Partida Rol por web

Pocos segundos después de terminar la pelea el tabernero se acerca al guerrero muerto mirándoos a todos de reojo.

-Vaya... -susurra al agacharse y tomarle el pulso-. Parece que os habéis encargado bien de este rufián. Aunque no había necesidad de matar a alguien que debía dinero por todo el pueblo...

Se levanta, se acerca al otro guerrero y al ver que sigue respirando llama a su hija.

-¡Narta, trae la cuerda!

La hija se acerca y entre los dos le atan las manos y las piernas al guerrero.

-No voy a daros las gracias por llenarme de sangre el establecimiento pero tampoco voy a enfadarme por como ha acabado esto. Estos señores eran unos indeseables y más de uno coincidirá en que están mejor encerrados a la sombra o muertos.

Dos soldados de los Escudos Rojos entran y hablan con el tabernero. Les está explicando lo sucedido y podéis ver como al acabar, estos se llevan el cadáver y al otro guerrero en una carretilla.

-Podemos seguir con lo que estábamos haciendo. Esto suele ser más habitual de lo que desearía -dice el tabernero mientras todo vuelve a la normalidad-. 

[Por seguir un poco como ibamos en el grupo de fb] Antes de que se lleven a lo que queda de nuestros enemigos, le retiro la espada corta y el oro al guerrero contra el que me enfrente, y de paso retiro la flecha clavada en la pared para devolversela a su dueño. Si esto es el principio de nuestro encargo, tampoco es cuestión de ir quedandonos sin suministros a la primera de cambio.

-Bueno pues ahora que todo por ha terminado ya puedes estar tranquilo. - Digo mirando al monje.- Prosigue con lo que tengas que contarnos.

El monje, más tranquilo, se acerca al amable druida para continuar con lo que era una mera petición de socorro. Una pelea de taberna... ¡Quién lo hubiera pensado!

-Mis hermanos corren un gran peligro. Una banda organizada de ladrones de pergaminos ha atacado hace unas semanas, primero el templo de Yen-Shang y una semana después el templo de Mon-Shang. Todos los pergaminos han sido robados desde que yo partí y prácticamente todos los monjes de esos templos han muerto. Desde el ataque de Yen-Shang no hemos visto más al anciano Yen-Yang, jefe del ese monasterio. Suponemos que se lo llevaron esos malditos saqueadores. Del ataque del templo de Mon-Shang sobrevivieron dos monjes que se refugiaron en nuestro templo. Nos contaron que la banda estaba bien organizada. Habían sido atacados por la noche, y que eran al menos cuatro. El más terrible de ellos sin duda era un viejo que conjuraba sonidos extraños con su voz y hacía brotar de sus manos terrible magia. Ya sólo queda en pie el templo de mi maestro Lou-Yang. Mis hermanos creen que será atacado dentro de poco, al igual que el resto de los templos. Por favor, os pido ayuda. Los monjes poseemos pocos bienes pero podría ofreceros objetos de nuestro templo si me ayudáis…

Una vez con la armadura colocada, voy a recoger la primera flecha con la que fallé el tiro, y cuando veo que el explorador me ahorra el viaje con la segunda flecha, al devolvérmela se lo agradezco haciendo una leve reverencia con la cabeza.

Mmh... me cae bien ese tipo - pienso mientras limpio la sangre de la flecha con mi manga antes de devolverla al carcaj junto a las demás.

De vuelta a donde estaba el monje, atiendo a su explicación con atención hasta que da a entender que a duras penas van a poder pagarnos.

Joder, ¿pero este país está lleno de timadores? - digo algo alterado - ¿Por qué iba a querer arriesgar mi vida a cambio de nada contra unos tíos que han limpiado de monjes ya dos templos? Mira, si quieres te acompaño a tu templo y si me dais algo que valga para pagar por lo que estáis pidiendo, aceptaré la misión; de lo contrario tendrás que seguir hablando con borrachos como los de antes hasta dar con un pardillo... si es que te da tiempo antes de que os ataquen y os maten. Tú decides.

Tras hablar, pongo la mirada en la barra, me apoyo cómodamente en ella y cojo algo para comer mientras contesta.

El monje comprueba que en la sociedad actual, fuera de los monasterios, poca gente queda con valores y con la comprensión suficiente para ayudar a aquellos que lo necesitan de manera altruista.

-No... estoy... estoy seguro de que algo de valor tenemos. Si lo que queréis es dinero... sé que hay algunas antigüedades en el templo que valen oro. Ofrendas de viajeros y de peregrinos que adoraban a nuestros dioses. 

Antes de que se lleven el cadáver del guerrero me acerco, le abro el tórax y recojo su corazón. [Dime cuanto pesa para añadirlo a la ficha]

---Lo siento mucho monje,--- le digo al novio del elfo ---pero al menos por mi parte ya estoy comprometido en otra labor. Si tan mal estáis ¿por que no le pedís ayuda a vuestros dioses?

