Partida Rol por web

Roderigo, al ver que uno de los rufianes ya estaba fuera de combate, decidió tomar parte en el asunto. Habiendo captado la atención de los rufianes, pero sabiéndose casi manco en combate, Roderigo se limitó a insultarlos y gritarles para procurar distraerlos e incluso provocar que fueran hacia el.

-Eh rufianes, mi abuela lo haría mejor, y está muerta. Tener que atacar entre tres al mismo hombre..., habrase visto tal cobardía... venid aquí si tenéis valor. PApapaPAAAAAAAAAAAA (onomatopella de gallina cacareando)

Ernesto ve que uno de los dos pendencieros intenta atacarle. Se atemoriza y se queda paralizado, pero por suelte el golpe no consigue alcanzarle.

Un momento después, el caballero atraviesa el pecho de uno de los vándalos que queda en el suelo más muerto que vivo. El cortesano vuelve a sentirse inquieto y atemorizado, ver aquel pecho manando sangre le recordó a si mismo en Ibarrela... Entonces las burlas de Roderigo consiguen sacarle de su trance para hacerle volver a la realidad de la pelea: Uno de aquellos hombres (si se les podía llamar así) acababa de intentar matarle, así que en un arrebato de furia Ernesto arremete contra él.

Ernesto clava su cuchillo con saña en la cara del hombre desfigurándole la cara y casi matándole en el acto. Al retirar su cuchillo, un chorro de sangre sale del agujero que tiene el hombre en la frente, poniendo el suelo de madera perdido.

" A la tercera va la vencida - pensé -"

Aguanté la respiración, fijé el objetivo en mi cabeza y solté el dedo de la cuerda. La flecha salió dispara y esta vez si que acertó en el blanco, haciendo mella en el bandido que aún quedaba en pie (si no contamos al que tiene un sangrante agujero en la cara, claro está.

- Toma esa, malandrín!! - dije enfervorizado mientras colocaba otra flecha en el arco

Ahora sí el arco de samuel silba y acierta, el flechazo es indiscutible, perfecto. Se clava en el vientre del hombre (Pendenciero 3), el cual cae al suelo y empieza a revolcarse por él como si fuera un poseso,agarrándose el vientre,  fuera de combate .

El Pendenciero 2 que está muy grave  consigue esquivaros y salir a toda prisa por la puerta de la taberna, huyendo como una damisela en apuros.

Quedan por tanto, el Pendenciero 1 más muerto que vivo con el pecho atravesado y el Pendenciero 3 vivo y consciente retorciéndose de dolor en el suelo, con el vientre atravesado por una flecha de Samuel.

La doncella, libre de sus captores se arrodilla ante el caballero y ante el grupo.

De rodillas - Mil gracias a sus mercedes. Me habéis librado de estos secuestradores. No tenían ningún derecho a retenerme. Gracias, gracias , gracias! . No tengo nada de valor que daros pero juro por Nuestra Señora la Virgen que tanto yo como mi amado ¡os estaremos eternamente agradecidos!

Aleixo da un sonoro resoplido de disgusto.

- Buen tiro, muchacho... - apremia a Samuel. - Pero la próxima vez que se te ocurra la idea de sacar un arco en una taberna mejor te cortas la mano. Podrías haberle dado a cualquiera...

En seguida el Caballero repara en la doncella. Le tiende la enorme y callosa mano y le ayuda a alzarse del suelo

- Levántese señora... ¿se encuentra usted bien?

En un segundo repara en el desaguisado que se ha montado en la Taberna.

- Maldita sea mi estampa. Habrá que dar sepultura a estos desgraciados. - Con las mismas propina una patada al secuestrador que se duele de la flecha en el estómago. - Tú... o te levantas o te entierro junto a tu amiguito. Pero aquí no te puedes quedar.

Aleixo habla con total desprecio a los bandidos... con fastidio. No quería haber llegado a tanto pero de nuevo las circunstancias no hacían más que sembrar su camino de cadáveres. Demonios... la herida aún le sangraba. Tendría que ponerse un paño húmedo o algo... 

Se levanta de la mesa - hasta entonces había permanecido sentado - Excelente combate camaradas, veo que Ibarrela os ha endurecido. - se acerca al caballero y le saluda respetuosamente - Buen día tenga su merced, hacía tiempo que no veía luchar a alguien de la manera en la que vos lo habéis hecho. ¿ Santiaguista quizás ?- coloca su bota sobre el vientre del hombre que no deja de retorcerse , mientras se dirige a la dama - Señora, ¿ por qué os tenían secuestrados estos hombres ? me han parecido más que vulgares pendencieros de taberna, no cabe duda de que saben manejar una espada. ¿ Os habéis metido en algún lío ? - Este Don Carlos nunca dejará de sorprenderos.

- Mi nombre es Ana de Fonsalba, hija de Don Pedro de Fonsalba, Barón de Narvarte.

No hizo falta disparar más así que guarde de nuevo las armas y me acerqué al desgraciado que se retorcía en el suelo con una flecha en el vientre. Le pisé la muñeca para que soltara de una vez el arma, aunque no pareció notar mucho el dolor, la herida del vientre lo mataría en una horas, tras una lenta agonía. El caballero había luchado valientemente y gracias a nosotros se había salvado, aún así se resistía a tener unas amables palabras para sus salvadores.

