Partida Rol por web

Cruzó la puerta del hostal sin disimular demasiado su mala gana por volver, estaba fuera de turno y no había esperado volver tan pronto a aquel maldito lugar. 

Cuando Marco le habló su expresión era algo intermendio entre impasible y una soberana paciencia. Parpadeó despacio tras escuchar el susurro del italiano.

-Это дерьмо беспокоит меня- Murmuró entre dientes.

-Vale- le respondió seca. 

Siquiera se había podido cambiar todavía de ropa, así que con sus largos tacones, sus cortos tejanos y su abrigo de pelo sintético se dirigió al lugar indicado por el recepcionista, contoneando sus caderas de diosa dorada y con una mala leche interna propia del mismo señor de los infiernos. 

-Я бы хотел, чтобы у него был сердечный приступ. После моего поселения.-

Y así desapareció sin decir nada más a ninguno de los dos. Porque ella ahora solo querría estar dándose un buen baño de espuma con su gel de olor a chuches o a cupcake de fresa. 

Abrió la puerta de la habitación 3, sin comprender todavía por qué le habrían hecho volver a ella. Su horario había terminado y seguro que Marco o el propio jefe eran capaces de limpiar dos gotitas de sangre si a alguien le había sangrado la nariz, o de cambiar unas sábanas.

La habitación 3 estaba ocupada, obviamente la cama deshecha, un montón de ropa por el suelo y había un montón de botellas de plástico que podrías recoger para cambiarlas por dinero en el super...si es que no se iban en el fin de semana y le tocaba a la otra claro. 

Pero no, allí aparte de a Maria no olía a sangre. 

Miraste en el ordenador, en aquel condenado programa del mal que solo entendía el imbécil que lo había creado y la otra recepcionista. Todo era demasiado complicado, había otros mas sencillos pero no, porque ese era el único que podían y a veces dejaban en Ruso como configuración principal. 

Por suerte no era este día el caso. 

Sacaste una copia que no hacía falta del pasaporte, el jefe decía que ni lo miráseis, no hacía falta ni pedirlo. De hecho, no sería la primera vez que metía a alguien de su tierra sin papeles a cambio de un fajo de billetes. Luego si había algún problema claro, era cosa vuestra. La cuestión es que tu te sentías mejor obteniendo algo de información de los inquilinos por si acaso. 

Desde allí podías acceder también a las otras habitaciones para saber quienes estaban en ellas, desde hace cuanto y hasta cuando se quedaban. Algunos solían ser habituales. 

Tekito estaba en la habitación Nº2. La mas claustrofóbica de todas. La que adjuntaban a los asiáticos siempre. Si venían dos, los movían a la 7, una donde el papel cutroso del suelo estaba hasta levantado y roto, las camas era plegables de las malas, las almohadas finas como el papel y daban a plena obra en la calle, pero eh, según el jefe, ellos están acostumbrados a vivir como animales así que aquello era un lujo.

Tras teclear los datos del cliente en la base de datos de aquel programa infernal, obtuvo la habitación en la que había sido alojado. Evidentemente era la número dos, dada la raza del inquilino. Se encogió de hombros.

- Está usted alojado en la número dos. - Le dijo al cliente. - Es una habitación bien ubicada, junto a la cocina, la recepción y la entrada del edificio. Es muy acogedora, le gustará... - Marco mintió como un bellaco.

No le gustaba dar esa habitación a nadie. Era un jodido zulo en la que uno no tenía ni el suficiente espacio vital, como para poder desvestirse sin chocar los brazos contra las paredes. Aquella habitación debería ser un almacén o un cuarto de la limpieza más que una de las habitaciones para los clientes, pero él no mandaba allí y su opinión contaba más bien poco.

- Si quiere acompañarme... - Le dijo entregándole unos folletos gratuitos sobre actividades culturales que se podían realizar en la ciudad y llave en mano. - Le ayudo con las maletas. - Esta vez las agarró ambas. Si le iban a poner en la dos, al menos el servicio debía quedar bien...

- Tufito no, Tekito, Tekito Tohito, sí, háa?- dijo frunciendo levemente en ceño.

Tekito observaba cómo tecleaba el italiano, qué lento.. po toso lo diose, en mi país hacen un cluciglama mientla tatienden.. Cómo rajaba el chino, pero es que se había convertido ya en su deporte nacional. A pesar de ello, su gesto seguía siendo de indiferencia, ante todo, educación.

