Partida Rol por web

Theodore corría, pero había perdido totalmente el rumbo, ya no sabía ni dónde estaban sus compañeros ni, peor, dónde estaba él.

De pronto resbaló con algo que había en el suelo. A la velocidad que iba no pudo cambiar de dirección, tropezando con las fardos y dando una terrible vuelta de campana.

El ruido podría sacar de su ataúd a todos los muertos de la estación, a la vez que Theodore estaba magullado y probablemente con un esguince en el tobillo... no podía dejar que se hinchara, ya se curaría si llegaba a la nave.

Se levantó e intentó continuar.

Zacharias había llegado el primero ante la salvación. Vale que también había salido el primero, pero esa era otra cuestión. Lo importante es que la niña de sus ojos estaba allí delante. Tan solo tenían que entrar y listo.
Fue cuando dio un vistazo atrás y se encotró con todo el cipostio. Vincent estaba herido, Theodore había seguido un camino alternativo que dudaba que fuese más rápido que el normal (aunque nunca se sabía), al menos Randolph parecía estar bien (se notaba que era solido como una roca).
Podía quedarse allí a esperar a su tripulación y ser masacrados en cuando trataran de entrar en la nave, o adelantarse y poner al Gavilan en marcha. Así en cuanto ellos subiesen podrían salir de allí a toda leche.

-Ni que hubiera alguna duda. Siempre puedo recogerles en el Gavilan aunque sea uno a uno.-

El capitán se lanzó a la puerta lateral de su nave. Tecleó el codigo de acceso dos veces, la segunda mal, pegó un puñetazo a un lateral del techalo y una patada a la esquina inferior izquierda de la puerta. La puerta se abrió aunque Zach se zambulló dentro sin esperar que lo estuviese del todo.
A su izquierda la sala común, acceso a los cuartos de la tripulación y por último la zona de carga. A la derecha la cabina de mando y las escaleras que dan a los motores e ingenieria. Corrió a toda prisa medio resbalando en el giro a la derecha. Saltó una consola de la cabina y cayó en el asiento de piloto que ya estaba completamente amoldado a su figura. El impacto hizo tintinear todos los cachivaches que tenía diseminados por los mandos en incluso por las ventanas, pero como siempre estos no se acabaron de caer.
La reacción fue instantanea y mientras acababa de sentarse bien ya estaba poniendo en marcha la nave. Esta ronroneó como un gatito acatarrado y moribundo y se apagó para ponerse en marcha acto seguido.

El Gavilan Errante estaba preparado.

-Venga nena. Vamos a enseñarles de que estas hecha.-

Ya casi lo tenían, cuando por fin vio las grotescas formas de su deformada nave casi se sintió ante una visión celestial. Tal vez si conseguirían salir de allí con vida. El capitán ya estaba pegado a la nave por lo que si la ponía en marcha, salir de allí no costaría nada. Todo parecía que acabaría bien.

Un disparo pasó silbando su oreja y le devolvió a la realidad. Kazimir acortaba espacio y el muy bastardo se acercaba cada vez más con cada tiro. Su entrenamiento le permitió moverse lo suficientemente bien como para no ser un objetivo claro y tuvo el resultado deseado, evitando los disparos que iban dirigidos a él. Casi sintió ganas de reirse del mercenario cuando de pronto un grito le sacó de su euforia.

Vincent había sido herido. Esto hizo que Randolph se detuviera de golpe y se girara para analizar la situación y lo que vio le heló la sangre. Su técnico había recibido un fuerte disparo en el costado y más allá, Theodore se había metido en una ratonera para evitar los disparos y había caído por la cantidad de cajas y telas entre las que se había enredado.

Dos compañeros en peligro y un experto asesino con MUCHAS ganas de su sangre avanzando.

“Por dios Zach, arranca ese maldito trasto”

Es en estos momentos cuando casi lamentaba sentir algún tipo de camaradería por sus compañeros. De esa forma podría escuchar esa vocecilla sensata que le decía que siguiera corriendo, que saliera de allí. Kazimir era un peligro grave.

