Partida Rol por web

En vista de que todo el mundo decide salir corriendo, y que por alguna extraña razón desconocida no tengo preparado ninguno de mis fantásticos talismanes de paralización, creo que lo mejor será salir corriendo.

Así, teniendo la mitad del recorrido hecho, sólo tengo que recorrer la otra mitad.

Aleixo sale del centro de la melé utilizando el mismo camino que Samuel, descendiendo la misma vertiente de la colina (en realidad la única posible) , Antón consigue montar en su caballo entre la masa de campesinos enfurecidos y espolea a su montura que sale disparada llevándose una aldeana por delante y dejándola en el suelo tirada malherida. El de Muel sigue los pasos de Aleixo y se coloca a la misma altura que el Santiaguista y Samuel, a pocos metros está Yejiel agazapado que viendo como está la cosa se lenvata y echa a correr pendiente abajo por el mismo camino que utilizó Teolfo, el cual no debe andar muy lejos.

Os desentendéis del combate y seguís avanzando en la misma dirección, hasta que llegáis a la altura de Yejiel que os había sacado ventaja y poco más adelante véis correr a Teolfo como alma que lleva el Diablo, a vuestra espalda queda la colina y Don Carlos , el sacerdote, los fanáticos y Roderigo.

¡Vivedios! ¿¡Por donde fue ese malnacido?!-exclamo enfurecido Antón sujetando con decisión las riendas de su caballo- No se donde se ha metido Roderigo, espero que no le hayan matado de una pedrada pero tenemos que parar esta locura.¡Ah!-exclamo de nuevo el noble señalando a Teolfo- por allí va el truán. Atrapémosle para que nos diga que es lo que sucede. Ese sacerdote loco va a quemar a Don Carlos como si fuera un brujo sin motivo alguno.

Y diciendo esto se lanzó tras el villano con intención de atraparlo antes de perderle de vista pero el caballo, lejos ya del peligro, parecía volver a ser el mismo jamelgo insolente que se negaba a las ordenes del noble por mas que esté picase espuelas.

Aleixo apareció resoplando. Envainó de nuevo la espada y lanzó un bufido de disgusto. no había modo alguno de desenmarañar aquella marea incesante de gente. Se habían llevado a Don Carlos y su intención era la de quemarlo vivo cual hereje.

- Roderigo... me temo que ha caído. Habría que recogerle del camino... espero que esa gentuza de maragatos se aleje pronto y podamos ir por él. No como el otro... el Samuel, ese. Como le ponga la mano encima...

Antes de que pudiera terminar la frase apareció a lo lejos Teolfo correteando como una rata lo que impulsó a que Don Antón azuzase su montura y saliese disparado tras él. Aleixo por su parte hizo lo propio vadeando la colina a buen ritmo. Intentaba rodear la cruz para reaparecer por el camino que habían llegado... a la retaguardia de la turba y, en caso de que esta hubiese partido tras su sacerdote, poder acercarse a Roderigo y socorrerle.

- A menudo el menos noble obra con el mejor y mas valiente de los corazones. Maldición...

No sabía realmente si el buhonero había tenido algo que ver con aquel incidente, a mi me parecía que simplemente pasaba por allí pero todo podía ser. Le vi a lo lejos, corría como una liebre, de modo que azuzé a mi montura para intentar alcanzarle.

Medio centenar de varas, Antón y Samuel dieron caza a Teolfo pero no porque hubieran cabalgado prestos sino más bien porque el buhonero se había detenido y se había desplomado exhausto sobre una roca.

El hombre jadeaba y su pecho subía y bajaba frenéticamente, estaba totalmente agotado y le costaba mucho respirar. Samuel y Antón se acercaron a él montados en sus caballos, a no mucha distancia venía Yejiel corriendo a un trote borriquero.

- Uhhh---ughhhh--- no podía hablar y sólo hizo un ademán con la mano al veros.

Llego a buen trote, hasta ponerme a la altura del buhonero. No estoy tan cansado como él porque mis pasos son más grandes, pero podría decir que casi.