- Sisí, cocina y lecepción háa? - no era consciente de que aquella coletilla no le hacía parecer menos guiri y más intelectual, sino más idiota. - Glasia - dijo cuando Marco le cogió las dos maletas, ya va aplendiendo con quien ta tlatando este espagueti.... 

Aquella habitación parecía normal. Bueno, normal quizás no era la palabra exacta, parecía que hubiese pasado un tornado o que hubiese hecho una fiesta una banda de rock. Con normal quería decir que no había sangre, que era lo mismo de siempre.

Miró las botellas un par de veces. Ni de coña se las iba a dejar todas para que las pillase la zorra del fin de semana. ¿Acaso no se estaba comiendo ella el marrón? Pues bien se merecía una recompensa.

Abrió el bolso y se guardó las botellas que pudo, tantas como le cupiesen. Lo que se sacaba por ellas lo guardaba en un botecito y cuando juntaba lo suficiente se daba un capricho. ¿Acaso iban a echar en falta unas pocas botellas aquellos turistas cerdos? No lo creía.

Después saldría muy digna para ir a la habitación 1.

Se encontraron con Megushka saliendo de una habitación donde había maletas y su bolso...lleno de botellas de plástico a presión. La muchacha les sonrió como si allí no hubiese pasado nada, cerró y se fue a la puerta que estaba casi frente a la de Tekito. 

Abrió la muchacha la habitación 1º casi a la vez que Marco enseñaba la 2º al inquilino. 

Unas gotitas, su madre. Entraste en la enana habitación y agradeciste al cielo que no hubiese moqueta. Había dos toallas en el suelo, una de pies que casi nunca se repartían si no se pedían específicamente a recepción y que estaban en la habitación de ropa y otra de cuerpo grande tiradas en el suelo, echas un ovillo llenas de gasas y coágulos de sangre del tamaño de la mitad de tu puño. 

La cama estaba igual, solo que sin toallas, aquello había calado hasta el colchón ¿Como pensaba el jefe que se arreglase eso?

Darle la vuelta, y rociar colonia por el mismo, seguro que te diría eso.*

El escritorio, tenía una tijeras, y al lado de este la papelera estaba llena con papel del baño igualmente lleno de sangre. Las paredes tenían gotitas salpicadas por doquier, y hasta la lamparita de la mesita tenía unas marcas. 

En el suelo había varios pegotones de algo oscuro, que bien podrían ser más coágulos, pero mas resecos. Lo demás, estaba super fresco. Un par de horas máximo pensabas, aunque con tanta cantidad...lo raro es que no hubiese marcas fuera en el pasillo. 

¿Tenían un par de guantes en la cocina verdad?

Pequeña, enana más bien, la cama estaba hecha regularmente y por el color oscuro del suelo daba igual que no lo hubiesen fregado en semanas, que no lo podrías ver si no te agachabas y tocabas con los dedos, olía a tabaco ligeramente y desde la ventana minúscula podías ver el ascensor que bajaba al patio para la basura. 

Megushka como todas las demás personas que fumaban, salían allí, a ese resquicio en el ascensor de carga. Si es que la puerta estaba abierta, que solía ser que no. El amado recepcionista debía de abrirles una y otra vez la maldita puerta, tras conseguir la llave que había en la sala de limpieza. 

Lo que si vino fue un fuerte olor a sangre del pasillo. 

Cuando Tekito entró en aquel zulo su primera reacción fue la de soltar las maletas bruscamente sobre el suelo y quedarse boquiabierto mirando aquel lugar. Sí, estaba acostumbrado a vivir en lugares extremadamente pequeños, pero, la suciedad y la calidad de esa habitación estaban fuera de sus expectativas. Además olía a tabaco.

Quien se cleen que soy, háa? ¡Me cago en lo muelto! - dijo enfurecido, la puerta estaba cerrada. De repente, le llegó un olor a óxido, hierro.. parecido al olor de la sangre. Por lo que salió de la habitación para ver qué era lo que olía tan mal.

- Disculpe por... - Iba a decir una verdad como un templo, pero se contuvo, debía guardar las formas. - ...el estado de la habitación. Es que... Bueno, puedo comprobar si hay alguna otra libre...