“Esto va a salir mal, joder”

Deteniendo por completo su avance hacia la nave, se aproximó hasta unas cajas que le daban cierta cobertura, pero no le hacían un blanco demasiado complicado.

“¡Moved el culo! No sé cuánto podré contenerle”

Respiró y apuntó su subfusil hacia la posición por la que venía Kazimir

- Oye hijo de puta, ¿Quieres el Pad de datos? Tendrás que pasar sobre mi jodido cadáver – Amartilló el arma y se preparó para disparar – Y viendo como disparas creo que además de tu info nos llevaremos tu orgullo –

Y apretó el gatillo. Mientras disparaba, buscó la mejor forma de hostigar la posición del enemigo. Debía ganar tiempo para que sus compañeros llegaran al Gavilan.

Theodore salió medio cojeando del berenjenal en el que se había metido. Observaba profesionalmente su tobillo con mala cara. En caliente podría aguantar un rato, pero no mucho más. Necesitaría reposo, antinflamatorio y un vendaje que ejerciera un poco de presión. Todo ello lo tenía en su kit de primeros auxilios que siempre llevaba encima, pero no tenía tiempo material de hacer absolutamente nada.

En el caso más desfavorable tendria que meterse una inyección para suprimir el dolor, pero era peor el remedio que la enfermedad.

Guardó su inútil arma, era mejor disponer de las dos manos para salir del atolladero en el que se encontraba. De esta forma podría apoyarse y avanzar un poco más rápido.

Por fin tuvo una visual de la nave, podía llegar. No veía a Zach, pero la nave ya zumbaba con el ruido de los motores por lo que supuso que ya estaría dentro. Vincent estaba también a punto de subir. Caminó con dificultad el camino que le faltaba hasta la zona de carga. La bodega estaba abierta y podría entrar por ahí, Vincent le llevaba un poco de ventaja y entonces se percató que había sido alcanzado. El hecho de haber llegado a la nave le hacía pensar que no tenía especial gravedad, pero le preocupaba. Tenía que poner la enfermería de la nave en marcha en cuanto despegasen.

Dio las gracias porque ya prácticamente estaban en la nave. Faltaba Randolph, Theodore no le veía.

Entonces escucho sus gritos de provocación hacia sus perseguidores. Sonrió, todo un soldado cubriendo la retirada de sus camaradas. Eso es lo que hacía que se sintiera bien en el grupo, camaradería, le recordó por un momento parte de su pasado.

Continuó cojeando, cubriéndose todo o que podía, intentando subir a la nave.

Lo malo de que te disparen con un arma de riel es que las "balas" son tan pequeñas que no sólo no se pueden sacar sin un médico experto, sino que no hacen el efecto tapón de otras armas. Hasta los humanoides tribales de Myxlia saben que si te apuñalan, el cuchillo mantiene la sangre dentro, y en menor medida con una bala. Sin embargo, aquellos pequeños y cabrones pedazos de metal que lanzaban las armas de riel hacían que te desangraras como si no estuvieran ahí. 

Sujetándose la herida con una mano, notando ya la sangre correr por ella, Vincent corrió medio cojeando el poco espacio que le separaba de la bodega de carga de la nave, que Zach había dejado abierta para ellos. El capitán podría estar un poco loco a veces, pero sin duda se podía contar con él. 

Con otro con el que se podía contar era Randolph: sería gruñón, pero se sacrificaría por cada uno de ellos si era necesario, y así lo demostró. Vincent pudo ver cómo se paraba, plantando cara al criminal más temido del sector con un valor que haría recular hasta a un yeti aeboreano. Su subfusil atronó por el hangar, destrozando cajas y barandillas por doquier, cubriendo su retirada con la eficacia de sus muchos años de combate. Puede que no fuese la persona más amistosa con la que charlar, pero no había otro mejor para salvarte el culo mientras huías perseguido por un psicópata. 

Vincent, cubierto por él, pudo subir por fin la rampa y entrar en la familiar y maravillosa nave que se había convertido en su hogar. Pero no había tiempo para regodearse en el alivio que le daba pisar sus pasillos, ni en las familiares manchas de óxido de las tuercas: Vincent cojeó lo más deprisa que pudo hacia el control de armas, dejando un reguero de sangre por donde pasaba. Mierda, seguro que luego me toca a mí fregarlo, pensó mientras alcanzaba con una mano el asiento del artillero de babor. 

