Partida Rol por web

La borrega prefirió caminar por su propio pie, aunque se le veía muy agotada y débil. Karag asintió serio, aprobando totalmente esa actitud obstinada que presentaba la humana. Podría ser un enclenque culo flaco, pero tenía agallas. Ya con ambas manos libres, sacó su hacha otra vez.

-¿No ven en la oshcuridad?- murmuró mirando a Barba Partida enarcando una poblada ceja. Eso sí que era una mierda… con razón esos humanos murieron tan rápidamente cuando les atacó esa noche sin luna. Era un dato bastante interesante, sobre todo cuando tuviera que matar humanos. ¿Los demás serian así? Debía preguntarle eso al viejo más tarde-. Si algo apareshe… jejej- dijo con tranquilidad, como indicando que podía estar tranquila. Ya le habían visto en acción y era algo destacable su capacidad de cortar personas con un trozo de metal afilado, pero nadie se siente tranquilo teniéndolo cerca.

Tomó posición y avanzó detrás de la borrega, con todos sus sentidos alertas. Ahora el peligro podría venir de todos lados.

Reshi no había echado una carrera a campo traviesa, pero también estaba agitado. El estrés de que de un momento a otro uno de los árboles revelara detrás de si al par de ogros lo habían agitado por demás, y fue notable el respingo que pegó cuando la clériga se asomó entre la maleza.

Tras tantos días juntos, el mago comenzaba a captar que había algo raro en la relación entre ella y el bardo. Evitaban separarse demasiado incluso aunque se llevaban mal, casi como si temieran poner distancia entre uno y otro, y ahora sospechaba que el brutal cansancio podía también estar relacionado. Pero no era momento de indagar.

Reshi ajustó las tiras de cuero que le ataban a la mano su foco de cristal y se dispuso a seguir al grupo de vuelta, aliviado de ya no buscar una pelea peligrosa y probablemente innecesaria.

—Además, si nos están buscando, la cueva será el último lugar al que vayan— pensó en voz alta.

—Encantado— agradeció la posición que le otorgó Brummbar y luego volteó hacia el otro enano.— No, tanto los humanos, como los medianos y los draconianos son totalmente incapaces de ver en la oscuridad. Todo un misterio estos últimos, puesto que tanto la forma de sus pupilas como las criaturas de las que parecen descender indicarían que tienen ojos perfectamente adaptables a condiciones de escasa iluminación. Pero yo mismo no me confiaría en exceso. Al menos para mis ojos, leer es difícil sin luz, y no puedo notar más que formas vagas más allá de unos pocos pies de distancia.*

Reshi siguió escupiendo palabras un rato más sobre lo inusual del sentido de la vista de los draconianos que poseyendo pupilas rasgadas no contaban con un tapetum lucidum, hasta que la distancia con los ogros se le hizo suficiente como para dejar de temer un encuentro súbito. La cola seguía agitándosele con voluntad propia, pero por lo menos había podido controlar su boca.

El camino hacia las cuevas transcurre sin incidentes, los dos ogros a los que seguiais parecen haberse ido, al menos por el momento.

a Nótt le cuesta seguir el ritmo y durante unos segundos no puede evitar hincar una rodilla en el suelo mientras se agarra el pecho con fuerza mientras unas gotas de sudor frío le recorren todo el cuerpo. Pasados unos segundos el aparente dolor se atenúa y el grupo sigue avanzando hasta llegar a la entrada de la cueva. 

Avanzáis por un arroyo hasta el interior de la cueva el agua os llega hasta los tobillos y al entrar a través de un estrecho túnel llegáis a una pequeña poza. A los pocos metros de entrar os rodea la oscuridad rápidamente y la única referencia que tenéis del exterior es la rendija por la que habéis entrado por la cual entra un mínimo de luz, pero no el suficiente como para alumbrar la zona, aunque realmente la única afectada es Nótt, quien no goza de visión en la oscuridad como el resto de sus compañeros. 

