Partida Rol por web

De esa forma, después de pagar al hombre de la tienda quien te envolvió en un paquete la armadura para que la trasportaras, saliste de la tienda con el fardo bajo el brazo. Tras la despedida de Vivienne sacaste la nota donde habían escrito la dirección de la casa de los herreros que, ahora que lo pensabas, no sabías de que dios era.

Tu ceño se frunció levemente, quizá por ser el punto de ubicación más lógico y fácil, la nota te encaminaba hacia la gran torre que coronaba el centro de la ciudad y que estaba erigida desde el calabozo.  

Con paso tranquilo y toda la mañana por delante empezaste a caminar hacia aquel lugar, por lo que entendías de la nota la casa debía estar en casi el extremo opuesto de la ciudad a donde te encontrabas, pero no podías estar seguro de ello hasta que no llegaras a la torre, donde empezaba la primera instrucción de guía.

Así, cuando llegaste a la base de la torre y empezabas a rodearla buscando la avenida en cuyo centro había una estatua en honor a la diosa Freya cierto jaleo llamo tu atención. Gritando cerca de una de las salidas de la torre se encontraba Nal’vi, increpando a un grupo de tres aventureros.

La joven parecía tener un corte en el antebrazo derecho pero no parecía tener ninguna herida más. Los aventureros por otra parte tenían sus armaduras de cuero rasgadas y roídas, con varios cortes. Sus caras y ropas estaban cubiertas de suciedad, como si hubieran tenido un gran problema abajo del laberinto.

Te quedaste mirando desde la distancia y podías escuchar como la joven herrera increpaba al grupo de novatos, locos, mentirosos, mentecatos, descerebrados, y una retahíla tan larga de palabras despectivas que incluso algunos otros aventureros que iban dirección a la torre se habían detenido a escuchar y reían levemente al ver como los aventureros se encogían intimidados ante una herrera que parecía no tener necesidad de interrumpir sus palabras para tomar aire.

Tras unos momentos que para aquellos aventureros debieron ser infinitos, la herrera finalmente dio un grito y se volteó hacia tu dirección para marcharse echándose al hombro su mochila.

Si bien en un primer momento podría ser una buena guía para llegar a la casa de su familia, no parecía estar de un humor precisamente bueno…

Asintió con respecto a todos los comentarios y puntualizó en uno principalmente. 

—Desconozco si hay un conflicto interno entre los dioses que excede a nuestro conocimiento, pero como bien has dicho cada uno es responsable de las decisiones que toma—dijo al resaltar aquello—. De momento en mi situación, pese a la mala fama que tiene mi familia lo que estoy buscando es entender un poco toda esta historia y quizás confiar un poco más en Eris. 

Se sintió acompañada por las chicas, así que soltó aquello con total sinceridad ya que no confiaba en aquella diosa. Si bien parecía tener una estrecha relación con Viv, no se había mostrado cercana con los demás y eso impactó bastante en el corazón de Marianne que estaba llena de ilusiones con respecto a formar una familia y crecer todos juntos. 

Ya después cuando mencionaron a una de las rebeldes, alzó una ceja y pensó sobre ello. Dudó que estuviera muerta, posiblemente supo esconderse bien. 

—¿La conocen? ¿Saben cómo es su apariencia? 

Quizás se la había cruzado, quizás no, pero era importante tener en cuenta estos detalles porque si se la cruzaban en las mazmorras, iba a ser para problema. Al menos estar al tanto para actuar en consecuencia, la peliverde era una persona muy correcta pese a todo. De todos modos la enfermera habló sobre Vendaval y asintió, era hora de salir. 

—Bueno es hora de retirarme, muchas gracias—comentó con una sonrisa más animada—. Espero verlas pronto, será bonito volver a charlar o trabajar juntas. 

Sin más, se despidió de las chicas y caminó por las calles con tal de regresar a su nuevo hogar. 

Cruzarme con la herrera con la que me había hecho ilusiones de firmar contrato a futuro en ese estado de ofuscación no era la forma en que me había imaginado mi segundo encuentro con ella. Sin embargo ignorarla tampoco me parecía una buena idea.

A primera vista, parece que bajó al laberinto con unos aventureros que fingieron ser más poderosos de lo que eran y, a consecuencia, Nal'vi se vio envuelta en algún tipo de problemas ahí abajo. "Vaya, casi casi como lo que pensaba hacer yo. Bueno, este encuentro al menos me quita de la cabeza la idea de cagarla de la misma manera. Si quiero lograr que un buen herrero firme conmigo, primero he de ser digno de ello. Ni si quiera subí de nivel como mis compañeros... no tengo crédito para hacer nada."