Randolph observó con preocupación como su ráfaga se perdía por el muelle mientras Kazimir finalmente le daba alcance. Daba igual, ya estaba hecho. Había tomado una decisión, quizá la única, y cargaría con las consecuencias fuesen las que fuesen. El sicario avanzó con cierta lentitud y ceremonia mientras su pistola bláster danzaba entre sus largos dedos. Apenas unos minutos antes, aunque parecía una eternidad, había ejecutado a Karlo Drei, el malhadado funcionario que lo había empezado todo, con esa misma pistola.

—Ya era hora de que alguien hiciera algo sensato —dijo, con una fría y calculada sonrisa que le deformaba la cara y daba un aspecto insalubre a su cicatriz—. Me refiero a tu capitán, que parece que te ha dejado aquí.

Efectivamente. Randolph pudo oír el doble chasquido de los motores al encenderse. Sintió un cierto alivio, eso hacía que no pudiese echarse atrás, y significaba que probablemente sus compañeros estarían a salvo. Y en cuanto a sí mismo... bueno. Las cosas parecían chungas. Pudo ver como los matones empezaban a entrar en el muelle en este momento. Aunque aún estaban lejos, en unos instantes se vería rodeado y entonces estaría perdido. Pero en ese momento eran solo él y Kazimir. Había cierta semejanza entre los dos, no podía negarlo. Ambos eran altos, desagradables y quizá un poco tarados, pero allí acababan los parecidos. El cuerpo musculoso de Randolph contrastaba con la delgadez desproporcionada de Kazimir, y aquellos ojos vacíos...

—¡BAM!

La pistola de Kazimir repicó como un trueno. A pesar de ser un arma bláster, desde tan cerca resonaba potentemente. Randolph no sintió nada. Se examinó con ansiedad, tal y como le habían enseñado en la academia, para encontrar el truco, pero no lo había: fuese a propósito o no, Kazimir había errado el tiro.

Mientras el Gavilán arrancaba sus motores, Vincent y Theodore se aproximaron con bastante poca elegancia a él. Theodore había sufrido una catastrófica caída durante su atajo* y cojeaba. Era innegable que Vincent estaba herido de cierta gravedad. Tampoco podían quejarse: Zacharias había sido increiblemente eficiente esta vez. Y no podía negarse que Randolph estaba llevando a cabo una gesta heroica que no merecía la pena desperdiciar. Pero debían darse prisa si querían devolverle el favor.

Mientras la bodega de carga se abría con una lentitud exasperante, pudieron oír a Kazimir decir algo. Habían perdido la línea de visión con él por un instante. ¿Habría alcanzado a Randolph? Era imposible que los matones hubieran llegado ya, así que era la única posibilidad.

El sonido de un disparo puso fin a sus elucubraciones. El tiempo se les acababa. Corrieron, cojearon, se arrastraron por la nave que ya comenzaba a elevarse hasta llegar al puente. Zacharias se encontraba muy concentrado. Aunque había dado la orden a puerto de que soltaran las abrazaderas que sujetaban al Gavilán, estaba intentando maniobrar mientras estas se abrían con tal de ganar tiempo, y eso requería de toda su pericia. Ante ellos estaba el espacio exterior, su refugio, la libertad. Podían acariciarla, podían agarrarla y hacerla suya en cuanto quisieran y dejar a Kazimir con un palmo de narices...

... pero ¿qué pasaría entonces con Randolph?

Llegó a la rampa que daba acceso a la bodega de carga aunque de primeras no hubiera confiado en ello.

Vincent ya había llegado. Theodore intentó acercarse a él para ver cómo estaba cuando la nave hizo un pequeño movimiento que lo desestabilizó. Theodore que apenas podía mantenerse en pie cayó al suelo y al instante sintió un punzante dolor en el tobillo. Maldijo por lo bajo, iba a gritar a Vincent para que fuera a la zona médica pero éste ya se había ido a ayudar a Zach.

