Partida Rol por web

Se sorprendió a sí mismo cuando fue capaz de levantar la tapa de aquella especie de ataúd de tan sólo un golpe. Sin embargo, no tuvo tiempo para pensar en ello, pues los haces de luz provenientes de los relámpagos le cegaron en un primer momento. Había escuchado pasos encima suya, lo cual quería decir que no estaba sólo.

Pudo diferenciar una figura ahí arriba con una voz que Frank calificó como dulce y apacible.

— ¡Eh! Cuidado —dijo un poco alarmado a ver a aquel chico a su lado.

De cuclillas, aún dentro del ataúd y con su espalda sobre la fría y húmeda madera, no supo que hacer salvo tomar una bocanada de aire como si no hubiese respirado desde hacía una eternidad.

Pero que... - fue todo lo que Miguel tuvo tiempo de pensar antes de caer de bruces sobre el cuerpo que yacía en el ataud. Aún no se había repuesto del susto, porque dolor no tenía, cuando pudo escuchar a su compañera preguntarle por su estado de salud y a continuación al ocupante del féretro. Aunque era algo que esperaba, no dejó de sentir un pequeño escalofrío y por su mente pasó fugazmente el horror que puede ser el que te entierren vivo.

De nada, hombre - dijo con sarcasmo mientra trataba de incorporarse, a ser posible sin pisotear a nadie.

Yo sí, gracias, pero no sé él que tal. ¿Como te encuentras?...

Con la tormenta aun encima nuestra me pase la mano por los ojos tratando de retirar mi pelo lacio que escurria el agua y me impedia ver.Una voz llego desde la profundidad y baje aun mas la cabeza, no era la de mi acompañante, senti un miedo atroz por lo que podía haberle pasado a Miguel.

Sin embargo unos instantes despues escuche su voz y me calme un poco , cuando pude centrar mi vista vi dos figuras y una de ellas se incorporaba tratando de respirar.Pense rapido y tendi mi mano

-Rapido teneis que salir de ahí , se va a inundar-

Ya habria tiempo para presentaciones y contestaciones a los estados anímicos en los que nos encontrábamos

-Ayudame noelia-

Las gotas de lluvia rozando su piel, en cierto modo, le hacían despertar. Aún estaba completamente confuso por la situación que estaba viviendo pero animado al descubrir que no estaba sólo en aquella pesadilla.

— Mejor que encerrado en ese putefactro ataúd —respondió al joven que hacía apenas un momento casi le había arrollado apareciendo a su lado de la nada.

Pasó la palma de sus manos por la frente, molesto por el agua que se acumulaba en el cabello y recorría su cara provocándole una sensación escalofriante. Volvió a escuchar la voz de la chica ahí arriba, al parecer había una tercera persona con ella y también del sexo femenino. No podía diferenciar muy bien sus aspectos debido a la oscuridad, excepto cuando un rayo iluminaba sus figuras.

— ¡Será mejor que salgamos de aquí cuanto antes! —voceó intentando escalar a duras penas por el terreno húmedo y estrechándoles la mano cuando se encontraba en posición más cercana a la superficie.

Noelia asiente ante las palabras de Rachel.

De a uno por vez, que no podremos sino...dice mientras extiende su mano a Miguel primero.

Miguel asió con firmeza las manos de sus compañeras para salir, teniendo cuidado de que no acabasen los 3 en la fosa.

Tras un instante para sacudirse un momento el barro - que sucio me siento, ¿alguna vez quedaré limpio - Miguel se volvió para ayudar al desconocido a salir del agujero donde estaba:

Arriba amigo, las presentaciones las dejaremos para cuando salgas de ahí - a la vez que le tendía la mano

Con la tormenta sobre nosotros, Noelia y yo sacamos primero a Miguel y despues al chico nuevo, el esfuerzo fue considerable. Una vez fuera mire hacia la profundidad del cementerio, necesitábamos un lugar donde guarecernos porque ya sentía la humedad del agua como una segunda piel.

- tenemos que buscar donde pasar la tormenta-

Apremie a mis compañeros y comprobé como cada vez me pesaba mas la ropa, quizás para miguel ya no costaran tanto los esfuerzos físicos...

