Partida Rol por web

Al salir de la tienda de Dol-an Humdul, ya había anochecido. La negociación por tal de alquilar el espejo fue menos laboriosa de lo que hubiera cabido esperar de un comerciante malakino. Al fin y al cabo, la actividad principal de Humdul, había quedado probado que no era la simple compraventa de productos mundanos, sino el tráfico de una sustancia estupefaciente procedente de allende los mares, la cual se distribuía por todo Lucarrion desde su base de Malaken. Eso era al menos lo que podían suponer, pues aquel hombre enorme tampoco se lo había confirmado.

Lo único cierto era que necesitaban un lugar tranquilo para conjurar el hechizo que les reportaría una valiosísima información acerca de donde podían estar los seres que habían irrumpido en casa de Tavriss. Tampoco es que supieran a ciencia cierta que la desaparición del contacto de Tavriss estuviera relacionada con su búsqueda, pero tampoco tenían ninguna otra vía para llegar al fondo del asunto. De agotar aquella pista, puede que tuvieran finalmente que regresar a casa con las manos vacías. Habían pagado cien monedas de oro por poder usar aquel espejo hasta el anochecer del séptimo día tras el acuerdo, aunque si las cosas iban bien, podrían devolverlo al día siguiente.

Igual hubiera sido buena idea buscar un buen sitio para descansar. Una taberna, una posada o un hospicio en caso de extrema necesidad y luego formular el conjuro para que les condujera de nuevo sobre la pista, pero Gambrinus no pudo esperar más. Ya habían perdido suficiente tiempo y el tiempo no era algo que les sobrase. Por lo que cuando se encontraron en mitad de una pequeña plaza solitaria y ya bastante lejos de los suburbios, el mediano decidió poner en práctica su conjuro de localización, al amparo de una cuadra vacía. Nadie les buscaría allí y lo cierto era que necesitaba una hora entera para conjurar.

Allí mismo y bajo la atenta mirada del grupo, Gambrinus comenzó a mover las manos, focalizar el conjuro sobre el espejo, recitar las palabras arcanas y todo ello bajo una concentración asombrosa. Mientras el resto del equipo permanecía allí, esperando a que el mago acabase de realizar aquel truco y que finalmente obtuviera una pista fiable de hacia donde ir para encontrar al bueno de Tavriss...

- Ciertamente... - Dijo la elfa. - Creo que estamos perdiendo el tiempo. - Añadió. - ¿Qué sentido tiene seguir la pista de ese... - Resopló mientras buscaba la palabra adecuada para denominar a Tavriss. Todos hubieran esperado que lo catalogara como canalla, sinvergüenza, maleante o buscavidas, pero finalmente se contuvo. - ...para tu contacto? - Resolvió mirando a Niren.

La elfa se puso en pie haciendo algún que otro aspaviento. Se le notaba incómoda. No parecía muy feliz de encontrarse en aquella situación a la espera de que el mago encontrara una pista acerca muy posiblemente de un hombre lagarto, que había estado en la casa de un rufián de poca monta, que probablemente nada tuviera que ver con el asunto que les atañía, ni nada pudiera decir con respecto a aquel asunto.

- Deberíamos centrarnos en buscar el objeto. - Volvió a hablar. - ¡Bah...! ¿Para que intentar convenceros de nada?

- ¡Muy bien! - Sir Alois se puso en pie.

Parecía iracundo y su rostro expresaba enfado. Se colocó la capa a la espalda de un manotazo y caminó decidido hacia aquella elfa. Todos pensaron que aquel hombre iba a agarrarla del cuello para tratar de estrangularla. Aquello hubiera sido algo normal, pues la elfa no había sido más que un incordio desde que partieran de la capital de Bythuador, pero si hubiera sido una sorpresa que el autor de tal justicia, fuera el propio Alois. Pero no la estranguló, sino que la reprendió verbalmente.

- ¡Esto cansado de tu negatividad! - Le dijo en claro tono de reprimenda. - ¡Sólo pones pegas y no aportas soluciones! ¡Esto cansado de ti, Liadrel! - Alzó su dedo índice hacia la exploradora y entonces intervino el enano.

