Partida Rol por web

El guardia asintió, suscribiendo las palabras de la hermana Scythia, extrañado por el silencio del vidente. Parecía que a ellos correspondía la iniciativa y formular toda pregunta, saltándose la cadena de mando. 

-Sí, sería interesante saber si existe alguna especie de registro dónde podamos analizar todos los sucesos. También ha llegado a nuestros oídos que algunos de los habitantes de la zona no están muy contentos con la catedral, y el nombre de su líder, Seth la Voz. ¿Qué puede decirnos de eso?

- "Me temo que no guardamos tal registro, aunque el Hermano Lamark estará a su servicio como guía en todo cuanto pueda ayudarles.

Sobre Seth... Es un viejo conocido. Un devoto creyente en la Fe Imperial.

Uno de los ejércitos más grandes y recientes que se ha formado en Iocanthos es el dirigido por Seth la Voz, el autoproclamado Profeta del Emperador y cabeza visible de un culto apocalíptico escindido del Credo Imperialis.

Hace años dejó Puerto Amargura, donde probablemente fuera un humilde adepto del Administratum. Estaba convencido de que el Emperador le enviaba visiones en las que le exigía que tomase inmediatamente el control de todo Iocanthos.

Desde entonces, empleando su formidable fuerza de voluntad y apelando a la necesidad del planeta de abrazar una religión y alcanzar la redención, ha logrado reunir a un variopinto, pero inmenso ejército que desafía a los señores de la guerra más poderosos, especialmente al Vervai Cráneo.

Al verle sorprende pues su físico no es nada imponente. Es menudo, con gafas y casi calvo, y suele vestir una raída túnica blanca. Viaja en un viejo y maltrecho vehículo de exploración que ha convertido en un púlpito móvil desde el que predicar su doctrina. Lo hace casi constantemente, y su voz es proyectada a través de voluminosos vocoproyectores que acarrean sus devotos seguidores. La pasión con que Seth exhorta al pueblo de Iocanthos a reivindicar el planeta en nombre del Emperador es genuina y muy convincente.

Allí donde va reúne más fieles para su ejército, ya sean vagabundos que desean dar un propósito a sus vidas o mercenarios curtidos en busca de una forma de redimirse por sus numerosos pecados. Seth no es un soldado, pero tiene el don de conseguir que otros luchen por él. Un don inmensamente poderoso." -

Así que todos los sucesos extraños parecían darse en las colinas cercanas al asentamiento. Algo curioso. Algo llamativo, y algo por lo que empezar. El asunto de Seth no parecía preocupar tanto a la sororita... no era más que un político con mucha influencia sobre las masas descerebradas, pero no parecía que estuviera ligado a los eventos extraños que amenazaban con retrasar o incluso inutilizar la construcción de la catedral.

- ¿Han enviado a alguien a investigar a las colinas, Abad? - suponía que las muertes entre el ganado y las desapariciones serían algo que llamaría la atención de cualquier tipo de guardia local. - Por lo que dice parece un buen sitio para comenzar a investigar... sea quien sea actuará por las noches. Deberíamos echar un vistazo por el día y acampar en alguna colina por la noche. - sugirió la hermana Scythia.

- Quizá tengamos la oportunidad de avistar una de esas extrañas luces... - comentó con un rostro imperturbable. No podía saberse si la sororita estaba intentando hacer un comentario gracioso porque deseaba encontrarse con quien fuera el causante de todos esos eventos... pero a buen seguro que si se topaban con algún enemigo del Emperador, la hermana trataría de atravesarlo con su espadón.

Escuché atentamente al Abad, cuyas palabras arrojaban algo de luz sobre el asunto pero estaaban muy lejos de ser reveladoras. Empezaba a estar muy de acuerdo con aquello que solía decir Renata sobre que había mucho mutismo en nuestro grupo. Bueno, pues parecía que aquellos fieles servidores del Emperador tampoco sabían explicar las cosas con claridad. Sin duda seguiría sus recomendaciones y hablaría con el hermano Lamark para tratar de conseguir más información acerca de los sucesos concretos, pero mientras tanto aprovecharía para hacer un par de preguntas.

- He estado preguntando a los locales y hay quién piensa que este lugar está maldito - dije, resumiendo lo que me habían contado la noche anterior.- Si, ya sé que es algo muy vago, pero parece que los ancianos de algunas tribus Ashleen afirman que hay una maldición en este lugar, y claro, la gente de la tribu se lo cree como si fuese la palabra del mismísimo Emperador... El caso es que este lugar no puede ser sagrado y maldito al mismo tiempo, y dado que las evidencias sacras son evidentes, el sabotaje es una de las causas más probables... Forst, por ejemplo, el dueño de la Clota Llorona, piensa que alguien de Puerto Amargura puede estar intentando sabotear la construcción de la catedral, claro que puesto que su negocio y sustento puede estar en peligro no me extraña que piense eso... Me gustaría saber qué opina usted al respecto, Abad, y también acerca del miedo de algunos ciudadanos a que el tal Seth decida atacar Desesperanza.