Por todo el interior de la cueva se pueden oir los goteos constantes de pequeñas gotas de agua subterrania que caen hacia el suelo formando estalagtitas y estalagmitas por doquier. El ambiente es húmedo y el aire apesta a inmundicia. Los muros están algo resbaladizos aunque cuentan con abundantes asideros y oquedades en ellos, con lo que trepar no sería un problema en algun momento dado. O al menos esa es la impresión que os dá. No parece haber señales de momento de ningún enemigo, pero tampoco de ningún amigo. Si escucháis atentamente lo único que podéis oír es el constante goteo de las cuevas.

Desde la pequeña y solitaria estancia por la que habéis entrado, al norte y al este continuan dos pasadizos. El pasillo del Norte vira a la izquierda y no podéis ver más allá sin aventuraros a explorarlo.
El túnel del Este, podéis distinguir (los que tengáis visión en la oscuridad) como se abre lo que parece ser una amplia galería.

Un rastro de migas sutilmente luminosas y algo desperdigadas parecen conducir hacia el pasillo norte pero ningún ruido a parte del incesante goteo delata la posición de vuestros aliados.

Artorias escucha atentamente el plan del Bardo, el cual no le parecería del todo mala idea si no fuera por la cantidad absurda de enemigos potenciales que habitaban las cuevas y que había muchos pueblerinos atrapados que debían sacar sanos y salvos. ─ Es mejor que esperemos a los demás, tendremos más opciones por si algo se tuerce, parece ser que los goblins no son los únicos que viven en estas cuevas ─ dice refiréndose a las 7 ratas gigantes. ─ Será mejor no actuar a no ser que esa pobre mujer esté en peligro inminente ─

Pasan los minutos y Edirian puede notar como si una mano fantasmal que no está presente le oprimiera el corazón fuertemente, no es dolor lo que siente en sus carnes, pero si una terrible ansiedad y opresión que por un momento hace que las cuevas parezcan derrumbarse a su alrededor. No es como el pinchazo sutil de antes, éste ha sido fuerte y serio. Mientras tanto las ratas siguen comiéndose a su desdichada víctima mientras los 3 goblins miran y se ríen, incluso se diria que uno de los goblins está coqueteando con los otros dos. Hablan entre risoteos y aunque Edirian no entiende nada de lo que están hablando, hay una palabra que a Edirian si que le suena de haberla escuchado antes ─ "... Hark ..." ─ seguida de más risas. Por su parte la mujer humana no parece moverse en absoluto pero se la puede oir gimotear.

En cuanto entras a las cuevas la sensación que tenías por forzar el conjuro desaparece, parece ser que Edirian todavía sigue en las cuevas y relativamente cerca, pero el esfuerzo te ha dejado seriamente perjudicada, no hubieras podido aguantar mucho más sin caer inconsciente.

Nótt le preocupaba, ciertamente. Desde la retaguardia del grupo, podía ver como se movía como si tuviese problemas, como si la energía se le escapase... estaba débil, pero tenía aún la entereza suficiente para seguir adelante y no pedir ayuda. se abstuvo de ofrecérsela, pues... quizá ofendiese el amor propio de la sacerdotisa, pero sí... le preocupaba bastante.

La entrada a la cueva le sacó de esos pensamientos, para deleitarse con la roca; para un enano... volver al seno de la tierra en esas condiciones no dejaba de ser un placer. Podía extender la mano y acariciar la roca viva; su mirada podía penetrar la oscuridad y admirar la obra del agua a lo largo de milenios, formando columnas que otros ojos no podían apreciar. Si acaso, sobraba un poco de humedad y algo del olor que se notaba; un poco de buen trabajo de unos enanos laboriosos, y esta cueva sería un digno palacio enano, pensó.

No obstante, además de mirar a lo alto, no se olvidó de mirar detrás, según avanzaban, y al suelo, en busca de trazas de paso... Y pudo ver, al igual que el resto, una serie de... migas, de señales..., de algo que parecía marcar un camino.

