Partida Rol por web

Misty siempre había sido lenta, le gustaba tomarse las cosas con calma, pero era la capitana y no estaba ejerciendo como tal. Pero a lo mejor tampoco hacía falta, mientras nadie le pidiera explicaciones, podía dejar que los demás actuaran por sí solos y luego fingir que seguían sus órdenes. En fin, en cualquier caso, se plantó delante de Murdin, un gracias habría estado bien, pero nadie le daba las gracias a un personaje de apoyo cuando les salvaban el culo. Estaba acostumbrada.

-Bien, ¿dónde os atacaron? Quizá podamos ayudar a los heridos. Condúcenos.

Jillip entendió que Tato no estaba borracho en cuanto preguntó a Morrowind por las arpías, claramente era una posibilidad que esas señoras de altos vuelos fueran también responsables por las desgracias de los comerciantes. Por supuesto eso indicaba que su querido compañero insistía en no aceptar su enaneidad basado en prejuicios tales como su altura, su raza, y el hecho de que prefiriera un buen par de tetas antes que un pecho peludo... y eso que la Capitana había insistido en que lo considerasen enano de plenos derechos.

Como fuera resultó que no habían sido las arpías, sino unos diablos a cual mas feo y peligroso. Como buen enano respondió a la exhortación de Tato con un gruñido digno del más aguerrido de los enanos... algo que su garganta emparchada tradujo como un seco ronroneo. Y hubiera salido blandiendo su hacha si la Capitana no lo hubiera impedido señalando juiciosamente que no sabían en que dirección cargar.

- Si, os llevaré... - Dijo el enano. - No es muy lejos de aquí. - Hizo una pausa. Se le notaba apenado. - Aunque creo que... - Apretó el puño. - Creo que no dejaron heridos. Sólo yo pude escapar.

Dicho aquello se puso al frente de la expedición y avanzó campo a través hasta llegara a un nuevo sendero. Inmediatamente comenzó a seguirlo. Era evidente que aquel otro camino llevaba a alguna parte y que era un camino bastante transitado, pues de lo contrario, no estaría allí. No obstante, aquel enano no dijo nada de hacia donde conducía y por contra fue en silencio todo el camino y tratando de hacer el menor ruido posible.

Avanzaron durante menos de diez minutos por aquel sendero hasta que de pronto se toparon frente a frente con un extraño ser de características diabólicas. Como Murdîn había descrito se trataba de un ser de orejas puntiagudas, y rasgos afilados, con la piel húmeda y escamosa y con una larga cola y garras pavorosas. De pronto, de los márgenes del terreno, surgieron una serie de seres deformes y de apariencia atormentada. Una masa informe que rezumaba sobre el terreno desplazándose como arrastrando su casi líquido cuerpo.

- ¿No has tenido suficiente? - Le preguntó el demonio al enano con una voz que parecía provenir de lo más profundo de un caverna. - ¡Y traes nuevos condenados! - Soltó una risotada. - ¡Eso me gusta Murdîn! ¡Buen trabajo!

El enano pareció sorprenderse al escuchar aquello. Era como si... ¡Como si aquel diablo quisiera hacer ver a quienes le acompañaban que les había conducido ante él como señuelo! Murdîn dio un par de pasos atrás y negó con la cabeza.

Tathtorn se preparó ante la inminencia del combate. Enlazó dos conjuros, uno detrás de otro, para proteger a Jilip; y aún lanzó un tercero para convertir a Misty en una enana gigante sólo por sembrar la confusión. Se alzó el visor del yelmo con la mano para observar al barbazu con ojo crítico.

—¡Bonita barba! —le respondió al demonio mesándose las suyas propias—. ¿Cuesta mucho de aclarar en la ducha?

Mientras el diablo barbado estaba ocupado formulando una respuesta, Tathtorn lanzó un rápido hechizo y tras un destello azulado se movió bruscamente, como si pudiera anticipar las acciones de todos los demás.

