntasteis todos en la entrada, a excepción del bárbaro, el cual había quedado dormido en el sillón de la casa. Tras varios minutos intentando despertarlo, finalmente lo disteis por perdido y os pusisteis finalmente camino a una taberna cercana a la que habíais echado un vistazo cuando volvíais.

El nombre del lugar era "El hipogrifo cenizo",  no comprendisteis del nombre hasta que entrasteis al interior. En el centro de la estancia, rodeada por una barra en forma de U, unas grandes ascuas hacían de chimenea y asador. Justo en medio de estas, una estatua de metal negro representaba un hipogrifo con las patas delanteras levantadas mientras su patas traseras se introducian en las brasas.

El lugar era pequeño, teniendo una capacidad de seis mesas de hasta ocho comensales así como una barra con diferentes sillas altas. Varias de las sillas de la barra están ocupadas por aventureros, así como dos de las mesas. Todos los aventureros son humanos, a excepción de una solitaria elfa con el cabello lila que ocupa una tercera mesa. Si bien su equipo parece decente, no parece ser de aventurera. Sobre su mesa hay ya varias jarras vacías de las cuales parece haber dado cuenta.

Detrás de la barra, atendiendo diferentes alimentos que hay sobre las brasas, hay una joven de como mucho treinta años con el pelo castaño recogido en una coleta trenzada. Cuando entráis en el lugar os mira durante un momento antes de exhibiros una sonrisa de bienvenida y seguir con su labor mientras espera que os sentéis.

Cuando finalmente os sentáis los cuatro en una de las mesas no tarda mucho hasta que la misma joven acude a vuestra nota. La mujer hablaba con alegría y parecía bastante amable. Vestía un mono blanco acompañado con ropas azules debajo.

—¿Qué va a ser? Para comer tenemos salchichas, panceta, pollo o verduras a la brasa, patatas asadas con pate de pera o cerdo guisado.—Dijo mientras miraba a todo el grupo sonriendo. El sus manos llevaba una pequeña libreta, pero no parecía tener nada para apuntar.—  Y de bebida un poco de todo, aunque si me dejáis recomendaros tenemos una cerveza de malta ahumada muy buena y limoncello elfico que aseguro que no habréis probado nada tan rico.

Todo lo que había nombrado estaba en unas tablillas de pizarra colocadas encima de la barra con los precios dispuestos a excepción del limoncello elfico que había nombrado. No tenían malos precios y el lugar parecía agradable y cálido.

Nada mas llegar a casa, tras quizá asearte un poco para no asustar a Vilfi con tu apariencia, corriste hacia la habitación donde lo habías dejado. Abriste la puerta con cuidado por si el pequeño estaba durmiendo, pero cuando lo hiciste y enfocaste tu mirada hacia la cama la garganta se te hizo un nudo. No estaba allí.

Tus nervios desaparecieron cuando una voz sonó detrás de la puerta que habías abierto.

—¿Mama?.—Pregunto la vocecilla de Vilfi mientras se asomaba y al verte sonreía antes de abrazarte. Detrás de la puerta quedaba un escritorio de madera sobre el cual descansaba un libro abierto. Parecía que habías sorprendido al pequeño con su lectura, y debía de estar lo suficiente bien para poder leerlo fuera de la cama.

—Cuando desperté solo estaba la chica de negro. Me… creo estoy mejor pero… no entiendo.—Vilfi se soltó de ti antes de mirarse las manos.—Dijo que no debía salir de la habitación si no quería recaer… vino cada poco y me trajo cho…—Se quedó pensando como si no recordara exactamente algo.—¿Cholate? Esta rico, te guarde. — Dijo mientras se daba la vuelta al escritorio para coger lo que parecía un pequeño trozo de chocolate. No era algo habitual del lugar donde veníais, a decir verdad pocas veces lo habías tomado en la vida pese a haber tenido un estatus superior en parte de tu vida.

