Partida Rol por web

Cita:

Os recuerdo que Villamediana se ha ofrecido a entregar ropajes suyos a Jorge cuando os veáis con él esta tarde.

El poeta, que ya va un poco achispado, se levanta trabajosamente de su mesa y se sienta a la vuestra con cara de felicidad. Buenas tardes, nobles caballeros. Agradecido por vuestra gentileza con el vino. Y como dijera el clásico: In vino veritas. ¿Qué puedo hacer para corresponder a tanta generosidad?

-Deleitarnos con uno de sus poemas es algo que todo noble y todo pobre disfruta, ante palabras bellas no hay clase social, así que no hay mayor placer que escuchar de su autor un buen poema

Cuando parecia que se iban a seguir con el negocio que tenian entre manos , el poeta se arrimo al olor del vino , y de buen español es no dejar beber solo , que el vino en soledad provoca tristeza y podredumbre del alma , así que Pedro retuvo su movimiento de izarse y centro su atención en la jarra del vino .

Pardiez ,Don Francisco que rápido ha sido V.M con las palabras , dijo en tono afable y de complacencia ante la respuesta , pero sin dejar claro si iban a su comapdre o al poeta .

Al ver las acciones de tal grotesco "caballero"de los espejuelos, Alicio suelta un resoplo, como de fastidio.

La venida del poeta le hizo sonreirse. Una cosa era invitarlo, y otra que se interesara por ellos. No obstante, el personaje era frecuente en las losas de Palacio, y no habría mal que por bien no viniera.

-Don Francisco, cuanto placer. Hace poco leí algo vuestro, y me plació mucho. Estábamos comentando chascarrillos varios de la villa y corte, y me preguntaba si habíais compuesto algún ripio sobre el famoso conde de Villamediana, del que tanto y tan variado se habla estos días.

Sonrió, dándole un tiento a su propia jarra, mientras observaba al poeta bendecido por las musas.

Don Francisco levanta su jarra y justo antes de echarse una buena medida al coleto, proclama Santifiquemos nuestras golas con este doblemente bendito líquido. Bendito por provenir de la bolsa de la Santa Madre Iglesia, y bendito por no haberlo malogrado con eso que los taberneros insisten en llamar bautizo...

Una vez ha dado cuenta de parte de su vino, mira a los presentes de hito en hito, y termina posando su achispada mirada en Alicio... Muy calladas andan vuesas mercedes, y más aquí el compadre, al que parece no gustarle algo de lo que ve...

El poeta se ajusta los anteojos con gesto aparentemente inseguro, pero termina mirando al aludido por encima de ellos

¿Qué le ocurre a vuesa merced, que parece fastidiarle mi humilde presencia y me mira con desagrado? ¿Acaso es de la cuerda de ese bujarrón judío de Gongorilla, al que mal rayo parta la próxima vez que empiece a emborronar papel con eso que se atreve a llamar versos? ¿O tal vez es que desearía coronar la montaña que naturaleza ha puesto sobre mi persona y duda sobre cómo ser capaz de culminar tamaña gesta? El tono empleado por Don Francisco es cada vez más agrio y socarrón, con una cínica sonrisa apareciendo por debajo de su bigote...

Alicio le mantiene la mirada, con el disgusto en ciernes, como si de un bicho raro y molestoso se tratáse.

Vuesa merced por favor me disculpa en extremo y con mandas, dice, que de hidalgo tengo poco; que de poesías conozco someramente, pues por mi recorrido no he podido andar a fondo tales derroteros; mas, con el poco seso que poseo sí, sí reconozco la genialidad, pero, con todo el respeto que se merece V.M., andar de insultos a célebres natos (sin estar presentes los mismos, peor), no me parece de buenos ni mediocres cristianos.  A cada uno debe respetarse, especialmente a evidentes genios poéticos cordobéses, y que de judíos en apariencia, honestamente, más me parece tener usted.  Lo demás... solo en intimidad, a ciencia cierta.

Como adiciono, y sugiero, la bondad cristiana nunca está de más, y lleva el respeto de la mano, me parece... En fin, hacernos más como el exempli gratia del Redentor y decir, por ejemplo, para el ser interior: 'Yo, Don Francisco de Quevedo y Villegas es-cojo... El Sendero del cristiano bueno'.

Sonríe como un lobo.