Partida Rol por web

De capa y espada.

19 de Febrero. 20:34

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18/04/2010, 19:37
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

La dama miró al cielo como si pidiera socorro al altísimo. Tal cual se lo imaginaba le iba a caer la desgracia encima.

- Mucho me temo que no, Felipe. El rey… Nuestro rey fue retado por el de francia a conquistar Flandes. Y obviando todo atisbo de razón ha dado orden de trasladar todas las tropas allá para sentenciar nuestra muerte. – Inés se mordió el labio, insegura, y avanzó un paso hacia el soldado. – Soy consciente de la devoción que el ejército le presta a nuestro rey, es igual o mayor que la que yo le tengo. Mas comprendedme si tenéis corazón. Mi familia está presa por la rebelión y mis pensamientos no son otros mas que salvarlos. Mas también soy consciente de que no enviar al ejército es desobedecer directamente una orden del rey. Y por vuestra respuesta creo que no me equivoco al decir que opináis como yo, que el rey a perdido la cordura al tomar dicha decisión sin pensar en las consecuencias.

Inés suspiró acongojada y se cogió las manos sobre el regazo.

- Yo no soy imparcial tomando dicha decisión. Necesito que me digáis qué haríais vos en mi situación, sin ningún tipo de compromiso. La última palabra y sus consecuencias pesan sobre mis hombros.

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18/04/2010, 19:41
Felipe Ribera

-El Rey... es el Rey.- Dijo Felipe, tragando saliva y notando como un sudor frío, acompañado de una palidez mareante, le subía por el rostro. - No puedo tomar esa decisión mi señora.

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18/04/2010, 20:00
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Inés suspiró y se dio la vuelta para ir a sentarse a una silla sintiendo que le faltaban las fuerzas para sostenerse en pie. Apoyó el codo en la mesa y reposó la frente sobre la mano con los ojos cerrados.

- Sentaros si lo necesitáis, por favor. – dijo ofreciéndole una silla. – Lamento habéroslo dicho con tan poca delicadeza… No me encuentro en mis plenas capacidades.

Observó como el soldado tomaba asiento y después se quedó pensando cómo solucionar todo aquello. Pero de su mente no podía alejar a Marcos, ni tampoco a su padre ni a su hermano.

- ¿Qué noticias hay del secuestro?

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18/04/2010, 20:06
Felipe Ribera

-Ninguna señora... es posible que esos canallas estén esperando el desarrollo de los acontecimientos para saber con que negociar.

 

Felipe sacó un pañuelo y se secó el sudor de la frente, sudor frío, de incertidumbre, de miedo. No obstante, su mirada, como la de tantos valientes, como la de cada tercio Español del mundo, se mostraba decidido a afrontar ese sudor y superarlo.

 

-¿Y qué acontecimientos recibirán gentil señora? ¿Qué nuevas mandáis?

 

 

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18/04/2010, 20:12
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Inés cerró los ojos con fuerza.

- ¿Cuántos soldados calculáis para sofocar la rebelión y evitar que renazca, Felipe? Y no escatiméis en número. – preguntó con voz entrecortada.

Que si debían mandar allá al ejército, y eso que aún dudaba de la decisión, no iba a dejar la ciudad a merced de herejes.

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18/04/2010, 20:26
Felipe Ribera

Felipe se rasco la barba con aire distraído, contando.

 

-Tenemos soldados viejos en el Tercio, duros, pero ellos cuentan con calles estrechas y el apoyo civil, mucho apoyo civil... calculo que podríamos perder de 300 a 500 soldados. Los soldados que tenemos en el territorio tardarán una semana en acudir a la ciudad, y contando bajas y haciendo números, nuestras tropas serán entonces unas 1800. No obstante la rebelión puede haber extendido demasiado por entonces. Mi criterio dice que sofoquemos a esos bellacos con nuestros mil hombres y utilicemos a los refuerzos para mantener la ciudad en orden y...

 

Y aquí es donde su voz se atranca y su puño se tensa, interrumpiendo el discurso, de tono soldadesco y profesional, por una voz trémula, de esas que solo se usan en la oscuridad.

 

-Y tendréis que decidir si marcharos o no... entonces. - Felipe tartamudeo; lucha interna entre el deber soldado y algo más hondo. - Señora, os seré sincero, me casé con una holandesa hace dos semanas... queríamos tener un hijo. Soy soldado, pero también sangro y siento. Me quedaré con todos los que quieran acompañarme y traicionar a su rey.