Al llegar a la encrucijada y pararse el grupo, llegó el momento de decidir que camino seguir.

-Nótt... A partir de aquí. ¿Por donde seguimos? -Señaló a la derecha, por donde seguía el camino de migas que lucían débilmente- Eso parece una especie de guía para quien sea consciente de que están, pero también puede ser una burda trampa; por contra, la galería que se abre al frente, en cuanto irrumpamos en ella, seremos visibles si hay alguien apostado.

Señaló con la mirada el camino m´s estrecho, el que iba al norte, a su izquierda.

-¿Que opináis... ?¿Seguimos ese rastro?

Mantuvo la marcha como pudo sin dejar que la ayudaran, aunque era inevitable saber que todos se estarían preguntando a qué se debía el mal estado de la sacerdotisa. A cada murmullo que escuchaba su orgullo herido cobraba vida y le daba la energía suficiente para avanzar un paso más, aunque no fallaron las ocasiones en las que tenía que recobrar aire apoyándose en cualquier superficie o sintiendo que las fuerzas flaqueaban, cayendo de rodillas al suelo. Se obligaba a ser fuerte y avanzar, consumiendo esa fortaleza que poco a poco se estaba tambaleando aunque, al entrar a la cueva, notaba menos presión en su pecho.

¿Es esto lo que quieres, Selune? – No sabía si la prueba de su madre diosa era para verificar hasta dónde podría llegar o una forma de comprobar si confiaba lo suficiente en el resto como para dejarse ayudar, volviendo a ese estado de confusión y miedo del que creía haber salido. No te entiendo.

Cuando creía que por fin llegaría la calma al adentrarse en la cueva, buscando con la mirada el camino de migas de pan al ser prácticamente la única con obstáculo para visualizar el interior, comprobó que su cansancio había crecido considerablemente, notando incluso que el propio cabello sobre su hombro pesaba.

Se mordió el labio inferior tan fuerte que se hizo una pequeña herida para avanzar concentrándose en esa casi inexistente punzada de dolor y saboreando en su paladar el metálico sabor de la sangre. Está cerca.- Su foco se centraba en el camino de migas para no perderlo, aunque notaba que durante algunas fracciones de segundos la oscuridad se cernía por completo antes de ver el difuminado de luces.

Las migas son de ellos.- Indicó al enano tras comprobar que tenía los ojos abiertos al parpadear varias veces, viendo que esas luces desaparecían en intervalos frente a ella.- Me hicieron un camino para…para…- La propia sacerdotisa se dio cuenta que algo no iba nada bien, llevándose una mano al pecho para apretar con fuerza e intentando girarse hacia su hermano como acto desesperado y tardío.- Brummb….

Y en eso quedó, en una intención puesto que, como si fuera una muñeca de trapo a la que acababan de cortarle las cuerdas, el cuerpo de Nótt cayó inconsciente sobre la fría roca de la cueva.

No sabía que era un draconiano y no podía preguntar a Reshi sobre aquello, pero lo guardó en su mente para poder preguntarle más tarde. Humanos y medianos sí que había visto, incluyendo a esa mediana que le cantó sus justar verdades en un intento de ligoteo por parte de Karag. En fin, todo era experiencia y el conocimiento nunca venia mal. A pesar del aspecto y actitud del enano, le gustaba aprender cosas nuevas, siendo muy curioso con todo lo nuevo. Aunque mucho de lo dicho por “el cuernos” eran palabras sin sentido para él.

Continuaron avanzando en silencio, hasta que la borrega cayó de rodillas, Karag creyó que algo atacaba, pero no, era otra cosa… Se volvió a levantar y continuó como si nada. Raro. Enarcó una ceja y le miró medio segundo. Pero si ella seguía, no sería él el que la detuviera. Era una niña flaca y pálida, pero tenía aguante, eso debía reconocérselo.

