Partida Rol por web

Actualmente, parece que esa elfa lleva bastante tiempo bebiendo allí. Dejando de lado el número de jarras sobre la mesa, sobre ella puedes ver como hay una gran mancha, posiblemente de una que se haya derramado, aunque al fijarte te das cuenta que parte del pelo de la elfa parece lacio, como si le hubiera derramado una bebida encima y hubiera secado ya.

Unas huellas se alejan de la mesa de la elfa para acabar en la mesa de los aventureros que más jaleo está formando. Por alguna razón, aparte de los motivos que la elfa tenga para beber a solas esa cantidad, parece que alguno de los aventureros allí presentes ha decidido tomarla con ella.

No entendiste en gran parte la razón de todo aquello hasta que uno de los aventureros de la mesa que armaba bullicio dijo una frase que escuchaste.

—Estos malditos no-humanos. Primero vienen a robar los tesoros del laberinto y ahora a beberse nuestra cerveza. Deberíamos echarlos a todos.

Sabías que algunas personas tenían algún deje racista, pero aquello te parecía demasiado, sobre todo en una ciudad donde convivían tantas razas juntas.

Cuando los ruidos de la mesa cercana estaban empezando a aumentar. La joven que os había servido alzo la voz para dirigirse hacia ellos.

—No lo pienso repetir. Si volvéis a liarla os dejo de servir.—Su tono fue tajante, mucho mas de lo que una mujer de quizá treinta y pocos con escaso musculo y difícilmente algún entrenamiento usaría contra unos aventureros. Aun con ello,  por alguna razón los aventureros bajaron el tono y se calmaron un poco

No tardó mucho en llegar los platos de comida y el limonchelo de la maga.

—No he querido rebajarlo porque ya es muy suave y me daría lastima estropear una bebida tan buena… Pero si es demasiado fuerte no dudes en decirme ¿Vale?

Los platos se distribuyeron por la mesa en aquel pequeño manjar solicitado. Patatas, verduras y  piezas de carne humeantes hacían que todos salivaseis queriendo hincar el diente en la comida.

—Si necesitan algo mas no duden en decirme.—Agrego la mesera antes de volver a retirarse.

Mientras lo hacía, una de las mesas de aventureros que no había hecho casi ruido hasta ese momento se levantó y abandono la taberna.

Tras la respuesta de Lance y la insistencia de Marienne, me animé un poco más a dar respuesta más concreta a Vivianne.

A mi... me entrenó mi hermana Dim pero mi madre me decía siempre que era demasiado torpe para el combate. Mi madre la entrenó a ella y a mi otra hermana y estas de vez en cuando "jugaban" conmigo. Mi padre siempre me apoyo a ser lo que yo quisiera y es por eso que quiero demostrar que yo también puedo ser un gran aventurero como ellas.

Mirando a Marienne añado: ¿Y qué hay de... aun que antes de terminar la frase escuche de fondo el idiotismo de aquel energúmeno y mi voz se paró en seco. Mi expresión cambió de estar animado, hablando de forma distendida, a tener que cerrar los ojos ligeramente para contenerme las ganas de saltar sobre el cuello de aquella persona.

Agarrando la cerveza que tenía a medias, respire hondo y dije intentando mantener la calma: Disculpadme un momento.

Tras lo cual, me acerqué a la mesa de la elfa, jarra en mano por si no era capaz de contener mis instintos y acaba lanzándosela a alguien, para hablar con ella: ¿Te importa venirte con nosotros a beber? Si no, no puedo prometer que no sea a mi a quien tengan que echar de este sitio por abrir alguna cabeza vacía y la verdad es que la cerveza de aquí me está gustando. Cambié mi expresión a una sonrisa ante el ofrecimiento para terminar con un: Me llamo Gerda, vamos. Intentando no dar opción a replica y casi dirigiéndome de vuelta a la mesa, como si diera por echo que vendría.

La conversación se detuvo cuando Gerda , fueran cuales fueran sus razones se dirigió a hablar con la elfa solitaria. Hasta que su voz no resonó cerca de ella la elfa no mostró reacción alguna, siendo un pequeño sobresalto cuando se dirigieron a ella.

—¿Qu… que?.—Dijo mientras levantaba la mirada de la mesa intentando asimilar las palabras que le habían dirigido. Al hacerlo, Gerda pudo observar cómo, debajo de los cabellos lila que tenía sus ojos eran cada uno de un color diferente.