 

Traición, palabra horrible para un soldado, por muy poco amor que este reciba de él, dispuesto éste a inmolar a todos los Tercios del mundo por una cuestión de honor.

 

Pero el rey es el rey.

 

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18/04/2010, 21:05
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

 

Inés dibujó una breve sonrisa, una sincera y amable ante las palabras y la historia del valiente soldado. Le comprendía mejor que a nadie dentro de aquellas paredes, y sentía lástima a pesar de todo. Entonces habló serena y tranquila, pues había encontrado la sinceridad que buscaba, y admiraba tantísimo el valor de aquel soldado, y no solo de él sino de todos aquellos soldados Españoles dispuestos a traicionar al rey por sus ideales, que ella misma quedó impregnada de él.

- Felipe, vos no tendréis que traicionar a nadie. La última palabra la tengo yo en estos momentos, y de aquí no se moverá nadie ya le pese al rey y me cueste alta traición. – dijo mirando fijamente al solado – Mas debéis escucharme. Debería partir hacia Madrid de inmediato para hacerle entrar en razón, o al menos para explicarle mi posición. Su emisario me ha dejado completamente en evidencia y no puedo tolerar semejante falta de respeto hacia mi persona. Pero eso os pondría en una situación todavía más precaria a vos. Mi hermana es demasiado joven para quedarse al cargo… Quizás pudiera esperar a que liberasen a Don Juan Francisco y a Don Carlos antes de partir. Más, si eso no llegara a ocurrir pronto…

Un deje de melancolía se apoderó de la voz de Inés, haciéndola esperar unos segundos antes de proseguir.

- Vos deberíais encargaros de mantener el orden hasta mi regreso. En estos momentos me parecéis la persona más razonable para cumplir esa tarea, y lamentaré profundamente si llega a caeros dicha carga. No obstante designaría a otra persona más para ayudaros. A la Madre Teresa Villaverde.

Eso le recordó que debería disculparse con ella cuanto antes por su comportamiento. Enemistarse con la Iglesia a tales horas le venía muy mal.

- Y, de nuevo mis felicitaciones por vuestro recién matrimonio. Espero que todo salga bien y podáis vivir en paz con vuestra mujer y futuro hijo. Batallemos, cada cual en nuestro terreno, porque pueda ser así.

 

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18/04/2010, 22:55
Felipe Ribera

Felipe se levanto, cuadrándose con esperanza, algo que no solían vivir ni los soldados ni generalmente los españoles. No pudo disimular su sonrisa al hablar.

 

-¡Daremos la vida mi señora! Me alojaré en la posada de la esquina y empezaré a hacer todo los preparativos para la defensa de la ciudad, mandar a la inquisidora cuando gustéis y recordar, yo no esperaría a los refuerzos y atacaría la zona rebelde inmediatamente después de parlamentar.

 

Y se marcho a contarle a su mujer, y a cada hijo de puta hereje de Holanda si fuera preciso, que Brujast no rendiría sus gentes a la desesperación y a la muerte.

 

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18/04/2010, 23:34
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Radiante y con fuerzas renovadas, Inés se despidió del soldado diciéndole que en cuanto localizara de nuevo a la Madre Teresa acudirían a verle. Entonces la Grande de España se retiró a su estudio para comenzar a redactar una carta de disculpa a la Santa Inquisidora, contándole las nuevas y también las viejas que debían resolverse, con pulcra letra. A la luz del candil y con los ojos pesarosos, Inés hizo soberanos esfuerzos para no caer rendida en los brazos de Morfeo. Una vez terminado, y con la copa de vino ya vaciada dos veces, envió a uno de sus correvidiles a la iglesia de inmediato. No podían escatimar en tiempo.

Aun así, la muchacha se permitió unos minutos de descanso sentada en aquella cómoda silla. Las cosas parecían ir un poco mejor, a pesar que acababa de cometer alta traición al mismísimo rey del imperio Español. Pero, ciertamente, se sentía gratificada por haberlo hecho y no haber mandado a la horca muchísimas vidas de aquella ciudad, entre las que se incluían la de su padre y su hermano. Pero aun así había una vida en peligro que le preocupaba más que todas aquellas que iba a salvar. Marcos seguía con el médico, y ella no había tenido tiempo ni fuerzas para afrontar la verdad. Pudiera ser que estuviera vivo, mas podría ser lo contrario, en cuyo caso el corazón de Inés quedaría definitivamente abatido por la serie de desgracias que la estaban acosando.

