Partida Rol por web

TRANSCURRE LA MAYOR PARTE DEL DIA.

- Finalmente se siente una bendita quietud cuando los propulsores de plasma se apagan. Debéis de haber alcanzado la órbita planetaria.

- En efecto, así es, pues pocas horas después se abren las compuertas que conducen a la primera lanzadera, en la que no caben más de veinte pasajeros.

Me había pasado durmiendo la mayor parte del viaje... bueno, en realidad, buena parte durmiendo y otra haciendo como que dormía, que también era importante enterarse de lo que ocurría alrededor. Pero la verdad es que en cuanto vi cómo se desenvolvían los mercenarios y que estaban más interesados en conseguir comida que en otro tipo de cosas, entonces supe que no hacía falta ni preocuparse porque se atrevieran a intentar robarnos. Eso facilitó que me entregará a un profundo sueño que hizo el viaje mucho más llevadero.

- Eh... humm...¿Hemos llegado ya? - dije mientras me desperezaba, después de que la nave sufriera una súbita sacudida.- Vaya, pero si estáis hablando de mi ¡Menuda sorpresa! - dije, sonriente, al escuchar las alabanzas de Itsua hacia mi persona.- Deberíais tranquilizaros, esto es pan comido, ni siquiera se atrevido a acercarse a nosotros, nos tienen miedo... y eso que ni siquiera parecemos mercenarios, a un mercenario le importan un pimiento las vidas inocentes - dije mirando a Intius, que se había mostrado bastante furioso en varias ocasiones con el comportamiento de aquellos tipos.- un mercenario no va por ahí regalando comida sin pedir nada a cambio... los mercenarios son egoístas, sólo se preocupan por su ombligo... ¡Ah! y son sucios, eso es importante, deberíamos escupir en el suelo para meternos más en el papel - no pude evitar reirme porque en realidad era gracioso, sobre todo porque era la maldita verdad.- Oh... ahora si que hemos llegado, será mejor que nos demos prisa o tendremos que esperar más tiempo en este cacharro.

-Sí, estoy de acuerdo contigo -dijo Itsua mirando a Tercio-. Ya hemos estado demasiado tiempo en esta lata. Y esto es la selva. Si queréis que alcancemos la primera lanzadera, más nos vale ponernos en movimiento y que uno abra camino. Podría hacerlo yo, pero por medios poco ortodoxos y no es cuestión de ponerse en evidencia -afirmó seriamente-. Diría que Intius, Titus o Vladymir...

Calló. Había dicho cuanto tenía que decir y las palabras de más sobraban.

Los motores se apagan, lo que nos indica que en breve descenderemos. Las personas se agolpan en la salida para tomar los transportes primero, lo que significa hacer que el resto deba esperar horas antes de que los transportes vuelvan para recogerles.

Tercio despierta y habla, luego Itsua, quien me nombra. Niego con la cabeza antes de contestar:

 - "En mi oficio no se valora el exteriorizar nuestras capacidades. Se prefiere un oponente desprevenido que uno alertado por nuestro aspecto y maneras. Causar miedo en otros no es mi trabajo."

Guardo todas mis cosas y me preparo para seguir al grupo como sea que nos larguemos de aquí, lo que preferiría fuese rápido.

- Debo puntualizar. Un detalle que como todos los detalles tiene su relevancia- dijo alzando el índice.- No se hablado de regalar comida en ningún momento, no al menos por mi parte. Invitar a comer a alguien con nosotros no es lo mismo que invitar a alguien a comida. En cualquier caso esta es ya una discusión estéril y como ha dicho el señor Hex, “hemos estado demasiado tiempo en esta lata”.

El Cuestor escrutó los gestos y hechuras de los mercenarios con los que debían disputarse los asientos de la primera lanzadera. A los muy pendencieros les había faltado tiempo para lanzarse sin orden ni concierto hacia las puertas recién abiertas, como si tras ella estuviese el dinero que con tanta desesperación buscaban conseguir en aquel planeta.