Misty lanzó un suspiro, así que ahora tocaban toñas en tierra firme. Bien, mucho mejor. El conjuro del mago recorrió su cuerpo, no le gustaba que le lanzaran conjuros sin permiso explícito, sobre su persona-, pero era mejor así, ahorraría mucho tiempo y esfuerzo. Así que la sacerdotisa los bendijo lanzando una sarta de palabras sin sentido y luego se tocó a sí misma.

-¿Condenados? Sí, condenados a escuchar tus tontunadas, será mejor que cierres la boca sino quieres que te la cierre yo de un bofetón -exclamó la sacerdotisa al tiempo que se ponía firme y empuñaba su maza, Mimitos-. ¡Allons-y!

Con un sonoro "plop" una maza del mismo tamaño que Mimitos, llamada K-9, apareció junto al que había hablado y le atizó un mazazo en su dura cabezota.

- Menos charla, Jillip aplasta - Dijo el gnomuerto mientras se acercaba a una de las criaturas y le lanzaba dos hachazos que, de haberles pegado, lo hubiera devuelto de un golpe a los infiernos

Mientras caminaban hacia el más que seguro combate, Filbert comenzó a tocar su arpa a una velocidad inusitada y sacando de la misma unos sonidos inimaginables que llenarían de valor y determinación los corazones de sus compañeros. Entonces comenzó a entonar una letra que acabaría por decantar sin duda la batalla en favor de los suyos.

El fuego está propagándose sobre el campo de batalla, 
mientras Arwald está librando la guerra de los reyes.
El ejército de Dargor, el trueno, la tormenta.
La gente está llamando al valiente y a su espada.
No queda tiempo para salvar al sabio trono.

Sombras de un pasado no tan distante como para olvidarlo
el alzamiento de los demonios de su maldito infierno.
Así que, ven poderoso guerrero 
para alumbrar la esperanza perdida.
Por Tharos el dragón, y tu alma cósmica, 
empuña ahora tu espada esmeralda.

[...]

Jillip logró deshacerse fácilmente de uno de los monstruos informes que les amenazaban. Bastó un buen golpe para destruirlo y acabar con su agonía. No obstante, aquellos monstruos cenagosos de carne putrefacta, no sintiéndose intimidados por el buen hacer del guerrero gnomuerto, comenzaron a moverse en dirección al grupo, como guiados por una fuerza superior y aparentemente hambrientos. Dos de ellos se encararon con el asesino de su congénere y trataron de asestarle sendos garrotazos, sin embargo, fueron ambos del todo inútiles, pues no llegaron a golpearle.

El diablo se movió rápidamente armado con su guja ganando una posición muy beneficiosa para su ataque y entonces sin dudarlo lanzó un aguijonazo contra el bueno de Jillip. Éste sintió como el frío metal diabólico se introducía entre una de las rendijas de su armadura y traspasaba su piel rasgándola con dolorosa saña. Al salir de nuevo el metal diabólico de su cuerpo, el gnomuerto sintió que aquella herida sería de difícil sanación y que pese a sobrevivir a ella, le iría matando poco a poco.

- ¡Jajajaja! - Rió aquel ser totalmente fuera de sí. - ¡Sangreee! ¡Sangreee para los corruptos dioses del Gran Abismo!

—Las palabras mágicas, ¿cómo eran...? ¡ah, sí!

Tathtorn extrajo una hebra de tela de araña de su bolsa de componentes y empezó a canturrear animadamente un encantamiento¹.

—Salacadula chalchicomula, bíbidi bábidi bu. Yo hago milagros con esta canción: bíbidi bábidi bu.

El sedal que sujetaba entre los dedos ardió por efecto del hechizo y de cada una de las llamas, renaciendo como una especie de insólitos fénix, surgió una miríada de diminutas arañas. Los arácnidos corrieron sobre patitas de fuego en dirección a los diablos, desplazándose por el aire con tanta facilidad como una verdadera araña lo haría sobre la tierra. Cuando llegaron empezaron a tejer su pegajosa tela con rapidez vertiginosa, llenando todo el espacio existente entre los árboles cercanos con un grueso entramado de fibras, intentando encerrar a aquellas criaturas en una mágica prisión.