N… no, quiero estar sola.—Dijo negándose a levantarse mientras volvía su mirada hacia el fondo de su jarra.

Conversación Vilfain

Ilusionado con las nuevas promesas que estabas dando, el pequeño Vilfain asintió con entusiasmo antes de darte un gran abrazo. Tras alargar aquello durante varios segundos que parecía que ninguno de los dos quería que acabase, finalmente el pequeño se separo.

—Mama siempre dice que llegar tarde es de mala educación.—Dijo mientras hinchaba pecho como si quisiera demostrar que ya era mayor, aunque sabias que era el primero que quería seguir abrazándote.

Después de otro abrazo mas finalmente le dejaste allí sentado, leyendo o mirando los dibujos de aquel libro. Cuando cerraste la puerta despacio desde el exterior, te sorprendiste al girarte y encontrarte a Eris en el pasillo.

—Es un buen chico.— Dijo mirando hacia la puerta antes de mirarte a ti.—No te preocupes por él,  Aranis ha puesto una salvaguardia en su habitación para mitigar los efectos de su enfermedad, no tendrá efecto por siempre, pero si al menos pasa allí por medio día no tendrá recaídas tan graves como esta mañana. Aunque no durara por siempre, si finalmente lo desea puedo darle una falna, las mejoras del sello divino hará que la enfermedad pueda desarrollarse aún más despacio.

Tras unos momentos de silencio se acercó unos pasos hacia ti.

Me alegro que hayáis vuelto todos sanos y salvos y…—Su nariz se arrugo durante un momento.— Quizá… ¿Puedes decirle al resto cuando volváis que paséis un momento a verme? Quiero comprobar vuestras falnas.

-Pfff, JAJAJAJAJAA -Una enorme carcajada del guerreo resonó por el bar tras el acercamiento del enano a la elfa. Se había levantado sin explicación, había invitado a una elfa a una cerveza soltando alguna palabra violenta de por medio y le habían rechazado, Lance sólo pudo interpretar una cosa de aquella situación, al enano le habían dado calabazas. -¡Viv dile a tu mocoso que enseñe a ligar a Gerda, lo necesita! – Dando algún que otro golpe sobre la mesa el joven parecía no poder parar la risa ante lo que había interpretado, había sido demasiado inesperado dada la situación y no se lo hubiera esperado del enano sin un par de copas más encima.

—¡Limoncello, limoncello! —exclamo, agitando los brazos emocionada, como una niña que está recibiendo su regalo de cumpleaños—. ¡Muchas gracias! No te preocupes por el alcohol entonces, si dices que es suavecito.
Empecé mojándome los labios y dando un sorbito para disfrutarlo, el sabor agridulce del limón es maravilloso, no me arrepiento de las quince monedas.

—Así que Gerurun tiene una familia bien peleona —comento—. Era de esperarse que tú salieras tan valiente, ¿verdad?

Y qué valiente... se ha ido otra mesa a echar galgos. Esa sí que no me la esperaba de él.

Cuando Lance se echa a reír, me provoca gracia a mí también y me cubro la sonrisa delicadamente con la mano.
—Oh, vaya. —Lo miro de reojo al guerrero—. ¿No estás siendo demasiado cruel? Al menos lo ha intentado, ¿no?
Continúo en tono jocoso:
—¿Y por qué no vas tú a hablar con esa señorita? Con lo que te has reído de nuestro compañero, imagino que tú te sabes de sobra conquistar chicas, ¿a que sí? Enséñale tú, vamos.

Finjo sorpresa cuando me dice eso, inflando los mofletes y poniendo los brazos en jarra, haciéndome la enfadada.
—¿Así que conque esas? —Pero rápidamente abandono ese gesto, para poner otra sonrisa—. ¿Y sabe usted, señorito, que también es mala educación reprocharle a mami? Así que no más abrazos entones.
Digo lo último en tono juguetón, sabiendo de sobra que no se aguantará ni medio segundo más sin darme un abrazote gigante.

—Hehe. 
Cuando se me lanza en brazos de nuevo, lo sobrecargo de ternura otra vez más, antes de despedirme de él.

Me llevo una mano al corazón por el sobresalto al ver a Eris allí parada. ¿Nos estuvo mirando todo el rato? Bueno, da igual.
Las cosas que me explica... No entiendo. Ella y su ayudante son demasiado buenos, ¿por qué todo el mundo parece odiarla? ¿qué es lo que pasa aquí? No sé qué pensar. Estoy demasiado confundida.

