Partida Rol por web

En algún momento, alguien pasa cerca de una celda ocupada y escucha una voz:

- "Por favor, ayudadme... Por piedad..." -

Dentro de la celda hay una persona sujeta de una forma muy incómoda al techo. Parece que está siendo alimentada por vía intravenosa. El tratamiento parece un tanto inhumano y es evidente que el prisionero está sufriendo.

Itsua había terminado su ronda de entrenamiento, una mañana más de un día más. Y una vez más había acabado agotado y finos hilos de sudor caían a lo largo de su espalda y pecho. Se secó y se sentó en un ángulo observando en silencio el entrenamiento de los restantes reclutas.

En el tiempo que llevaban en la nave, apenas se habían dirigido la palabra. Algún cruce de saludos, algún comentario anodino, alguna conversación intrascendente en el comedor a la hora de las comidas. Pero eso era todo. Cada uno de ellos parecía querer refugiarse en su silencio, en su soledad como una forma de anestesiar los sentidos ante lo que habían dejado atrás y lo que les esperaba en un futuro más o menos inmediato. Pero no eran un grupo. Solo individualidades. Apenas sabían sus respectivos nombres, pero nada más allá de los mismos. Si llegaba el día en que hubieran de trabajar juntos, su actual estatus de lobos solitarios se impondría y les llevaría al fracaso. Nada tan burdo como defender esa idea de individualidad a ultranza. No había lobo que sobreviviera en soledad. Solo dentro de la manada existía una oportunidad. Por desgracia, eso también conllevaría la pelea por el liderazgo. Los machos alfa pronto querrían marcar su territorio. Itsua lo sabía bien. Cadian era un buen ejemplo de ello entre los novatos aspirantes. Pero alguien debía tomar la iniciativa.

- Voy al comedor a tomar tanna. Puede que a alguien le apetezca acompañarme. Va siendo hora de que hablemos entre nosotros - dijo escuetamente poniéndose en pie.

Lazerus-20-Silon observó los primeros entrenamientos de sus desde entonces camaradas de armas. Varios de ellos parecían duchos en sus respectivas modalidades de combate, y la novicia Rachael parecía complacida de poder demirse con ellos cuerpo a cuerpo.

Qué estupidez... deberían concentrarse en dominar el uso de las armas mecánicas, de las que impiden que el enemigo llegue hasta tí. Así diezmas sus fuerzas, los hieres antes de que se te acerquen demasiado, y los rematas cuando están cerca. pensaba el semi hombre mientras se desarrollaban los combates. Si confías demasiado en el combate cerrado, llegará un momento en que perecerás. 

El adepto mechanicus observaba su largo bastón. Un apoyo inofensivo. O un arma letal de largo alcance en manos de quien supiera usarlo adecuadamente.

Las espadas bailaban de uno a otro lado. Aquellas armas arcaicas eran las preferidas de muchos de los más grandes guerreros del imperio. Y sin embargo, a Lazerus, que detestaba tener que involucrarse tanto en un combate, le desagradaaban sobremanera.

El adepto aferró con fuerza el bastón que le servía de punto de apoyo. Cuando el último de los nuevos reclutas del Ordo Malleus hubo terminado su prueba contraa la novicia Rachael, Lazerus descendió de su puesto de observación en una de las gradas de la enorme sala mirando fijamente a los ojos a la mujer.

Sin mediar palabra, el adepto se lanzó a una rápida sucesión de golpes y fintas con el largo bastón, que, aunque podría ser partido con facilidad por la hoja metálica de la novicia, era sumamente rápido y preciso. El combate comezó...