Lo principal era salir de allí, por lo que lo dejó pasar aún a costa de que luego pudiera tener alguna secuela por no haber sido atendido a tiempo.

El dolor del tobillo le hizo regresar a la realidad, él mismo estaba herido y necesitaba atención. No sabía si era esguince, rotura de ligamentos o rotura de hueso, pero estaba mal. Tenía que arrastrarse hasta la enfermería y preparar los tratamientos. Theodore era muy meticuloso y amante del orden, confiaba que todo estaría en su sitio y a su disposición.

En cuanto empezó a moverse, medio arrastrarse a la zona médica se oyó un fuerte disparo.

Randolph... no ha subido aún

Desde donde estaba era imposible ver nada, tendría que confiar en la pericia y la suerte de sus amigos.

Siguió arrastrándose hacia la enfermería.

En cuanto llegó hizo rápidamente un escáner de su tobillo, no había rotura. Necesitaba reducir la presión del esguince, un antinflamatorio y reposo. Menos eso último tenía de todo, así que se lo aplicó y luego indicó a la impresora de la nave que moldease una prótesis que inmovilizara el tobillo y el pie como un bloque, pero que le permitiera descargar peso sobre la rodilla.

La impresión tardaría un poco, pero luego le permitiría moverse razonablemente por la nave. Un par de días después se encontraría recuperado.

Ahora tocaba Vincent.

Zacharias se estaba encendiendo el cigarro de después mientras sacaba de su chaqueta el pad con la información. Vale, quizás había sido algo impulsivo al cogerlo tan rápido sin dar tiempo a que Theodore mirase por si había trampas y detectores. Y vale, quizás eso ha tenido algo que ver con que todos acabaran siendo perseguidos a tiros. Pero ya estaban todos en casa.

¿Todos?

Zach pudo ver como Randolph se había quedado atrás. Por como estaba disparando dedujo que se había quedado para cubrir a los demás y que estos llegasen a la nave.

-Maldito loco altruista y desinteresado. Siempre poniendo a los demás por delante tuyo. ¿Es que acaso no te he enseñado nada en todo este tiempo juntos.-

Lo fácil era dejarlo. Podía medio escuchar quejas de Theodore y Vincent en la nave. Por lo que estaban en ella. Los enganches sueltos. El vasto espacio esperandoles. Su premio al lado. Tan solo tenía que dejar a Randolph a su suerte. A su suerte con Kazimir.

-Bueno. Supongo que esto es una despedida.-

Zacharias Tarkamel apretó varios conectores y dió potencia a los trusters de la Gavilan. Más concretamente a los retrocohetes que hicieron que la nave fuese de culo hacia dentro del hangar, en lugar de afuera al espacio.
Podían escucharse los chirridos y crujidos de la nave rascando y rompiendo paneles, suelo y mamparas. Afortunadamente las partes duras de la estación estaban en los recios muros entre el vacio del espacio y los hangares. Nadie estaba tan loco como maniobrar dentro. Bueno, casi nadie por lo visto.

-Chicos. Más vale que os agarréis a algo. Esto va a ser movidito.-

De hecho ya lo era, el aviso unos pocos segundos antes hubiera sido mucho más efectivo.

-Tranquilos. La nave aguantará. ¿Verdad que sí preciosa?-

Mientras la nave iba hacia atrás Zach maniobró de tal manera que la nave empezó a girar sobre sí misma hasta quedar justo de cara a Kazimir. De hecho uno de los lasers dobles de la Gavilan le apuntaba directamente a él. Conécto los altavoces exteriores.

-Venga tipo duro. Como puedes ver la mía es más grande que la tuya, y desde esta distancia es imposible que falle. Deja subir a mi chico y podrás salir con vida de esta. Tienes mi palabra.-

La sangre empapó el aleocuero adaptable del asiento del artillero de babor, al tiempo que gotas rojas se escurrían por la consola derecha, la que había agarrado con la mano manchada. Si salían de aquella, iba a haber mucho que limpiar. 

