Partida Rol por web

Abandonamos la sala 5, magullados y con los nervios a flor de piel.

Era algo totalmente inesperado, un gas que afectaba a los sentidos... jamás lo hubiera imaginado. No tenía sentido, nada lo tenía... llevaba toda la vida en estas tierras, conocía cada palmo, mi familia durante generaciones habían investigado, visitado, excavado... sencillamente vivíamos Egipto... y al lado del Cairo, a menos de 100 kilómetros... esto... 

En todo ello iba pensando mientras me obligaba a seguir avanzando... llevábamos bastante rato sin notar ningún temblor, que era el principal motivo de apresurarnos a encontrar la salida... sin darnos cuenta nos encontramos ante la sala marcada con un 3. Era una cámara circular, y ni en el pasillo ni dentro de la sala se veían restos de pisadas, nada, por lo tanto debíamos ser los primeros visitantes desde su construcción. Era diáfana, y estaba totalmente decorada con inscripciones, cada palmo de la pared estaba repleto de escrituras... citas del libro de los muertos... alabanzas a Anubis, a Osiris, a Maat... ¿qué? - pensé - 

Howard, ¿puede venir? No tiene sentido... - dije, llamando al señor Castle, pues había palabras sin sentido, salmos, asientos contables, un inventario del ajuar de un médico... - ¡no lo entiendo...! - exclamé.

De pronto, se oyó un click que sonó como una detonación en la quietud de la cámara, y de ahí el miedo. Miedo, con mayúsculas. Tomó la forma de una gigantesca esfera de piedra que se precipitaba hacia nosotros... el miedo me atenazó las piernas. En lo que parecieron siglos pensé... o me muevo o se acabó... cuan dulce podía ser dejarse ir y reunirme con mis antepasados en este lugar... una visión atractiva...

¡¡¡SALTAD!!!

Howard, que iba unos pasos por detras de sus compañeros, tardó unos segundos mas que ellos en entrar en la sala. Quizá fue eso lo que le salvó la vida. Tan solo esos pasos de menos le sirvieron para, instantes despues de escuchar las palabras del guía, ver esa inmensidad rodante dirigirse hacia ellos a toda velocidad. Por suerte para él, esos pasos de menos le salvaron la vida, pues su cuerpo saltó como movido por un resorte hacia uno de los lados. El aterrizaje ya fue otra cosa. Ni las prisas del momento ni la elasticidad del señor Castle ayudaron mucho. Mas que rodar, que era lo que cruzó por su cabeza, simplemente se tiró en plancha cayando al piso como un saco de patatas llegando a rebotar un poco contra el frio suelo. Por suerte, solo sufrió magulladuras y levantó una gran polvareda, pero nada comparado con el escándalo montado por aquella bola gigante que, por el rabillo del ojo, vio seguir rodando tras pasar rozando sus pies.

Mas polvoriento, mas magullado y mas dolorido que hacía tan sólo unos segundos, cubrió su cabeza con sus manos y sus brazos sujetando su viejo sombrero que, extrañamente, no había salido volando. Permaneció inmovil resoplando despatarrado en mitad de aquella extraña sala.

Abrí los ojos cuando noté que el peligro había pasado, me incorporé torpemente y me sacudí la ropa, provocando una cascada de arena que caía de cada pliegue de la camisa, o lo que quedaba de ella tras tantas sorpresas.

Miré a mi alrededor para buscar a mis compañeros, pero antes de poder encontrar a ninguno de ellos, escuché un ruido a lo lejos, como un desprendimiento, como si algo se derrumbara. ¿Qué más podía pasarnos ya?, ¿y si la roca no era el verdadero peligro, y si solo era una mecanismo que accionaba algo mucho peor?. Avancé lentamente hasta llegar a la entrada de la sala en la que me encontraba, y con cierto miedo, asomé la cabeza para poder ver el pasillo, ese ruido tenía que venir de algún lado. Saqué la pequeña linterna que me había dado el señor Mahfuz y alumbré el pasillo. Evidentemente, la luz que proyectaba la linterna era bastante leve, por lo que apenas pude ver nada que estuviera a más de tres metros de mí.