En la nave la rutina diaria era siempre la misma, no había ningún cambio que hiciera un dia diferente al anterior. Lo más divertido y que si estaba sirviendo de algo, eran los entrenamientos, siempre solía aprender un nuevo paso, una nueva finta. Su entrenamiento se realizaba un poco a parte del de los demás, así lo requería la novicia Rachael cuando entrenaba con ella. A Arlesha no le importaba este punto, ya que le daba la oportunidad de poder observar en la distancia los entrenamientos de los demás sin que ellos lo advirtieran. Habia gente buena, pero le resultaba curioso que aun no hubieran hecho nada juntos, todo era entrenamiento individual. Si no cambiaba la rutina al respecto hablaría con Rachael, la novicia se había aplicado con ellos y posiblemente, trasladaría a quien correspondiese la posibilidad de entrenamiento conjunto, tambien para ella misma. Si todos iban a tener que trabajar juntos en un futuro próximo, cuanto antes mejor.

Con ese pensamiento se limpió el sudor que corría por su cara y su cuello y se despidió por ese dia de Rachael.

Mañana hablaremos si me traes el mismo entrenamiento....

Recogió sus cosas y se dirigió hacia su celda, cansada por el entrenamiento. Y a lo lejos vió como uno de sus compañeros se levantó y soltó una sugerencia al aire, para ninguno en concreto, para todos a la vez. Miró al resto que seguian centrados en sus cosas, casi parecía que no habian escuchado la invitación. Encaminó sus pasos al comedor.

Llegó allí un poco despues que el hombre. Se apoyó en la puerta de entrada, observando la habitación. Tan acogedora como siempre.

-Si la novicia Rachael pasa por aqui y se desmaya al vernos a los dos compartiendo tanna, creo que me vas a proporcionar el mejor momento de este viaje. Supongo que lo sabrás ya, pero no nos hemos presentado formalmente. Mi nombre es Arlesha.

Arlesha se adentró en la cocina y se sentó enfrente del hombre, pero no le tendió la mano. Solo lo miró fijamente a los ojos, si podían definirse así, esperando su reacción.

- La sororita solo se desmayaría si nos viera teniendo sexo sobre esta mesa. Por compartir la tanna, tan solo desviará la mirada - dijo sin ápice de humor en su voz. Si hablaba en serio o no, era imposible de determinar -. Itsua es mi nombre, pero también me llaman Arlan, aunque me desagrade - dijo apartando una silla a su lado e indicando a la mujer que podía sentarse allí con un cabeceo -. Eres arbitradora - no era una pregunta, simplemente un comentario ante la evidencia -. Me temo que no he visto tu entrenamiento de hoy. ¿Cómo te ha ido, arbitradora? - preguntó mientras servía una taza de la humeante infusión a la mujer - ¿Has vencido o has sido derrotada?

Arlesha abandonó el asiento en el que se había sentado y ocupó el que Itsua le indicaba.

-Si, arbitradora, estas en lo cierto. Psíquico, ¿verdad? Hay gente que os tiene miedo. -dijo mientras que cogió con su mano el vaso de tanna que le había servido -¿Mi entrenamiento? Cansada, no me motiva demasiado Rachael, por decirlo de alguna forma. Me ganó ella, si es lo que te interesa saber. A ti, sin embargo, creo que te ha ido mejor que a mi... -le dijo, dejando la frase en el aire con la completa idea de que el hombre supiera que ella habia estado pendiente de sus progresos.

ENTRENAMIENTOS PREVIOS:

- Durante la presente jornada, la Novicia Rachael había dado signos de evidente cansancio y falta de concentración.

- Primero siendo tomada por sorpresa por el tecnosacerdote Lazerus, quien le propinó una tremenda paliza.

- Después siendo inacapaz de defenderse ante Arlesha Rais, quien tampoco estuvo muy inspirada, terminando el combate en unas incómodas tablas mientras la Novicia se retiraba apresuradamente a rezar.

El viaje estaba resultando bastante aburrido. Los entrenamientos con espada le cansaban. Era más de fusil. Cuando el tal Arlan se fue a por tanna dudó. No se puede engañar a un psíquico. Y no quería convertirse en el centro de su atención. Pero cuando fue la mujer se decidió, y fue al comedor, escuchando parte de la conversación. Sirviéndose una taza de tanna, saludó a los presentes.

