Partida Rol por web

La hermana Scythia se despertó a la misma hora de siempre. Realizó sus oraciones matutinas, nunca se saltaba una. E incluso tuvo tiempo para un entrenamiento ligero y unos ejercicios con el espadón. Luego se preparó, colocó sus ropas y armadura, y equipada con todo bajó a reunirse con el resto de compañeros para desayunar. 

Les esperaba una jornada intensiva e interesante... tendrían la tensión de un posible ataque, atentado o sabotaje en cualquier momento. Y era su tarea impedirlo en la medida en que pudieran.

Sí, iba a ser un día muy largo. Muy muy largo.

- Buenos días. - saludó a Ostrogov que ya estaba desayunando cuando ella llegó. Sí que se levantaba temprano aquel hombre.

Kurt se despierta temprano, hace dos series de cien flexiones y quinientas abdominales, y baja a desayunar.

-Buenos días, hermana Scythia-respondió simplemente el vostroyano, mientras se tomaba una taza de recafeinado caliente. El hombre se encontraba pensativo, pues estaba bastante convencido de que, en las próximas horas, algo iba a salir horriblemente mal. Se suponía que tenían que encontrar la fuente del problema, y neutralizarlo, y lo más probable es que ese mismo mal fuera a arruinar la ceremonia de inauguración de la catedral...

Me desperté con el ajetreo de la gente y bajé a desayunar con el resto, esperando a ver qué clase de celebración iba a tener lugar.

Renata bajó bostezando. Su Kurt ni se había molestado en despertarla y ahora lo veía allí, empapuzándose sin mayores remilgos. Pasó a su lado sin dirigirle una sola mirada y sentó junto a Tercio.

-Buenos días, ¿qué tal habéis dormido tras lo de ayer? Parecerá mentira pero yo lo he hecho de un tirón. Pensé que tendría pesadillas con esos malditos pájaros o alguna cosa similar pero nada. Como una bendita. Oh, esto tiene buena pinta -dijo ante lo que se veía sobre la mesa-. Snif, snif, ¿qué es ese olor a choto viejo? -preguntó olisqueando hasta que su mirada azul se clavó en Kurt-. Ah, eres tu. Sin duda, has hecho ejercicio, pero no hubiera estado de más que te hubieras aseado -su mano izquierda se acarició el cuello, en un mudo mensaje, y una sonrisa cínica apareció en la cara de la mujer-. Con aromas así, con esa actitud, vas a conseguir que alguien pierda la cabeza.

Scythia respondió al saludo de todos los que fueron llegando. - ¿Nos organizamos para vigilar? - preguntó.

Todos sospechaban que se produciría un ataque o algo similar, no estaba nada tranquila a pesar de que todo estaba transcurriendo con calma y como debía. Seguro que estallaría la tormenta cuando menos lo esperaran.

Había acabado de desayunar y sólo le quedaba dar largos tragos de su bebida en lo que el resto se ponían al día.

Miró a Ostrogov preguntándose si el vostroyano tendría algún plan en mente. Quizá proteger al Abad, vigilar a la muchedumbre, o asegurarse de que el tal Seth no aparecía para fastidiarlo todo...

     Kurt miró en silencio hacia Renata, clavando sus ardientes ojos en los de ella. Después acercó la nariz hacia la axila derecha y, aunque sólo hacía cuatro días que no se daba un baño, husmeó sin detectar allí el menor asomo a hedor. ¿De qué demonios estaba hablando...? Por fin suspiró, deslizó el plato y la jarra hacia el centro de la mesa, se levantó y regresó hacia su habitación.

     –No volverá a suceder, Jefa –dijo deteniéndose un instante antes de salir.

Todos os habéis levantado y os habéis reunido ya en vuestro reservado habitual. Forst os sirve estofado de carne de clota para desayunar. Aristarchus no se reúne con vosotros.

Cuando estáis terminando el estofado y el pan recién hecho, unos gritos ululantes resuenan por todo el campamento, aunque no parecen voces de alarma. O, al menos, Forst y los lugareños no parecen especialmente asustados.

KURT:

- Estás en el quicio de la puerta exterior de la posada de la Clota Llorona.

- Tirada Oculta y secreta de Perspicacia +20.

Kurt alza la mirada.

- ¿Y esto qué cojones es...? ¿Una maldita llamada al rezo?

El vostroyano saludó con un asentimiento de cabeza a Renata, e iba a responder a la sororita cuando fue interrumpido por los gritos. Un rápido vistazo le bastó para ver que el resto ya casi habían terminado su desayuno, al igual que él. Con un par de bocados, dio buena cuenta de lo que quedaba, y se puso en pie. 