Vincent apretó los dientes y consiguió ignorar el dolor, conectando las armas. Emitieron un zumbido quejumbroso y se apagaron al instante. Vincent le dio un puñetazo bien fuerte a la consola central, y por fin todo el aparato se estremeció y cobró vida, enciendiéndose todas las luces e indicadores de apuntado. Vincent los desactivó, no iba a disparar a ninguna nave a subluz, solo a unos matones en la estación. Conectó el manual y la pantalla se encendió mostrando el exterior. Los láseres dobles (los ligeros, Vincent no quería destruir la estación) se alinearon al instante y siguieron el movimiento de sus manos sobre los controladores. 

Por desgracia, todo lo que la pantalla mostraba si apuntaba hacia abajo era la nuca de Randolph. Khan estaba demasiado cerca, y si disparaba ahí lo que conseguiría sería matar a los dos y abrir un bonito agujero en el suelo de la pasarela. La opción sencilla habría sido pasar, lanzar unas pocas andanadas de cobertura y salir cagando leches, pero no podía. Tal vez por no ser una persona especialmente valiente, siempre había admirado el valor en los demás, y su compañero había mostrado de sobra. Le dio un manotazo al comunicador de la consola y habló al capitán por él. 

-¡Zach, no tengo ángulo! ¡Tienes que moverte! 

Miró a la consola. Podía desviar parte del sistema al cuadro de mandos y manejar desde ahí los impulsores laterales, quitándole a Zach la parte más complicada del viraje dentro de la estación. Pero al mirar por la pantalla veía ya a los matones de Khan entrando en la estación, y aquellos no eran como los pringados contra los que luchaban normalmente. Eran duros, y con buen equipo. Aún tardarían en llegar hasta Randolph, pero, ¿y si uno tenía un lanzacohetes o un arma de plasma? ¿Y si disparaban a la nave? ¿Y si uno tenía un rifle de largo alcance y se cargaban a su compañero desde allí? No podía dejarlo estar, Zach se las apañaría con la nave. Movió los láseres hacia los matones y apretó los dos gatillos. Las armas emitieron un zumbido bajo como un león daeliano mientras los láseres cargaban el disparo, y con un breve sonido de abejorro dos proyectiles del tamaño de lanzas salieron a toda velocidad a los matones, destrozando a los primeros que pillaron y abriendo grandes agujeros en las paredes y cajas. 

Zach no le decepcionó: rápido y preciso como un halcón tarkiano, colocó la nave de lado accionando los retros y le dejó justo delante de la cara de muerto de Khan. Apuntó con las armas directamente a él, y se aseguró de que se viera bien el movimiento de los cañones láser. 

-Venga tipo duro. Como puedes ver la mía es más grande que la tuya, y desde esta distancia es imposible que falle. Deja subir a mi chico y podrás salir con vida de esta. Tienes mi palabra.-

Vincent volvió a hablar por el comunicador, asegurándose de que no se oía por el altavoz externo. 

-¿Estás seguro, Zach? Que este no nos va a dejar en paz como le dejemos irse, nos persigue hasta el fondo del océano kôriano. 

A pesar de sus reservas, no disparó, y solo esperó. 

Theodore había conseguido estabilizar el esguince y denarlo, solo quedaba un poco de dolor, pero no había ningún otro tipo de complicación. Detuvo la impresión de la prótesis, no la necesitaría.

No sabía qué estaba pasando, pero los vaivenes de la nave indicaban que Vincent y Zach estaban de juerga. No sabía nada de Randolph. Salió de la enfermería pensando que podía ser necesario con Vincent y se dirigió a su lado.

Randolph contempló como todos sus disparos se esparcían por todo el hangar, impactando sobre telas, cajas y útiles, levantando polvo y humo alrededor, pero sin que ninguna de ella diera siquiera por casualidad a Kazimir. Cuando vio como el mercenario se preparaba para disparar, se lanzó contra el suelo tras la caja que ahora le hacía de parapeto. Su respiración era agitada y el pulso le iba acelerado, pero se permitió sonreír triunfante cuando ese asesino comenzó a hablarle. Había logrado su objetivo, había acaparado su atención.

“Solo espero que...”