- veis algún lugar?-

Les apremie co necesidad, no podía creer que en lo que parecía un castigo de dios por las faltas ahora fuéramos cuatro en la misma situación. Cuando encontráramos un sitio para guarecernos teníamos mucho de que hablar.

Fuera del nicho en el que había permanecido un largo tiempo, pudo sentirse vivo dentro de sus posibilidades. El agua salpicaba la tierra produciendo un leve pero contundente sonido, el mismo que pudo escuchar bajo tierra de manera distorsionada.

Le aliviaba saber que no estaba sólo, su memoria le fallaba y no le vendría mal hacer unas preguntas a aquellos desconocidos con los que probablemente compartiría muchas experiencias de ahora en adelante. En cualquier caso, por el momento había que buscar un lugar en el que refugiarse del vendaval que estaba tomando lugar con intensidad.

El cementerio no ofrecía muchas opciones para guarecerse mas que algunas viejas criptas y una cabaña desvancijada a unos 100 metros de allí. Hacia afuera se abría el camino que los había llevado hasta allí. Siguiendo este camino, a kilómetro y medio se abría una encrucijada multiple. Por un lado el camino que conectaba la playa con el convento, y unido a él el camino hacia la ciudad a unos 5km.

Entre la lluvia torrencial poco se podía ver a lo lejos pero distinguí claramente una caseta y estaba cansada. No era cansancio físico, eso seguro, era un cansancio psicológico de confusión. Sabia que habia que ir hacia la ciudad pero primero necesitaba asimilar, y aceptar los cambios que se habían producido tan vertiginosamente, y al menos secar mis ropas , por muy absurdo que ahora eso fuera.

Mire a mis compañeros

- Vayamos hacia la caseta!-

Me gire y corrí hacia ella tratando de no resbalarme entre el barro que todo lo rodeaba.

Con paso ligero y atento a no caer en la húmeda y resbaladiza tierra, se dirigió al cobertizo de la caseta que la chica rubia había señalado.

Lanzando una mirada atrás, deseó no volver a encontrarse con el cementerio del que acababa de abandonar. Si en vida ya había decidido que no dejaría que su cuerpo se pudriese entre cuatro tablones de madera una vez estuviese muerto, ahora lo tenía más claro que nunca.

La cabaña parecía abondonada desde afuera. Pero al entrar vieron que, si bien estaba bastante descuidado, era claro que alguien habitada allí de vez en cuando. El espacio era bastante grande, con una salamandra de leña contra una de las paredes. Había algo de leña al lado, como para encender un fuego. A un costado había una cama con frazadas, y en el centro una mesa con varias sillas que parecían bastantes inseguras. Una pequeña puerta al fondo conducía a un austero baño.

El viento y la lluvia rugían nuevamente. La temperatura había unos cuantos grados, y sus ropas empapadas se los hacía saber.

Con el frio penetrandonos en la piel por fin dejamos de gritarnos en la caseta, que si bien tampoco era de lo mas acogedor , al menos era un refugio. Mire como estaba dispuesta la caseta, lo primero era encender un fuego y lo segundo quitarnos estas ropa y secarlas al fuego calentandonos

Cogi un par de leños y palitos y desee que no estuvieran mojados o humedos, y tambien desee otra cosa, que el dueño de aquel lugar (seguramente el sepulturero) fuera amigable con nosotros

-Tenemos que buscar con que hacer fuego-

Segui mirando y luego repare en el nuevo

-¿Puedes decirnos como llegaste hasta ahí dentro?-

Quizas el nos diera mas pistas de todo esto.

Hacía tanto tiempo que no se encontraba en un lugar seguro que, a pesar de su estructura precaria, esa cabaña parecía de lo más reconfortante que podía encontrar en la situación en la que se encontraba ahora mismo. Ahora estaba refugiado del viento y podría secar su ropa junto al fuego, aunque primero tendrían que encenderlo haciendo uso de unos cuantos maderos apilados unos encima de otros. A pesar de todo, tenía la sensación de que aquel sitio no parecía tan abandonado como podría haber pensado antes.

— Deberíamos encender el fuego y poner a secar nuestra ropa —dijo mientras deshacía el nudo de su corbata.