- Demasiado primarios como para persuadirles de que nos cedan los sitios diciéndoles que es el Príncipe Orcan quien ha pagado nuestros servicios y que de retrasar nuestra llegada incurrirían en su cólera-reflexionó en voz alta. -Incluso dudo que sepan quién es el Príncipe Orcan…

- “Gente tan primaria requiere de métodos igualmente primarios”

Xerxes tironeó de su camisa hasta que esta quedó lisa bajo su chaleco y a continuación se irguió todo lo alto que era. Dudaba que aquellos seres conociesen el significado de la disciplina. Pero también se había encontrado con gente díscola en la Guardia Imperial, gente que deshonraba el uniforme con su comportamiento indecoroso. Si había tenido que lidiar toda su vida profesional como oficial del Munitorum con hombres como aquellos cómo no iba a poder imponerse a esos desharrapados tan solo por unos asientos.

- ¡Apartad!- exclamó con voz grave, autoritaria. No hacían falta las amenazas con la gente que era incapaz de ponderar las repercusiones de sus actos. Gente como aquella tan solo entendía de seguridad y de fuerza.- ¡¡Apartad!!- repitió ceñudo en un tono mucho más expeditivo.

Xerxes avanza de un modo imperativo, con el estilo arrogante de un oficial acostumbrado a dar órdenes a los soldados rasos y a infundirles temor.

Pese a que el físico del Cuestor no es precisamente imponente, la táctica parece funcionar a la perfección y los mercenarios se apartan de vosotros a un lado y a otro.

No parecen dispuestos a bajar en la misma lanzadera que vosotros, por lo que son finalmente los civiles los que aprovechan la ocasión para embarcar, llenando hasta los topes el vehículo de desembarco orbital.

Las compuertas de la lanzadera se cierran y el viejo aparato comienza a estremecerse y a moverse, dispuesto a caer de la órbita a tierra.

LANZADERA:

- Os sujetáis lo mejor que podéis, pues pronto la lanzadera comienza a temblar y a estremecerse muy fuertemente.

- La reentrada atmosférica es casi siempre extremadamente incómoda, brusca y dura para quienes no están acostumbrados a la sensación.

Intius también deseaba salir lo antes posible de allí y olvidarse de aquel viaje. Al final se habían pasado todo el tiempo discutiendo como resolver el problema de los colonos y habían llegado al final sin hacer nada.

Espero que seamos más eficaces el resto de la misión. No quiero fallarle al Emperador perdiéndome en discusiones.

-Si, vayamos. Dijo corroborando los deseos de varios de sus compañeros.

Siguió junto a sus compañeros al cuestor, que decidido se abrió paso entre los mercenarios que no solo los dejaron pasar sino que tampoco quisieron subirse con ellos a la lanzadera. Los colonos no parecían tenerles tanto miedo, al fin y al cabo no les habían hecho nada durante el viaje y llenaron el resto de la lanzadera.
Con el transporte tan lleno Intius esperó a llegar a tierra para hablar con sus compañeros.

Vladymir siguió al cuestor a través de la marabunta de mercenarios, sin mostrar lo sorprendido que estaba de que aquel individuo hubiera sido de utilidad. 

"Sin duda, cualquiera reclutado por la Inquisición puede ser una caja de sorpresas..."

Cuando por fin se encontraron en las lanzaderas, se acomodó como pudo para el descenso. Sabía que las entradas atmosféricas solían ser movidas. 

Escupo al suelo para mejorar mi tapadera según lo que dijo Tercio mientras escucho al Cuestor hablar, lo que no me importa. Luego de eso se mueve con su desplante y logra abrirnos paso a través de la masa de gente, incluyendo esos mercenarios tan desagradables, que parecen haberle tomado un miedo y/o rechazo especial a nuestro compañero. Si es la segunda opción, ya estoy un paso más adelante en una buena tapadera, pues tengo algo en común con ellos.

"Es un tipo extraño y he notado desde el comienzo una gran capacidad para causar desagrado en las personas. Nunca pensé que le encontraríamos una utilidad a tan extraño don. Bueno, creo que la idea de trabajar en equipo es complementarnos. Ya sabemos lo que pone él."