- ¡Calma, señores! - El enano saltó como un resorte interponiéndose entre la elfa y el caballero. - ¡Vamos a ponernos tranquilos! - Continuó tratando de poner paz y mostrando las palmas de sus manos descubiertas. - Liadrel, por favor... - Le dijo mirándola a los ojos directamente. - Te estás pasando... - La mirada del enano era como la de un viejo amigo tratando de abrir los ojos a un compañero que estaba realmente equivocado. - Te conozco desde hace tiempo y sé que tu carácter es fuerte y agrio, pero deja de tratar de convertirte en la reina de las brujas. Por favor...

Y fue en ese preciso momento en el que Gambrinus concluyó la conjuración. Por desgracia, el vínculo que tendría que haber logrado Gambrinus con el propietario de aquella escama, acababa de perderse y no podría volver a probarlo hasta pasadas al menos veinticuatro horas. Seguían en las mismas. Sin pista alguna sobre el paradero de Tavriss y por supuesto, menos aún sobre su objetivo real.

Gambrinus estaba molesto. Habría lanzado tres o cuatro bolas de fuego a la tienda de Dol-An Humdul para calmarse. Pero se contuvo.

—El hechizo no ha funcionado—fue lo único que dijo con cara de pocos amigos.

«Ya que entiendes que no sirve podrías callar un ratito... »

Niren suspiró para sus adentros y decidió ignorar la pregunta de la elfa que a grandes rasgos venía a ser algo similar a "hacedme caso que lo odio todo". De nuevo. Eso y que ya se había encargado Alois de manifestar hartazgo.

A parte, era totalmente retórica. Sólo había que pensar para qué, en primer lugar, habían necesitado a Tavriss.

No obstante, la propia tiefling estaba empezando a sentirse frustrada de verdad, no encontraban nada por ninguna parte, nadie sabía nada ni tenía información útil, era como si simplemente al tipo se lo hubiese tragado la tierra por arte de magia. Que hablando de magia, ni la misma funcionaba. A este paso tendrían que sentarse a esperar a que simplemente sucediese algo porque prácticamente no tenían más cabos que seguir.

De hecho era perfectamente consciente de que en parte los demás debían estar siguiendo aquella búsqueda no porque ella les cayese bien sino porque Tavriss era quien más posibilidades tenía de poseer información útil sobre Rataxes o sobre el maldito artefacto de marras, para los cuales tampoco tenían ni información útil ni prácticamente más cabos que seguir.

Empezaba a sentirse en un bucle de ausencia de información útil y cabos que seguir.

—Pues nada, supongo que sólo queda hablar con el tal Bloj—resopló de mala gana.

«A ver lo que tarda en decirnos "no sé nada, no os puedo ayudar" » añadió en su fuero interno  «Seguro que nadie se lo espera... »

Quería encontrar a Tavriss, tanto porque todo aquello llevase a alguna parte como para saber dónde estaba su amigo. Pero toparse un muro tras otro la hacía empezar a odiar cada vez más la situación. Se estaba convirtiendo en la apoteosis del tedio y llegados a aquel punto se conformaba con que la cosa se desatascase de una vez, aunque tuviera que ir a buscarlo a la otra punta de las Du-Haib.

—Si tienes alguna idea de dónde encontrar el artefacto o a Rataxes me encantaría escucharla —respondió Sir Haldir encogiéndose de hombros, en un tono mucho más ligero que el que había usado su mentor.

Lo cierto es que compartía el hilo de pensamientos de Niren: se hallaban en un punto muerto de la investigación. Lo mismo daba seguir buscando al contacto de Niren que intentar buscar a otro informante. Y tras ver todas las molestias que se estaba tomando la tiefling, Haldir tenía la certeza de que era no era sólo un contacto: también debería ser un amigo. No tenía nada que reprocharle en ese sentido a Niren: él hubiera hecho lo mismo si el desaparecido fuera uno de los Siete Honorables.

El Caballero Rubí palmeó el hombro del magodiano en un gesto de empatía. Comprendía perfectamente lo que acababa de ocurrir, habiendo dedicado toda su vida al estudio de la magia aunque nunca hubiera sido capaz de lanzar el más sencillo de los hechizos.

—No te culpes. Los hechizos poderosos como ese son difíciles de controlar, y la adivinación es la más inexacta de todas las escuelas.

»Vayamos a ver a Bloj. Por cierto, ¿qué clase de nombre es Bloj? —preguntó, tratando de relajar el ambiente—. Su padre debió atragantarse cuando el sacerdote le preguntó qué nombre le pondrían.

