Partida Rol por web

- Penitenciagite... - pensaba el Caballero, - ... penitenciagite... - Aquella penosa caminata seguro era un castigo impuesto por el altísimo por todos sus pecados. O por lo menos por los más recientes. La muerte de aquel hombre en la taberna... su falta de piedad para con los falsos mendigos. Don Carlos tenía razón, después de todo... no era cristiana la actitud de Aleixo pero su condición humana le traicionaba una vez más. Aquellos bandidos se habían mofado de él y por lo tanto lo habían hecho también de la Cruz de Santiago. De buena gana habría cruzado al trote por el puente rebanando sus cabezas con su amada espada. Malnacidos... - demonios... otra vez la ira... penitenciagite, Aleixo... peniteciagite.

La noche caía como un ave de presa sobre su víctima. No dormirían bien al raso... no ellos. No allí. Habría que buscar un sitio a cubierto y hacer guardias.

- No tiene sentido continuar... deberíamos buscar un sitio para acampar y continuar de amanecida.

Caminando va el grupo(menos al archiafortunada de Ana) en silencio, cada uno con sus pensamientos cuando Roderigo que abre el grupo con una de las antorchas, tan distraído camina que mete el pie en un hoyo, con tal mala suerte de que el pie queda enganchado mientras el cuerpo intenta continuar andando, con la inevitable consecuencia de que se tuerce el pie y cae de bruces. La antorcha cae rodando hacia el lado izquierdo, sin mayores consecuencias.

Roderigo lanza un grito de dolor, teméis que se haya quebrado el pie, por suerte no es un caballo y aunque haya sido así, no será sacrificado.

Estáis yendo en auxilio  de Roderigo cuando a vuestra espalda la luz que proporcionaba la antorcha de Samuel desaparece, al giraros extrañados, descubrís que el propio Samuel también ha desaparecido sin dejar rastro.

Antón se quedó estupefacto con lo que acababa de ocurrir, nadie desaparecía así por que si sin hacer ruido y en tan solo unos segundos. Pensó en si el también habría caído en una zanja en el linde del camino.

-Ernesto, no te alejes pero mira por si vieras a Samuel...espero que no haya caído en otro agujero...-dijo mientras se acercaba a Roderigo para mirar su pie y ver si le había ocurrido algo grave. Aunque sus pensamientos estaban en aquella inesplicable desaparición.

Aleixo maldijo para sí la torpeza de aquel hombre. ¿Cómo era posible que el mismo que lleva la antorcha sea incapaz de ver por dónde pisa? Cuanta estulticia... De repente la luz de retaguardia se apaga y no hay rastro de Samuel. ¿Una emboscada...? Si es así están vendidos.

El Caballero de la Orden de Santiago cambia el rumbo y decide que es más importante socorrer la antorcha de Roderigo antes que al torpe de su portador. Con suerte no se habrá apagado y podrán ver quien les ataca y por donde. Con la antorcha en la mano retrocedió hacia el centro de la compañía, junto al caballo que montaba Doña Ana.

- Replegaos... - ordenó Aleixo en voz queda. En un movimiento pasó la antorcha a la dama para que la sujetara por encima de sus cabezas... eso ampliaría el cerco iluminado y les daría algo de ventaja. Completamente tenso y en guardia se dispuso a desenvainar su espada.

Examinando el pie de Roderigo, está hinchado y morado como el vino, pero afortunadamente, tras un segundo examen y tras palpar bien el hueso del tobillo, te das cuenta de que no está roto. Seguramente en un día o un par de días baje la hinchazón y vuelva a caminar con normalidad.

Tranquilo Roderigo-le dijo el vozconde tras observar su tobillo- esto no esta roto. Lo tendrás varios dias como un higo pero seguro que se te cura, ademas creo que te has ganado el honor de montar a caballo y hacer que una dama tenga que ir a pie. No se como te las ingenias muchacho-dijo bromeando, aunque todavía preocupado por Samuel.

Merda! - exclamó Roderigo - serei fato! Roderigo se llevó las manos al tobillo, no parecía nada en exceso grave, pero dolía. Se estaba maldiciendo por todo lo que les quedaba de camino, y por la maldita situación en la que estaban. De repente al oír al noble, comprendió que su suerte estaba cambiando parra bien. Ahora iría en el caballo, se cansaría menos y en caso de que los atacasen podría darse a la fuga fácilmente...Realmente su casa no quedaba tan lejos...aquel hogar del que hacía años se marchó.

Como por arte de magia, en menos que canta un gallo, Roderigo se había retorcido un pie y Samuel acababa de retroceder sin dejar rastro.

El pánico se apoderó de Ernesto tras no ver a Samuel a su alrededor, y aun más cuando su señor le dijo que fuese a buscar a Samuel, aquello era demasiado para él.