Dicho eso me acerco a la mesa con dos mercaderes, saco mi hacha, la apoyo sobre el tablero, me siento, los miro fijamente y sonrío con una amplia sonrisa.

- Como bien ha dicho mi sádico compañero ya nos hemos comprometido con otra misión y partimos mañana, poco podemos hacer por ti. 

Miro con atención al semiorco con el corazón en la mano.

Tras comprobar que los mercaderes pasan de mi [contesta el DM y no dicen, ni hacen nada], golpeo fuertemente el hacha contra la mesa y me quedo mirando a uno fijamente a los ojos. Sin dejar de sonreír.

Con un oido en la conversación que esta teniendo lugar con el monje, me pongo a charlar con los mercaderes para informarme de cualquier caravana que parta al día siguiente. Vayamos priorizando: tenemos a la guardia de la ciudad con una mision, y sinceramente son más peligrosos que un simple monje, aunque no me importaria deshacer al mundo de unos desalmados, y de paso cumplir con aquello de que quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón.

El monje se entristece al oír del Druida y el Bárbaro que estos ya tienen otra misión pero durante una décima de segundo parece que se le ilumina la cara.

-Esa misión vuestra no os guiará hacia el norte ¿verdad? Mylton es mi primera parada, y también la de cualquier viajante que dirija sus pasos en esa dirección.

Los mercaderes que están delante del semiorco con el hacha se encuentran atemorizados ante la sonrisa inquietante de este. No saben muy bien que hacer ni que quiere y tras ver lo sucedido en la taberna no van a fiarse demasiado de alguien así. Uno de ellos intentando moverse sigilosamente y despacio para escapar tropieza con sus propios pies y cae al suelo nervioso.

-¡Por el amor de Ehlonna, qué quieres! -dice el que se encuentra en el suelo.

Por otra parte, la búsqueda de un mercader del semielfo no pasa desapercibida y uno de los allí presentes se acerca y saluda con una reverencia.

-Saludos, me llamo Gar y no he podido evitar ver tu interés en un mercader. ¿En qué puedo serte de ayuda?

-Estamos buscando una caravana que parta mañana, mercader. Se trata de un carromato, y además, como ves, mis compañeros parecen una escolta competente con la contar en caso de haber problemas. Vamos camino de la Fortaleza Fazar.

---Por fin logro captar vuestra atención--- les digo a los dos que tengo enfrente. ---Necesito sal y vendas, y para mañana un carromato hacia Farar que pueda cargar unos víveres. Si me levanto de esta mesas con una negativa, el que menos corra de vosotros dos, perderá un brazo. El precio lo ponéis vosotros, si no es justo para alguna de las partes me supondrá un insulto, y supongo que no querréis insultarme ¿verdad?--- Me incorpora hacia delante para estar mas cerca de los chupabolsas. ---Bueno, ¿quien es el valiente que acepta el trato?--- Digo mientras dejo el corazón del guerrero en la mesa y les tiendo la mano ensangrentada.

[PD:]Sigo queriendo las vendas y la sal, e ignoro al explorador.

Me dirijo al monje: 

-Es posible... pero en el caso de que así fuese, será cosa tuya monje decidir si estás dispuesto a arriesgarte a seguirnos o no. No podemos asegurarte que vayamos a poder desviarnos de nuestra senda para ayudarte, tampoco podemos asegurar tu protección, nuestra mayor atención se fijará en nuestra actual labor.  Si es cierto que nuestras sendas coinciden no somos quien para decirte hacia donde ir ni qué hacer. Es un aviso.

Dicho esto contemplo con satisfacción a mis compañeros que por fin parece han conseguido llamar la atención de los mercaderes. Un concurso de beber sería ideal para celebrarlo! 

Escuchando al resto de gente que estaba junto al monje y al oír su preocupación al saber que no iba a encontrar a nadie que aceptase su encargo, con una carcajada me acerco a él y lo acogoto bajo mi brazo.

¡JAJAJA! Tranquilo, monje. Yo sí que te acompañaré al templo, pero espero que tengáis algo de valor por allí y no intentéis tomarme el pelo como los soldaduchos de por aquí.

Volviendo la mirada a los que estuvieron conmigo cuando hablamos con Anaria, les digo:

Si nuestros caminos se separan, decidle a la zorra de Anaria que no he rechazado la misión, pero que una recompensa como la suya afecta a la memoria y hace que me distraiga por el camino.

Si queréis viajar conmigo necesitaremos contratar a un explorador. Éste irá a una milla por delante de la carreta, montado a caballo (cecidido por mí), para avisar a la carreta rápidamente de cualquier percance en el camino. Por otro lado, necesitaré mercenarios que sepan usar bien sus espadas por si ocurre algún peligro, aunque si todos los que habéis montado este tinglado estáis juntos no habrá problemas ¡Ja ja ja! Éstos flanquearán la carreta protegiéndola en todo momento. Mi tarifa es 1 po/día donde cada uno lleva sus propias raciones de viaje y agua.