—¡Bebé!
Tras usar mi magia para limpiarme la sangre de encima y arreglarme el cabello, voy corriendo hasta la habitación para buscar a Vilfain. Me lleno de alegría al verlo levantadito, luego del susto de no encontrarlo al principio.
—¡Estás en pie! —exclamo feliz, abrazándolo y estrujándolo bien fuerte, dejándole un besote cargadísimo de amor en la mejilla—. ¿No tienes fiebre? ¿Pudiste dormir siesta? ¿Comiste bien? ¿Cómo te sientes?
Le doy otro besito en la frente, para medir su temperatura.
—Por favor, perdona que te haya dejado solito. ¿Eris te trató bien? ...¿Eh? ¿Chocolate?

Enarco las cejas, algo sorprendida por aquello. Sonriendo después cuando veo en su manito el trozo que me guardó y me pongo en cuclillas para recibirlo, sin dejar de mimarlo de sobra.

—Gracias. —Me duelen los mofletes de tanto sonreír, el alivio de verlo así luego de tantas horas de ausencia es inconmensurable—. Te amo, precioso. Mami te ama un montón, ¿sabes? ¡Mucho! ¡Así!
Extiendo los brazos con energía para enseguida abrazarlo de nuevo. Gracias, doña Eris por cuidarlo, gracias.
—Ten —le digo, partiendo ese trocito en dos y devolviéndole una de esas mitades—. Este es tu premio por ser tan bueno. No te haces idea de lo orgullosa que estoy.

—¿Y qué leías? ¿Encontraste libros interesantes en esta casota?

Lo dejo entonces en el sillón, para que siga con lo suyo.

—Em...
No sé cómo decirle esto... No creo que sea correcto que vaya a una taberna con los demás y lo deje solo más tiempo. Quiero pasar más con él, ¡pero puede que sea importante esto otro! Necesito conocer mejor a mis compis, la celebración no solo es un acto lúdico, es también una forma de estrechar los lazos.
Suspiro.
—Vilfi, em, por favor, no te enfades, pero necesito salir de nuevo para celebrar en la taberna. ¡Pero te prometo que volveré rápido y te contaré una historia antes de dormir! Es importante que vaya, mami tiene que aprender más sobre los demás para poder trabajar mejor en equipo, ¿sí?

Regreso corriendo de ver a Vilfain. Usé mi magia para quitarme la mugre y la sangre, arreglarme el pelo y la ropa, aunque de ésta sólo pude cerrar algunas rasgaduras, los retazos que le faltan son imposibles de recuperar. De cualquier forma, me veo un poquitín más presentable o, mejor dicho, menos zaparrastrosa.

Trato de alcanzar a los demás, que ya habían enfilado para la puerta, y me sumo al grupo para ir a la taberna.
—Una cosa, chicos —empiezo a comentar—. Tratemos de evitar conversaciones con terceros que deriven hacia el laberinto o el hecho de que somos aventureros —que es muy evidente, pero bueno—. Podrían acabar preguntando de qué familia somos y ya nos han mirado feo por ser de Eris. Digo, lo mejor sería evitar mentir, y para ello, habría que evitar el tema, ¿les parece? No sea cosa que nos cobren de más por tenernos ese resquemor raro. O peor, que nos echen.

Al llegar, enseguida me distraigo, mirando todo alrededor, ojeando las pizarras para ver qué sirven y qué me apetece. Todo es muy rico y me cuesta decidir, además, tengo un hambre atroz. Pero tampoco quiero empacharme, no sea cosa que después duerma mal.

—¡Limoncello! —exclamo emocionada, pero esa sonrisa no dura demasiado—: Em, ¿por qué no figura su precio?

Al regresar, Marianne lo primero que hizo fue darse un baño porque ya no se toleraba y de alguna manera también necesitó despejarse a solas para pensar sobre todo lo sucedido y como en verdad se encontraba interiormente. Luego de aquella vital tarea, no dudó en estar fuera pasando tiempo con Nieve y cuando tocó el momento de salir todos juntos, se unió al grupo sin dudar. 