Justo cuando se acerca intuyo que se dirigirá a su casa y me giro hacia ella para decirle: Parece que la futura mejor herrera de todo Orario ha tenido una mierda de día... Para luego sonreir intentando cambiar su ánimo y añadir Me dirijo hacia tu casa a pedirle a un compañero tuyo que me ajuste su armadura. Explico mientras señalo la armadura.

Me encantaría que fuera algo de tu arsenal pero no soy tan... "descerebrado" como para creerme con suficiente renombre para poder optar a tus creaciones. Por otro lado, mañana no quiero ir desnudo al laberinto, ni pedirte a ti algo loco sin haber demostrado antes mis capacidades. Suelto aludiendo a los tipos a los que acaba de dejar en la plaza. ¿Vas para tu casa?, ¿Podría acompañarte?

-Supondré entonces que no sois de esa gente taaan mala - No había bajado la guardia ni lo iba a hacer, pero tras fijarse en los detalles del lugar, una conclusión lógica era que no serían peligrosos para él en tanto no se metiera en sus asuntos, cosa que estaba dispuesto a hacer ya que amablemente lo iban a sacar de aquel laberinto…aparentemente. Además, tratos ilegales ocurrían en todas las ciudades.

-En serio el tipo que diseñara este barrio estaba mal de la cabeza, ¿Cómo mierdas os orientáis en este sitio? ¿Te subes a un edificio y memorizas las calles? ¿o tenéis alguna marca para guiaros?- Mientras seguía al traficante Lance iba echando un ojo a sus alrededores, aun no había descartado la emboscada y ya de paso podía intentar buscar algún tipo de marca que le indicase como se podía guiar allí. 

—Cuidado, amor, no vayas a pegarle a nadie con eso, mira para adelante.

Finalmente encuentro un par de sitios apropiados para vender, pero, ¿cómo saber si me los aceptarán? Ni siquiera tiene sentido pensar quién me pagará más por ellos sin antes averiguar siquiera si puedo venderlos.
Veamos... Hay uno que claramente es más desordenado, pero eso no significa nada, yo soy muy desordenada también y nadie lo supondría a primera vista. En la casa de empeño tal vez pueda regatear un poquito más, en la librería seguro tiene un precio fijo por cada ejemplar y no habrá mucha chance de negociar, ¿o sí? Tal vez existen más posibilidades de que el librero ya tenga lo que le ofrezco, que después de todo son de lo más comunes; en cambio, en el otro sitio me podría dar un precio diferente si no los tiene en el inventario.
—Hmm... —pienso en voz alta—. Difícil, difícil. De última trataría de averiguar en los dos lugares, pero ni que les estuviera vendiendo artefactos legendarios, son libros sosos, estoy más interesada yo en venderlos que ellos en comprarlos y es obvio que no competirán entre sí.
Me quedo distraída mirando a Vilfain jugar, mientras pienso qué hacer a continuación. En mi situación actual, cada valis cuenta.

Pensativa frente las dos tiendas empiezas a meditar sobre en qué deberías fijarte. No tardas mucho en comprender que lo que deberías buscar es alguien que te vaya a comprar esos libros. Por tu experiencia la gente de las tiendas, a no ser que se dediquen a ello como las casas de empeño, no suelen comprar objetos de segunda mano.

Así, la librería no parecía ser la opción óptima y, la otra tienda, si bien desordenada, si tenía un cartel sobre la compra venta. Allí probablemente no tendrías problema en vender los libros.

Ante tu suposición en voz alta el joven exhibió una sonrisa gatuna.

—Bueno… Todo el mundo tiene su parte miuala, pero no, algunos no somos tan miuuualos.—Comenta aun sonriendo mientras empieza a dirigirte por las calles.

—Tan loco para poner su nombre al sitio.—Responde tranquilo antes de detenerse y darte un toquecito en el hombro para girar hacia un lado.—Miauscalar ayuda a veces, pero solo hay que fijarse.—En es momento señala a un extremo de la pared cercano al suelo, donde puedes ver marcado con tiza ocre poco distinguible con el propio color de la pared, una flecha  hacia el camino que estáis llevando.—Pero solo salida, única miaundicación aquí.

Así, tras unos cuantos minutos de callejones finalmente llegáis a un callejón que sale a una de las calles más anchas. El joven te señala hacia un lado de esta.