En ese momento, escuché como el señor Castle se incorporaba y se sacudía la arena del cuerpo, y dando por hecho que no muy lejos de él estaría el señor Mahfuz, dije, - La roca no se ha detenido aquí, ha continuado y al poco he oído un ruido, como si algo se hubiera derrumbado. Y si la roca ha chocado contra algún muro, a lo mejor ha abierto alguna ruta nueva, quizás a echado abajo la puerta de oro de la sala 15, o a lo mejor a tirado el muro que no nos permitía acceder a la sala 9, hay que ir a investigar, pero estamos tan cerca de la sala X... - Las dudas me empezaban a atormentar, y con las dudas me volvió el dolor de cabeza. Estaba claro que no me encontraba bien,y que probablemente necesitara un médico, pero en esos momentos no podía ni tan siquiera pensar en todo ello, solo en continuar. Esperaba escuchar a alguno de mis compañeros aconsejar ir a la sala X, ya que estaban tan convencidos de que esa sería la salida, pero yo en el fondo sabía que no podía ser, si lo fuera el cadáver que nos encontramos habría escapado. ¿Y si ese desgraciado marcó esa sala como sala X porque no la llegó a abrir?, solo con pensar que mi querida Marlen descansaba en el mismo lugar donde ese cadáver se pudría, más me dolía la cabeza y más me costaba pensar, pero no había más remedio... Siempre se había marcado la localización de un premio con una X, pero y si no era eso, y si era una cruz, una marca de no pasar... Dudas y posibilidades. Finalmente, decidí darles el gusto, y cuando vieran que se equivocaban, ya ir a investigar hacia el otro lado.

Estuve tanto tiempo pensando y hablando conmigo mismo que no me había fijado en mis compañeros. Me giré y pude ver al señor Castle terminando de limpiar su sombrero de polvo y arena, la antorcha del señor Mahfuz en el suelo, cada vez apagándose más, pero aún no veía al guía. A pesar del cansancio muscular y el dolor de cabeza, caminé lo más rápido que pude hacia la antorcha, la cogí e intenté que no se apagara, para a continuación, buscar al guía. No tardé en dar con él, estaba tendido en el suelo, corrí hacia él, podría estar herido, o peor...

- ¿Señor Mahfuz se encuentra bien? - dije mientras intentaba darle la vuelta y comprobar si le había ocurrido algo malo.

(silencio) notaba un silencio y una quietud que casi se podía palpar... recuerdo haber saltado con todas mis fuerzas tratando de esquivar la enorme roca, luego nada, ¿pude haberme golpeado? ¿caer mal? ¿por qué no soy capaz de sentir nada...? ¿será esta la antesala de la muerte? Toda mi vida fui un hombre justo, tan solo espero que cuando Maat pese mi corazón en la balanza me considere una persona digna...

Era incapaz de moverme, no sentía nada, no escuchaba nada, no veía nada. Solo un vacío inmenso. Poco a poco fui recuperando la consciencia, volvía a oir el temblor que producía la roca en su trayectoria... y de repente un estruendo brutal a lo lejos... vi mi antorcha, casi apagada... de pronto la vi subir... ¡¿qué demonios?! ¿como se mueve sola? - pensé - ah, es usted Alexander... - dije, suspirando cuando vi el familiar rostro del señor Sauke empuñando la luz - me alegro de verle bien, ¿le importa ayudarme a levantarme hijo?, gracias - me sacudía la ropa palpándome para asegurarme de estar entero, ahí venía también el señor Castle aparentemente sin sufrir daños.

¿han oído el ruido? ¿qué creen que puede ser? ¿habrá abierto camino a la sala 9? Necesito un par de minutos, señores, noto cierto malestar y tengo que controlarme el nivel de azucar, como saben, soy diabético. Mientras, si no les importa, hablemos de que dirección tomar.

Me senté en el suelo y saqué mis útiles para tomar una muestra de sangre y ver el nivel de glucosa para acto seguido inyectarme una dosis de insulina mientras apuraba la botella de agua que llevaba.

Mientras llevaba a cabo estas tareas rutinarias dije: señores. Hasta ahora han accedido a acompañarme eligiendo la sala marcada como X como posible salida. No obstante, hemos ido de mal en peor, aunque no queda ninguna sala más hasta ella. Sigo pensando que debería ser nuestro objetivo, pero me debo a usted, señor Sauke. Le ruego que decida libremente el camino a seguir, le acompañaré con todas las consecuencias. 