Y entonces llegó a su olfato aquel horrible olor a óxido sanguíneo. Al final era posible que sí que hubiera sangre en algún sitio, posiblemente en grandes cantidades. ¿Qué cojones había sucedido?

- ¿Megushka? - Alzó la voz llamando a la limpiadora.

Abrió la puerta y se quedó petrificada. En su cara se leía un claro "¿Pero qué color..?" La única buena noticia, si se le podía llamar así, era que no le habían llamado por nada. ¡Menuda la que había liada? ¿Y ella tenía que solucionar todo aquello?

Poco a poco fue procesando la información de lo que veía. Se percató de las tijeras en la mesa, la sangre de la cama, las toallas, el suelo, las gasas... Las piernas empezaron a temblarle. ¡Allí habían asesinado a alguien!

¿Y si el asesino estaba todavía dentro? ¿Y se estaba en el baño? ¿Y si el asesino era su puto jefe?

No, no pensaba quedarse sola allí más tiempo. Cerró la puerta de nuevo, con llave. Ojalá pudiese dejar encerrado alasesino... De haber alguna silla o algo con lo que arrancar la puerta lo haría. Despues corrió con los ojos desorbitados por el terror en busca de Marco.

Megushka había salido del dormitorio y había cerrado tras ella con un nerviosismo muy marcado. Se giró buscando a alguien, o algo cuando vosotros estabais ahí ya. 

Solo os dio tiempo a vislumbrar unas pequeñas marcas de sangre en la pared al lado de la puerta. 

Los ojos de Megushka estaban desorbitados, como si se hubiese metido demasiado speed. Miró alternativamente a Marco y a Tekito, a Tekito y a Marco, a Marco y a Tekito, a Tekito y a Marco... 

Al fin señaló a la puerta y alcanzó a decir:

-Assassin- Su acento del inglés era deplorable, lo que sabía era por películas y cosas así, pero en ruso no la hubiesen entendido para nada y en alemán no tenía ni puta idea de como se diría "asesino".

Sabía que no estaba bien meter al cliente en eso, pero no le pagaban lo suficiente como para arriesgar el pellejo. Allí tenía a dos hombres, y como hombres debían ser ellos quienes entrasen primero. Una vez asegurada la habitación tal vez entrase ella.

Miró a Tekito.

-Tú Chino. Tú Kung Fu- Y es que no podían ignorar esa ventaja. ¿Acaso no era cierto que todos los chinos y japoneses sabían artes marciales? ¡Desde luego! Tan cierto como que todos los Australianos son surferos.

- ¿Pero... qué? - Dijo totalmente sorprendido el recepcionista.

¿Acababa de decir que había un asesino? Y si había un asesino, quería decir que aquella sangre... ¿Había un muerto? Pensó lo mismo que m limpiadora. Fuera como fuera, no le pagaban demasiado como para aquello.

Marco no reaccionó de inmediato. De hecho se quedó algo paralizado. Tan solo giró la cabeza hacia el huésped y le miró de forma vacía. ¿Había sido tan hijo de puta el jefe como para cargarles el muerto a ellos? Tragó saliva y se retiró con la manga, el repentino sudor que había mandado de su frente.

- Cosa dici? Un morto? Questo non può accadere! - Pensó en alto.

Y sin más, cogió fuerzas de dónde no las había y se dispuso a abrir la puerta para comprobar lo que estaba diciendo Megushka.

Megushka en su profesionalidad, abrió la puerta de la habitación con la llave y luego se la volvió a guardar. 

Había dos toallas en el suelo, una de pies que casi nunca se repartían si no se pedían específicamente a recepción y que estaban en la habitación de ropa y otra de cuerpo grande tiradas en el suelo, echas un ovillo llenas de gasas y coágulos de sangre del tamaño de la mitad de un puño. 

La cama estaba igual, solo que sin toallas, aquello había calado hasta el colchón

El escritorio, tenía una tijeras, y al lado de este la papelera estaba llena con papel del baño igualmente lleno de sangre. Las paredes tenían gotitas salpicadas por doquier, y hasta la lamparita de la mesita tenía unas marcas. 

En el suelo había varios pegotones de algo oscuro, que bien podrían ser más coágulos, pero mas resecos. Lo demás, estaba super fresco. Un par de horas máximo pensabas, aunque con tanta cantidad...lo raro es que no hubiese marcas fuera en el pasillo. 

