Partida Rol por web

- ¿Y que cojones hago ahora? - Pensó y tratando de serenarse observó la estancia. Había una ventana. Su vía de escape...

Aunque ahora que lo pensaba, estaban cerradas con llave. ¿La había cogido? ¿La llevaba encima? Creía que no, pero empezó a buscar de forma desespera en todos sus bolsillos. Igual tendría suerte.

Tu te alejaste un poco del grupo, pero no tenías muy claro por donde ir. 

¿Era derecha o izquierda? 

Pero si apenas habías andando medio minuto en el interior de aquel sitio, no podría ser tan lioso!

O si, si el constructor está como una cabra y así es como logra ir devorando poco a poco la sensación de bienestar en el cliente para que se quede sin fuerzas y deba alargar otra noche mas la estancia. Encima es que todas las puertas eran practicamente idénticas y el lugar estaba bastante mal señalizado. 

Cuando encontraste por fin el sentido de tu existencia, decidiste que ibas a tirar a la izquierda, e hiciste bien. La puerta de salida estaba ahí al lado. Pero no sola. 

Una mujer de unos sesenta años enjuta, un poco mas por debajo del metro y medio, oronda como pelota, estaba revisando el mapa del hostal en la puerta de entrada. Era imposible salir sin apartarla. ¿Sabes esta mujer rubia, de piel gamba, olor a repeleinsectos con aspecto de mujer desvalida e inocente, casi de abuela, que despierta los instintos homicidas por su lentitud al moverse, su parsimonía, y a la vez esa vena de niño pequeño por el cual no le dirías nada y caminarías pacientemente detrás de ella hasta poder colarte por un lateral? Pues eso. 

Escuchaste algún grito de fondo, nada reseñable. 

LLamaste, porque debías de hablar con el jefe, pero al menos hasta que estuviste dentro de la habitación nadie descolgó. 

CZY JEST JUŻ POPRAWIONE? TE BEZ UŻYTKOWANIA- Como no, siempre primero en a saber que idioma- BUENOS DÍAS- Su Guten Morgen siempre era como una daga entre las costillas, nunca sabías que vendría después.- ¿ESTA YA ARREGLADO? EL CLIENTE LLEGA EN MEDIA HORA. 

No, la llave la tenía ella. Tu no tenías ninguna llave mas que la de recepción encima. Estabas encerrado en aquella habitación, dejando un montón de pruebas o alterando estas. ¿Que era peor? 

Te giraste y Tekito ya no estaba, pero se había dejado las dos maletas allí y todo. 

¿Lograría avanzar en aquel laberinto o por ser chino niño prodigio de esos estaría ya en la puerta de salida? No se había escuchado el golpe fuerte al cerrarse, pero igual todos eran unos ninjas. 

- Oh... - Respondió a aquella afirmación. - Es que me han encerrado dentro y... - Hizo una pequeña pausa. Conociendo al jefe como lo conocía, era evidente que no estaba escogiendo las palabras adecuadas. - El tema es que la mujer de la limpieza se ha asustado, me ha empujado dentro y ha cerrado con llave... - Eso no era lo que tenía que decirle al jefe, aunque también era importante. - Pero resumiendo... ¿Qué cojones ha sucediendo aquí? - Preguntó exaltado.

- Qué labelinto..- dijo para si mismo cuando consiguió encontrar la salida y escapar de aquel embrolladero en el que querían meterle. Que se clee esos dó háa que yo soy yakii cháan, implesentable.. voy a llama a polisía.. farfullaba mentalmente. ¡Cuidao! De la indignación casi se come a la entrañable señora tortuga con patatas. Pareciera que todo en aquel lugar quería ir en su contra, primero perdiéndose por las calles, luego la habitación del asesinato,.. los pasillos del hotel y ahora la ¡p.. vieja!. Los gritos de fondo eran eso, gritos de fondo. Nada relevante.