Escuchó tranquila cuanto se decía, prestando atención a unos y a otros. Ella junto a su osito eran los novatos allí y prefería mostrarse cauta en aquellas circunstancias, antes que osada, aunque no pudo evitar enarcar la ceja en un par de ocasiones y hubo de sofocar alguna sonrisa espontánea.

-Disculpe mi intromisión, Abad Misionero, pero y si la amenaza no es de orden moral, ¿cómo habríamos de actuar? A un tiempo, debo reconocer que no sé hasta qué punto sabría distinguir si se ha cruzado tal umbral. Afortunadamente, contamos con la Hermana y el Sacerdote que, sin duda, sabrán ver allí donde los demás no alcancemos -formuló mientras trataba de borrar de su mente la imagen de un Profetamóvil circulando por las calles-. Y ta,bién, al hilo de lo comentado por el señor Veridio, ¿cabe la existencia de intereses económicos detrás de los actos de sabotaje? ¿Hay algún grupo que, al margen de cuestiones morales, saldría económicamente beneficiado de la no consagración de l acatedral o de su destrucción en las próximas horas antes de que esta se produzca? -la mirada estaba fija en aquel dechado de fe que los había recibido y que, sin ningún escrúpulo, había mencionado sus múltiples contactos, gracias a los cuales había podido llevar a cabo su propia obra faraónica que, pese a ser a la mayor gloria del Emperador, llevaría su firma por una eternidad-. Asimismo, y perdone si le fatigo con mis preguntas, ¿hay algo en el pasado del solar sobre el que se ha erigido la Catedral que justifique ese desdichado rumor acerca del carácter maldito del lugar?

- "Sí, según los Ashleen, la colina sobre la que se alza la catedral está maldita... Pero esa es una superstición, y muy posiblemente de origen pagano.

No sé a quién podría interesar, económicamente o por otras causas, que la tarea a la que he dedicado mi vida no pueda llevarse a cabo. Pero les pido en nombre del Dios-Emperador que no permitan que sea quien sea se salga con la suya." -

De la mirada y voz del Abad parece haberse esfumado el anterior buen humor.

- "Seth es un fanático, y como tal es impredecible. Se sabe que la secta de la Redención Roja ataca en ocasiones a predicadores y misioneros legítimos de la Eclesiarquía, acusándoles de "no tener suficiente fe" y culpándolos de cualquier desgracia que se produzca. Según su ideología extremista, todos estos fenómenos extraños y amenazadores que ocurren en Desesperanza, bien pudieran ser culpa de los peregrinos y habitantes de nuestra comunidad, considerándolo un castigo por nuestra falta de fe, o por una fe insuficiente.

Señores... Señorita. Hermana..." - El Prelado Skae os bendice:

- "Benedicti in nomine Imperator Rex.

El Hermano Lamark queda a su disposición, debo retirarme pues tengo muchos preparativos para la consagración de mañana. Espero que no se pierdan las ceremonias." -

Tras decir esto, el Abad os dedica una última inclinación de cabeza y se retira.

Transcurre un rato, y Aristarchus vuelve a actuar de forma distraída, murmurando para sus adentros.

- "Acólitos, colaboradores. Inicien las pesquisas sin mí, me retiraré a mi habitación en la Clota." -

Aristarchus se levanta y se marcha hacia la Clota Llorona.

Scythia agradeció con una inclinación de cabeza la bendición del Abad y observó la marcha del mismo y la posterior retirada del Vidente Aristarchus. Miró a todos sus compañeros y finalmente posó su vista en Ostrogov... ahora era él quien estaba al mando.

- ¿Por dónde comenzamos? - preguntó la sororita sin miedo. Tenían varias teorías, varios posibles orígenes de los disturbios, y unas cuantas opciones para comenzar sus pesquisas. Sólo confiaba en que no dividieran al grupo y cada uno fuera a investigar una cosa... Si querían tener posibilidades debían permanecer unidos.

Además la hermana tenía ciertas sospechas... amargas sospechas. Pero no podía compartirlas con sus compañeros, al menos no hasta que salieran del Priorato y se encontraran a solas y a salvo de escuchas indiscretas.

Vladymir saludó respetuosamente al abad al retirarse, y después al vidente. Ahora, parecía que él quedaba al cargo de todo. Aunque había algunos hilos de los que tirar, nada era concluyente de momento. Por ello, lo mejor sería, con casi toda seguridad, ampliar la información ofrecida por el abad.

