Partida Rol por web

Aun estaba viva, aun puedo lograrlo........

Mis pensamientos iban y venian tratando de controlar una situacion que se me iba de las manos, pero aquel desgraciado habia huido, eso me daria tiempo. Tiempo...

- Ahhhhhhh.... Volvi a gritar con la nueva herida.

No podia pensar en ello en este momento, mi cuerpo dolia por todas partes, sentia sangre en mi boca, ardian mis ojos, pero aun no habia terminado, aun tenia que luchar. 

Dispare contra el trasgo que tenia cerca (C4) pero no le habia hecho mucho daño, estabamos muy cerca era dificil dar en un punto vital. Trate de moverme a donde no pudiera darme el otro, pero ya no habia mas pared, no tenia mas a donde correr, asi que me agache para al menos ponerselo mas dificil al que estaba con las jabalinas y me prepare a esquivar al desgraciado cerca de mi mientras buscaba una nueva flecha. 

Vas a morir maldito, asi sea lo ultimo haga.

Al disparar una nueva flecha el trasgo que tenía delante aprovechó para lanzar un mazazo, pero no llegó a golpearle. Tampoco lo hizo una nueva jabalina, la cual se clavó en una de las cajas. Pero un segundo mazazo le propinó un fuerte golpe en la cabeza.

Aenifer sintió sabor metálico en la boca, era sangre. Luego empezó a marearse, sus piernas titubearon y cayó de rodillas. Todo empezó a volverse negro rápidamente y finalmente todo fue oscuridad.

- Sufre maldito..... 

Y sonrei cuando mi flecha se clavo. Pero una vez mas no era suficiente. 

Esquivar, esquivar, esquivar....

La jabalina paso clavandose a un lado y cuando me gire el impacto de la masa me dejo totalmente desorientada. No entendia que me habia golpeado pero mi cuerpo temblo de un solo golpe y ya sin aire me di cuenta que todo habia acabo.

Por un instante mas senti como una lagrimas caia por mi mejilla y vi el rostro de Alex preocupado por mi mientras Valy me regañaba por haber sido tan estupida.

- Lo siento.... sisee. 

Y todo se puso negro.

Yoon se frotó los ojos, así no había forma de encontrar a Aenifer.

-Bueno, ¿quién abre el cofre? -preguntó a todos-. Por que mientras estamos aquí decidiendo si hacerlo o no, ¡Aenifer está peligro! Lo abriría yo, ¡pero no puedo! -refunfuñó.

- Tarkhan - dijo el explorador, y no era una pregunta, ni una sugerencia. - Un hachazo podría destrozar el contenido del cofre, no se te ocurra acercarte Valy

Me pareció que todo el mundo ladraba por demasiada tontería. Estábamos allí, ¿no? Y teníamos prisa. Los trasgos eran quienes debían tenernos miedo y no a la inversa, y por mucho que dijesen que el anciano también era importante... no para mí. Ignoré los insultos que me lanzaron, puesto que las palabras como aquellas no hacían daño, y una vez dentro de la sala, que era lo importante, me concentré únicamente en ver lo que había en su interior.

Ni rastro de Aenifer, pero sí que había un cofre, algo que Alex notó enseguida.

-No te preocupes, Alex. Dejaré que te quedes con lo que haya dentro. Después de todo, parece que es lo único que te preocupa, ¿no? Quizás yo sea impaciente, pero al menos muestro sentimientos, no como tú, que solo das la impresión de estar aquí por un maldito tesoro.

Mis ojos brillaban, pero era por rabia y ganas de romperle la cabeza. De nuevo había regresado aquel deseo, una vez Aenifer estaba lejos de nosotros y al comprobar que a su... "hombre", parecía preocuparle mucho más no romper el maldito cofre que encontrarla.

Yo en cambio, me desesperé al ver que habíamos llegado hasta allí para nada.

Pasando de todos ellos, me dirigí hacia la siguiente sala a toda prisa.

El grupo se había vuelto completamente impredecible, y eso era más peligroso que un ogro hambriento. Cada cual tiraba en una dirección, la propia, y no miraba por los demás. En lo que a Tarkhan respectaba eran un equipo. Debían serlo si querían salir vivos y airosos, pero solo Alex y Yoon parecían compartir su parecer. 

