Partida Rol por web

Los colores nobles obran como un sortilegio en la puerta y tras una rapida mirada los guardias te dejan pasar con el bullicio habitual de primera hora hasta el patio exterior. Pasas un buen rato dando vueltas por si aparece Meera hasta que al cabo de un rato la ves llegar acompañada de un par de damas de la Corte más.

En un gesto de simpatia raro en una noble deja que sus acompañantes sigan su camino y se dirije a ti saludandote con una sonrisa.

¿Que te trae de nuevo por palacio Paula? Comenta con un tono alegre.

- ¡Saludos, Meera Rollingford de los Rollingford de Puente del Príncipe! -digo en tono solemne. No se me escapa el gesto de atención que ha tenido hacia mí. Ojala pudiera trabajar como su ama de llaves... pero tampoco quiero exponerla al peligro de mi venganza, así que quizá sea mejor así.- He venido a devolverle su vestido, señorita -se lo ofrezco con las manos-: sé que habló de un regalo, pero no puedo aceptar estar tan en deuda con usted. Por favor, acéptelo de vuelta: no puedo permitirme aprovecharme de la bondad de una dama.

Conforme han ido las cosas, si ella no dice nada de mi vestido no me atreveré finalmente a preguntárselo, por lo que lo abre perdido...

No, no. Devolver regales es atraer a la desgracia por lo que insisto en que te lo quedes. Indicame donde puedo enviarte el tuyo una vez hayan acabado de limpiarlo. Añade con una sonrisa. Por suerte ya he encontrado una ama de llaves, es la hija de un banderizo de mi señor padre y aunque no me inspira mucha confianza por fin tengo alguien que se ocupe de que se recojan mis aposentos. Empieza a alejarse mientras se despide con la mano. ¡Adios Paula del Valle!.

- ¡Adiós, señorita!

"Vaya, me ha dejado en una posición comprometida. Pero tengo la solución: le compraré un vestido similar y se lo regalaré mediante recado, para que no pueda contestarme. Es gastar mucho dinero, pero no puedo dejar las cosas así". Ahora tendría que cargar con el vestido durante el resto del día, pero daba igual.

Quizá lo primero que tendría que hacer es preguntar por alguna criada de Meera, para ver si puedo recuperar mi traje manchado sin darle mi lugar de alojamiento...

Meera se aleja y te quedas ahi de pie mientras junto a sus amigas  Meera cruza la puerta hacia el patio interior. ¿Quizas Desembarco es demasiado para ti? Das un par de vueltas por el patio tratando de pensar que hacer. Finalmente te decides a ir a por el vestido al mercado.

Me dirijo hacia el mercado con la intención de comprarle un vestido a Meera, con la esperanza de reconocer los vestidos de calidad: "Supongo que allí todos los vendedores intentarán convencerme de que su mercancía es la mejor... Como alguno diga que un conjunto realza mi atractivo, me las pagará...". La verdad es que aunque había ido a varios mercados, lo hice de forma mucho menos habitual que cualquier otra noble, no elegía yo los conjuntos y de todas formas, los tenderetes del Valle no creo que se asemejen mucho a los puestos de la capital.

Cuando llegara al comienzo del mismo, cogería mi bolsa de dinero con las manos ("no pienso fallarle a mi padre porque unos ladrones tengan ganas de emborracharse con mi dinero") y lo llevaría junto al traje que me había regalado Meera. El primer puesto de tejidos que encontrara me resultaría suficiente.

Das vueltas durante gran parte de la mañana hasta que por fin escojes una casa de modas que parece del gusto de la nobleza. No te equivocas y al entrar te encuentras en el interior de una casa elegante y sale a recibirte un mercader que al parecer es quien se encarga de la venta. Tras mirarte y tomar medidas te ofrece arreglarte un bonito vestido por 600 venados. Levantas una ceja planteandote lanzarte a regatear.

- El vestido no sería para mi, sino para una noble que utiliza la misma talla que este vestido -digo alargándole el que iba a devolver-. En cuanto al precio...

El mercader hace un pequeño y momentaneo puchero al darse cuenta de que esta venta va a ser mas dificil de lo esparada.

Le miro gravemente:

- 600 venados es lo que cuesta un corcel. Yo no puedo pagar tanto, pero obtendrás otro tipo de beneficios cuando adjunte una nota con el nombre del puesto que me ha surtido de seda de tan buena calidad y las damas de la alta sociedad le preguntan a la señorita a la que el regalo va dirigido.

Pero señorita, supongo que apreciareis el fino trabajo y la calidad del material. Si os hiciera una rebaja ¡me arruinaria! ¿Y no querreis verme en la miseria verdad? Dice el hombre en tono zalamero.

- Tenéis parte de razón. Pero yo también soy una pobre bastarda, que tiene que gastar parte de su dote por casamiento en un regalo por obligación de honor, y 600 venados sigue siendo mucho. ¿Que tal si rebaja sus pretensiones y yo le escribo a mi padre diciendo que en Desembarco del Rey hay un mercader que me ha ayudado y que podría ocupar un lugar preferencial en algún tenderete del Valle, o le pido que algún día pueda visitar su castillo para enseñarle sus mercancías a la nobleza que allí esté presente? Lord Horton Redfort deja que su hija bastarda se comporte de forma bastante consentida... -intento mostrar rasgos pícaros en mi cara, pero debido a mis cicatrices no sé hasta que punto da esa impresión de cara al exterior.

Eso es interesante muchacha, ciertamente. Pero mira te propongo algo mejor, este primer vestdo lo hacemos al precio normal y luego cuando tu padre se ponga en contacto conmigo ya podremos pactar otras condiciones mas favorables. A largo plazo ¿Entiendes?

Me quedo examinándolo unos instantes, alargando la espera de la respuesta...

- Entiendo. Pero no es un trato que me satisfaga. Gracias por su atención, pero lamento decir que no llevaré a cabo ninguna compra. Adiós -me doy la vuelta y me voy del puesto.

No me gusta que haya despreciado de tal forma la oportunidad que le he dado con mi padre, pero entendía perfectamente sus razones: un vestido tiene un precio y todos los que se interesan por comprar seguramente le ofrecen y prometen ayudas y otros beneficios para desviar la atención del dinero en metálico. Pero incluso yo sabía que si no pagaban el valor del vestido, no eran lo suficientemente acomodados como para ir cumpliendo con sus palabras. Además, más valía monedas en mano que promesas de grandeza.

Cansada por la mañana de búsqueda, decido volver a la posada para comer y dejar el vestido regalado en mis aposentos. "Quién sabe, a lo mejor Vane puede ayudarme a encontrar algún establecimiento donde pueda conseguir comprar más barato...". Me estoy desviando de mi objetivo de encontrar trabajo en la Fortaleza, pero un día me lo podía permitir: con un poco de suerte para la noche tendría solucionado la deuda contraída con Meera.

Entre las vueltas que has dado, el tiempo que has perdido con el mercader y el regateo te das cuenta que se te ha pasado la hora de comer de largo. Además ya empieza a escasear la luz. Sales de la tienda del modisto y justo cuando cruzas la puerta oyes una conversación que te parece interesante.

Una joven dama con un vestido en el que reconoces el estampado Rollingford comenta a uno de los encargados que no puede seguir esperando mucho, que su señora de Puente del Principe espera des de hace horas que le envien la redecilla de pelo con adorno de perlas. Y que si no aparece con ella va a creer que la ha robado.