-Creo que nuestro punto de partida debe ser el hermano Lamark. Necesitamos que nos cuente, con todo lujo de detalles, todos los accidentes ocurridos. Cualquier cosa podría ser indicativa de algo mucho mayor, o tener nexos con otros sucesos. 

- "Naturalmente, Iniciados. Estoy a su servicio. Puedo acompañarles a hablar con la congregación, o a la colina donde se han visto luces extrañas y se han encontrado cuerpos de bandidos.

En cuanto a los detalles, realmente es que no hay mucho que añadir. Yo personalmente encontré algunos de los cuerpos, o más bien esqueletos sin carne, y el equipo tirado por la zona sugería que eran bandidos.

También he escuchado aleteos, carcajadas demenciales, y golpeteos. Casi todo el mundo en el asentamiento ha podido oír algo de eso, pero cuando uno acude a investigar, nunca hay nada. Todo esto es un gran misterio para nosotros, Iniciados." -

-Bien, si no hay más detalles... Empecemos por los lugares de los sucesos. La charla con la congregación puede esperar-dijo el guardia, a la espera de que el hermano Lamark les guiara hacia aquellos puntos dónde se habían registrado sucesos anómalos. Quizás, si el Emperador les sonreía aquel día, pudieran encontrar algo en alguno de esos lugares. 

La Hermana Scythia asintió y preparó su equipo para partir hacia las colinas... con ganas de investigar ya uno de aquellos puntos donde se habían sucedido alguno de los extraños eventos. Estaba convencida de que tenía que haber quedado alguna pista que les llevara hasta el origen de todo.

Cerró el puño, se quedó pensativa y esperó a que el hermano Lamark iniciara la marcha. Llevaban mucho tiempo parados y perdiendo el tiempo en su opinión.

- "Bien, si me disculpan, iré a recoger algunas cosas y les esperaré a las puertas del asentamiento, Iniciados." -

Lamark os dedica una sonrisa y una inclinación de cabeza y se retira.

El Hermano Severus os mira serio y después asiente, abandonando también la sala de reuniones del Priorato.

Me quedo escuchando detrás del resto del grupo y decido que debo oír antes que hablar. Mis compañeros son sumamente capaces y sé que no necesito interferir de manera de faltar al protocolo para obtener a información que necesitamos. No soy ni siquiera un acólito, por lo que no llamaré más la atención de lo estrictamente necesario.

Escucho las palabras de todos los presentes, acerca de los diversos motivos por los que estarían ocurriendo los hechos o por los que estarían siendo provocados. Teorías acerca de herejías y maldiciones, contradiciéndose con teorías más enfocadas en la conveniencia y los intereses. Cualquiera puede ser, pero sea por la motivación que sea, de cualquier forma es herejía el intervenir para evitar la construcción de un lugar santificado a un Santo Imperial.

Mientras oigo todas las palabras no soy capaz de decidirme cual de las posibilidades es más probable, pues ya he visto de todo y ninguna herejía ni acto demoníaco es imposible. Lo que es claro, es que el misterio no será tan fácil de resolver pues puede ser cualquiera de los que duermen dentro de los muros, incluidos los que están en esta habitación, así como cualquier otro que esté fuera de Desesperanza. Aun así, no lo sabemos y por lo tanto, no podemos confiarnos ni bajar la guardia.

El Abad nos bendice, a lo que me inclino para recibirla con respeto, como siempre exige el nombre del Dios-Emperador. Luego escucho como el Vidente se retira, al parecer afligido por alguna clase de enfermedad que se escapa de mis conocimientos, pero de la cual un presentimiento me dice que posee un origen más espiritual que físico.

Salgo junto con mis compañeros para hablar con el Hermano Lamark, quien nos cuenta lo que sabe, que realmente no es mucho. Pienso en esos sonidos y recuerdo las veces en las que he estado en contacto con la mismísima Disformidad, dentro de la Mina Gorgónida. La cercanía a la mayor corrupción y oscuridad puede producir esa clase de sensaciones y percepciones, tanto acústicas como olfativas y de muchas otras formas. Sea como sea, me inclino por pensar que son las energías del Inmaterium las que se manifiestas, ya sean por influencia herética o manejadas por un psíquico ilegal.

Finalmente el líder toma la decisión de que debemos comenzar a buscar pistas en los lugares de los sucesos, a lo que estoy completamente de acuerdo. Asiento a sus palabras y me despido con un gesto del Hermano Lamark, que nos acompañará en persona en nuestro paseo.