- Hola, yo soy Tercio y no me ha ido muy bien con la novicia. Pero eso ya lo sabías, ¿verdad, Arlesha? - dijo dedicándole una sonrisa a la mujer.

El adepto se retiró del entrenamiento. Como imaginaba, la novicia estaba tan concentrada en sus artes con la espada que no imaginó que un enemigo pudiera abatirla con un arma de mayor alcance, aunque ésta fuera un simple palo.

Lazerus se dirigió al comedor. El psiquico tenía razón en algo, al menos. Si iban a trabajar juntos, debían conocerse, compartir sus habilidades y debilidades, para funcionar como el engranaje de una máquina perfecta.

Para cuando llegó allí, el psíquico y la arbitradora se encontraban degustando sendas infusiones de tanna. Lazerus tomó asiento en la misma mesa en que ellos se encontraban charlando, sin esperar a ser invitado.

Sin embargo, no se procuró ninguna bebida, y cunado un de los servidores se acercó en espera de sus órdenes, simplemente lo miró de arriba abajo, más evaluando su composición que esperando que le sirviera, y lo despidió con un ademán de su mano.

El pálido tono de su piel contrastaba con el oacuro color de su máscara respiratoria, que emitía leves suspiros al compás de la respiración del tecnosacerdote. Los ojos, dos globos que parecía no moverse ni pestañeaar siquiera, observaron con curiosidad al psíquico.

Sin duda, posee una mente poderosa. Y resulta curioso que ya cuente con la arbitradora como seguidora de un patrón de comportamiento social. pensaba refiriéndose al hecho de que tanto ella como él mismo habían aceptado la verdad del planteamiento del llamado Arlan Hex.

Una vez terminado el entrenamiento sigo a mis compañeros a tomar Tanna, y acepto gustoso un vaso. Mientras conversan mis compañeros yo tambien hago mi presentacion:

 - "Yo soy el Novicio Tauron Faith, pertenezco al Adeptus Ministorum. Espero conocerlos mejor si es que realmente trabajaremos juntos. Creo que el apoyo y la cooperacion son fundamentales para alcanzar el exito."

Bebo un poco de mi vaso y luego me dirijo a Arlesha:

 - "Señorita Rais, asi que es usted una Arbitradora. Que gusto contar con una persona de justicia entre los nuestros. Nunca esta de mas la mano dura cuando se defiende al Imperio."

Sigo bebiendo mientras miro de vez en cuando con desconfianza al autorizado presente:

"Ellos son aberraciones. Solo el Dios-Emperador tiene derecho al poder de la voluntad."

-Tercio...Tauron...y tu tambien Lazerus, bienvenidos a la mesa. Bueno, Tercio algo se sí, hemos estado todos entrenando en la misma sala -le dijo con una medio sonrisa ante el comentario del hombre -aunque yo he estado algo retirada, esa novicia es un poco desesperante con las costumbres que tienen. Y ... -añadió mirandose la mano-...espero no tener que usarla con ninguno de vosotros -dijo en clara referencia al comentario de Tauron -No me llame señorita, vamos a ser compañeros por lo visto, con mi nombre es suficiente.

Su mirada se clavo en Lazerus -Es de buena educación presentarse, aunque todos conocemos su nombre, Lazerus. No le va a comer, no se preocupe- dijo al intuir que miraba a Itsua- trabajaremos juntos y tienen que aprender a confiar en los demás. Hasta que lleguemos a nuestro destino tenemos tiempo suficiente para conocernos o por lo menos, de intentarlo. Y supongo que tambien de derribar barreras culturales y de todo tipo...-dijo mientras levantaba el vaso de tanna y bebia un poco de su contenido.