La impulsiva decisión de Valyëvan confirmó sus pensamientos. Entendía que no le importara lo que había en el cofre cuando la vida de su amiga estaba en juego. Lo que enervaba al anzano es que la vovit no se diera cuenta de que su amiga se había puesto en peligro a ella misma, y a todo el grupo, por ese tipo de decisiones impulsivas. Por supuesto, cada cual era de tomar sus propias decisiones, siempre que estas decisiones le afectaran únicamente a sí mismo, pero rara vez era así. Las decisiones eran como olas en un estanque: uno arrojaba la piedra, pero no podía prever hasta donde se extenderían por su superficie.

Tarkhan siguió a Valyëvan con la mirada. No trató de hacerla en razón, ese no era el modo de proceder en Anza, pero tampoco la siguió. No tenía la más mínima intención de correr como pollo sin cabeza por aquel hervidero de enemigos. Asintió en dirección a Alex, echó un vistazo por si hubiera alguna trampa esperándole y empezó a manipular la cerradura con habilidad y cuidado.

Buscar: 23

Inutilizar mecanismo: 33

Yoon resopló al comprobar cuán infantiles estaban siendo los adultos y su flequillo se elevó por los aires. ¡La niña era ella! Qué malgasto de energía y saliva, tenían prisa, pero con tanta discusión perdían más el tiempo. Vio que su maestro se acercaba al cofre, de modo que la pequeña maga se arremangó la túnica hasta los codos y se arrodilló junto a él para buscar cualquier posible trampa. El tejón, Perry, se puso sobre la cabeza de Yoon, para ayudar o para molestar, la niña no estaba muy segura.

La maga no encontró nada, aparentemente, todo era normal. Se llevó la mano al mentón, para fingir estar súper concentrada, porque no sabía cómo ayudar a Tarkhan y salir de una vez de allí.

-Ahí. ¿No lo veis? -dijo el tejón, señalando el cofre. Yoon dio un chillido y los dos cayeron al suelo.

-¡Perry! ¡Has hablado! -exclamó. El tejón puso cara de circunstancias.

-Siempre he podido hablar, desde que soy tu familiar.

-¿Y por qué nunca hemos hablado?

-Tampoco es que me hayas preguntado...

En cuando Tarkhan, su alumna y el familiar de ésta se pusieron a manipular el cofre, notaron una vibración mágica y eso no eran buenas noticias. De pronto una deflagración espontánea surgió del cofre directamente hacia donde ellos se encontraban.

A pesar del cuidado que estaban teniendo, acabaron por activar una maldita trampa, lo que hizo que una intensa llamarada surgiera del cofre del demonio y nos envolviera.

Sin tiempo para esquivarlo, agacharme o colocarme en una posición que me hiciese menos daño, a duras penas logré evitar salir ardiendo, notando como mi piel recibía la mayor parte del fuego. Ni siquiera grité a causa del intenso dolor que sentí, o de la frustración que me generó recibir daño, no porque hubiera tenido lugar una batalla, sino a causa de algo tan insignificante para mí como mirar en el interior de aquel cofre. 

El fuego me lanzó contra el suelo y cuando desapareció, me levanté apresuradamente, para ver cómo estaban los demás.

Yoon estaba hablando con Perry por primera vez y no se dio cuenta. Bueno, se dio cuenta, demasiado tarde, cuando la runa inscrita en la cerradura comenzó a brillar. Antes de poder gritar siquiera una advertencia, el fuego estalló delante de la niña. La pequeña se cubrió con los brazos instintivamente mientras su familiar saltaba con asombrosa rapidez sin recibir ni una sola chispa.

Pero la pobre Yoon quedó envuelta en llamas. Fue tal el dolor que ni siquiera pudo articular sonido alguno, se le chamuscó el pelo y se le prendió  la ropa. Su piel se quemó hasta quedar ennegrecida. Cuando las llamas se extinguieron su cuerpecito cayó al suelo envuelto en humo y el olor a carne quemada inundó la estancia.

No se movía.

Tarkhan saltó como un gato, evitando lo peor de la magia que protegía el cofre, aunque no con tanta habilidad como Perry. Se apagó el fuego de las mangas y, cuando lo hubo hecho, palideció al ver el pequeño cuerpo de Yoon en el suelo. Tarkhan se arrodilló junto a su discípula y extrajo con suavidad la varita de su obi. Ni se le pasó por la cabeza pedir ayuda a Belbara. Esto era cosa de anzanos, no de enanos.

Enarboló la varita en el aire mientras cerraba los ojos y se concentraba. La piedra que había en su extremo parpadeó una y dos veces. A la tercera se encendió y la magia curativa descendió sobre Yoon. La muchacha aspiró una bocanada y Tarkhan se permitió un suspiro de alivio. Depositó la varita en el regazo de Rayo de Luna (los dioses sabían que ella sabía manejar esa cosa mejor que él) y la estrechó entre sus brazos.