-Puede que lo sean, pero vamos a comprobarlo. En mi opinión, debemos situarnos en algún punto que domine la puerta de la catedral, es dónde cabe esperar que se junte la muchedumbre, y deberíamos poder observar todo. 

El rojo amanecer me despierta al golpear la luz escarlata en mi rostro. Mis ojos se abren lentamente en el momento en que me incorporo nuevamente a la vida que el Dios-Emperador nos brinda en su infinita gloria y generosidad. Al despertar, admiro el color de la sangre de los mártires en un alba magnífico para la santa ceremonia que se producirá hoy. Me arrodillo junto a mi cama para así elevar mis plegarias como es debido.

Una vez he terminado, me pongo de pie y me visto con toda mi indumentaria, preparado para el oficio y para la batalla, dos cosas para las cuales un siervo religioso del Dios-Emperador debe estar siempre presto. Salgo de mi habitación marcando con la cojera de siempre mi paso por el pasillo de la posada que me lleva finalmente a la sala común, donde mis compañeros ya están reunidos comiendo. Al acercarme les saludo como se debe:

 - "Muy buenos días a todos. Espero que el Dios-Emperador, loado sea en su gloria, les sonría a todos este día."

Me siento con cierta dificultad en una silla vacía y como un poco para así no padecer de hambre en un día tan importante como será este. Escucho las palabras de los presentes y finalmente ese ruido que se oye en todo el campamento. No me gusta mucho la sensación que se produce y espero a que Kurt reciba la respuesta de qué es lo que ha sido aquel sonido, que para mí no puede significar nada bueno, a pesar de que en los locales no causa temor alguno. Me pongo de pie detrás del Vostroyano para averiguar el motivo de aquella cacofonía.

- "Es el caudillo ashleen Kos'ke y su grupo, que han venido para la consagración." -

KURT:

- Desde la puerta de la Clota Llorona ves que hay una pequeña multitud de pueblerinos alineada en la carretera para ver a los recién llegados.

Un imponente caudillo tribal y seis guerreros entran en el pueblo cabalgando a lomos de enormes perros de las arenas, bestias bípedas esbeltas y con largas colas, tres veces más grandes que un hombre, que avanzan con aire ecuestre entre gruñidos y ladridos.

Los jinetes son guerreros de complexión fuerte ataviados con gabardinas polvorientas, mantos con capuchas y piezas desiguales de blindaje decoradas con abalorios.

También están evidentemente bien armados con sables, cartucheras y armas de fuego en las sillas, y algunos portan lanzas de pesadas puntas adornadas con tintineantes cuentas y plumas.

El que parece ser Kos'ke es un bruto inmenso con una poblada barba y bandoleras de cuero entrecruzadas sobre el pecho y repletas de pistolas. Saluda con la mano al pasar, voceando en una lengua que sólo los sabios más eruditos sabrían reconocer.

Según se acerca la comitiva, ves que en el centro de la misma, rodeada de jinetes, hay una figura extraordinariamente distinta, una mujer tocada con un velo, vestida con ondeantes andrajos de tela negros y grises salpicados de cintas carmesíes.

Un murmullo se eleva de la multitud cuando pasa frente a ellos; se oyen frases como "la santa Esha Raine" o "la cantamuertes", y muchos de los presentes se inclinan ante ella o asienten respetuosamente con la cabeza.

Kos'ke y sus hombres se dirigen a la parte del asentamiento que los lugareños denominan "campamento de guerreros", mientras que la mujer del velo encamina su montura al priorato.

- Los que salgáis fuera: Tirada oculta y secreta de Perspicacia +20.

- Los que no salgan pueden hacer la misma tirada, pero con un -10.

- Veamos que está ocurriendo fuera...

Me levanté y fui hacia la puerta para ver si conseguía enterarme de lo que estaba pasando.

El guardia terminó de salir de la Clota Llorona, para comprobar que era aquel jaleo, y de paso dar por concluido el desayuno y empezar a moverse.

Scythia esperó en la mesa. Había acabado su comida, pero se quedó observando las reacciones de los presentes en la Clota. Quizá alguno estuviera demasiado interesado en los recién llegados y tratara de ocultarlo. La hermana buscó todo lo disimuladamente que pudo cualquier reacción sospechosa, alguien que agachara la cabeza demasiado, lo que fuera que le llamara la atención.