Apoyándome en un árbol cercano tomo aliento. Miro al hombre arriba a abajo. Parece que en parte, sabía lo que iba a pasar, o al menos se lo imaginaba. La pregunta es si estaba ahí a propósito o simplemente le ha pillado de improvisto.

Con al de aliento recuperado, le digo—. Hablad, vos sabíais que algo así iba a pasar... ¿Por qué no habéis hecho nada para evitarlo?

¡¿A que ha venido todo eso? ¿Quien es ese loco que se hace pasar por hombre santo y perjura contra el hidalgo?!-exclamó Antón desde el caballo echo una furia.

Tarda aún un poco más en recuperar el resuello

- ¡Yo no sabía nada! deben creerme los señores, les doy mi palabra que yo no sabía nada... por Dios, como osaría imaginarme que tomarían a vuestro señor por el Diablo! ese hombre el sacerdote, el de la cruz era Lope de León... el hombre del que os hablé, el Santo Varón, le siguen como borregos, ese hombre no sé llevado por qué maldad ha señalado a vuestro amigo como el Diablo y el pueblo... ha obedecido. ¡Esos Maragatos están locos los hideputas! son sanguinarios, ¡peores que bestias! os lo dije...

Das un rodeo de la colina colocándote de frente al camino ascendente, desde un  lugar seguro, puedes ver cómo el Sacerdote, la cruz y una veintena de personas se alejan, te parece ver en la lejanía que se llevan a alguien.

Mientras en lo alto del monte, una treintena o más de individuos se encargan de recoger a los muertos y heridos, cargando a cada muerto o herido grave entre varios. De Roderigo no hay ni rastro.

Ese bebenabos del Buhonero para ti que se está escondiendo algo de información, no sabes el qué pero se guarda algo...

—¡Pero no lo dijisteis todo! —espeto al hombre—. ¡Contadnos lo que sabéis! ¡Os imaginabais algo así, y queríais poner al noble para que le ocurriese todo lo malo a él!

En realidad, no estoy seguro de que mi última afirmación sea cierta, pero con ella tal vez pueda convertir mentira en verdad.

- Haz caso a mi señor, buhonero - le dije a ver si así se animaba hablar, suponiendo que en realidad supiera algo.- Te advierto que no se anda con tonterías... A mi lo que me parece es que muy pronto saliste corriendo para no saber lo que iba a pasar ¿no te parece?

- ¡ No! de verdad que no, no sé por quién le han tomado ni qué van a hacer con él. Se suponía que con ese retrasado de Xelasio tenían ya bastante... sino no me habría expuesto yo, me habría ido como alma que lleva el Diablo de estas tierras ¿no creéis?

Aleixo continuaba en su montura. Las gentes que antes les habían apedreado ahora se arremolinaban en torno al sacerdote que dirigía la comitiva camino abajo. De Don Carlos el destino que le auguraba no era nada bueno... de Roderigo... ¿qué demonios habían hecho de él?

El Caballero permaneció allí unos instantes más. Tras la colina sus compañeros se reunían pero él continuaba esperando a que las gentes se fuese alejando para poder acercarse a los aledaños de la Cruz y poder encontrar el cuerpo de Roderigo. Solo esperaba que no fuese demasiado tarde.

EL caballo comenzó a caminar lentamente acercándose a dónde el villano había caído. A distancia prudencial del grupo agresor.

- Pues a mi me habría bastado con saber que se han cargado a un pobre chaval para irme de este lugar - dije con suspicacia.- Venga, hombre, cuentanos lo que sepas, que no te va a pasar nada... sólo queremos saber a qué atenernos en este asunto, no podemos dejar al hidalgo en manos de esa turba.

—Ambos sabemos que no decís la verdad —digo al buhonero—. Creo que no estáis en una posición muy ventajosa, y más después de lo que ha pasado. Yo no soy hombre violento, y no me gusta solucionar las cosas por ese método.

—Pero a veces, no quedan otros motivos que emplear ésta para solucionar los problemas. Por eso, antes de cargar como locos contra las gentes del pueblo, necesitamos que nos diga qué sabéis de todo esto.

Pese a que intento ser dialogante y convinvente, no sé como reaccionará el tipo a mis palabras. Espero que no haya que llegar a mayores.