Haciendo acopio de las fuerzas que le quedaban, cogió el candil y se encaminó a la habitación donde trabajaba el médico. Su mano temblaba, haciendo que la luz tintinease alumbrando malamente el pasillo. El miedo hizo también que sudores fríos recorrieran su piel blanquecina, y un nudo se hizo presa de su garganta impidiéndole casi hablar o respirar con normalidad. Cuando llegó frente a la puerta donde debía estar Marcos sintió como si no le quedasen fuerzas para avanzar. El tiempo se detuvo para ella durante unos instantes hasta que fue capaz de alzar la mano y golpear suavemente sobre la madera.

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18/04/2010, 23:43
Director

Tras un escueto adelante Inés pasó a la sala donde para su alegría Marcos sano y salvo. El soldado estaba recostado en la cama sin camisa, una venda se le extendía por el estomago hasta rodearle el hombro y parte de la espalda izquierda, la tela estaba bien ceñida así que era poco probable que pudiera moverse con libertad en una temporada. No obstante, su merced estaba viva.

 

Junto a él estaba su galeno, satisfecho en extremo por su trabajo, y siendo una sorpresa el negro de Fournier mostrando su sonrisa podrida con autosuficiencia. Al parecer había ayudado al médico y más que eso, pues el fue el que se ocupo de la herida del hombro, y por ende de la difícil tarea de extraer la bala a Marcos.

 

-¿Como salió la jugada, ilustre señora?- Comentó el francés en un castellano con fuerte acento.

 

 

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18/04/2010, 23:55
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Inés contempló con alivio a un Marcos vivo y respirando. Le hubiera gustado acercarse y acariciarle la mejilla, pero no era apropiado en absoluto, así que le agradeció al médico la labor ejercida, la cual sería recompensada más tarde, y le instó a que abandonara el lugar y se retirase a descansar. Cosa que, por cierto, la grande también echaba en falta poder hacer.

No sin cierto rubor en el rostro al ver a su galán sin camisa, Inés se acercó a la mesilla para depositar el candil y dirigirle una secreta sonrisa de grata satisfacción al verle con vida. Después se volvió al no tan apuesto Marcos con una mezcla de molestia y gratitud. Si era cierto que le había salvado con sus dotes estaba en una extraña deuda con él. Una deuda de herejía.

- Fue complicada, pero salio satisfactoria, al menos para los fieles a la corona Española  que en Brujast se hayan ahora. – respondió con orgullo, pero también con un tono desenfadado. – Vuesa merced me acompañará hasta el puerto de Bilbao, al cual zarparemos cuando todo esto esté un poco más en orden. ¿Os parece bien, Señor de Fournier?

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19/04/2010, 23:11
Marcos de Fournier.

-Me parece estupendo, pero dígame ¿qué planea España contra la carda holandesa en rebelión? Esos jaques tiene cuajo, no le quepa duda.

 

Respondió Founier con manifiesto interés, sin que sus atroces dientes, que le daban una apariencia mil veces más vil de la que su restante cuerpo bien parecido merecía, le acomplejaran de alguna manera. Pues lo mostraba y sonreía sin pudor alguno.

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19/04/2010, 23:21
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

- Lo que planee España dicta bajo la mano del rey. Lo que en Brujast vaya a acontecer saldrá de mis labios. Y os puedo asegurar, de Fournier, que los herejes holandeses que aquí intentan tomar el control se van a topar con el frío acero español cuantas veces haga falta para impedirlo. – Inés le dedicó una mezquina sonrisa. - ¿Os satisface la respuesta?

La mujer se mostró altiva y segura de si misma, pues no era menos con semejante decisión a sus espaldas. Como para dudar estaba el asunto.

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19/04/2010, 23:29
Director

El francés se encogió de hombros con gesto practico.

 

-A mi presencia el único metal español que me interesa es el de sus monedas, vuestros aceros pueden hacer lo les venga en buena gana, Ilustrísima Inés.- Y desperezándose con poca educación se levantó.- Bueno, camarada médico, hay un par de timbas castellanas que me esperan allí afuera, además, me da que estas ilustres personas prefieren hablar más en privado.

 

Y antes de que el comentario calase Fournier ya había salido grácilmente de la habitación, seguido del médico de Inés, que con gesto incomodo aparentaba no haber escuchado el último comentario de aquél truhan tan lócamente seguro de sí.