Arriesgó a asomarse un poco para vislumbrar el Gavilán justo para ver con renqueantes pero seguros, llegaban tanto Vincent como Theodore a la rampa de embarque. Estaban a salvo. Ahora solo faltaba...

¡BAM!

Un disparo resonó contra sus tímpanos y algo le golpeó en el pecho imaginándose lo peor. Se ocultó nuevamente tras el parapeto y se miró donde había recibido el impacto, pero no tenía nada. Solo algo de chatarra que había chocado contra él cuando el Gavilán se había puesto en movimiento. ¿Significaba eso que Kahn había fallado? Lo que estaba claro es que en esta misión estaba gastando la suerte de varias vidas.

Un estruendo de pasos venía del fondo de la sala, el resto de enemigos pronto inundaría el hangar. Sopesó sus posibilidades. La nave aún estaba demasiado lejos y sin obstáculos que le cubriesen para llegar a la carrera sin darle un blanco fácil a ese cabrón de Kazimir. Parado donde estaba, pronto se vería sobrepasado por todos los que venían...

Solo quedaba una opción. Sería un tirador de primera, un asesino nato, pero en cuerpo a cuerpo, estaban igualados. Debía eliminar, aunque solo fuera momentáneamente a Kazimir de la Ecuación. Apenas les separaban unos metros, y podía cubrir su embestida con el subfusil. El Gavilán comenzó a moverse. Apenas tenía unos segundos. Era un Todo o Nada. Debía noquear a Kazimir lo suficiente para poder correr hasta la rampa que aun mantenían bajada y salir de allí.

Era una locura, pero la otra opción era dejarse matar como un perro y no estaba dispuesto a que eso ocurriera. Cerró los ojos un momento y recordó el día que conoció a Zach, sonrió y saltó al exterior con el subfusil el alto y disparando hacia adelante mientras corría hacia el enemigo. En cuanto hubo salvado los metros que los separaban, dejó de disparar y descargó un fuerte golpe contra la cara de Kazimir.

- No me “deja aquí” gilipollas – Randolph le descarga entonces un rodillazo en el abdomen – Para capullos como tu sabe que me basto y me sobro –

Más de una decena de hombres irrumpía por el fondo. Se le acababa el tiempo.

Randolph salió de su escondite disparando como un loco a la vez que el Gavilán giraba sobre sí mismo, a sus espaldas. Sintió cómo el vello de la espalda se le erizaba por la emoción, o tal vez por la descarga de energía de los láseres de la nave que abrían fuego por encima de él. Al fondo, oyó un gemido de sorpresa, quizá de miedo, mientras los matones que se acercaban veían cómo uno de sus compañeros era literalmente vaporizado por el enorme poder de las baterías láser, dejando solamente hollín y acero burbujeante. Esto le dió ánimos, a pesar de que en carrera le resultaba difícil apuntar y la ráfaga de disparos apenas tenía un valor testimonial como manifestación de sus intenciones. Sin embargo, hubo otra cosa que le dió esperanza. Aunque sin perder aquella sonrisa mecánica, pudo ver cómo en el rostro de Kazimir se enarcaba una ceja de incredulidad.

Pero este breve desconcierto duró poco. Kazimir volvió a balancear su arma en una danza hipnótica y Randolph notó, esta vez sí, un impacto en mitad de la carga*. No dolía, no realmente, apenas una sensación de frío y adormecimiento se le extendía por el pecho de forma insidiosa. Resultaba difícil saber qué había ocurrido, pero debía seguir adelante y agarrar a ese capullo antes de recibir un impacto que le incapacitase. Ya se preocuparía luego, si seguía vivo, de minucias como estar herido.