Respiré aliviado cuando el guía empezó a moverse y me reconoció.

Era evidente que estaba cansado y magullado, al igual que el señor Castle y yo, pero no parecía que tuviera nada grave, a excepción de los niveles de azúcar. - Me alegro de que se encuentre bien, señor Mahfuz. - dije mientras me apartaba de él para dejarle espacio, - yo desde el principio pensé que ir a la sala X no nos conduciría a nada, y es cierto que hemos pasado muchas calamidades por avanzar en esta dirección, por eso debemos llegar a esa sala, para que todo lo sufrido no fuera en vano. - desvié mi mirada hacia el señor Castle para comprobar si me estaba escuchando, para a continuación añadir, - tenemos tres opciones, avanzar a la sala X ya, descansar unos minutos para que nos recuperemos o que se queden ustedes dos aquí, usted señor Mahfuz para recuperarse plenamente y usted señor Castle por si nuestro guía necesitara ayuda médica, no se si entiende algo de medicina, pero desde luego más que yo sabe. - Volví a fijar mi mirada en el guía, - puedo acercarme en un momento a la sala X y ver si es lo que usted cree o lo que yo creo, en caso de no encontrar nada o de encontrar la salida, volvería a avisarles, en caso de que me ocurra algo y no volviera, busquen otra ruta. Ustedes deciden cual de las tres opciones creen que nos beneficiará más. - tras terminar de hablar me quedo mirando a mis compañeros esperando su respuesta.

Asentí dando muestras de agradecimiento al señor Sauke, tanto por el respiro como por la confianza, mientras guardaba en el jubón mis útiles. Tomé un nuevo trozo de paño impregnado con parafina, me quedaban solo 3 más, di un trago a mi cantimplora de emergencia, el único agua que me quedaba, y dije:

Le agradezco la confianza, señor Sauke, y que se ofrezca a explorar la sala X en solitario, pero debo negarme. Comprobamos en la sala 7 que no es para nada prudente separarnos. Lo que tenga que ocurrir nos ocurrirá a todos - miré al señor Castle, dándome éste su aprobación con un gesto de la cabeza.

¡En marcha!

Polvo y mas polvo. Arena y mas arena en suspensión por todas partes. Eso fue lo primero que vieron sus ojos cuando separó los brazos que cubrian su cabeza, despegó la cara del suelo y volvió a abrir los ojos. Una respiración también agitada llamó su atención. Ladeó un poco la cabeza y vio al señor Sauke levantándose. Así lo hizo él tambien... en varias fases. Aunque decidió volver a sentarse. Sentia que los años no pasaban en balde y menos con todas las pruebas a las que les estaba sometiendo aquel lugar.

Desde su posición vio como el guía movia un poco la cabeza y como el señor Sauke se acercaba a él con preocupación. Todo en su cabeza resonaba como si la tuviera envuelta en telas y él fuera una momia mas de aquel infecto lugar.

Vio como el señor Naghib se incorporaba y quedaba sentado en el suelo toqueteando unos utensilios que había extraido de su bolsa. Poco a poco su cabeza se fue aclarando.

Escuchó hablar al señor Sauke y llevándose la mano a la cabeza asintió. Se levantó y golpeó varias veces el sombrero sobre sus piernas en un intento vano de quitarse de encima, y del sombrero, tota la arena que iban recogiendo en aquel lugar. Finalmente puedo articular algunas palabras.

- Señores, totalmente de acuerdo - respiró pesadamente y volvió a asentir con la cabeza - Llegados a este punto, y a pesar de que todos tenemos la sospecha de que esa piedra ha abierto algo allá al fondo, tenemos mas cerca que nunca la habitación marcada con una X. Es ahora o nunca. El destino nos espera - dijo Howard intentando enfatizar y dar solemnidad a sus palabras con el poco aliento que le quedaba, ya que le gustaba ser bastante pomposo en ocasiones. Observó que sus compañeros, quizá absortos por sus propias cavilaciones, no le hicieron demasiado caso. Sacudió de nuevo el sombrero y se lo puso con toda la dignidad posible. Los siguió guardando silencio y mirando con temor hacia todas partes al volver al pasillo.