Niren estaba de espaldas a Haldir pero alzó repentinamente los brazos al cielo y exclamó:

—¡Al fin alguien lo dice en voz alta!

Los bajó y se volvió hacia él con toda la naturalidad del mundo.

—Llevo desde que oí ese nombre pensando exactamente lo mismo. Sabía que no podía ser la única.

Gambrinus se frotó los ojos con el dedo índice y pulgar de su mano izquierda.

—Se llama Bloj el Malo. Nadie en su sano juicio se pondría ese epíteto. Ni aunque fueras malo de verdad. Ni aunque fueras el rey supremos de todo el mal. Es patetico. ¿De verdad es el nombre lo que os sorprende?

Después miró a Liadrel.

—Y tú, aunque tengas razón y esto no tenga nada que ver con nuestro trabajo, la única pista que tenemos nos conduce a recorrernos cada palmo del desierto de Du-Haib. O a viajar de pueblo en pueblo buscando al maldito Rataxes. ¿De verdad te parecen mejores opciones? Porque si tienes otra idea me encantará oirla. Y si no haz como Askano. Hazte un favor y háznoslo a nosotros, callate.

Liadrel miró con mala cara a aquellos que la habían criticado. Sin embargo decidió seguir el consejo de Gambrinus y hacer como Askanio, por lo que mantuvo la boca cerrada. Al final era lo mejor que podía hacer, pues lo cierto era que en efecto lo único que estaba aportando eran quejas y era evidente que el grupo empezaba a cansarse de ella y de su agria actitud. Si no quería acabar repudiada o peor aún apuñalada durante la noche, debía mantener la compostura.

Incluso el mismo Innos, quien se suponía que era su amigo, parecía sentir vergüenza ajena por su comportamiento. El enano bajó la mirada y negó con la cabeza. Aunque la conocía bien desde hacía algún tiempo, parecía que hasta a él le había sorprendido la actitud de la elfa. Liadrel lo captó de inmediato y decidió mantenerse en un segundo plano. Al menos hasta que pasara un tiempo prudencial, para poder soltar su próxima puya.

Niren no conocía a Bloj el Malo o el Borracho, tampoco le sonaba el nombre, pero lo que si conocía era la taberna de la que Dol-an Humdul había hablado. "El Camello Rampante", era un tugurio de mala muerte, como la mayoría de los locales de aquella ciudad por otra parte, por mucho que a la tiefling le pesara. Sin embargo, a diferencia de otros, ese lugar estaba en uno de los peores barrios de la ciudad. 

Aquella taberna estaba en el barrio de los Talleres. Se trataba de una de las zonas más antiguas de la ciudad. Antaño se trataba de un barrio industrial situado en el extrarradio, pero a día de hoy había sido absorbido, por el continuo avance de la ciudad. Aunque en su concepción aquel lugar se creo con la intención de ser un barrio industrial, llevaba más de medio siglo sin que aquella fuera su finalidad. Por alguna razón que ni la misma Niren conocía, poco a poco fue perdiendo importancia industrial y las empresas fueron migrando a otras zonas, hasta que quedó totalmente en desuso.

A partir de ese entonces se convirtió en un barrio dormitorio en el que los inmigrantes que iban llegando a la ciudad, se instalaban en las antiguas factorías y se hacían de allí su hogar. Si bien la delincuencia estaba bastante instaurada en la zona, aquel lugar era todavía más problemático y las diferentes familias y clanes, se habían instalado en el barrio y se lo habían dividido en zonas. Difícilmente uno iba hasta allí sin encontrar problemas y mucho menos un grupo tan grande como el que eran.

Los edificios estaban bastante deteriorados. Muchos de ellos estaban en estado ruinoso, habiendo caído alguno de sus muros habiéndose hundido el techo o incluso siendo simplemente, una acumulación total de escombros y cascotes. Algunas de las viviendas mostraban signos de haberse incendiado en el pasado y las que se mantenían en pie, tenían sus fachadas ennegrecidas por la polución de muchos años. Además, el suelo estaba completamente cubierto por despojos, basura y escombros de todo tipo.