Sus muelto.. - dijo para si mismo a modo de queja mientras contorsionaba su cuerpo para no estamparse con ella. Para luego, tratando de poner cara de normalidad, dirigirse a la extrangulable entrañable señora que le cortaba el paso. - Señola, ¿me pelmite?- dijo mientras marcaba el número de la policía en su móvil chinorris de última generación. 

Pues vaya mierda de samuray. Porque Megushka metía a todos los orientales en el mismo saco. Pero este la había dejado sola ¡Pero que mala persona egoísta! Ella, ahí sola con un asesino suelto por el hostal. Sola y vulnerable.

Las dos maletas seguian ahí. ¿Y si solo se había ido al baño? ¿Y si llevaba nunchakus, una katana o al menos un cuchillo de pelar fruta en una de sus maletas? Porque era lógico que un chino viajase con sus armas ¿No? Ellos entrenaban al salir o ponerse el Sol, lo había visto infinidad de veces en las películas.

Se sintió tentada, pero una cosa era llevarse algunas botellas de una habitación asquerosa y otra muy diferente rebuscar en la maleta de un cliente. Así que por el momento no las abrió, aunque se fijó en ellas, ¿Qué marca eran? ¿Llevaban pegatinas de esas del aeropuerto que reflejase que venían de china, Japón o Vietnam?

La mujer se giró levemente, y te mostró un montón de pus amarillento saliendo de su nariz mientras parecía fijarse en ti con esa sonrisa tranquila y medio ida- Dulce bollito, ¿tienes algo de comer ahí?- No era dificil pensar que te estaba mirando como una muerta de hambre. 

Y YO QUE SE! ES VUESTRO PROBLEMA! YO ESTOY DE VACACIONES! SOLUCIONA ESO! ALGUIEN SE HABRÁ CAÍDO, ECHALE COLONIA Y YA ESTÁ*- Y colgó. Tal cual, colgó. 

Las puertas no eran muy seguras ni muy anchas, quizás podrías abrirla de otra manera. 

Tekito sintió unas repentinas náuseas al observar el purulento contenido que salía de la nariz de la señora. Más aún cuando ésta le miraba de esa forma en la que parecía que quería comérselo. Eto tiene que sé bloma.. - No yo no sabel na yo no se - dijo retrocediendo sin perder de vista a la vieja y volviendo hacia su zulo personal, esta vez sí, corriendo sin importarle la elegancia ni los modales. Allí se encerró para, de una vez por todas, llamar a la policía y que viniesen a salvarle el culo.

Marco golpeaba la puerta y gritaba a saber qué.

-¡La potencia sin control no sirve de nada!- le aconsejó ella parafraseando un anuncio de coche. ¿Quien dijo que la televisión no servía para aprender?

-Busca malo, no mata a ti, tú mata malo- porque desde luego Marco era sin duda más fuerte que ella, y Bruce Lee había puesto pies en polvorosa.

Era increíble... Simplemente increíble. El jefe les había colado un buen marrón y se limpiaba las manos. No literalmente porque al fin y al cabo quien se las iba a manchar no era él, sino un servidor y la hija de puta de Megushka.

- ¡Abre la puerta! - Gritó con fuerza y aporreó contra la misma. - ¡Aquí no hay nadie! ¡Abre! - Insistió.

¿Porqué... No había nadie, verdad? Eso parecía pero... ¿Y si no? Marco se agachó para mirar debajo de la cama. Según creencias populares muy instauradas en la raza humana, el lugar más probable donde se escondería un asaltante después de cometer su crimen, era preciso ese, debajo de la cama. Por eso era le primer sitio donde el ser humano solía mirar en busca del desconocido maleante que había hallado su porpiedad.

No había nadie mas en la habitación. 

Tekito apareció de golpe de nuevo bastante nervioso, y lo que este se encontró fue a la Rubia mirando mal la puerta cerrada donde estaba la sangre. El recepcionista no estaba. 