La hasta entonces desconocida voz del Adepto Mechanicus resonó a través del extraño vocosintetizador que ocultaba parcialmente el rostro del hombre. Una voz neutra, carente por completo de entonación, que bien podría haber sido la de una grabación por lo austera que resultaba, excepto por una extraña cadencia mecánica bastante desagradable para quien no estuviera acostumbrado a ella.

[Como habeis dicho ya conoceis mi nombre. También he escuchado los vuestros.] respondió [Carece de sentido repetirlos entonces]

El abrupto comentario del tecnosacerdote bien podría considerarse una descortesía en cualquier otro. pero aquellos adeptos siempre habían gozado de una merecida reputación como gente a la que los modoales sociales les imoprtaban un ardite. Lazerus podría encajar prefectamente en aquel estereotipo.

(HAN PASADO CASI OCHO DIAS ESTANDAR DESDE EL COMIENZO DEL VIAJE HASTA EL MOMENTO ACTUAL).

La nave lo afectaba, el mutismo de sus compañeros y el tener que pasar sus horas sin más entretenimiento que las escasas horas de entrenamiento por la mañana remarcaban sobremanera el contraste entre su vida anterior y la soledad de la nave. Tan sólo el saber que su posición ante el Imperio era mejor, que su responsabilidad era mayor, y que su sangre serviría mejor al Emperador en la Inquisición que en la Guardia Imperial lo ayudaban a levantarse día a día.

Su cuerpo se negaba a adaptarse al espacio deforme y a la atmósfera de la nave negra, sólo dos días había podido rendir adecuadamente durante el combate, y pasaba mas tiempo durmiendo que despierto debido a los mareos. Pálido y maliciento se presentó en el comedor en un momento en el cual sus compañeros parecían haber coincidido y hablaban, y como una de las tareas que se había impuesto consistía precisamente en socializar con ellos, se forzó a poner buena cara y acercarse a la mesa.

- Recafeinado - pidió a uno de los sirvientes mientras se acercaba y asimilaba las palabras de sus compañeros - Soy Vladymir - dijo para beneficio de quienes no habían escuchado su nombre salir de su boca - Supongo que a todos nos resulta extraño todo esto, y que cada uno extrañará algo del lugar en que fueron criados. Por mi parte extraño el formar parte de un todo, de una unidad de combate en el que no te preguntas si puedes confiarle tu vida a tus compañeros porque sabes que tu darías tu vida por cada uno de ellos, y ellos por ti. - Miró a sus compañeros y se encogió de hombros - Encuentro extraño y antinatural funcionar como una pieza única en la maquinaria de la guerra, creo que sería importante saber que lugar ocupará cada uno de nosotros si vamos a trabajar como equipo. - Tomó un sorbo del recafeinado y se señaló - Mi lugar está claro, debo encargarme de protegeros físicamente - sonrió - Y espero hacerlo adecuadamente una vez que dejemos este deprimente lugar.

FLASHBACK, PRIMER DIA:

- En el primer entrenamiento con Vladymir, ambos estuvieron poco inspirados, aunque el Guardia Imperial tuvo peor desempeño. Su margen de fracaso es mayor.

Itsua, con ambas manos tomando su taza, sopló sobre la caliente infusión. Los primeros movimientos se estaban produciendo. Y parecía ser que, en cierta medida, todos parecían compartir la misma idea. Era necesario hablar. Y la demostración de ello era tenerlos en la misma mesa. Aunque cada cual parecía jugar sus propias cartas, no precisamente las que Tercio hubiera querido usar, sino las que determinarían el lugar de cada uno.

- La victoria de hoy puede transformarse en la derrota de mañana - dijo con un encogimiento de hombros ante el comentario de la arbitradora. Su boca se estiró en una sonrisa difícil de descifrar. La arbitradora había jugado su propia maniobra en el escueto diálogo mantenido, mostrando sin sutileza la vigilancia a la que lo había sometido. Sin embargo, había cambiado de asiento ante la muda invitación del psíquico. Analítica y flexible, pensó Itsua -. Tan solo es un entrenamiento. Nada determinante.