Dentro de la cueva, ya la cosa “mejoraba”, aunque no vio enemigo o notó sonido alguno. Esperaba que eso fuera bueno, que esos dos estuvieran a salvo y no siendo devorados por una familia de ogros. La borrega se detuvo, hablando en susurros, sudando copiosamente y más pálida de lo usual. Entonces todo su cuerpo se derrumbó, alcanzando a ser atrapada por el enano quien instintivamente evitó que se diera de lleno contra la roca.

-Pero que caraj…- no entendía que pasaba. ¿Veneno? ¿Algún hechizo? Su última palabra fue para barba partida…-. Neceshita curación- Dijo llevándola hacia su compañero enano. Era capaz de cosa increíbles cada vez que oraba a su dios, quizás ahora podría ser útil otra vez.

Notas un sabor metálico en tu boca, ¿sangre? Algo detro de tí se ha desprendido, como quien corta un hilo que aguanta una delicada estructura de papel maché que acaba cayendo al suelo amontonándose suavemente. Te sientes levemente mareado aunque algo dentro de tí sabe que no corres peligro, un sexto sentido te dice que la maldición está actuando.

Instintivamente te diriges hacia ahí excusándote con Artorias quien insiste en quedarse montando "guardia". Al volver a la zona de la poza Nótt parece estar desmayada, en brazos de Karag.

"Maldición, por Tymora..." gruñó para si, indicándole al explorador que volvería en un instante.

Edirian dejó atrás a Artorias, mientras se cubría la boca con la mano, notando el sabor a hierro de la sangre. Había una sensación de apremio en su pecho, su corazón latía desbocado y sabía a que se debía.

Había descuidado su deber.

Aquello que les unía no era solamente un vínculo, era también una responsabilidad y el bardo había estado demasiado centrado en otros asuntos, y sí, la había descuidado. Así que cuando llegó y vio a la muchacha inconsciente en los brazos del enano caníbal, el semielfo masculló ya a cierta distancia unas palabras.

- Geri bles - susurró, dejando que la magia curativa cayese sobre la clérigo de Selune.

Unos pocos pasos más le hicieron llegar junto a ella, cogiendo la mano de la muchacha y apretándola con fuerza, mientras la miraba con visible preocupación.

- ¿Chica luna? ¿Estás bien? Abre los ojos, Nótt, dime que te pasa... - inquirió en un tono suave y bajo, pero apremiante.

Reshi entró a la cueva tapándose la nariz con la mano izquierda. La humedad y la putrefacción habituales de cualquier entorno natural parecido eran toda una sorpresa para el mago criado entre especias y perfumes. Respirar por la boca no era mucho mejor tampoco, pero era algo, por el momento tendría que bastar.

El mago estaba de espaldas, inspeccionando una de las migajas brillantes cuando escuchó a la clériga desplomarse.

—¿E-e-está bien?— preguntó con nerviosismo, moviendo la vista con velocidad por toda la estancia, en busca de atacantes, runas mágicas o alguna otra explicación— ¿¡Qué le ha p-p-pasado?

—¡Brummar! ¡Has a-a-algo! ¡A-a-arrastrémosla hasta el tunel del norte!— imploró. Reshi se sentía desprotegido en aquella instancia, casi intuyendo que algo terrible iba a asomarse desde el agua, y temiendo lo que sea que se ocultara en los recodos escondidos de la habitación al este.

Y mientras decía esto, escuchó pasos a su espalda, para ver al bardo llegar desde ahí mismo.

Mientras esperaban la decisión de que ramal tomar, algo pasó; Nótt se desplomó, como si las energías se le hubiesen escapado; era como si algo le estuviese... como decirlo... ¿drenando el alma?... y se desplomó.

Rápido de reflejos, Karag evitó que se golpease al caer, e, igualmente oportuno, en ese momento apareció Edirian... Era como si... supiese que ella necesitaba de su presencia allí y en ese momento exacto; Brummbar no creía especialmente en las casualidades, de modo que pensó en que habría alguna relación de causalidad, o quizá otro tipo de conexión en un plano que él no entendía...