—Gracias —le digo, con un nudo en la garganta.
Al final no me aguanto y le doy un abrazo bien fuerte.
—Gracias —repito, esta vez sin poder contener más el llanto. No quiero que Vilfain me oiga llorar, espero que no se escuche del otro lado.
—Gracias. Gracias por todo, Eris. Gracias por acogernos, por lo que haces por nosotros dos, por darme el poder suficiente para hacer dinero y ayudar a mi hijo.
La suelto, pero me quedo apoyando las manos sobre sus hombros, mirándola fijamente con los ojos hinchados y humedecidos.
—Gracias, Eris. Eres una diosa muy buena. No me importa lo que digan los demás, ni me importa lo que piensen las otras casas. Tú eres la mejor y haré lo que sea para pagarte todo esto. Cualquier cosa que necesites, ya sea un favor o sólo conversar, no dudes en pedírmelo. Si necesitas hablar con alguien, si necesitas un oído que te escuche o un hombro sobre el que reclinarte, Vivi estará allí, ¿vale?

Le doy otro abrazo.

Por la forma en que lo dice, tengo sospechas de que no le gusta dar falnas, pero debe haber algo más detrás. Aún no entiendo bien cómo funcionan, pero, ¿será que al otorgarlas, ese poder que deja lo pierde? ¿No le gusta ceder parte de su poder a mortales?

—Se los diré —le respondo sonriente—. Tú descuida, has elegido bien a tus hijitos, lo sé, ¡si los hubieras visto pelear! No te defraudaremos, seremos una familia bien fuerte y te prometo que conseguirás lo que sea que estés buscando. ¡No te desanimes! ¡Me aseguraré de que no te arrepientas de habernos dado esas falnas!

La peliverde estaba observando a sus compañeros y degustó el entremés que le habían ofrecido con total tranquilidad. Incluso hubo un incidente con una persona, pero la muchacha estaba centrada en comer así que lo ignoró un poco debido al hambre que tenía Marianne. Incluso alzó una ceja cuando vio a Gerda ir hacia la joven mientras que Lance se burlaba, lo cual se quedó mirando la situación con un tanto de expectación, aunque estaba muy de acuerdo con Viv. 

—Tú galán aventurero, ve por ella y demuestra como se hace. 

No dijo nada más, es que quería seguir comiendo y en los asuntos de conquistas, era muy mala en ello. Así que prefería aprovechar este tiempo de paz para saciar su apetito, ya que la joven pese a ser bastante pequeña era de buen comer y no supo si más adelante tendría posibilidad de disfrutar de estas delicias. 

Ante la negativa de la elfa, freno en seco mi regreso y agacho un momento la cabeza, con semblante serio paro a reflexionar "De verdad esperaba solucionar las cosas sin violencia. Intentando que viniese con nosotros para que esos tipos la dejaran en paz y ya está, sin heridos."

Me acerco hacia ella y, mirando hacia la mesa de sus "hostigadores", le digo: "No me dejas entonces otra opción, no puedo ignorarlo y dejar que tipos así se salgan con la suya"

Tras lo cual, la toco en el hombro para intentar curar su estado y que así, si mis acciones desembocan en una trifulca, pueda defenderse u ocultarse. Así, empiezo a caminar hacia la mesa de los otros tipos para dejar claras algunas cosas.

Era evidente que aquella elfa tenía varias copas de más, y no quedaba claro si se había negado a acompañar a Gerda por incapacidad de ir de una mesa a otra o porque simplemente no es buena recomendación acompañar al primer extraño que te habla en una taberna.

El caso es que aquella situación se tornó diferente cuando Gerda poso su mano en la elfa y uso sus poderes para desintoxicar a la mujer.  Tan solo había volteado para empezar a andar hacia la mesa de los otros aventureros cuando la elfa volvió a hablar

—Pero… ¡¿Qué has hecho?!.—Increpo enfadada la elfa mientras lanzaba una de las jarras vacías de su mesa a Gerda. La jarra paso a pocos milímetros de la cabeza del enano antes de golpear contra el suelo haciendo que el silencio se hiciera en la taberna. Un silencio que fue irrumpido por el lloro de la elfa, quien se derrumbó sobre la mesa llorando.

—Yo... solo quería olvidar…—Se le entendió decir mientras sollozaba desconsoladamente. Quizá eliminar el estado de embriaguez de la mujer no había sido de las mejores opciones pues, fuera cual fuera la razón de la elfa para beber, parecía querer olvidar algo y ese algo parecía mucho peor que cualquier cosa que un grupo de tontos aventureros hubieran hecho.