Ya apenas reunidos, Vivienne dando recomendaciones. Simplemente asintió estando de acuerdo y no dijo nada porque era de las personas que menos metía la pata y rara vez le iban a sacar información porque si, entonces no se preocupó en verdad por ello. 

No obstante cuando llegaron a la taberna, se acomodó tranquila en su lugar, Nieve se había quedado en la casa con el niño de Vivi y prefirió que la salida fuera en soledad. El menú que ofrecieron era la mar de apetitoso, pero no dudó en elegir un poco de pollo y verduras. 

Con respecto a la bebida, lo pensó un poco. 

—Hm, prefiero la cerveza especial que tienen. Gracias. 

Y sin más, esperó a que alguien intervenga con algún tema de conversación. 

Entre en la casa ilusionado por saludar a nuestra querida Eris y mi sorpresa al ver la estancia vacía derivo en una pequeña decepción. No obstante, el aseo me esperaba y corrí a cambiarme al grito de "SI, SI, nos vemos aquí ahorAAA" emocionado por quitarme la sangre de encima.

El poco tiempo que habíamos dispuesto hacía que no fuese capaz de quitarme absolutamente toda la mugre de encima, aun que hice mi mejor esfuerzo. Sin embargo, al ver a Vivienne (cuyas manchas de sangre habían desaparecido completamente) no pude evitar sentir envidia y admiración por su magia y me quede un momento embobado susurrando "que limpia" aun que rápidamente me recompuse para ir con el resto a relajarnos en alguna taberna

Al llevar allí y ver a la elfa solitaria no pude sentir algo de pena por que estaba bebiendo sola. Aquello nunca era buen síntoma, pero, entre mis dudas e indecisiones, antes de que pudiera decir nada ya estábamos sentados y la mesera nos estaba tomando la comanda.

Yo quiero una cerveza, bueno... DOS. Que en esta ciudad las hacéis más pequeñas.

Una vez han tomado nota a todos respondo a Vivienne: Yo estoy orgulloso de pertenecer a nuestra casa, si a alguien no le gusta que me bese el martillo jajajajaja

Aun así, siendo nuevos estoy de acuerdo en tampoco montar escenas. Podemos hablar de muchas otras cosas, ¿habéis pensado qué queréis hacer mañana?

Una vez en la casa, Lance se dispuso a informar a la maestra de la familia y su asesor del regreso del grupo, sólo para encontrarse que el segundo no estaba y la primera estaba encerrada en la biblioteca ensimismada en sus libros.

La diosa, indispuesta según sus palabras, había rechazado su invitación a unirse a la cena, y el guerrero no le había dado muchas más vueltas, prefiriendo dedicar su tiempo en la casa para asearse mínimamente y darle una primera pasada  de mantenimiento a su arma para que la roña no quedara incrustada.

-Estoy con el enano, no voy a pregonarlo por vicio pero tampoco voy a ocultarlo- Avergonzarse de quien le había dado una oportunidad sería demasiado desleal, incluso si realmente había intenciones ocultas por parte de la diosa. Si alguien quería buscar pelea por pertenecer a aquella casa, el guerrero estaba dispuesto a enfrentarlos.

-Esa cerveza y las patatas por este lado- Contestó hacia la camarera sin pensarlo demasiado, para luego dirigirse a la pregunta del enano - Mantenimiento para empezar, buscar alguna tienda asequible de equipo y encontrarle calzado adecuado a cierta elfa- Comentó en tono burlón y una risa que acompañaba.- Desde ahí puede que solo me pierda por la ciudad.

—¡Sí! —respondo efusivamente a Lance—. Tenía pensado buscar unas botas bien resistentes, que pasé la mitad del tiempo descalza y mis piecitos acabaron una mugre y doliendo de más. ¡Y una cota de cuero!

Aún no sé qué pedir para comer, así que le digo a la mujer que me recomiende algo liviano y fresco, pero que me diga antes el precio del lemoncello, que me tienta demasiado, pero tampoco voy a estar gastándome todo lo que tengo ahora mismo.