 

 

 

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19/04/2010, 23:45
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Inés se quedó plantada en el sitio, contemplando al francés abandonar la estancia junto con el médico. Su rostro estaba ligeramente ruborizado por el comentario, pero la estupefacción por la facilidad con la que el gañán la había calado sí que la había afectado.

Se llevó la mano hasta la mejilla y se cubrió la boca con cierta preocupación. Había sido todo un descuido por su parte, mas no había ya solución posible con la que arreglarlo, a excepción tal vez del metal español que tanto parecía admirar de Fournier. Ya pensaría más tarde en ello, que la intimidad que les habían brindado no era poco soñada por la dama. Se volvió hacia el herido y se acercó hasta su lecho, quedándose de pie junto a él.

- ¿Cómo os encontráis? – preguntó Inés con voz angelical y una tierna sonrisa dibujada en el rostro.

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19/04/2010, 23:50
Marcos de Tolosa.

Marcos le miró con una sonrisa cansada y tierna, se les ponía fácilmente a los soldados después de un trance especialmente duro, y tosió un poco, alejando las ganas de mostrar signo de dolor alguno.

-Bueno, parece ser que mi espada a tardado poco en dejar de ser útil a vuesa presencia.

Su voz era suave y cálida, ligeramente ronca por la falta de agua (lo que hacía que sonara mucho más profunda y varonil), y desmentía la dureza de aquellas palabras, como tomándoselas a chanza.

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20/04/2010, 00:08
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

La Grande no pudo reprimir una mueca de desagrado cuando el galán tosió, tratando de ocultar el dolor. No podía expresar con palabras la inmensa gratitud que le tenía. Había salvado su vida de forma heroica como en las novelas caballerescas de apuestos y valientes hombres, dispuestos a todo por la gloria de su rey y el corazón de su dama.

-¿Os parece poca la utilidad que me habéis prestado, Marcos? Habéis salvado mi vida. Y nunca podré estaros lo suficientemente agradecida por ello…

Inés se quedó mirándole ensimismada, como si se hubiera quedado pendida de sus ojos hasta más allá de lo imaginable. Suspiró y sintió sus mejillas enrojecer igual que amapolas en primavera. Entonces diose la vuelta buscando agua y vaso para servirle a Marcos, y que su voz se suavizara. Cogió la bandeja y la llevó hasta la mesilla antes de verter con cuidado el líquido en el recipiente acristalado. Lo sostuvo entre sus delicadas y pequeñas manos mientras se sentaba en el borde de la cama, guardando una distancia razonable. Alzó la diestra, insegura, y la pasó tras la nuca de él para ayudarle a incorporarse, acariciando su pelo empapado de frío sudor y la piel áspera de su mejilla. Inés creyó que en aquel instante se le saldría el corazón del pecho.

- Bebed. O-os hará bien. – tartamudeó.

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20/04/2010, 22:43
Marcos de Tolosa.

Marcos acercó sus secos labios y bebió un generoso trago, satisfecho por todo: por la tranquilidad del lecho, por la adrenalina que aun le cosquilleaba en la yema de los dedos, por la frescura de al agua y por la suavidez y cercanía de la piel de aquella mujer. No dijo nada, ni actuó de ninguna manera, solo se relajo y disfruto del momento.

Una mano se posó sobre la de Inés; se quedó ahí.

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20/04/2010, 23:15
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Una complacida sonrisa asomó en los labios de la dama. Dejó el vaso aparte y trató de calmar su repentina agitación, saboreando el momento. El cansancio la tenía adormecida, mas aun había cosas que contarle.

Inés extendió los dedos de su mano poco a poco, rozando la palma del soldado. Después los alzó levemente recorriendo en una caricia la longitud de la mano de Marcos hasta entrelazar sus dedos con los de él en un suave movimiento. No veía el momento de anunciarle su traición al rey y consecuente viaje a Madrid.

- Temía que no lo contarais – susurró algo apenada. - No sería un buen momento para que me faltarais vos también. Ya me pesan demasiadas desgracias en la conciencia esta noche.

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21/04/2010, 13:09
Marcos de Tolosa.

-Los holandeses necesitan mucho más que una bala y un filo para poder pararme señora, os aseguro eso.- Marcos sonrió socarronamente. Su mano aun estaba posada en la de Inés- Pero contarme ¿qué ha pasado en mi ausencia?