¡Abre la puerta! - Gritó con fuerza y aporreó contra la misma el que no estaba, desde el interior de la sangrienta habitación. - ¡Aquí no hay nadie! ¡Abre! - Insistió.

Podía entrar en su cuarto, tras pasar al lado de ella claro. 

¡Oops! Ahí estaba la rubia. Pelo qué hase esa loca... Pensaba mientras escuchaba al recepcionista dar gritos desde dentro. Aunque sinceramente, tampoco le importaba demasiado lo que le pasase a éste, estaba más preocupado de huir de lo que acababa de ver. Así que con cara de nerviosismo pasó por al lado de la rubia, por quien repentinamente había perdido todo el interés. Pasó sin apenas mirarle, quizás por vergüenza o quizás para que ésta no le metiese en ningún problema. Había venido a pasar las vacaciones no a hacer Kung Fu. Introduciéndose en su habitación sin dejarle apenas tiempo para decirle nada, cerrando la puerta tras de sí. Ahora sí que sí, buscó en Google el número de la policía para que, ahora sí, le salvaran el culo. Vaya cobardica. 

Una vez se había asegurado de que el asesino y el cadáver no estaban en la habitación, trató de serenarse y pensar. Era difícil dada la situación dantesca en la que son comerlo no beberlo se había visto inmiscuidos, pero tenía que conseguirlo.

- El jefe no ha avisado a la policía, ni va a hacerlo. El cliente que tiene que ocupar la habitación está a punto de llegar y esto está lleno de sangre. Además, mis huellas están en la puerta y mis pisadas en el suelo... - Resopló. - Hay que tapar esto y rezar porque nadie pregunte nada...

Marco cerró los ojos y dejó la mente en blanco unos segundos. Con un movimiento premeditado hizo crujir su cuello. Luego hizo lo mismo con sus nudillos y abrió los ojos. Con paso decidido avanzó hasta la puerta.

- ¡Megushka! - Gritó Marco desde el otro lado de la puerta. - ¡No hay nadie! ¡Abre, tenemos que limpiar esto para el cliente que entra! - Le dijo casi implorando. - ¡El jefe está enfadado! ¡Le he llamado y quiere soluciones!

Marco no sabía cómo convencer a la rusa para que le abriera. Pero lo cierto era que no iba a pasar ni un minuto más allí. Si Megushka no entraba en razones y tenía que tirar la puerta abajo lo haría.

Megushka quería haberse hecho un selfie con aquellas maletas y sus pegatinas, pero se las llevaron antes de que pudiese sacar su palo selfie. Todavía no había colgado su foto diaria en Instagram y no quería decepcionar a sus seguidores. Algo encontraría.

-Vale, pero tú tranquilo-
Abrió la puerta. Había entendido que no había asesino en la habitación y que el Italiano había hablado por teléfono con el histérico del jefe. Una mala idea.

Se guardó la llave a buen recaudo.

-¿hombre?- ¿Cómo coño se diría muerto en alemán? En la academia no le habían enseñado nada de eso. De poco le valía ahora el vocabulario que tenía.

Asomó tímidamente por si veia algún cuerpo. ¿Valdría para sus seguidores una foto con un cadáver? Si salía bonita... Pero dudaba que quedase muy acorde con lo que solía poner

- Niente, non c'è niente! Non vivo o morto, niente! - Se quejó exasperado el italiano mientras realizaba ostensibles gestos de enfadado con las manos.

Era evidente que no le gustaba lo que aquella ramera rusa le había hecho. Se la había jurado y un italiano ni olvida, ni perdona. Sobre todo un siciliano o un napolitano. La suerte de Megushka era que Marco era del norte, de Padua en la región del Véneto.

- Tenemos que limpiar todo. - Dijo al fin. - Vieni, vieni sbrigati! - Le metió prisa y aunque no entendiera el italiano, sus gastos eran claros, pues un italiano expresa más con su lenguaje corporal que con lo que sale de su boca.