—(en anzano) Ya está, Yoon-chan. Ya pasó, mi querida Rayo de Luna —dijo, y la estrechó con suavidad entre sus brazos —. Yo te protejo.

Tarkhan pasa la TS de reflejos (20).

Tarkhan consigue activar la varita a la tercera y cura a Yoon 3 pgs, quedándose a 1 pg.

Yoon abrió los ojos un poco.

-Ay... -fue lo único que pudo decir y mover los labios solo sirvió para que el dolor enviase una ráfaga por todo su cuerpo cuando despertó.

No podía mover ni las manos ni los brazos. ¿Qué había pasado? ¿Por qué tenía tanto calor? ¿Por qué le dolía la piel como si se hubiese pasado un día entero expuesta al sol?

-Ay... -insistió. Quería llorar, pero los ojos también le dolían, y las mejillas, y los labios.

El abrazo y las palabras de Tarkhan bailaron por su cabeza. El roce de su propia ropa le hizo daño y gimió para hacer notar a su maestro lo que le estaba pasando. Como no parecía darse cuenta, por no herir sus sentimientos y porque debía estar muy preocupado, la muchacha consiguió tocar la varita con los dedos ennegrecidos. La magia curativa fluyó a través del artefacto, aliviado el dolor trabajosamente. Finalmente, las quemaduras se fueron aclarando a medida que la energía divina hacía su trabajo y el dolor fue remitiendo lentamente.

El kimono de Yoon estaba completamente quemado, casi se había quedado calva y se le habían chamuscado las cejas. Pero la pequeña no se dio cuenta, le dio una palmada en el hombro a su maestro para calmar su desasosiego. A veces se ponía nervioso por cosas sin importancia y necesitaba calmarse. Sin embargo, debido a la presión acumulada, la pequeña se refugió en los brazos del mago y se deshizo en lágrimas. Había dejado de ser divertido.

Perry se acercó a ella y se apretujó a su costado para darle ánimos.

Apenas había alcanzado la siguiente puerta cuando oí algo a mi espalda que me hizo volverme. Una enorme llamarada había surgido del cofre, envolviendo a Yoon, Tarkhan y Perry, lanzándolos al suelo en llamas. 

Rápidamente, me dirigí hacia ellos, mientras resonaban en mis oídos sus gritos de dolor a causa del fuego, y cuando llegué, me acerqué a la pequeña.

-¿Estás bien? ¿Qué ha ocurrido? -pregunté, viendo como a Yoon se le saltaban las lágrimas a causa del dolor. Entonces me volví hacia el cofre.

Sin duda, habían accionado alguna clase de trampa mágica que afortunadamente, no había acabado con ellos pero que sí les había lanzado una advertencia que debían tener en cuenta.

Negué con la cabeza.

-Este lugar no solo es un laberinto. También es un nido de trampas. ¡Maldita sea! ¡Y mientras Aenifer por ahí, sola! ¡Debemos continuar y no detenernos por nada! ¡No más cofres!

Tarkhan tuvo que contenerse para no lanzarle una respuesta cortante a Valyëvan. ¡Había sido precisamente por eso por lo que habían tenido el accidente! No habría ocurrido si no fueran con prisas de un lado para otro, corriendo como pollos sin cabeza detrás de la gallina aún más descabezada.

—Es una niña —le dijo en cambio—. Necesita un momento. Seguid vosotros. Enseguida os daremos alcance.

Una vez la trampa se activó, quedó a relucir lo que el.xofre contenía. Una gran cantidad de monedas se amontonaban en su interior, entre las cuales destacaban un cinturón, unas extrañas mangas de camisa, una cristal muy hermoso y unas botas. 

Xhu Leí Hanzo se acercó curioso al cofre y miró en su interior. Acto seguido sacó de un bolsillo interior oculto en su túnica, lo que parecía ser un monóculo. 

- Dejadme ver qué tenemos aquí. - Dijo observando lss extrañas prendas allí guardadas. - Si ésto estaba aquí dentro es por algo. Es de buena manufactura y seguro que tienen algún tipo de propiedades mágicas. - Asintió con la cabeza. - Con este monóculo y un simple conjuro de detectar magia, puedo descubrir sus propiedades. - Afirmó. - Aunque quizás mejor sea dejarlo para más tarde. Tenemos que encontrar a esa chiquilla impetuosa...

—Revísalo, Xhu Lei-san. Hemos pagado su precio en sangre, y podríamos necesitarlo.