Partida Rol por web

La retahíla de nombres de familias me deja un momento aturullado y me quedo procesando un momento toda la información, sumido en mis pensamientos. Sim embargo, cuando llega Marianne vuelvo a la realidad y, ante la pregunta, me encojo de hombros y respondo: Bueno, si a Aranis y a Eris les parece bien.

Para quedarme esperando a la respuesta de Lance (sobre la nueva bajada a la mazmorra el día que íbamos a dedicar a las compras) y de Aranis (respecto al contenido de la bolsa)

-Ya has oído, piensa antes de hacer de justiciero.- Comentó hacia el enano para zanjar la conversación que venían trayendo con una pulla. 

Una vez reunidos con la peliverde el tema de volver a laberinto al día siguiente sorprendió al guerrero, hace unas horas habían estado hablando del tema de descansar un día y ahora parecía que se habían olvidado. Ignorando la mirada de la peliverde por el momento, pues lo que fuera a decir parecía que sería en privado, le parecía necesario recordarselo.

-Hace apenas unas horas queríais descansar y explorar la ciudad, si queríais bajar haberlo dicho antes.- No había especial disgusto en su voz, pero parecía que ya se había echo a la idea de no bajar al día siguiente, al menos no en la mañana. Por otro lado, había otra cosa que quería hacer .- Además…- Una mirada emocionada se posó en Aranis- me gustaría jugar un poco con nuestro supervisor en la mañana, ya sabeis, unas rondas amistosas.

Una petición de entrenamiento, un desafio o como lo llamara, Aranis aseguraba ser fuerte y eso le venía de perlas. Eran novatos en una ciudad llena de aventureros y estaban en una familia con muchos posibles enemigos. Ya había notado la brecha de niveles al chocar con la acosadora, pero si se daba lo peor quería saber de primera mano cuan grande podía ser esa diferencia con un nivel alto.

Sin tener nada que decir más que lo ya expresado acerca de las incursiones al calabozo, Aranis respondió a la segunda pregunta de la exploradora.

—Ah, la casa lleva vacía mucho y necesita algunos arreglos. Un par de cosas de la cocina no funcionan, los maniquís de la zona de entrenamiento se caen a pedazos, y la bodega... mejor no hablemos de la bodega.— Respondió tranquilo.— Pensé que mientras estéis ahí abajo al menos podría ir arreglando desperfectos.

—Y ya de paso también compre algunas cosillas que podréis necesitar ahí abajo cuando empecéis a ir más abajo.—Finalmente dejo la bolsa en una repisa cercana a la puerta mirando a Lance con una sonrisa.—No tengo problema ,pero luego no te quejes si te sale algún moratón eh?

Eris al ver lo que habían provocado sus palabras cerro durante un momento los ojos antes de negar con la cabeza.

—Sí, fue hace bastante tiempo.—Arranca al fin a hablar.— Hará más de una década. En aquel entonces había una diosa con la que... ¿Me llevaba bien?.— La duda de sus palabras eran notable, realmente no tenía claro.—En fin. En la familia de esa diosa había dos hermanas Metera y Alfia. Metera tenía una enfermedad muy parecida a la que presenta VIlfain.

—Esta Diosa, dio su bendición a ambas hermanas y mientras Metera resistía aquí arriba gracias a su Falna, su hermana entraba en el calabozo buscando una cura para su hermana. Siguiendo un rumor sobre un manantial helado con aguas capaces de curar cualquier enfermedad en el piso cincuenta y nueve.

—Pasaron años así pero... por desgracia no encontró ese manantial. Metera murió por su enfermedad, mientras que su hermana Alfia desapareció poco después. —Eris te miro fijamente.—Muchos opinan que murió intentando encontrar ese manantial.

—Nunca me quejé por bajar, siempre tuve intención de seguir. 

Fue una respuesta directa, Marianne jamás se había quejado y no le había ido mal allí así que por eso no le afectaba el querer regresar. Seguramente lo decía por Gerda y Viv no por ella, más allá de esto cuando comentó Aranis sobre el tiempo que estaba deshabitada la casa, entrecerró los ojos un tanto pero no dijo nada. 