Camináis por un nuevo pasillo (PI) que os resulta extremadamente familiar, ya que sus características en altura y decoración son idénticas a las del otro pasillo que conectaba la anterior sala (3).

Tras varios minutos avanzando, llegasteis hasta donde supuestamente debería estar la sala marcada con una X ¿qué encontrasteis en su lugar? un macizo muro que bloqueaba el paso...

Era la segunda vez que os pasaba algo así y la frustración se podía palpar en el ambiente.

Caminamos con bajo la trémula luz que proyectaba mi antorcha por este corredor... era muy similar al PJ, pero las inscripciones me tenía desconcertado... era un galimatias, hablaban sobre cualquier cosa, como si el equipo de escribanos se hubiesen limitado a plasmar en la piedra cualquier cosa que se les pasar por la cabeza. Si estos textos encerraban algún mensaje oculto, se necesitarian muchos meses y complejas traducciones para tratar de dar con él.

Por desgracia, el tiempo no jugaba a nuestro favor, muy al contrario. Necesitabamos salir de allí ya.

Me quedé totalmente petrificado, pues iba en cabeza y por ello fuí el primero en darme cuenta... el corredor acababa en una pared infranqueable. Me volví a mirar a mis compañeros y vi sus caras de resignación y por que no, también decepción... me giré nuevamente palpando la piedra, tratando de notar algo, oir lo que nos decía... pero nada, tan solo frío y desesperación.

Lo siento... - dije, fue todo lo que pude añadir.

Estaba convencido de que ... este corredor debería habernos llevado... arriba - golpeé la dura piedra... nada.

De nada sirve lamentarnos... no podemos pasar a la sala X. Volvamos a donde se estrelló la roca, o a la sala de los gatos.

Dando unas últimas palmadas a la fría pared y susurrándole que volveríamos a vernos... eché a andar.

A medida que avanzábamos, el pasillo se fue estrechando, volvimos a ver esas pinturas de la sala 3, mal augurio me temo, hasta que al final llegamos al final del pasillo, y tal como me esperaba, la sala X no solucionaría nuestros problemas.

Estaba en lo cierto después de todo, pero no perdí el tiempo reprochándoselo a ninguno, me limité a respirar hondo, orientar ni entumecido cuerpo, e iniciar la marcha.

El deseo de un nuevo descubrimiento, de poder concluir sus investigaciones, de aportar el mundo de la egiptología y las investigaciones su granito de arena, de dejar constancia del trabajo de toda una vida...todo ahora parecía casi irreal en la cabeza de Howard. Segun avanzaban por aquel lugar e iban encontrando, o paredes cerradas o casi la muerte, su cabeza mas y mas le hacía comprender cuan difícil iba ser encontrar la salida pues, precisamente, aquel lugar había sido concebido desde un principio para, una vez en su interior, llevar a quien allí se encontrara al otro lado, conectarlo para bien o para mal con el mundo de los muerto...y no dejarlo volver.

Aquel nuevo muro que se alzaba frente a ellos sólo venía a corroborar aún mas sus sospechas. Ya casi no se fijaba en los escritos, en todas las ornamentaciones, en las ánforas antiquísimas que les rodeaban casi a cada paso por aquellos pasillos. Howars únicamente se limitó a escuchar las palabras del guía, asentir con la cabeza, apretar de nuevo su vieja libreta en el bomsillo y, de nuevo, seguir caminando por aquel lugar. La única esperanza que tenían ahora es que aquella inmensa bola de piedra que casi les aplasta hubiera abierto con su fuerza la pared del fondo. Agarrándose a esa esperanza como a un clavo ardiendo, el señor Castle siguió a sus compañeros en silencio y perdido en sus pensamientos.

Para vuestra sorpresa, la gigantesca roca había roto el muro que separaba la nueva sala que habíais revelado (9) la cual mostraba de manera majestuosa una gigantesca estatua de mujer con ropajes egipcios. Dicha mujer tenía las manos extendidas y en ellas parecía albergar un medallón.

Un rápido vistazo hacía comprobar dos detalles:

Uno de ellos era que el medallón parecía estar elaborado de cobre y tenía grabado el símbolo de un sol con una firmeza exquisita.