Camino detrás de él y me subo al transporte, donde veo que debido a la reticencia de los mercenarios a abordar, son civiles los que completan los lugares. Me importan tan poco como los mercenarios, pero tienden a oler mejor por lo que me siento a disfrutar del viaje.

Itsua simplemente se limitó a seguir al grupo. Él no era quien iba a encabezarlo, pero observaba y analizaba. Si en un pasado, Vladymir fue el principal obstáculo a la autoridad del una arbitradora, ahora el Munitorum, aparentemente impermeable a su condición de simple asociado, establecía, no solo con palabras sino con hechos, una reticencia a renunciar a una autoridad que no le correspondía y que Intius parecía dispuesto a delegar. Aspecto que recogió mentalmente y que figuraría en su informe final si tenía opción de elaborar. Un informe que no beneficiaría a ninguno de los dos.

LANZADERA:

- Cuando la lanzadera finalmente toca tierra y las compuertas se terminan de abrir, sois los primeros en salir al exterior.

298.810M41.

ASTRONAVE DE PEREGRINOS "CELO JUSTICIERO":

El viaje en la lanzadera es corto y en poco tiempo estamos en la órbita de Acreage, abordando la "Celo Justiciero", una nave de transporte llena de peregrinos que van hacía Scintilla para visitar la Catedral de la Iluminación.

Rápidamente nos acomodamos en una parte más alejada del resto de los viajeros, donde podamos tener un poco de la tan apreciada calma e intimidad que necesita un grupo de acólitos de la Sagrada Inquisición. La verdad es que estar entre las construcciones de las máquinas del Imperium como es esta gran nave, me hace sentir un poco más cerca del hogar. Me vería más melancólico si tuviese algún buen recuerdo de allá...

Después de un rato, la nave se sacudo y se notan las pistas que indican claramente que hemos entrado en la Disformidad. Siento los malestares, siento las alteraciones de percepción, pero por sobre todo, escucho los susurros. Aquellas voces antiguas y primitivas que me hablan de poder y gloria en un lenguaje que no conozco y jamás he entendido. Escucho sus voces llamándome, instándome a sabotear el escudo Geller que nos separa del entorno. Sé que no debo, aun no he caído tanto en la corrupción como para dejarme convencer por aquellas débiles presencias que se filtran por nuestra seguridad.

Me mantengo en calma durante el viaje, haciéndole mantención a mis armas y lamentándome por el arma perdida. Era una excelente arma, con muy buenos aditamentos que se ha perdido para siempre.

- Los Horologios dejan de ser fiables durante el viaje por la Disformidad. A veces avanzan hacia atrás, otras a intervalos irregulares, las más de las veces simplemente se paran y dejan de funcionar.

- Si tres astronaves parten al mismo tiempo desde Acreage hacia Escintilla, es posible que una llegue a su destino en menos de una semana, otra llegue un año después (aunque tal vez para sus ocupantes haya pasado en tiempo subjetivo y de consumo de raciones apenas una semana), y la tercera no llegue nunca. Incluso hay raros casos de naves que llegan a su destino antes del tiempo galáctico en que partieron desde su punto de origen.

- Si se puede generalizar en que a veces se cumplen algunas pautas. Los viajes dentro del mismo subsector suelen llevar una semana. De un subsector a otro vecino dos semanas. Atravesar todo el Sector no suele llevar casi nunca menos de un mes.

Habían subido a la lanzadera, habían subido a la nave y ahora estaban rodeados de apestosos Peregrinos. Que todos pretendieran honrar al Emperador no era excusa para ser una panda de cerdos. Es más, si lo respetaran de verdad se lavarían, se pondrían sus mejores galas y orarían. El incienso de las catedrales entonces serviría para algo más que para tapar el hedor rancio a sudor que desprendían los poco pulcros devotos.

Lo bueno era que habían dejado el maldito planeta atrás. Un planeta que despreciaba tanto que los gemidos que había escuchado nada más cruzar al espacio disforme casi se los tomó como gritos de bienvenida. Solo casi, pero por ese casi debería rezar más tarde e imponerse alguna penitencia como, por ejemplo, respirar por la nariz.