—Listo. Por allí y de frente por la miauvenida. Sin perdida.—Informa el joven que se queda mirándote durante un momento.—Eres miauturero ¿Verdad? De esos con ayuda de los dioses… ¿Bajas a menudo al laberinto?.—Algo te decía, que el joven no te había guiado solo por amabilidad, posiblemente buscaba algo a cambio.

—¡Que forma de cortar el rollo Airmid!.—Suelta sin vergüenza alguna la joven convaleciente ganándose una mirada seria de la enfermera y empezar a reír por ello.

Así, tras despedirte de ellas y bajar por las escaleras tu compañero can te saludo en cuanto pasaste la puerta. Agitando el rabo de un lado a otro al avistarte y sentado cerca de la puerta había llamado la atención de unos cuantos viandantes que se habían quedado mirando al lobo. Después de todo no era muy común ver una criatura de ese tipo en medio de la ciudad.

Reanudando tus pasos hacia tu hogar no tardaste mucho en llegar a la entrada la cual abriste momentos antes de escuchar un estruendo justo detrás de ella. Aun en el rellano te quedaste algo confundida al ver como en el suelo había caídas unas escaleras trasportables y, aun mas extraño, de la parte superior de la puerta colgaban unas piernas que no tardaste en identificar.

Asomando de la parte superior de la puerta podías ver los pies de Aranis, quien posiblemente había estado subido en las escaleras que ahora habia en el suelo pero, de alguna forma, había conseguido quedarse allí arriba aun sin las escaleras.

—¡Ah!, pensaba que tardaríais algo más en llegar… Dame un segundo.—Después de un momento el hombre se soltó cayendo sobre la madera del suelo.—Ah, Marianne, el resto ha salido a dar una vuelta. El último en salir fue Lance, decía no sé qué de ir a comprar junto a todos pero que os habíais ido sin él.

Mientras hablaba se había echado a un lado para darte paso y se disponía a recoger la escalera.

—¿Qué tal el paseo?—Pregunto con la escalera ya retirada y limpiándose las manos con un trapo.

Si bien la mirada inicial que la joven te dirigió fue con el ceño fruncido y una mirada feroz, en cuanto distinguió quien eras su rostro se suavizó.

—Una GRAN mierda de día a decir verdad. No sé qué son más, idiotas o avaros, pero casi la palmo por sus brillantes ideas.—Exclama aun enfadada antes de dar un suspiro y volver a fijarse en ti.— Tú eras el enano del otro dia ¿verdad? De la familia Eris  Lo siento no soy muy buena para los nombres.—Se justificó  antes de empezar a escuchar tus razones y calmarse levemente por tus palabras.

Cuando hablaste fijo su mirada en la pieza de armadura que llevabas y asintió.

—Eres libre de acompañarme, pero no sé si seré buena compañía ahora, esos bastardos me sacaron de quicio.—Argumento farfullando.—No es problema de tener renombre o demostrar capacidades, mientras no seas un suicida y quieras invertir no le hago ascos a un cliente pero...

La joven miro con más detalle tu armadura antes de soltar una pequeña sonrisa.

—Veo que como has dicho primero tienes que tratar con un compañero mío… y no precisamente de los más afables.—Dijo antes de reír.

Con guía hasta la casa Ptah, el camino se hace mucho más ameno. Sobre todo cuando escucho su risa y me hace pensar que al menos la he ayudado a cambiar aun que sea un poco su ánimo, no pensando en los problemas que acaba de pasar.

Además rio yo también al ser la segunda persona que me avisa de lo mismo sobre el tal Dolphin y contesto El hecho de que ya sois dos los que me habéis avisado hace que tenga más curiosidad aún. ¿Algún consejo para hablar con él?

El camino no parecía muy largo y algún consejo de como tratar con ese herrero tan distópico puede ser provechoso. Siempre y cuando a Nal'vi no le de por echarse unas risas a mi costa.

Antes de que responda añado Aun que con el miedo que me estáis dando cada vez me queda más claro que el próximo pedido tengo que ir directamente a ti. A ver si esta incursión se nos da aún mejor que la de ayer y puedo encargarte pronto algo digno.

Tras despedirse del dúo con un saludo amable, avanzó rápido por el pasillo con tal de encontrarse con su compañero animal. Ese mejor amigo peludo que amaba con todo su ser y ya junto a él avanzaron hacia la casa en donde vivía junto a la Diosa Eris así podía descansar un poco. Una mañana muy interesante estaba siendo y más aún lo fue cuando al ingresar al lugar, se encontró la escalera desmontada junto a un par de piernas patas para arriba. 