Vió como el semielfo, usando su magia, la ayudaba... pero ... por si acaso... Hay tipos de situaciones en que la pura magia, pese a ayudar, no puede conseguirlo todo, y no tenía muy clara la naturaleza del mal que afectaba a la Clériga de Selune, de modo que hizo lo que le pareció oportuno, rezar por ella, e implorar la Bendición de la deidad a la que estaba encomendado.

Para ello, cerca de ella, hincó la rodilla, y agachando la cabeza en señal de respeto y sumisión, rezó, extendió su mano hasta tocar a Nótt, y dejó que la energía canalizada a través de él, llegase a ella.

-¡Oh, Tempus! Te lo ruego, sana a esta valerosa mujer, que el valor que insuflas al guerrero, se transforme en energía de curación. Límpiala del mal que la aflije, y que su cuerpo y espíritu se puedan alzar, valerosos, para afrontar los desafíos que la vida le presente.

Esperó unos instantes...

-Dejémosla respirar. Edirian, entre tu magia y mi oración, debería estar recuperada, pero no entiendo el mal que la pueda haber afectado; se escapa de mi conocimiento, y no puedo hacer mucho más, de momento.

La palidez de la sacerdotisa adquirió una tonalidad más rosada gracias a las curaciones de sus compañeros, sintiendo que la presión que ejercían en su pecho se desvanecía por completo, dejando entrar el aire en sus pulmones en una larga bocanada revitalizador.

Ella pensaba que seguía de pie, apoyada en la pared derecha de la cueva siguiendo el rastro de migas de luz, pero al sentir voces cerca, que un cuerpo la rodeaba y le apretaban las manos no supo que se había desvanecido. Seguía sin ver nada al estar sumida en la oscuridad, y el brillo de las migas era tan débil que apenas podía ver un poco de tela aunque, teniendo en cuenta que estaba prácticamente en el suelo dando la espalda a esa luz, no enfocaba nada en absoluto. No sabía quién la agarraba ni quien le hablaba, teniendo que hacer un sobresfuerzo por distinguir las voces mientras las buscaba con la mirada, desconcertada por lo que había pasado.

¿Brummbär? – No le veía, pero teniendo en cuenta que lo último que recordaba era pedir su ayuda y sentía que la rodeaban unos brazos musculados, descartando de las posibilidades a Reshi por estar demasiado lejos de su posición y Ed al ser un bicho palo en comparación, achacó que la persona que le sujetaba era el clérigo de Tempus.

Pero aparte sentía el contacto cercano, sus manos ocupadas por dos personas distintas. Una estaba segura que era el bardo, reconociendo su caricia y el olor que desprendía después del sudor de la batalla, humedad y cansancio que todos habían sufrido, preguntándose cuándo se había reunido con ellos o cuánto tiempo había estado inconsciente.

Estoy bien.- Aclaró ante la preocupación generalizada. Todavía notaba un poco de cansancio y había más desconcierto en su cabeza que dolor, pero estaba operativa. Soltó la mano que agarraba Ed para romper ese contacto al notar que sus mejillas se sonrojaban más de la cuenta, recordando esas extrañas sensaciones con él justo al salir de la cueva.- Estaban más lejos de lo que pensaba. No calculé la distancia.- Intentó zafarse de todos al empezar a incomodarse de la excesiva atención que tenía, incorporándose con ayuda de quien creía que era Brummbar (aunque en realidad fuera Karag) mientras procuraba despejar la cabeza de todas las nuevas dudas que le habían surgido.- No podemos perder el tiempo, esa gente nos necesita.- Haciendo un alarde de lo que aparentaba ser normalidad, miró a todas partes habiendo perdido el rastro de migas y decidiendo un camino al azar, dirigiéndose posiblemente a un choque de frente contra una pared.