La telaraña se tejió alrededor de dos de aquellas criaturas deformes y del diablo. Si bien, una de ellas y el propio diablo pudieron esquivar las hebras y no quedar completamente pegados a ellas, lo iban a tener muy difícil para poder moverse. 

Era el momento de que Filbert hiciera algo realmente útil, pues la amenaza si bien había sido minorizada, todavía no había sido del todo neutralizada.

Filbert agarró el amuleto que pendía de su cuello. Se trataba de un amuleto de ámbar, el cual portaba en su interior lo que parecía ser una avispa. Lo frotó y entonces invocó las palabras de mando.

- ¡Revolotea, picotea y envenena! - Alzó la voz y de pronto, una enorme avispa surgió de la nada situándose a la espalda del diablo barbado.

Aquel ser lanzó un rápido aguijonazo contra el diablo con la esperanza no solo de causarle un gran daño, sino también de envenenarle. Sin embargo, el diablo pudo esquivar a aquel ser con gran facilidad.

- ¡Por Brook! - Gritó Murdîn que salió disparado hacha enana en mano y en dirección al diablo barbado.

Lanzó un ataque contra éste pero erró. Pese a que estaba herido y bastante débil, la rabia que sentía por haber perdido compañeros a manos de aquel ser y sus esbirros, fue más fuerte y como enano orgulloso que era, se lanzó a la batalla sin pensar en las consecuencias.

Mientras tanto, otro de aquellos deformes seres se movió con la clara intención de atacar a la enorme enana que tenía delante y eso hizo. Su ataque fue exitoso. Misty recibió un golpe de aquella carne fofa y desparramada. Fue un golpe doloroso, pero nada que no pudiera superar frotándose un poco la zona de la herida. Por suerte aquellas babosas de carne putrefacta no parecían demasiado peligrosas.

Misty se dedicó a repartir estopa con Mimitos, primero hacia los enemigos que se movía a su alrededor y después contra el enemigo más cercano, dejando caer la maza empuñada con las dos manos sobre la cabeza de aquellas cosas tan desagradables.

-¡Y no te levantes!

Por su lado, la maza convocada miró hacia un lado y a otro, dándose cuenta de que el demonio al que tenía que atacar no estaba donde debía estar. En cuanto lo divisó, flotó en su dirección y le estampó un mazazo en toda la boca.

Jillip sintió el dolor molesto de la Guja en su cuerpo, y como intentaba robarle poco a poco su fuerza.

- No tengo sangre, imbécil, ni tampoco pichita, pero quiero presentarte a Destino Final.

Mientras hablaba Jillip lanzó un tajo con Destino, la hoja curva de su hacha, aumentada por el martillo de la montaña. El corte fue brutal y dejó un tajo enorme en el pecho, pero lo peor para el barbado estaba por venir.

El tajo de destino fue una caricia comparado con el golpe de Final, ya que en su descenso pasó por la misma herida y el borde serrado desgarro sus entrañas.

Misty dio dos fuertes garrotazos contra uno de aquellos seres de carne deformes y lo destrozó. Al ser golpeado salpicó carne por doquier y al ser destruido su ser se esparció por el suelo de forma nauseabunda. Quedaba una menos de aquellas cosas que estaban demostrando ser fáciles de matar y poco peligrosas.

Mientras tanto, un golpe devastador de Jillip y un mazazo espiritual dejaron al diablo visto para sentencia. Sentencia que llegó justo después. El filo de la gran hacha desgarró la carne, los músculos y las interioridades de aquel ser del abismo. Su columna vertebral fue seccionada en dos y tan solo pudo mirar con horror como su cuerpo era seccionado en dos mitades, antes de morir.

Mientras tanto, los lemures seguían a lo suyo, tratando de golpear sin éxito alguno a los asesinos de sus compañeros. Tampoco parecían demasiado preocupados por lo que acababa de suceder. Al fin y al cabo, no parecían tener más cerebro que un protozoo. Actuaban únicamente guiados por su hambre y la maldad con la que habían sido creados.

Tathtorn se detuvo, preguntándose si realmente eran necesarios sus conjuros.