Sin mencionar que todo el dinero que hubiera podido gastar con el viejo dicho de “bebe para olvidar” había caído en saco roto tras la acción del enano.

-No gracias, mi ego no es tan grande para pensar que puedo arreglar esa escena. Además no es mi tipo.- Mientras el ataque de risa cesaba y Lance negaba con la mano ante la provocación de las elfas, el enano parecía empeorar la situación por momentos.- Al final el enano va a resultar una buena fuente de entretenimiento.- Comentó para luego dar cuenta de la comida y dar un buen trago de cerveza sin apartar la mirada de las jarras voladoras. Por la mirada en sus ojos, estaba disfrutando del malinterpretado espectáculo y no tenía intención alguna de intervenir.

—¡Pero qué malo eres! —replico a Lance, poniendo pucheros—. Él sólo trataba de hacer una buena acción, sólo que le salió mal por falta de experiencia. No seas cruel.

Suspiro ofuscada, pero se me quita pronto al dar otro traguito de limoncello. La comida es expectacular también e inmediatamente le he pedido a la camarera que me envolviera la mitad para llevar, Vilfain tiene que probar de esto, más ahora, con lo mejorcito que se ha puesto. Lo quiero con su barriguita llena de cosas ricas y nutritivas.

—Así como saltas a defendernos de los monstruos con tu lanza allá abajo, aquí también hay que cuidar de tus compañeros. No es del todo muy diferente.

Quisiera ayudar, pero ¿podría permitirme algunas monedas para pagarle una o dos rondas más a esa muchacha? Estoy muy justa de dinero... Si hubiera sabido lo que iba a pasar, no me pedía el limoncello caro.
Pero no, tampoco voy a malcriar a Gerda, en parte Lance tiene razón, él debería aprender a solucionar la situación en que se ha metido, pero voy a ayudarlo un poquitito, no vaya a ser que meta la pata más hondo todavía.
—Ey, Gerurun —trato de llamar la atención del enano entre susurros, chistándole sutilmente y haciéndole gestos con la mano. Entonces recuerdo lo que ya me han dicho, que soy demasiado entrometida y que me la paso dando indicaciones. Así que... ¿será esta una oportunidad para callarme la boca?
—No, nada. Ánimo.
Finalizo con una sonrisa radiante. Y doy otro sorbito a mi bebida.

Un tanto sorprendida por la escena montada entre Gerda y la elfa, se quedó entretenida mirando aquello porque era toda una prueba de fuego caerle bien a la chica y las habilidades sociales del enano iban descendiendo terriblemente. Además ante el comentario de Lance, Marianne le sacó la lengua como una mera provocación mientras el intento frustrado de ayuda se convertía en un fastidio para la joven de cabellos lila. 

—Vaya, estoy con Viv. No seas malo... Aunque es mejor no meterse en donde no te llaman—agregó quizás de una forma más neutral—. Vaya a saber que le sucede... 

Si quería estar ebria para olvidar, eso podría significar que había perdido a alguien y sería un terreno muy escabroso meterse en ello. Así que era mejor quedar al margen, más aún cuando la comida estaba deliciosa y el plan era conocerse entre el grupo en sí, aunque nunca estaba de más si alguien quería unirse. 

—A ver —digo, carraspeando—. Que nos hemos reunido para aprender más de nosotros y conocernos, y yo hasta ahora lo único que conozco de aquí es este limoncello buenísimo.

Tamborileo con los dedos sobre la mesa, con una pequeña porción de mi paciencia esfumada y las mejillas algo coloradas.
—Gerurun, ya, discúlpate y regresa acá, de ti he aprendido nada más que tus hermanas te pegaban. ¡Cuenta, cuenta! ¿Te llevabas bien con tu papá? ¿Cómo eras de niño?

Luego me dirijo a Mari:
—También me gustaría saber más de ti, que no has contado nada. ¿Cómo te hiciste amiga de ese perrete tan lindo? ¿Hace mucho que lo tienes?

Mi compañeros intentaban llamar mi atención, pero la ofuscación que tenía hacia aquellos tipos era grande y sentía que tenía que hacer algo. La jarra de la elfa fue más efectiva que sus voces para hacerme frenar.

Con la tez con el ceño fruncido, giro mi cabeza para decir. Siento que sufras pero sé por experiencia que esas jarras no te harán olvidar y en ese estado no podrías haberte alejado, si así lo deseas, de lo que está por suceder.