- Parece un barrio peligroso... - Dijo Innos. - Quizás sería conveniente que no fuéramos todos. Para llamar menos la atención digo yo... - Sugirió. - ¿Queréis que me quede por aquí? - Preguntó sonriente justo cuando llegaron a las puertas del barrio y pudieron ser testigos de primera mano, del estado de la barriada.

—No termino de seguir tu lógica, Innos —respondió Sir Haldir—. Precisamente porque estamos en un barrio peligroso deberíamos permanecer juntos. No creo que quieran atacar a un grupo grande y bien armado como el nuestro.

Miró a Niren.

—¿No?

- Hummmm... - Innos se detuvo y miró con el ceño fruncido a Sir Haldir. Parecía estar analizando la lógica de su comentario. Entonces le señalo varias veces con el dedo. - Si... Si... Tenéis razón. - Sonrio. - Igual por eso eres caballero y yo no... - Soltó una risotada de enano.

Niren se encogió de hombros.

—La lógica dicta que no, pero los dioses me libren de intentar predecir la estupidez humana—comentó antes de hacer una pausa y rascarse la cabeza anecdóticamente—. Aunque claro, si alguien es tan estúpido como para querer atacar a un grupo grande y bien armado es que está lo suficientemente borracho como para no poder ni tenerse en pie así que da igual. Vayamos todos.

Apoyó las manos en las caderas y miró en derredor con el ceño ligeramente fruncido. Para variar, quien tenía los rublos estaba demasiado ocupado limándose las uñas como para preocuparse de adecentar aquellas partes de la ciudad. A Niren le pesaba bien poco que los bares fueran tugurios, la realidad era la que era y no había sido ella quien había dejado ese sitio así así que no tenía que demostrar  nada a nadie. Pero aquel contraste siempre le había provocado una especie de resignación socarrona; la parte invisible de la ciudad. O la que no se quería ver.

No sabía si era más gracioso eso o los extranjeros que pasaban pensando que en sus lugares de origen no existía la miseria. ¡Bendita igenuidad!

—A ver si ese tipo tiene algo de información útil por variar un poco...

La idea era entrar en la taberna y preguntar por el tal Bloj al tabernero. Esperaba que la práctica no se separase mucho de ella.

—Además, decir que el barrio parece peligroso cuando toda la ciudad está dispuesta a clavarte un puñal por la espalda estés o no atento, es cuanto menos ridículo.

¿Qué clase de grupo había reunido Rarzorg? ¿De verdad quería que tuvieran éxito en su tarea? Entre el bueno para nada de Alois, la agria elfa y el enano corto de luces... Sólo Sir Haldir y Niren entraban dentro de los estándares de la competencia. Iba a ser un viaje muy largo.

—En fin, ¿seguimos la estrategia Askanio o preferis la manera diplomática?

—No creo que Bloj se haya ganado su apodo por sus dotes diplomáticas —señaló Haldir—, pero me gusta tu actitud positiva. 

Gambrinus sonrió burlón.

—Para nada, sólo quería confirmar que nadie iba a irritarse por utilizar el método Askanio. Hace tiempo tuve un compañero que en cuanto te mostrabas un poco más desagradable de la cuenta, aprovechaba la mínima ocasión para recriminarlo. Según sus propias palabras, amenazando y provocando lo único que hacia era meterlo en situaciones incómodas por las que no quería pasar—el mago se llevó el dedo al mentón pensativo—. También decía que lo iban a matar por mi culpa.

El mediano echó a andar.

—No quería repetir esa experiencia.

—Pues yo te recomiendo empezar por la diplomacia—comentó Niren alzando un índice ociosamente mientras caminaba como si fuese una especie de sabio hablando de teorías metafísicas—. Y no, no es porque crea que el mundo se puede arreglar con palabras bonitas, es pura estrategia; si no funciona y terminas a golpes luego siempre puedes decir "¡Ah, yo lo intenté!". Con un intento vale y te ahorras al paladín de turno dándote el sermón . Todo son ventajas.

Se rió entre dientes. Acababa de recordar una anécdota que un viejo pirata retirado le había contado una vez sobre el último barco que había abordado en el que había un topo de los suyos; resulta que tenía paladines a bordo y éstos habían intentado salvarle la vida al mismo topo que les había apuñalado por la espalda aun después de revelarse el pastel. Niren había estado como media hora riéndose. ¿Qué sería de los conflictos sin paladines para complicarlos aún más?