Al ver segundos más tardes que era Aranis, lo saludó con una sonrisa. 

—¿Necesitas ayuda con esto?—dijo al señalar la escalera—. Muy bien, necesitaba despejarme. Así que ha salido Gerda y Viv por un lado, después Lance solo. ¿No? 

Ya dispuesta a ayudar, se acercó. 

—Todo bien. ¿Qué pasó?

—Muy bien, entremos.

Respiro profundo y me meto en la casa de empeño, con Vilfain detrás. Trato de no mirar mucho alrededor para no descubrir cosas que me puedan interesar, que he venido a conseguir dinero y no a gastarlo. Me conozco, donde vea alguna chuchería bonita o útil me darán ganas de llevármela. Pero... ¿y si de verdad resulta ser algo que sirva?

...

—¡Buenos días! —saludo con una gran sonrisa, en voz alta para anunciar que hay alguien esperando en mostrador.

Descargo la bolsa, presentando los libros que traigo. Además del vestido que me cambié hace un rato, eran las últimas pertenencias que me quedaban, pero no me da pena deshacerme de ellos, ya llevo tiempo sin apegarme a las cosas materiales.

—Em, quería saber cuánto podría darme por estos ejemplares. —Titubeo un poco, apoyando las manos en el mostrador e inclinándome un poco hacia adelante, la túnica de kobold no deja mucho escote, pero da igual—. ¡Son originales! Puedes fijarte en el encuadernado y además tienen sello de la primera editorial en la portada. Además están bien cuidaditos, casi como nuevos.

-Definitivamente, creo que mientras no me acerque a este barrio el llegar a la torre no tiene demasiada perdida. La próxima vez que nos veamos por la ciudad recuerdame que te invite a una copa..- Comentó al ver la luz al final del laberinto, sinceramente había sido una experiencia interesante, y productiva si había aprendido alguno de los trucos para escapar de allí.

Ya estaba dando un par de pasos hacia la avenida cuando la pregunta le hizo girarse al chico gato.

-De esos aventureros que esperan bajar mucho en un futuro cercano- Respondió dando a entender que si tenía intenciones de incursionar bastante, pero no le apetecía decir directamente que era un novato con solo una entrada en sus espaldas.- Pero supongo que no preguntas por curiosidad,  asique dispara lo que tengas que decir, pero te aviso que estoy pelado.

—No te andes con rodeos.—Respondió la herrera sin casi meditar sobre el consejo a darte.—Dolphin es un tipo al que no le gusta perder el tiempo, pero se suele cargar de más cosas de las que puede abarcar. Sé directo, dile a lo que vas y si no te pregunta nada déjalo estar.

Ante tu última frase la enana se encogió de hombros mientras tomabais la avenida caminando hacia la casa de la familia de la herrera.

—Siempre que el pago sea justo no tengo problema para trabajar, ya sea el más famoso de la ciudad o el más desconocido mis tarifas son las mismas, no discrimino.—Luego se queda mirándote cuando hablas de la incursión.—Ajá, ¿Entonces el laberinto ya os puso a prueba? Que tal la primera impresión, ¿Hasta donde llegasteis?

—Ah!, no te preocupes. —Dijo ante tu propuesta de ayuda mientras levantaba la escalera del suelo y la apoyaba contra una de las paredes sin mucho problema.

Cuando preguntaste obre lo ocurrido se encogió de hombros mientras aún seguía limpiándose las manos.

—Mantenimiento de la casa.—Agrego tranquilo.—A decir verdad cuando volvimos ni si quiera pensaba que esto seguiría en pie.—Añadiendo aquello señalo hacia la parte superior de la puerta que daba al exterior. En la parte superior ahora había algo parecido a un farol. Seguramente Aranis estaba colocándolo cuando llegaste.

—Como técnicamente no puedo bajar al calabozo por el momento me tengo que entretener de alguna forma, y supuse que arreglar las cosas que se han ido rompiendo en la casa por el paso del tiempo que estuvo desocupada seria una buena inversión.—Puedes notar como un pequeño escalofrío recorre al hombre.—Tenias que haberla visto el primer día que llegamos Eris y yo, casi muero de asfixia por la cantidad de polvo.

Cuando entraste en la tienda pudiste observar como el interior era desordenado no solo en los primeros pasos. Toda la tienda parecía ser más almacén que tienda… y no un almacén bien estructurado. Las estanterías con objetos al borde de caer al suelo, cajas llenas de objetos sin orden alguno aparente. Incluso en el mostrador solo quedaba un pequeño espacio pues gran parte de este había sido ocupado por objetos.