Karag no sabía exactamente que hacer más que sostenerla, evitar que terminara de caer. A pesar de estar totalmente desvanecida, era liviana y lucía especialmente frágil. Olisqueó el aire, pero no percibió olor a sangre, así que no estaba herida, eso debía ser cosa de algún veneno. Por suerte apareció Culo Flaco para usar sus cosas, logrando que la respiración de la borrega se normalice. Ya cuando Barba Partida hizo lo suyo, ella despertó del todo.

Le ayudó a levantarse, dándole una suave palmadita en la espalda. No sabía que le pasaba, pero era lo suficientemente peligroso para dejarle en las puertas de la muerte… ¡Y ella quería guiar al grupo y no quiso ayuda! Le caía bien la borrega. Sí señor.

-Eshtoy de acuerdo. Vamo a segui- se giró hacia la entrada del túnel, por donde venían, aguzando el oído-. Dosh Ogrosh shalieron de la otra entrada. Los dishtraje… pero pueden volve.

Todo se había normalizado, aunque notó sangre en el bardo, más por el olor que otra cosa. Habrían comido algo envenenado. Estaba seguro que debía ser algo de eso. Tsk, estos seres eran muy débiles. ¡Les faltaba más carne en los huesos!

El goteo incesante de la cueva y el eco ayuda a que, al parecer, no os hayan descubierto todavía. Incluso tras el repentino desvanecimiento de Nótt. Que echa a andar en dirección a la Poza, cuando recordáis que es humana y no goza de vuestra privilegiada visión en la oscuridad. Es Ed, quien la guia hacia un camino seguro a pocos centimetros de caer al agua.

El bardo os guía a través de un estrecho sendero que conduce hacia el norte de la cueva, el pasillo enseguida vira hacia el oeste. A los pocos metros podéis ver a vuestra izquierda una gran roca que está tapando claramente una entrada a una estrecha cavidad entre las paredes. ^*1 

Un poco más adelante y viendolo des de esta encrucijada y trás una cavidad un tanto estrecha por la cual ese puede pasar os espera Artorias, que parece un tanto impaciente, cuando os vé, os hace señas para que mantengáis el silencio y os acerquéis con cautela. La caverna a partir de ahí gana altura u anchura y, a lo lejos (unos 40 pies al menos), podéis ver entre la penumbra a lo que parecen ser 3 goblins que no prestan mucha atención a lo que pasa más allá de una jauría de unas 7 ratas gigantes que parecen estar acabando de roer unos huesos. Al fondo de la cueva y tras los goblins y las ratas (zona 9) parece haber una mujer humana acurrucada en un rincón, la cuál al ver que las ratas ya han acabado, uno de los goblins va a dar la orden para que prosigan con ella. Uno de los goblins, el que parece más grande deja de hablar con los otros dos goblins y se acerca a la mujer agarrándola de un brazo, mientras la mujer no para de patalear y de gritar suplicando por su vida.

Si no actuáis en el proximo turno, está bastante claro que las ratas se cebarán con esa pobre humana.

Nótt por su parte, es ajena a todo el drama que está a punto de acontecer a no ser que alguien haga alguna fuente de luz, revelando irremediablemente vuestra posición inmediatamente.

No tardaron en localizar a Art, quien estaba bien oculto, casi pasando como una roca más,  esperándoles. Como no le conocía de nada, su ceño fruncido lo atribuyó a un mal desayuno o alguna otra tontería que no le importaba. Karag quería pelear y estaba harto de andar por ahí siendo sigiloso. Ya cumplió con lo pactado, evitar que les hicieran daño, ahora era tiempo de desatar a la bestia… No, no ESA bestia. La otra.

Cuando el explorador les señaló lo que ocurría, viendo como las ratas se disputaban huesos en los que apenas tenían algo de carne y tres goblins observaban la situación con alegría. El enano aferró con firmeza su hacha y comenzó a correr en esa dirección. Los gritos de la mujer, hicieron que la sangre del enano bullera en su interior. El normalmente gritón enano, avanzó sin lanzar un solo alarido, pero con la boca muy abierta en un mudo grito de furia. Sencillamente estaba experimentando un nuevo sentimiento que recorría su ser como un incendio, no veía nada más que esos huesos carcomidos, los gritos de esa mujer y esos seres intentando destrozarla.