—Buenoooo, mientras ustedes hacen cosas de hombres duros y malos—comentó burlona—. Yo iré a hablar con Eris. ¿Dónde puedo encontrarla?

Todos parecían tener planes y yo solo pensaba en qué podría hacer para ayudar. Resulta que mi encontronazo si podría haber causado problemas a la casa y yo no había sido consciente de ello por lo que ahora sentía algo de culpabilidad por las posibles consecuencias de haberme dejado llevar. ¿Y si ahora me tachan de problemático en la taberna? ¿O en la ciudad? ¿Y si se corre la voz y culpan de nuevo a Eris?,...

¿Puedo ayudar con las reparaciones o con el tratamiento después de vuestras "rondas amistosas"? Digo para intentar pensar en otra cosa y mantenerme ocupado.

Tras lo cual miro a Marienne y añado O acompañarte a hablar con Eris... No tengo nada que hacer pero tampoco quiero ser una molestia para ninguno.

Se me hace un nudo en la garganta otra vez, luego de que la diosa cuenta aquello.
—No sé si quería oír eso... —murmuro, agachando la cabeza—. No me da muchas esperanzas.
Pero la levanto de nuevo, mirando fijamente a Eris:
—¡No! ¡Nada de eso! Esta vez la historia será diferente. Mientras Vilfi esté protegido por la magia de ustedes, podrá resistir más tiempo. ¡Bajaré hasta el piso cincuenta y nueve y veré lo que hay ahí!

Tras eso, le doy otro abrazo más a Eris y me despido, para enfilar con Vilain a la habitación y asearnos debidamente.

Y tras un bonito baño bien calentito y acogedor, en el que nos divertimos jugando más de la cuenta con el agua y el jabón, uso mi magia para asear mi ropa interior y así volvérmela a poner para dormir. Necesitaré hacer varias compras, que vale que sea pobre, pero no puedo estar viviendo con una sola muda de ropa.
—Así que las aventuras de Argento, ¿eh?
Arropo bien a mi bebote en la cama para luego meterme yo.
—¿Dónde habíamos quedado?

Detuvo sus pasos cuando escuchó las palabras de Gerda y se giró sobre sí misma con una sonrisa. 

—Sí quieres acompañarme no hay problema—dijo amable. 

Ya si decidía ir con ella o quedarse con los otros dos, lo dejaría en manos de su compañero. 

-Ja, si tuviera miedo de un par de golpes no me habría metido en esto- Dijo hacia Aranis sin achantarse, consciente de que seguramente un par de moratones sería lo último de lo que preocuparse. – Por mi como si queréis participar, diferentes oponentes le dará vida al asunto.- Respondió tanto el enano como la peliverde eran libres de unirse al día siguiente, ya fuera para entrenar o actuar de botiquín cuando la cosa acabara.

-Ahora que lo mencionas, Viv dijo algo de pasarnos a ver a Eris...- Con el entrenamiento con su supervisor acordado, ir a visitar a Eris con los demás parecía que sería la última parada del día.

—La respuesta a esa pregunta sera casi siempre la biblioteca.—Responde Aranis a Marianne sobre donde puede encontrar a Eris.—El ambiente de ese sitio siempre le ha gustado.

Luego mira alternativamente a Gerda y a Lance antes de añadir.

—Hasta mañana no habrá rondas "amistosas"—Dice usando el mismo término que el enano.—Hoy ya es tarde, no creo que tarde en ir a dormir... Y vosotros deberíais hacer igual. Pero si, mejor ir a hablar con Eris. Seguro que se alegra de veros a todos bien.

Sin nada más que decir y dando por zanjada la conversación Aranis vuelve a recoger la bolsa del la repisa donde la había dejado descansando y se encamino hacia la cocina.

No tardáis mucho en encaminaros hacia la biblioteca, a averiguar si estaba allí la diosa. Cuando abristeis la puerta de la biblioteca encontrasteis una gran sala con grandes librerías repletas de libros y, en el centro, donde se disponía una gran mesa de madera con varias sillas simples, estaba Eris.

Frente a ella un libro sobre el que escribía con una pluma negra con tranquilidad. El único sonido que había en aquella sala era el de la pluma deslizándose sobre las hojas de papel. Como si vuestra presencia en ese momento no fuera conveniente esperasteis un momento ante la escena mientras la diosa seguía escribiendo.