—Quiero sacar a Vilfi a pasear —digo ahora a Gerda, cuando pregunta por nuestros planes—. Lleva mucho tiempo encerrado allí y me gustaría que tome aire, conozca la ciudad, pase lindo y haga algún amiguito. Y bueno, veré si encuentro algo chulo para comprar, algún arma sencilla o algo así. Ahí les pediré recomendaciones a ustedes.

Acabo poniendo una sonrisa radiante. Mañana será un día grandioso, podremos conocernos mejor, aprender más sobre la ciudad, tal vez amigarnos con gente de otras familias... Hay demasiado para hacer.

Aunque... No tendríamos por qué esperar a mañana para charlar un rato, supongo.

—Lancy, peleaste como un héroe ahí abajo, ¿quién te enseñó a usar la lanza así de bien? —me dirijo a él, pero rápidamente me vuelvo hacia Gerda y Marianne—. ¡Ustedes también! La precisión de Mari me dejó pasmada, debes tener muy buena vista, ahí todo oscuro y encajar esos flechazos como lo hiciste. ¡Y Gerurun hace milagros como quien respira! ¡Muchas gracias por sanarme las heridas, de verdad! Desearía aprender a hacer eso con mi magia, pero creo que no será posible.

Me había levantado un poco de la silla, apoyando las manos en la mesa. Con la cara roja de vergüenza al darme cuenta, vuelvo a sentarme y agacho la cabeza, sonriendo con timidez.

—Lo siento... es que estoy emocionada y, bueno, hablo demasiado, perdón. Ya me callo.

La joven tabernera se giró un momento hacia las diversas tablillas de pizarra mientras fruncía ligeramente el ceño.

—No es algo que solamos tener, mi marido ha debido olvidar apuntarlo esta mañana. —Dijo mientras se volteaba de nuevo al grupo. —El precio son 15 monedas. — Era un precio ligeramente más alto que el de la cerveza pero no abusivo.

Sin muchas más declaraciones fue tomando nota de lo que pedíais con una sonrisa en el rostro hasta que todos habían solicitado algo.

—Ahora mismo os lo traigo. —Dijo mientras marchaba hacia la barra.

Unos minutos después ya estaba allí con las bebidas solicitadas y cuatro brochetas con diferentes trozos de carne y verduras trinchadas indistintamente.

—Para ir haciendo boca mientras esta listo lo que pedisteis. —Informo con una sonrisa antes de volverse a marchar. Era evidente que las cosas que habíais pedido las estaba cocinando en aquel mismo momento en los brasas que había tras la barra.

La conversación en vuestra mesa siguió dándose mientras que de alguna de las otras mesas sonaba algo de algarabía, elevándose el tono en algún que otro momento. Una de ellas parecía algo agitada discutiendo sobre algún tema y a veces elevaban el tono antes de volver a calmarse.

Conversación Vilfain

Cuando le preguntaste que leía cogio el libro muy ilusionado mostrándotelo.

—¡Es sobre un chico que pelea a los malos! Tiene muchos dibujos bonitos.—Dice mientras abre alguna de las hojas para mostrarte.—La mayor parte del libro era escrito, pero si tenia cada pocas hojas dibujos de un chico de cabellos blancos combatiendo diversas criaturas. Sobre el lomo podía leerse “Argonaut, relatos heroicos”

—Hay una biblioteca enorme, la chica de negro me llevo allí en brazos para que pudiera elegir uno.—Dijo Vilf mientras veía como partías el chocolate y sonreía al tendérselo.

Aun tenia la sonrisa en la cara y el chocolate ne la malo cuando las malas noticias llegaron. Pudiste ver como su sonrisa empezaba a caer hasta que mencionaste la historia antes de dormir.

—Si! ¿Me contaras la historia del pirata de la rosa de plata?.—Pregunto entusiasmado refiriéndose a una de las historias inventadas que más le gustaban. Entonces se puso más serio de nuevo y pregunto.—¿Puedo dormir con mama esta noche?