Su mirada recorrió a los nuevos recién llegados, Tercio, el tecnosacerdote, el novicio y el guardia imperial. El primero deseaba agradar a la única mujer accesible de la nave. El segundo, guardaba silencio. No así el proyecto de clérigo. Por su parte, el último de los reclutas en sentarse dejaba bien claras sus intenciones de liderazgo.

- Apoyo, cooperación, éxito, mano dura e Imperio - repitió resumiendo su intervención en aquellas pocas palabras -. Demasiados valores y actitudes para tan escuetas frases, novicio. ¿Serás capaz de todas ellas? ¿Serás capaz de apoyarme y cooperar conmigo? ¿O con él? - dijo señalando con un gesto de su mano al lacónico tecnosacerdote -. ¿O preferirías vernos arder en le purificador fuego de una pira de tu orden? - Itsua tomó un sorbo de su taza -. Puedo asegurarte que espero expectante tu respuesta - dijo antes de volverse al guardia imperial, demostrando lo que le merecía la opinión del novicio al respecto -. Así que deseas saber el lugar que ocupará cada uno de nosotros. Es posible que incluso tengas ya previsto cuál ha de ser ese lugar - señaló con su voz ronca -. Y de no ser así, ¿cómo habríamos de decidirlo? No es una cuestión baladí. Hasta cierto punto, podría hasta darte la razón. Y dado que tu trabajo va a consistir en protegernos físicamente... mamá - dijo con ironía -, ¿qué estatus jerárquico crees que te corresponde?

Vladimir se atusó el mostacho, enroscando la punta mientras escuchaba al psíquico. No podía negar que el tipo le producía escalofríos, y que en cualquier otra ocasión hubiera preferido pegarle un tiro a arriesgarse a que jugara con su mente. Aún así su pregunta le pareció pertinente, adecuada, y pensó un momento antes de responder.

- No me han educado para responder adecuadamente a tu ironía, no al menos en esta situación en que todos estamos. No creo que la Inquisición viera a bien que esparciera tu cerebro contra aquella pared... hijo - dijo sin pestañear y con una mueca de humor - Pero si puedo responderte que en una unidad tan pequeña y diversa, dependerá de la misión a quien se le confiaría el mando, incluso se puede dar el caso de que la situación requiera que se acuda al más idoneo para tomar decisiones en el momento. - el Vostroyano señaló con la barbilla al novicio - No le pediría al Novicio Faith que cumpliera con los ritos de mantenimiento de mi fusil o mi pistola - y luego miró a Lazerus - ni tampoco al tecnosaserdote que calmara a una turba de seguidores del Credo Imperial - sonrió - Por mi parte, sólo sé como pelear y espero que al menos se me escuche en situación de combate, de otra manera mi presencia en este grupo sería un desperdicio.

La situación y las necesidades determinan el lugar y la utilidad de cada uno para el guardia imperial. Es práctico, pensó Itsua antes de responder. 

- Probablemente la Inquisición encontraría rápidamente un sustituto para mí, siempre y cuando fueras capaz de hacer lo que afirmas en relación a mi cerebro y esa pared. Con ello quiero decir que si sobrevivieras al dolor y terror que puedo infligirte en un simple parpadeo, tal vez hasta merecería morir a tus manos y que otro ocupara mi lugar - dijo con una fría calma, mirándolo por encima de la taza de tanna -. Sin embargo, no negaré dadas tus palabras que, llegado el momento, me... gustará tenerte a mi lado mamá Ostrogov - Itsua sonrió fugazmente y su rostro pareció rejuvenecer de forma momentánea, antes de volver a su parco gesto habitual y beber la infusión.

Los servidores sirven en completo silencio tanna o recafeinado a cada uno, según sus preferencias.

También hay disponibles varillas de lho, un raro lujo en esta nave, para el que quiera fumar.