Marco se sobresaltó nada más abrir la puerta y casi se cae de culo. El corazón le iba a mil por hora y una arcada le sobrevino. No creía lo que estaban viendo sus ojos, ni podía ser. Pero por mucho que lo negase, allí estaba la sangre manchándolo todo.

No tenía ni idea de lo que allí había sucedido, pero estaba claro que allí había muerto alguien. Pese a que no veían el cadáver, allí se había producido un crimen. ¿Estaría debajo de la cama?

¿A eso se refería el jefe? Sí, había sangre, pero había tanta que el problema había dejado de ser suyo. Eso no era algo que ellos pudieran resolver. Debían llamar a la policía y esperaba que estuvieran al caer. No podía ser que el jefe no les hubiera llamado...

- Dobbiamo telefonare al capo... - Le dijo a Megushka ignorando por completo al japonés. Él y sus exigencias con respecto al tamaño de la habitación, le traían sin cuidado en ese momento.

Agarró su teléfono móvil y marcó el número del jefe. Tenía que asegurarse de que el jefe se había puesto en contacto con las autoridades. No quería a acabar siendo cómplice de un crimen. Apretó el botón verde y esperó a que contestaran.

Tekito se quedó "pasmao" cuando vió salir a la rubia con esa cara de descomposición. - Etá bien señol.... - pero antes de que pudiese terminar la frase ésta le interrumpió diciéndole que si hacía Kung Fu. También había dicho algo de Assasin. Como dependiente de videojuegos sabía perfectamente a qué se refería, a un ¡asesino!. Qué listo es coño. -No yo no sé lo que dise..- y justo cuando iba a huir descabelladamente el italiano entró en la habitación, llevándole a él consigo.

Cuando entró, el panorama no podía ser más surrealista. Todo estaba lleno de sangre - ¡¡Ay tus muelto!! Eto qué ehh, ¡ no no yo no veníl aquí a molí yo veníl a conosé muje..el paí! - dijo todo indignado mientras cogía la cámara de fotos y echaba un par de instantáneas, oye, por si acaso. - Llamalé a polisía. Dijo volviendo hacia atrás, para salir por la puerta. Como satreven a metelme a mi aquí en eto...implesentable. 

Megushka no quería volver a ver la escena, aquella imagen ya había quedado bien gravada en su mente. Cuando Marco la vio y se sintió mareado lo comprendió, pero había esperado más del italiano y el oriental. ¿Qué tipo de hombres eran, incapaces de entrar como héroes y derrotar a cualquier amenaza? No era como en el país natal de ella. Había mucho ruso en Rusia.

-¡No!- Instó a Marco cuando sacó su móvil para llamar al capollo -¿Jefe Assassin?- Porque no era tan descabellado. ¿Y si el jefe había cometido el crimen  y pretendía que sus empleados le limpiasen la escena? Ya les pagaba por eso ¿no?

Y de repente, sin pronóstico alguno, Megushka empujó a Marco para que diese unos pasos adelante por la inercia, por no perder el equilibrio y caer... y cerró la puerta con llave incluida.

Итальянцы очень мужчины.

Después miraría a Tekito, ¿sabía que no le devolverían la fianza si se marchaba y que le tocaría dormir al raso?

- Figlia di una puttana e di un demone ! - Alzó la voz un iracundo Marco Pacchetto. - Quando uscirò da qui, ti mostrerò un paio di cose! apri la porta bastarda!

Marco comenzó a golpear tras la puerta tratando de abrir a base de golpes y patadas. Encontrarse encerrado en la escena de un crimen no era para nada algo que Marco hubiera podido imaginar que le pasaría durante aquel día al levantarse.

Nunca le había gustado la limpiadora. Tenía un buen cuerpo y era guapa, pero no sé refería a eso, sino a su forma de ser. Era la típica mujer del este que viajaba al mundo civilizado en busca de un marido y sobre todo, de su cartera y que una vez se cansaban de él, le denunciaban por violencia de género y se quedaban con todo.

En ese mismo momento, aquella ramera barata le había demostrado que no se había equivocado al etiquetarla de aquella manera. Por desgracia el idiota que había confiado en ella en este caso había sido él y a cambio de ello no había conseguido ni un miserable polvo.