La colisión entre los dos cuerpos fue tremenda, pero Randolph lo sintió como una victoria, al tiempo que notaba como el júbilo del combate le invadía. La sangre corría caliente por sus venas y las sienes le latían. Lanzó varios golpes hacia Kazimir, que los encajó con cierta elegancia, con el único objetivo de distraerle de su intención final: desarmarle. Cuando el golpe decisivo llegó, un fuerte impacto con el canto de la mano en la muñeca del sicario, Randolph pudo notar como la presa de su oponente sobre el arma se aflojaba. Iba a burlarse de él en su cara cuando observó que, en el último instante y con la punta de los dedos, Kazimir conseguí retener el arma in extremis**. Aquello iba a ser más difícil de lo que esperaba, pero que Kazimir no hubiera abierto la boca era una mejora notable

Mientras el militar se sumergía en una inesperada orgía de violencia, Zacharias se las había apañado para despegar y hacer rotar el Gavilán con toda la elegancia que una estación espacial cochambrosa le permitía. Su maniobra había sido magnífica, pensaba, y si Vincent le hubiera prestado su ayuda habría podido posar el tubo del laser sobre la coronilla de aquel desgraciado, se jugaba el tabaco de un mes. Pero Vincent había preferido contribuir a eliminar amenazas futuras, lo cuál quizá era lo mejor, y entonces Zach, con toda su pericia, solo pudo dejar encañonados a los dos combatientes a una distancia de dos metros. Que oye, no estaba mal*.

Su maniobra había sido tan perfecta que había gozado de cierto grado de sigilo. A Zacharias le hubiera gustado pensar que Randolph y Kazimir ni siquiera le habían oído, pero el Gavilán gozaba de su propio acompañamiento de chirridos y quejidos metálicos, eso sin contar el ensordecedor rugido del motor y los propulsores laterales. Durante un instante, la gabardina de Kazimir se levantó casi en horizontal, agitándose en olas de cuero negro, mientras el pelo de Randolph se encrespaba hacia delante vibrando con violencia y, tras un segundo de espera, la lucha cesó

Kazimir alzó la vista hacia el Gavilán al tiempo que las palabras de Zacharias le dejaban muy claras que era lo que se esperaba de él si no quería correr el mismo destino que el desafortunado matón.

—Está bien, está bien —dijo, mientras miraba a la posición en la cabina en la que suponía que podía estar Zacharias—. Tú ganas —la pistola osciló en su mano un instante y sus ojos centellearon, pero al instante puso las dos manos detrás de la nuca en posición de rendición, con la pistola aún colgada del dedo índice—.

Había aún algo de dignidad en él, en aquella pose humillada mientras el polvo que levantaba la nave le ensuciaba las botas y el tirón de la gabardina ondeante amenazaba en volarle hacia atrás. Quizá era esa mueca congelada, aquella sonrisa falsa. Quizá no lo era tanto, quizá en realidad sí disfrutaba con aquello, aun en la derrota.

—Venga muchachito, no hagas esperar a papá —añadió, torciendo la vista hacia Randolph—. Ya acabaremos esto en otro momento en que no nos interrumpa ningún aguafiestas.

Y para confirmar sus palabras, levantó su barbilla un par de veces para señalar a Randolph el camino a la bodega de carga

Zach podía casi sentir la mirada de Kazimir a pesar de tener a todo el tonelaje del Gavilan entre el matón mercenario y él. Aún así le aguantó la mirada, o lo haría si hubieran estado realmente cara a cara.

-Tranquilo Randolph, hemos ganado. Sube a la nave y salgamos de aquí. Siempre habrá más días para "charlar".-

La puerta de la bodega carga estaba abierta. Randolph sólo tenía que dar unos pasos y estaría a salvo.

-¿Estás seguro, Zach? Que este no nos va a dejar en paz como le dejemos irse, nos persigue hasta el fondo del océano kôriano. 

Sabía que si le decía a Vincent que disparara, este lo haría sin dudar. Y lo cierto es que sería un favor para la galaxia quitar de en medio a un tipo como aquel. Nadie se lo reprocharía.

-Si no podemos mantener nuestra palabra no somos nada. Es lo único que tenemos a veces para saber quienes somos y por qué hacemos lo que hacemos. Deja que se marche.-

Sí, sin duda era una locura dejar con vida a Kazimir. Pues saldría enseguida a darles caza. Pero lo cierto es que siempre había querido averiguar qué nave era mejor. Zach confiaba en su Gavilan. Pero aún así quería...No. Necesitaba ese enfrentamiento futuro.
Un futuro que sin duda sería más pronto que tarde.