Continuó quitándose la camisa blanca de manga larga, que se encontraba hecha un auténtico desastre entre las manchas de barro y la humedad. No le importó lo que pudiera opinar el resto, tenía que librarse de aquel peso.

Miguel limpió una parte del suelo lo mejor que pudo y acumuló allí todos los maderos que pudo encontrar, a ver si podían encender fuego.

Tras palparse los bolsillos, preguntó a sus compañeros: ¿Alguien tiene cerillas o encendedor?

Logran encender un fuego que los ayuda con el frío. Encuentran también unas latas de de cerveza y algo de comida.

Noelia estaba empapada de pies a cabeza y ya comenzaba a tiritar con el frío calándole hasta los huesos.
Alcanza a visualizar un retazo de tela y sin miramientos algunos comienza a quitar su ropa, hasta quedar desnuda.

Parecía no importarle la presencia de extraños. Su exhuberante cuerpo brillaba con la luz del fuego dándole un aspecto casi etéreo, mientras que sus pechos se agitaban con el movimiento. Sintió los ojos de los presentes y se cubrió con la improvisada manta que había encontrado.

Luego de esto, cogió algo de comida y comenzó a distribuirla entre los presentes.
Me parece que tenemos que hablar...en definitva todos tenemos algo en común no es cierto? dice con una sonrisa triste Y es que estamos todos muertos...

Acercó su ropa al fuego una vez fue encendido, el mismo que ahora le proporcionaba un calor de lo más reconfortante. El hecho de que también hubiese algo de comer le tranquilizaba después de todo lo que había pasado en tan sólo dos horas, pero esa sensación de apetito parecía totalmente nueva. Tampoco podía determinar si distinta al pasado, pues lo último que recordaba era el frío y la oscuridad en lo que parecía un cementerio.

«Muertos». La palabra resonó en lo más profundo de su cabeza durante unos instantes, pero eso no le impidió quedarse totalmente petrificado al ver la bronceada piel de Noelia, como la había llamado la chica rubia cuando le ayudaron a salir de su tumba, completamente desnuda. Frank se quedó sin respiración, como si de repente se hubiese olvidado de lo que era respirar y, para colmo, se vio obligado a poner sus manos sobre los boxers en un intento de esconder su erección.

Dio las gracias a Dios —o al Diablo, fuese quien fuese el dichoso que manejaba los hilos— cuando se tapó con una manta y agradeció con un movimiento de cabeza cuando le ofreció algo de comida, aunque sin quitar la mirada de aquellos ojos verdes.

Baje un poco la mirada cuando Noelia sin problemas se deshizo de la ropa mojada, pero no todos apartaron la mirada.Deje escapar el aire, supongo que ni muertos algunos habia cosas que dejaban de lado.

Yo preferi secarme al fuego que habia encendido miguel mientras cogia algo del pan que habia encontrado noelia. Tambien agarre una de las cervezas, no es que me pareciera bien beber alcohol pero era eso o morir deshidratada, me quede mirando un instante la lata mientras reflexionaba lo que acababa de pensar...-Morir?..- que gracioso sonaba eso.

Noelia empezo a hablar y tambien los mire.

-Quizas eso ya no sea importante, esta claro que asi es..lo que tenemos que averiguar es el porque seguirmos aquí, porque estamos juntos y quien era aquel hombre que vi en ese antro..¿Alguien mas lo vio?-

Me estremecia solo de recordarle, a mi me parecio el diablo, pero podria ser cualquier otra cosa.

Miguel se quedó un poco perplejo al ver como Noelia se despojaba de su ropa sin mostrar el más mínimo pudor. Por suerte, recordó su educación y consiguió desviar la mirada, concentrándose en la comida que se ofrecía. Al oir la afirmación de la chica, sintió una vez más la pena recorriéndole el alma.

Si, supongo que tiene razón, pero aún duele y más cuando lo oyes decir a otros.

Antes de que tuviera tiempo de pensar más, Raquel habló y tampoco era algo que animase mucho, pero por lo menos le daba algo por lo que luchar y no abandonarse a la autoconsideración:

Si, yo lo ví, si te refieres al que parecía dirigir aquel antro... - la palabra que iba a decir murió en sus labios y sólo tras un momento de vacilación logró susurrarla - infernal