Pero como el cortesano sabía que era el señor el que mandaba y que al santiaguista no le hacía ninguna gracia que no se respetase (al igual que a él no le hacia gracia enfrentarse a tal hombre), así que haciendo de tripas corazón, nunca mejor dicho, ya que su cicatriz le está doliendo horrores por la caminata se dispuso a buscar a su compañero desaparecido, pero sin alejarse demasiado del grupo.

Caminando vas cerrando el grupo, mirando al frente y pensando en sólo Dios sabe qué cuando al pisar sobre la hierba de la ribera del río caes hacia abajo, como si la tierra te succionase , cayendo a un agua cristalina en la que no ves ni el fondo ni la superficie o una orilla, como de si repente, estuvieses en mar abierto , pero... ese agua! no podrías describirla con palabras, el agua es... simplemente perfecta: pura, cristalina y al tragar algo de agua intentas gritar de emoción ¡ el agua sabe a vino! pero no a un vino cualquiera sino al mejor vino que hayas probado en tu vida, más que vino es ambrosía.

Otra cosa de la que te das cuenta es que no te falta el aire en los pulmones, puedes respirar tranquilamente como si de la superficie se tratase, tú pensabas que debajo del agua no se podía respirar...

A lo lejos ves una luz muy muy brillante que se va acercando lentamente , cierras los ojos, los vuelves a abrir y ante ti divisas a la mujer más hermosa que tus ojos han contemplado: morena , pelo liso pese a estar bajo el agua, ojos verdes, nariz estilizada y orejas pequeñas y redondas. Senos y caderas perfectas...

La mujer te sonríe

La mujer abre la boca y parece estar diciéndote algo, aunque no entiendes nada de nada, al percatarse de que no comprendes lo que te dice, te hace un gesto con el dedo íncide de la mano derecha para que te acerques más a ella, resistirse a la tentación es una cuestión de Suerte...

Aquello era lo más raro que me había pasado en la vida, al principio pensé que todo era parte de una ensoñación pero no podía recordar cuando ni como me había quedado dormido. Lo último que recordaba era que estaba enfadado por haber tenido que dar un rodeo, llevaba una antorcha en la mano y se había hecho de noche. De repente, sin saber como estaba en aquel lugar tan hermoso... ¿y si me había caido al rio? pero no podía ser, ese agua no pertenecía al rio que habíamos estado vadeando.

En cualquier caso, resolví que aquello tenía que ser real en parte, quizás simplemente estaba descubriendo lo que no puede verse desde el otro lado del agua... como aquella mujer, ¡que hermosura, por Dios! Ella me llamaba, pero no podía escucharla, yo también trataba de hablar, pero no podía... y sin embargo, me arrastraba hacia ella sin poder evitarlo.

Antón se levantó tras ver que el pie de Roderigo no estaba roto y se acercó junto a Ernesto para buscar a Samuel. Aquello era muy extraño, pues no había ni rastro de él. Se decidió a apartarse un poco del camino, tan solo unos pasos para ver si se había tropezado o alejado un poco.

Oh señor, ayudanos a encontrarle pues la noche se promete larga y no hemos causado ningún mal a nadie inocente. Samuel es un buen chico, que vuelva con nosotros-rezaba para si temiendo lo peor, pues el desánimo del noble aumentaba por momentos

Intentas resistirte pero es inútil, esa mujer ejerce una influencia tan potente que anula la poca voluntad que te queda y te deslizas detrás de ella, es extraño, pues esta vez la forma de nadar no se parece a ninguna de las veces anteriores, ahora es más bien, como si estuvieses flotando.

La mujer al ver que la sigues, te sonríe, pero paradójicamente, su sonrisa hace que un escalofrío te recorra el cuerpo, hay algo malévolo en la mujer que te inspira pavor. Al ver tu expresión, la mujer se carcajea y aunque estés bajo el agua, puedes oir nítidamente su risa macabra. La mujer ahora te está señalando a ti mientras no deja de reir.

Roderigo, aún con el tobillo como lo tenía, cojeando como malamente pudo, se unió a la búsqueda de Samuel. Era un buen arquero y el que más conocimientos tenía del campo. Era una pieza importante del grupo.

Se puso a la par del noble y del cortesano, y bajo la luz que proyectaba la antorcha que tenía la joven encima del caballo, empezó a buscar alguna especie de rastro, marca, pisada o cualquier cosa que pudiera ayudar a localizar a Samuel.

No muy lejos, encuentras un gran agujero en la hierba muy cerca del río, dentro del agujero hay un gran charco de lodo, barro e inmundicia del que sobresale una mano!

VÁLGAME DIOS, AXUDADEME QUE AFOGA, AQUÍ AYUDADME.

Al mismo tiempo que grita esto, Roderigo intenta -sin poner en peligro su propia vida - agarrar la mano de Samuel y tirar de él.

NON PODO, NON TEÑO FORZA!!!!!!VIDE RÁPIDO!!!!!

Dice Roderigo, al ver que sus esfuerzos son inútils