Acerco mis cervezas llevándome una de las jarras directamente a mis labios. Tras el primer trago, y un largo y expresivo suspiro, solté gratificado: Mi madre siempre insistía en lo bien que sienta la cerveza en buena compañía después de un día de trabajo. Riendo acto seguido y siguiendo la conversación de mis compañeros.

La conversación alterada del lado parecía distópica y exaltante pero a mi me llamaba más la atención la persona bebiendo sola que nos habíamos cruzado al principio. Durante unos instantes me quedé mirando intentando discernir* qué podría haberla pasado para estar allí con tantas jarras a su alrededor: ¿Un mal día?, ¿Una discusión familiar?, ¿Una terrorífica incursión en la mazmorra?,... 

Fuera como fuese, no era algo de mi incumbencia pero el simple hecho de estar disfrutando de algo tan agradable como esta tarde con los compañeros hacía que me preguntase sobre las posibles situaciones que podrían habernos llevado a nosotros a estar así y prometerme a mi mismo que no dejaría que eso pasara.

-Tranquila, puedes seguir haciendome la pelota, no voy a pararte- El joven parecía satisfecho con la valoración recibida por la maga, si bien el mismo sabía que su técnica aun no estaba carente de defectos y aun tenía un largo recorrido, estaba bien recibir halagos y reconocimiento de vez en cuando. – Nunca he tenido un maestro propiamente dicho, empecé entrenando por mi cuenta,  aprendí cosillas de mercenarios y viejos aventureros, luego simplemente entrene más y gané algo de experiencia en trabajos varios. Además, la lanza es mi especialidad, pero puedo usar cualquier cosa que no sea extravagante, y como dije antes solo pienso mejorar desde ahora. - Situando la mano en la barbilla Lance parecía posar con una sonrisa arrogante y claramente estaba dándose aires, pero incluso en esa arrogancia no había alegado el talento en su explicación ni omitido su esfuerzo entrenando.

El griterio de fondo que podría molestar a otros se hacia agradable para Lance, los bares ajetreados y una buena cerveza eran una cosa que lo relajaba bastante, y si alguna discusión acababa en pelea, era como un plus de espectáculo.

-Tu madre sabe de lo que habla. - Tras un largo trago no pudo si no estar de acuerdo con el enano.- Asegurate de enseñarle eso a tu mocoso Viv, lo agradecerá en el futuro.

No puedo contener las ganas de abrazarlo de nuevo, lo hago con todas mis fuerzas mientras miro con él el libro, pegando mi moflete al suyo.
—Eres un encanto, ¿lo sabes?
Noto que se pone muy triste cuando le digo aquello, lo cual me deja un nudo en el cuello y me frunce el corazón, no quiero verlo con esa carita. Pero no importa, se soluciona fácil:
—¿Y sabes qué más? ¡Mañana iremos de paseo! ¡Te llevaré a que conozcas la ciudad! Así que ve pensando qué querrás ver y qué regalitos quieres que mami te consiga, ¿sí?

Enseguida se anima y yo también a la vez. Cuando me pide para dormir juntos para contarle esa historia, casi salto de la emoción.
—¡Pero por supuesto! Trataré de llegar temprano, nos daremos un buen bañito y luego a mimir. Te contaré más aventuras del fabuloso Argento, y luego a cerrar esos ojitos, que para mañana tienes que estar muy muy muy bien para poder disfrutar del día, ¿a que sí? Eres un niño fuerte.

No quiero irme, quiero quedarme con éeel.
Pero hay cosas que hacer, las relaciones en el grupo también son importantes.
—Te amo, bebé precioso, te amo un montón. Cuídate mucho, ¿sí? Por favor. Y dale las gracias a doña Eris por acompañarte, no lo olvides.
Le dejo un besote bien grande en ese moflete gordote, abrazándolo con fuerza antes de separarme y, a medida que me voy yendo, voltearme cada dos pasos para despedirme con la mano.