Detrás de ella, entre dos grandes estanterías había un gran tapiz con la figura de Eris sosteniendo una manzana. No fue hasta que la pluma hizo pequeños sonidos de choque contra el pequeño contendedor de tinta que salisteis de tus pensamientos.

—Ah, empezaba a preocuparme de si Vivienne había entregado el mensaje de que quería veros.— La diosa deposito con cuidado la pluma dejando el libro abierto y se levantó encaminándose hacia vosotros.

—Por lo habitual después de cada incursión al calabozo deberíais hablar conmigo para poder actualizar vuestro estado. Las experiencias que obtengáis allí abajo se absorben en vuestra falna, pero hasta hay que revisarlas para que se apliquen vuestras nuevas experiencias.

—Los cambios tras solo una incursión al calabozo suelen ser... leves. Pero Cuanto mayor fuera la experiencia que tuvierais antes de llegar aquí, mayor puede ser vuestro crecimiento.—Algo de vosotros sabía que no estaba diciendo toda la verdad. Ocultaba algún tipo de información

—Puedo revisaros con el resto presente o individualmente, como vosotros queráis, vayamos a la otra habituación.—Pregunto y propuso mientras señalaba con la mano la salida de la biblioteca.

Cuando estabas entrando al baño pudiste escuchar como las puertas principales se abrian. Oias las voces de todos tus compañeros como de Aranis, quiza se hubieran encontrado en el exterior. Sin darle mucha importancia procediste a bañarte junto a Vilfain e ir a la habitacion.

—¡En su pelea contra el Kraken! ¡Los tlentaculos azotaban sobre la cubierta!— Apremió Vilfain queriendo saber mas de la historia.

—¡Así es! —respondo efusivamente, pero en un susurro, para no hacer demasiado ruido y romper la calma apacible que hay ahora en el cuarto—. Argento y sus inseparables amigos estaban en apuros, ¿cómo te parece a ti que se habrán salvado de esa?

Me encanta oír las ocurrencias que tiene Vilfain mientras compartimos estas historias, a veces me sorprenden las ideas ingeniosas que le salen. Así, entre los dos, acabamos relatando otro capítulo más de las aventuras de este héroe.
Poco antes de acabar el cuento, noto que está con los ojitos cerrados y respirando profundamente. Sonrío y le doy un besote sobrecargado de cariño en su frente, para después cerrar los ojos yo. Ha sido un día agotador y mañana nos tocará más. Espero que pasemos una linda jornada todos juntos.

Y me está costando conciliar el sueño por las ansias.

El guerrero no tenía claro como evolucionaba el estado, pero a pesar de lo buena que hubiera sido su primera experiencia en laberinto no esperaba que hubiese un gran cambio en sus habilidades solo con una incursión, razón por la que no se veía especialmente emocionado por la actualización de su estado.

-Acabemos rápido- Sin mucho más que añadir Lance dio un paso al frente mientras se sacaba la camiseta en frente de sus compañeros y sin la más mínima vergüenza.

Al ver a la diosa, Marianne torció el gesto y no dijo nada porque quizás esperaba hablar a solas con ella. Así que esperó a los demás mientras observó con detenimiento cada rincón de aquella sala sin dejar de pensar en lo que tenía para decir. 

—Que pasen ellos, yo a lo último porque debo hablar unas cosas con usted a solas—dijo en un tono decidido. 

Y sin más esperó paciente a qué revise a cada uno así después, cuando nadie esté en la sala, podía tener esa conversación con Eris.

Miré a Marienne para dejarla ir primero. "No por miedo, que consté que no estaba asustado" pensaba para mi mismo. Sin embargo, ante las palabras de la joven elfa, asiento y me sonrojo al pensar en qué cabeza cabe que ella iba a desnudar su parte superior enfrente del resto y aun que el resto no sabe si es por desnudarme yo o por lo que estuviera pensando, el tono rojizo de mis mejillas era evidente.

"¡Bruto!" Me digo a mi mismo en mi cabeza. "Espero que nadie lo haya tomado en ese sentido, solo pretendía ser amable. Tampoco era por miedo. No estoy aaaaasustado." Miro a Lance intentando centrarme en lo que nos ocupa "Aun que seguro que el cochino de Lance lo ha tomado igual que con la elfa de la taberna... Jolines que no soy así."