Cuando saludaste pudiste escuchar como una voz detrás del mostrador pero sin llegar a ver a nadie.

—Un momento, un momento.—Tras unos momentos en los que escuchaste como se arrastraba algo finalmente una cabeza se asomó detrás del mostrador.

Quien estaba allí parecía ser un enano o quizá un gnomo. Con la cabeza calva pero abundancia de bello en sus cejas, barba y vigótes de color blanco miró la bolsa y empezó a sacar los libros. Tras observarlos durante un momento hablo.

—¿Dinero o intercambio?.—Pregunto apartando la mirada del libro que tenía en la mano y fijándola en ti.—Setenta valis, coger un objeto de aquel cajón de allí o un par de libros de allí —Dijo señalando un cajón de madera bastante grande  en el que probablemente podría entrar Vilfain y una de las estanterías más lejana a la puerta.

El hombre se quedó esperando tu respuesta aun con el libro en la mano, no sabías que clase de negocio tenia aquel hombre, pero ya de por si era extraño que diera a elegir tres opciones incluyendo otros objetos de la tienda como pago.

—Miaurecto ¿eh?.—Dice mirándote con una sonrisa taimada.—Miuagusta.

—Si no tienes miunero esto nos puede beneficiar a los dos.—Dijo ante tu aclaración de estar pelado.—Conozco cierta gente que estaría interesada de conseguir ciertas cosas de allí abajo. Cosas por las que no pueden poner un miaununcio en el gremio.

Dijo lentamente como si quisiera que siguieras el rumbo de su conversación.

—Nada miaulogroso.—agrego intentando tranquilizarte por si sus palabras habían podido activar alguna alerta en ti.

—Si vas a ir ahí abajo y puedes traerme algunas de esas cosas, esa gente miaugaría miaubien.—Menciona llevándose las manos a la espalda y encorvándose ligeramente  hacia delante esperando tu respuesta.—Antes las traía otro aventurero pero…Dejo el miugocio.—Dice encogiéndose de hombros.

Directo y al grano. Repito seriamente y en mi cabeza planteo lo que le diré "Sr. Dolphin, he comprado esta armadura y me han dicho que recurra a usted para ajustarla." antes de enfatizar Lo capto. para luego sonreir agradecido por su consejo de nada de rodeos, como... ¿Suele ser habitual en mi?, ¿Lo habrá dicho por que doy esa impresión?.

Al preguntar por la incursión de ayer, alzo mi cabeza intentando recordar todos los detalles antes de contestar: Creo que nos defendimos bastante bien de la situación, nuestro objetivo no era bajar pisos si no acostumbrarnos como equipo. Aun que nos fuera sencillo, sería imprudente bajar mucho sin saber coordinarnos primero a la perfección. 

Respecto al piso, sería difícil decir hasta donde llegamos pues bajamos un túnel intentando rescatar a unas aventureras de la casa... Eufomia o algo así que habían sido atacadas por monstruos. Al final todo salió bien y, como no ha habido grandes dificultades, mañana volveremos a practicar nuestros estilos conjuntamente.

Tras la explicación empiezo a pensarlo y me digo a mi mismo: "vale, puede que si sea de dar demasiadas explicaciones. Aun que no es fácil resumir todo lo sucedido."

—No te preocupes, prefiero ayudar y de paso me cuentas sobre esta casa. Me interesa. 

Rápido dejó su arco y el carcaj, así se disponía a ayudarlo. En verdad le interesaba conocer todo sobre aquella gente, entender su pasado y comprender el motivo por el cual todo se fue tan lejos la situación, más aún el repudio general que había en los alrededores con respecto a esta familia. 

Ya había escuchado un poco de los demás, pero era momento —ya que estaban a solas—de saber un poco más. 

—Siento que al ser parte, debo conocer la historia que hay detrás de esta familia. Sé que tú puedes contármela. 

Ah, es un enano. No puedo usar mis encantos en un enano, no tienen esa clase de gustos la mayoría. Aparte me acabo de dar cuenta de que hacerlo delante de Vilfain es feíto, por más que lo impere la necesidad, no puedo tener tanto desparpajo.

—¿Cambio? —pregunto con curiosidad, para luego acercarme al cajón que me indicó. 
No me interesan esos libros así a primera vista, es muy probable que ya estén disponibles en la casa de Eris, así que voy a hurgar esto. Es divertido, se siente como cuando era pequeña y tenía mi baúl de juguetes.
—Debería pensarlo primero, ¿qué es lo que hay en el cajón?