Ya en esos momentos, cuando tenía al gobelino frente a él, su mente solo admitía destrozarlo. Ni siquiera sabía el porqué estaba haciendo eso, pues la razón había dejado de tener sentido o pasó a segundo plano. Así que descargó el arma sobre el maldito ser, sin dejar de sonreír cuando el arma penetró en la carne.

Nótt parecía recuperada; ahora lo que era imperioso era reunirse todos de nuevo, de modo que avanzaron hacia donde estaba Artorias. De camino, repararon en una piedra que bloqueaba un ramal, pero cuando iba a sugerir la conveniencia de examinarla, vieron algo en lo que había más adelante en la dirección que llevaban.... y lo que vieron, hizo hervir la sangre del clérigo de Tempus...

-¡Malditos!

Murmuró... esos... no encontraba la palabra para calificarlos... iban a entregar a esa pobre desgraciada para que sirviese de comida para las ratas gigantes... ¡No, ni de coña, los cojones de un pato!

Aún le recinaban los dientes de ira asesina, cuando, precisamente hablando de ira asesina, Karag se lanzó a repartir muerte y destrucción... "Sí... le he enseñado bien... sus antepasados estarán orgullosos"

Así pues, no le quedó otra que secundarle, y lanzarse a su vez a por otro de los goblins; luego se encargarían de hacer alfombras de piel de rata superdesarrollada... Escudo en ristre y martillo en mano, recorrió a la carrera los pocos metros que le separaban de uno de ellos, que estaba aborto deleitándose con lo que presumía la próxima carnicería de hembra humana...

Descargó su ataque, sin invocar a Tempus, pues no quería gritar demasiado, y murmurar su Nombre, como que no; o se dice a voz en grito, o no se hace, demonios, que hay formas.

-Perros.... Preparos para morir... Quien se enfrenta a un enano en una cueva,... ya sabe lo que le espera...

... gruñó, más que decir, a lo que añadió, más fuerte.

-¡Mujer! ¡Aparta de esa escoria!

... para que la pobre a la que intentaban salvar, no se viese envuelta en el fragor de una lucha barriobajera, que es la que iba a tener lugar allí, sin sutilezas.

- Malditos enanos maniacos - gruñó el bardo en apenas un susurro inaudible.

Si había insistido en que se quedasen fuera era precisamente por eso. El plan era no hacer ruido. Y había mil maneras de salvar a aquella pobre mujer sin gritar como putos maniacos. De echo, Edirian tenía sus dedos ya girando y trazando gestos para realizar la ilusión, pero...

Sacudió su frente con rabia ante la impulsividad de los dos brutos de su grupo y desenvainó su Púa... Y corrió tras ellos

- ¡¡Soltadla, cagarros cobardes!! - lanzó el bardo mientras se abalanzaba sobre el trasgo que cargaba a la mujer, si es que sus compañeros no lo habían aniquilado antes.

A diferencia del resto, la sacerdotisa no podía hacer absolutamente nada.

Se había guiado hasta ese punto gracias al bardo, pero llegó un momento en que escuchó gritos furiosos, una oda a la lucha que retumbaba por toda la cueva y algunas frases que no lograba entender sin un contexto. ¿Qué pasa? – Ella sólo veía oscuridad y, cuando Ed la soltó para inmiscuirse en la lucha, Nott se quedó quieta en su posición sintiéndose perdida sin saber qué estaba pasando.

Lo peor fue desubicarse cuando escuchaba ruido de todas direcciones, sin saber si estaba mirando en el rumbo correcto o dándoles la espalda. Apretó las manos en un puño mientras se obligaba a esperar: Temía andar a ciegas y perderse, o atacar a un punto y herir a uno de los suyos, estando completamente inutilizada.