Tras lo cual, reanudo mi camino hacia la mesa de los otros tipos y, al llegar, espeto: "Se te ha debido de caer" Tirando la jarra sobre su mesa (esperando manchar con lo poco de cerveza que quede lo que haya en la mesa) y continuo diciendo "Supondré que ha sido un accidente..." quedándome ahí plantado, en frente de ellos, esperando su respuesta con expresión de estar deseando que den el paso para poder arrancarles la cabeza o que ellos (o la tabernera) me la arranquen a mi, lo que parece más probable mirádolo desde fuera.

Ignorando las quejas de la elfa y los comentarios de sus compañeros el enano camino hacia la mesa de los aventureros que más ruido hacían y tiro su jarra allí. El recipiente volcó en su caída salpicando, pero el impacto golpeo también una de las jarras de los aventureros derribando su contenido.

Los aventureros arrastraron sus sillas para evitar que el líquido derramado acabara sobre ellos y empezaron a quejarse. Aunque había uno en concreto, el que parecía llevar el lideradgo del grupo que fue el primero en gritar al enano.

—¿Tu, bastardo, quien coño te crees para venir con esos aires?.—De pelo cenizo alborotado, metro setenta de altura, camisa de cuero tintada con algunas algunas placas de armadura y pantalones tachonados tenía una espada corta junto un cuchillo corto en el cinto, pero por el momento no parecía suficiente borracho como para usarlos.

—Eso no ha sido un accidente, quien tuvo un accidente fueron tus padres al tenerte y tú al venir aquí.—Dijo mientras se colocaba a la cabeza de sus hombres.— Ven aquí tullido, te voy a enseñar un par de cosas.—Agrego mientras se lanzaba a golpear al enano con su puño.

Mientras todo aquello ocurría y la pelea comenzaba el resto pudisteis ver como la posadera se llevaba una mano a la cara como si estuviera cansada de lidiar con aquellas situaciones pero no fuera a decir nada al respecto. Si habia que quedarse con el lado bueno, parecia que aquello se habia convertido en una pelea de borrachos uno a uno, pues los compañeros del otro aventurero simplemente se apartaron lanzondo algun que otro vitor a su compañero.

¿Y que hay de ti? Espeto de forma retorica.

Tras encajar su golpe, le contesto con otro de mi parte para que sepa que no me quedaré parado recibiendo sus ataques y vuelvo a decir: ¿Se supone que tengo que pedirte permiso para existir?, ¿Te crees mejor que alguien con esa mierda de creencias en tu cabeza?

«¿Está loco?» pensó Marianne al ver como Gerda se dirigía hacia ellos e incluso se incorporó de la silla por sí algo malo sucedía. No le gustaban esas actitudes, ella había aprendido que no es necesario meterse en donde no te llaman porque las cosas no terminan bien y esto era una prueba de ello. Así que por esa razón, se quedó de pie con un gesto muy serio observando la situación. Si su compañero tendría que estar a los golpes, lo dejaría sin más porque en parte se lo había buscado, el asunto es si se agregaban más. 

Aunque en su fuero interno, sí que se lamentó de no tener una comida en paz. Más aún cuando quería conocer a sus compañeros y arreglar los asuntos a la hora de entrar en combate, más que nada para no cometer los mismos errores. Pero de momento, al menos por ahora, esto será más que imposible. 

-Soy horrible lo sé, pero tranqui, intervendré si la cosa se pone fea.- Bromeo hacia las elfas quienes tampoco parecían con demasiada intención de meterse. En ese momento el enano hizo algo más inesperado aún, sin sentido para Lance, pero a quien le importaba eso cuando aquello empezaba a caldearse.

-Joder, lo mejora por momentos- Con una sonrisa emocionada Lance se levantó del asiento cerveza en mano para acercarse a la pelea, pero no para pelear, si no para ver mejor. Siendo su mayor aporte al combate el de apartar una mesa para dejar más hueco a los implicados y aliviar así los destrozos de la propietaria.- ¡Levanta esos puños Gerda, demuestra lo que vales! 

Claramente el joven no tenía intención de intervenir mientras fuera un uno contra uno o no viera muy apurado a su compañero. Si alguno de los otros aventureros intentara unirse o apoyar de algún manera recibiría un buen puñetazo, y si Gerda se encontrará en peligro detendría la pelea, al menos no era tan cruel como para dejarlo tirado si ese fuera el caso.