El otro detalle es que a los pies de la estatua había un jeroglífico que a ojos de un experto podría ser fácilmente traducido.

El corazón de mi hermana

Además, comprobáis que la estatua está decorada con motivos que hacen referencia a la diosa Bastet

Avanzamos en silencio todo lo largo del corredor, llegando a la sala 9, la cual había quedado accesible "gracias" a la roca que casi nos mata - igual ahora nos brindaba la manera de salir con vida de aquí, resulta irónico - pensé.

Se tratada de una cámara bastante amplia, iluminé con mi antorcha las diferentes paredes, dejando para el final la estatua que albergaba la sala. No encontré nada a destacar, el mismo galimatias de las otras salas y corredores, textos carentes de un significado claro... excepto la inscripción de la estatua: el corazón de la hija del padre... el corazón de mi hermana, podría traducirse, ¿está de acuerdo, señor Castle? Sin duda, dedicada a la diosa Bastet, y si no me equivoco, el medallón que porta debe de encajar en la estatua que había en la puerta de la sala 15.

Respiré profundamente, tratando de ver más allá de lo evidente, pensar como debieron de pensar los constructores del templo... adelantarme a ellos... si este medallón realmente es la primera llave, debe de haber otro bajo una estatua de Sekhmet, con ambos, podríamos acceder a la sala 15, y quien sabe, salir de aquí con vida... - pensaba.

Señor Sauke, si no recuerdo mal, comentó que en la sala 6 había un medallón con un águila, ¿es correcto? Es una posibilidad, que éste que vemos aquí sirva para desbloquear el primer sello de la sala 15. Deberíamos buscar otra sala que contenga una estatua con cabeza de leona, que si mi hipótesis es correcta, contendrá un medallón que desbloqueará el segundo sello y que nos permitirá acceder a la sala 15. Mientras no lo encontremos, creo que deberíamos dejar éste donde está, y cogerlo tan solo cuando vayamos a dicha sala. Y como medida desesperada, si no encontramos nada más, coger el del águila, y tratar de entrar a la cámara 15 con estos dos. ¿Están de acuerdo conmigo?

Llegamos a aquella nueva sala, entramos con cuidado intentando apoyar bien los pies en las pequeñas áreas de suelo donde no habían piedras y escombros, que no hace mucho formaban un muro firme que nos impedía pasar.
Nada más entrar me dí cuenta de lo parecida que era esa sala a la que visité y en la que encontré el medallón de oro. Cuando vi ese nuevo medallón, despertó en mi una tenue esperanza de que esos medallones fueran algún tipo de llave, y que esas llaves nos ayudarían a salir de allí.
Escuché detenidamente las palabras del señor Mahfuz, hasta que se dirigió directamente a mí y me habló del medallón de oro que sólo yo vi. Mis compañeros no sabían que lo había cogido, ellos pensaban que lo dejé en aquella sala. Tras terminar de hablar el guía, me sentí en la obligación de decirles la verdad del paradero del medallón, además el dolor de cabeza no desaparecía, y el entumecimiento de mis extremidades no remitía del todo, quizás descansar del peso del medallón, me vendría bien.
- Debo confesaros algo importante, no dejé el medallón en aquella sala, lo cogí pensando que nos sería de ayuda, y no iba mal encaminado - dije mirandoles, - entended que no fue un acto egoísta o por dinero, pensé que era lo correcto y entiendo que fue arriesgado, tanto para mí como para ustedes, y por eso me disculpo. Pero después de ver el medallón de esta sala está claro que nos servirán. Debemos seguir avanzando, puedo dejar el medallón aquí junto al recién encontrado, y en caso de necesitarlos, sabemos donde están los dos. Espero que comprendan mi comportamiento, pero independientemente de lo que piensen de mi en este momento, tenemos que continuar.
No esperé la respuesta de mis compañeros, lo más seguro es que después de mi revelación ya no confiaran en mí, pero sólo éramos tres en un lugar hostil, tendríamos que seguir independientemente de lo que pensáramos los unos de los otros. Saqué el medallón de oro y lo dejé en el suelo, cerca de donde estaba el otro. Me levanté, y me dirigí a la salida de aquella sala.