Le dió una calada larga a su cigarrilo y tras aguantarlo unos segundos echó el humo.

-Nos veremos en otra ocasión.-

Vincent chasqueó la lengua, contrariado, y dejó a regañadientes el gatillo. Se iba a arrepentir de aquello, estaba seguro. Siguió apuntando a Khan, solo por si acaso, mientras Randolph subía por la bodega de carga. Por lo menos los matones estaban suficientemente atemorizados por su compañero desintegrado como para no intentar nada, pero con Kazimir nunca se sabía. Estaba seguro de que podías arrancarle un brazo y te mataría con el otro sin mudar la expresión.

En cuanto Randolph pisó la nave, accedió al cuadro de mandos y cerró la bodega de carga. Era hora de irse. 

Según remitía la adrenalina, el dolor comenzaba a ser cada vez peor. un vistazo al costado, sin perder de vista a Khan a través de la pantalla, le bastó para comprobar que el aleocuero estaba ya empapado completamente, y que la sangre comenzaba secarse sobre la herida. Notaba el costado tirante, con la ropa pegada a él. Pulsó el botón del intercomunicador con la enfermería. 

-Theo, ¿estás bien? Tengo un pequeño problema por aquí que requiere de tu ayuda... no tiene muy buena pinta. 

Cuando el Gavilan los embistió por un momento Randolph temió lo peor. Sabía que su capitán haría algo por ayudarlo, pero ¿aquella locura?...

“Es justo lo que haría él”

Estaba tan claro que un plan tan loco era algo típico en Zach que casi se sintió mal por no caer antes en lo que haría. Ahora, con la nave encañonando a Kazimir, dio dos pasos a tras mientras esperaba la decisión del mercenario ante la amenaza de su capitán. Cuando capituló, en su interior suspiró aliviado, aunque una parte de él se sintió contrariado. Podría haberlo derrotado. Estaba seguro de ello. Kahn le instó a irse, con la promesa de terminar lo que habían empezado aquí.

- No te quepa duda cabrón. – Comenzó a avanzar hacia la nave – Espero con ansias ese momento –

La compuerta se cerró, supuso que por obra de Vincent y en cuanto estuvo lejos de miradas indiscretas, sintió el peso del cansancio y el dolor de los golpes recibidos y se derrumbó contra la pared. Alzó un momento la mirada, extasiado por el combate vivido y tras esto activó el intercomunicador de la sala de carga.

- Capitán, todos a bordo, sáquenos de este antro de mierda –

 Tras verificar que no tenía ninguna herida de especial gravedad, se incorporó y avanzó hacia el interior de la nave para verificar el estado del resto de la tripulación.

Gracias a la venda, Theodore ya podía moverse casi con normalidad, apenas una molestia. Escuchó el intercomunicador de la enfermería cuando ya estaba saliendo en dirección a Vincent. Salvo que Randolph también estuviera herido no tenía sentido contestar cuando ya iba de camino.

Encontró a Vincent casi a punto de perder el conocimiento. Lo tomó por el hombro y le ayudó a levantarse para llevarlo a la enfermería. En ese momento llegaba Randolph.

- ¡Echa una mano aquí! Hay que llevar a Vincent a la enfermería. ¡Rápido!

Normalmente Theodore era bastante pacífico y aceptaba sin problemas órdenes de cualquier otro miembro de la tripulación. No era persona de entrar en conflictos. Pero en el momento en el que actuaba como médico, su voluntad era absoluta hasta el punto incluso de llegar a plantar cara al capitán si fuera necesario. Nadie le discutía las órdenes.

Su propia cura apenas había desordenado la enfermería. Mientras sentía la aceleración de la nave y ayudado por Randolph, situó a Vincent sobre la camilla y efectuó un primer diagnóstico. Había perdido mucha sangre y recibido uno o varios disparos, le llevaría un rato arreglar aquello.

- Ve con el capitán por si necesita ayuda, yo me quedo con Vincent. Luego os llamo con lo que haya. - dijo a Randolph a modo de despedida. Trabajaba mejor solo.

- Tranquilo tío, sobrevivirás para pagarme una cerveza por el zurcido que te voy a hacer.