Con todo, mi tiempo casi había llegado. Procedo a inspirar hondo y comienzo acto seguido a quitarme la parte superior de mis ropas lentamente, a la espera paciente a que nuestra diosa actualice el estado de Lance para ir después.

Habiendo cambiado a la misma sala donde Eris os había admitido como miembros de su familia otorgándoos la Falna, Lance avanzo primero sin pudor alguno.

—A diferencia de cuando tenía que haceros la Falna no es necesario que os desvistáis de cintura para arriba, con mostrar vuestra espalda es suficiente, pues sera mas parecido a una lectura.—Dijo riendo levemente ante el movimiento de Lance.—Aunque supongo que es mas cómodo asi.

Tras unos momentos con Eris mirando su espalda, la diosa soltó un suspiro. No parecía preocupada o defraudada, más bien como si confirmara algo que ya sabía. No comento nada mientras hacia un gesto al enano para que se acercara. Cuando acabo con el hizo un pequeño asentimiento para si misma antes de volver a hablar.

—Bien, mañana durante el desayuno quiero hablar con vosotros, todos juntos, Lance, Gerda, os podéis retirar. Es evidente que os habéis esforzado allí abajo.—Dijo como si fuera su manera de felicitaros.

Espero así a que los dos chicos abandonaran la estancia para proceder a atender a Marianne.

Cuando finalmente abandonaron la sala la diosa te hizo una seña para que te acercaras.

—¿Y bien? ¿Qué te preocupa?.—Te pregunto mientras indicaba el asiento para poder ir realizando su labor mientras planteabas lo que quisieras hablar con ella

Una vez sus compañeros terminaron con la revisión, Marianne quedó a solas con la diosa Eris. Al tomar asiento, la miró a los ojos mientras se quitaba la ropa se la parte de arriba para revisar su falna. 

—Quería saber un poco más de su historia... Quizás el motivo por el cual se quedó sola sin nadie dentro de la familia. ¿Qué pasó con los antiguos miembros?

Cuando hiciste la pregunta pudiste notar como la mano que tenía en tu espalda se detuvo durante un momento antes de continuar realizando su trabajo. Tras un pequeño lapso de tiempo, como si le costara responder finalmente lo hizo.

—La mayoría... murieron.—Respondió como si le costara decir aquella última palabra.—El único que sigue conmigo es Aranis.

Separo la mano de tu espalda mientras volvía a cubrir tu espalda con tu ropa y te daba un pequeño toque en el hombro para que te voltearas. Su rostro parecía ciertamente triste.

—Creo que se los demonios que te atormentan, Vivienne también me preguntó sobre algunas cosas que habéis escuchado.—Dijo mientras dejaba a un lado un papel parecido al que había echo el primer día con la Falna.—No tengo intención de ocultar nada, simplemente es... difícil para mí hablar de ello. Al fin y al cabo eran mis hijos.

Hizo una pequeña pausa como si tomara fuerzas para contar algo duro por segunda vez ese mismo día.

—Ver a tus hijos mejorar y esforzarse para ser algo mas es maravilloso pero… —Eris dudo un momento antes de volver a hablar.—Imagina que tienes dos hijos, estas orgullosa de ambos y como se esfuerzan, pero uno intenta empezar a mejorar por los caminos incorrectos.

El tono de la diosa había ido bajando cuanto más hablaba, como si se estuviera sumergiendo en sus propios pensamientos.

—Quizá sea más radical que el otro y se porte mal pero… sigue siendo tu hijo. —La diosa dio un pequeño suspiro.—Lo único que quieres hacer es salvarlo y, por mis malas decisiones, conseguí justo lo contrario. —Agita la cabeza negativamente.

Se quedo callada durante un momento hasta que finalmente soltó el aire.

—Lo siento Marianne, hable demasiado con Vivienne sobre todo esto y creo que no soy capaz de contarlo de nuevo todo. Aranis estuvo presente en aquel entonces y el será mas imparcial al contarte todo, quizá sería conveniente que os reuniera a todos mañana y respondiera todas vuestras dudas.