- Señor, quizás hubierais preferido que me hubiera quedado mirando como esos pendencieros os sacaban los ojos - dije visiblemente ofendido - Sepa vuesa merced que ha sido Don Antón, Vizconde de Muel, aquí presente - dije señalando a mi buen señor - quien os ha asistido en esta reyerta, yo no soy más que su humilde servidor... por cierto, estais herido ¿aceptareis nuestra ayuda con eso o preferis que nos cortemos la mano?

Y allí estaba otra vez Don Carlos llevándose la gloria ¿donde estaba él cuando murió Kalev? ¿y donde se había metido ahora mientras ayudabamos a salvar a la doncella? Tanta galantería pero los siervos teníamos que hacer todo el trabajo. Fruncí el ceño, enfadado por la actitud de Don Carlos y por haber fallado dos veces antes de tumbar al bandido.

El vizconde había estado observando la pelea, impotente. Si un arma y con su brazo en aquel estado poco podría haber hecho, pero sonrrió al ver como se habían desenvuelto sus compañeros y al ver que nadie había salido gravemente herido.

Halla paz-dijo Antón poniendo la mano sobre el hombro de Samuel. Aunque claramente estaba de parte del muchacho no había por que complicar las cosas con un caballero de la orden. Se dirigió entonces a la joven- Entiendo por vuestras palabras que estos hombres os habían secuestrado por vuestra posición social, ¿no es asi? 

Tras aclararse la voz muy nerviosa - Sí y no mi Señor. Mi linaje me ha traído mi desdicha, pero estos hombres me han secuestrado a orden de mi propio padre.

Muy sorprendido - ¿ Vuestro propio padre decís ? ¿ pero qué clase de Padre es el vuestro que manda secuestrar a su hija ?- mirando hacia abajo al pendenciero empieza a entender- Este no es un pendenciero verdad, sino uno de los soldados del Barón. de Vuestro Padre.

El combate había terminaod, pero Roderigo seguía tenso, y es que uno de los malhechores había escapado.

-Por Dios y por la Virgen, que uno se nos escapa y nos va a causar problemas como los de Ibarrela, ya lo veréis. Samuel, intentad abatirlo con el arco.!!

Temome que esto necesita una explicación un poco mas larga. Pero vaya si este lugar ha quedado hecho unos zorros... Sentaos con Don Carlos y en seguida podremos hablar. Samuel, Ernesto atrapad a ese hombre... pero intentad que no se os muera-Se dirigió entonces al caballero- Buen señor, ¿que pretendeis hacer con estos hombres? No podemos dejarlos aquí tirados...-dijo aun sin sentarse pese a que la pierna aun le molestaba un poco cuando permanecia mucho tiempo de pie.

- Como digais, mi señor - respondí bajando un poco la cabeza

Me calmé un poco con la llegada de Don Antón, pero es que de verdad me molestaba cuando no se reconocía la ayuda prestada. Claro está, que había que dedicir que hacer con esos bandidos.

- Mi señor, a este de aquí - le propiné un puntapie en las costillas al pendenciero ensartado - podemos asistirlo para que estas gentes puedan colgarlo por sus crímenes. Así tendrás lo que te mereces, malhechor!! - le escupí en la cara - Al otro podemos darle sepultura, como ha dicho el caballero, que sea Dios quien lo juzgue por sus pecados.

El gesto de Aleixo se endureció. No iba a tolerar aquellas palabras de aquel tipo. Esta gente no sabe lo que es el respeto a la nobleza y vive dios que si se lo tenía que enseñar a las malas así sería. Afortunadamente su señor intervino aportando algo de calma y reprendiéndole ante su falta de respeto. El tal de Muel parecía un buen señor, a todas luces. Igual que el viejo de hablares tan afectados. En cualquier caso aquel vasallo necesitaba un correctivo pero esa no era tarea de un Caballero de la Orden de Santiago.

Aleixo devolvió la espada a su vaina con pesar. Si aquellos a los que había abatido eran hombres del Barón aquello podía complicarse. En cualquier caso los malhechores le habían atacado primero por lo que no habría problema de cara a justificar su defensa. Pero si la muchacha desobedecía a su padre, más le valía tener una razón de peso o sería el propio Caballero Santiaguero quien la devolvería de los pelos si hacía falta a manos del Barón.

- Exacto, muchacha... explícate o seré yo quien te devuelva a manos de tu padre. ¿Cómo se te ocurre desobedecerle? ¿Qué es lo que ha pasado?

Una ligera punzada le recordó su herida. Requería un paño limpio.

- ¡Tabernera...! - tronó la voz del Caballero. 

Los dos fulanos de la taberna, Gorka y Ostatxu, recogen sillas y mesas, ella lleva a Aleixo un paño y se arrodilla a limpiar el suelo mientras él, se dedica a terminar de recogerlo todo.

Escucháis como el hombre al que Aleixo había abierto el pecho emite un gorgoteo y muere.Mientras tanto, el del vientre herido intenta hablar y sólo consigue decir : - Está loca...se ha escapado del castillo su padre nos contrató...