Sonrió al escuchar las palabras de Viv.

—Gracias, tú también. Sólo no te expongas tanto. 

Y se lo repetía, en parte porque había sido un poco dolor de cabeza tener que enfrentar a las criaturas y cuidarle la espalda a la maga que cada dos por tres caía en lo mismo de nuevo, siendo la que más golpes se llevaba de la contienda. Más allá de que admiraba su resistencia y capacidad para aguantar aquello, no era bueno jugar con la suerte porque alguna vez irá muy lejos y ella tiene un niño que criar. 

Después ante los comentarios de sus compañeros, puso los ojos en blanco cuando escuchó a Lance y negó con la cabeza. 

—El ego está más que mejorado, préstale atención a otras cosas—bromeó divertida, alguien le tenía que devolver el gesto—. Con amor, ya sabes. 

No obstante también respondió al enano. 

—Eso, nos ayudará a conocernos más. 

Se lo estaba pasando bien Marianne pese a todo, nunca había estado reunida con gente así en un lugar semejante y pudo descubrir gracias a este gran paso dado que se podía estar menos tenso, menos serio y disfrutar de un buen momento entre amigos. 

—Hmm... Pues vale, festejar es importante, así que, ¡limoncello! Sólo por hoy —le digo a la que nos toma el pedido—. Pero sin mucha graduación, rebájalo un poquitito, ¿se puede?

Se me hace agua la boca al ver esas brochetas de carne. ¿Cuánto hacía que no me llevaba nada así de apetitoso al estómago? Me siento mal por disfrutar de esto yo sola sin Vilafain, ¿está del todo bien que me coma esto? Me gustaría llevarle algo. Sí, definitivamente guardaré un poquito de todo para llevarle de cena. Ya voy preparando servilletas en la mochila para envolver la mitad de lo que hay en la porción que cojo para mí.

—De mocoso nada, señorito —replico a Lance, manteniendo mi sonrisa, pero con el ceño fruncido—. Él no beberá cerveza hasta que sea mayorcito. Y serás tú quien deba aprender de él, ya lo verás. Tiene los genes de un fantástico caballero, es respetuoso, gentil, y antes de que nos demos cuenta ya tendrá la fuerza para pelear con cualquier monstruo horrible que se le enfrente, te lo aseguro.

El sólo pensar en él y en su padre me llena de orgullo, llevándome las manos a las mejillas, desde donde pueden apreciarse corazoncitos rosa salir y brillar, meneándome sonriente, pero colorada hasta las orejas, que me da bastante corte.

—Será el mejor y tendrá muchas admiradoras, así que cuídate tú, que no te las robe a ti.
Finalizo con otra risilla, cubriéndome la boca con la mano para luego darle otro bocadito a la carne, con delicadeza y etiqueta.
—Ya es todo un galán, ¿sabes? —Continúo después de tragar y limpiarme—. Cuando nos quedamos en una posada antes de formar parte de la familia, todas las chicas de ahí se peleaban por hablarle y no le quitaban los ojos de encima. El pobrecito estaba tan cohibido que no sabía qué hacer.

La sonrisa me cambia a un gesto de preocupación cuando recibo las palabras de Mari. Tiene toda la razón del mundo y asiento en respuesta.
—Sí. Ya he visto lo peligroso que es, de nuevo pido perdón por no confiar en la protección de ustedes y querer cubrirme por mi cuenta.
Me siento avergonzada, ahora que lo pienso con más detenimiento, por mi culpa podría haber pasado algo horrible, que el equipo se tuviera que distraer para protegerme, o algo peor...
Sacudo la cabeza rápidamente para no pensar más en eso, ya pasó y no ocurrirá de nuevo, aprendo de mis errores.
—Prometo ya no ser tan temeraria. A menos que... bueno, que no haya más remedio... Si algún monstruo aparece por sorpresa y los chicos están lejos, pues... em... —Esbozo una sonrisa—. Se sintió muy bien darle ese patadón al lagarto... ehehe...