Miro a Vladymir, preguntándome qué debemos hacer ahora. Yo tengo todo mi equipo encima y no necesito nada más, pues estoy equipado para el combate, aunque mis heridas sin sanar no hablan bien de mi efectividad en una posible lucha. Aun así me mantengo estoico, orgulloso de aun poder servir al Ordo Hereticus con el poco aliento que me queda.

No puedo evitar mostrarme suspicaz con los acontecimientos. En primer lugar, la actitud del Vidente Aristarchus es de lo más extraña, para mi no tenía sentido que estuviera tan cansado por la mañana si se había retirado a su habitación antes que nosotros. Si, es posible que hubiera comenzado la búsqueda por su cuenta, pero si hubiera salido de la posada le habríamos visto y si se pasó la noche estudiando informes o elaborando teorías nos habría informado por la mañana. Y no contento con eso, se marchaba de repente como si tuviera algo que hacer... Francamente, tenía mis dudas acerca de que Aristarchus se dirigiera efectivamente a la Clota Llorona. No es que sospechara nada extraño acerca de él, era un hombre de confianza del Inquisidor y eso está por encima de todo, pero al menos si tenía información habría estado bien que la compartiera con nostros para avanzar más rápido.

Por otro lado estaba el proceder de aquellos hombres encargados de los asuntos de la catedral. Veamos, ocurren sucesos extraños, muertes incluso, y desapariciones... ¿Y no mantienen un maldito registo con los detalles de cada suceso? O alguien no tiene interés en que se descubra o son unos meapilas y están convencidos de que el gran San Drussus solucionará todo aquel asunto por medio de la fe y bla, bla, bla... Francamente, me inclinaba más por la segunda opción. A pesar de todo, habían revelado un dato importante: si sólo habían encontrado cuerpos de bandidos (suponiendo que efectivamente así fuera) estaba claro que tenía que haber sido alguien de dentro del asentamiento, alguien que no quisiera arriesgarse a eliminar a uno de sus vecinos y, posiblemente, amigos.

Decidí que esperaría un poco más para exponer mis conclusiones, al fin y al cabo la exploración de aquella colina bien podía proporcionar algo de información adicional.

Tras la salida de los dos miembros de la Eclesiarquía, se encaró al resto del grupo. Algo le decía que no les iban a poner fácil la investigación.

-Debemos avanzar a las puertas del asentamiento para reunirnos con el hermano Lamark. Algo me dice que vamos a encontrar pocas pruebas, y que hay alguien bastante interesado en que no se encuentre nada... Y otros, en que ésto no trascienda más allá de un ámbito cercano. Pero llegaremos al fondo del asunto. De camino, me gustaría escuchar lo que tengáis que decir. Ideas, cosas que no encajen... Cualquier cosa. 

Cuando quedan sólo los seis compañeros de misión, y Ostrogov comienza a preguntar, Scythia se decide a hablar y expone sus temores:

- Creo que todos habéis visto el extraño comportamiento del Vidente Aristarchus. Temo que tratara de localizar al psíquico que buscamos durante la noche... intuyo que por eso no durmió bien... y lo que es peor, temo que el psíquico en cuestión esté afectando al juicio de Aristarchus. Su comportamiento sólo puede deberse a una enfermedad... cosa que dudo, o a que alguien esté nublando su mente. Puede que sean sólo sospechas, pero yo me guardaría cuando estemos con él. - las palabras de la sororita podrían considerarse poco adecuadas, debido a que estaba hablando de un superior, pero la hermana estaba siendo clara y sincera al cien por cien con sus compañeros. 

Ella buscaba la herejía donde fuera, para purgarla y exterminarla en nombre del Emperador. Y tanto daba que fuera un grupo de rebeldes, un psíquico ilegal, o un miembro superior de la Eclesiarquía... 

- Si me equivoco no pasa nada porque hayamos sido un poco cautos con el Vidente... pero si no me equivoco lo mejor es estar prevenidos. No perdemos nada. -

Aparte de aquello, la sororita no tenía mucho que añadir. Su intención era investigar cuanto antes y con deteminimiento las colinas y los lugares de los últimos incidentes... quizá con ello obtuvieran más pistas.

Finalmente, la hermana se me adelanté en sus pesquisas, aunque me alegré de saber que había alguien más que pensaba más o menos lo mismo que yo.

- Estoy completamente de acuerdo, su comportamiento es muy extraño... además creo que no vamos a tener que irnos muy lejos para encontrar el origen de estos sucesos - dije en voz baja.- Estoy casi seguro de que el causante de todo este es alguien que vive aquí, en Desesperanza... lo de las tribus Ashleen es quizás la sospecha más evidente, pero lo más evidente no suele ser lo correcto... Quién sea trata de desviar la atención de posibles investigaciones, así que será mejor tener cuidado con lo que hablamos en presencia de otros.