Partida Rol por web

La mopa era util para reunir las toallas en el suelo, estando ya sucia nada mas habías arrastrado las primeras ropas. No tenías suficientes mopas como para hacerlo todo así. Al moverlas, con lo pegado que estaba algunas partes de sangre al suelo tiraste la basura al mismo, saliendo un montón mas de gasas junto con una botella de cristal pequeña a medio terminar y una cartera de un color negro, obviamente impregnado todo de ese icor rojizo. 

Tendrías que mancharte las manos para quitar las sábanas de los lados de la cama, que estaban a presión. 

Pensaste que necesitabas un arma, fuiste directo hacia el inodoro girando levemente la L y tras coger la escobilla, sucia y mugrienta con un montón de papeles pegados te giraste para darte cuenta de que estabas...atrapado. 

La rata o lo que fuera, se había salido de la ducha, y estaba justamente frente a la ducha, entre tu y la salida. 

Una mirada rápida, y el animal salió disparado hacia el interior del hostal, para causar el terror allí donde fuera necesario. 

- ¡Porca miseria! - Gritó el recepcionista que emprendió la carrera armado con la asquerosa escobilla del vater.

A cada paso, la escobilla salpicaba aquel fluido de olor pestilente que portaba impregnado y trozos de papel mojado en aquel cóctel de orín con bacterias y agua sucia, se esparcían por allí por doquier. Para cuando uno de esos trozos de papel salidos del mismo infierno acabó impactando contra la cara de Marco, concretamente en el lagrimal del ojo derecho, una arcada le sobrevino y soltó la escobilla, la cual se precipitó como en cámara lenta cayendo al suelo y rebotando una, dos y tres veces hasta quedar inerte en medio del pasillo. 

- Che schifo! - Gritó repugnado aquel hombre tratando de limpiarse a manotazos la cara.

Para ese entonces ya había perdido de vista a la rata, así que decidió simplemente ir a ver como lo llevaba la limpiadora rusa.

- Figlia di puttana! - Pensó. Todavía recordaba que instantes atrás le había encerrado en el interior de la habitación sangrienta. No se lo iba a perdonar nunca. Eso no se hacía... La puerta de la habitación estaba entreabierta. Así que tocó y la abrió de par en par.

- ¿Megushka? - Preguntó.

¿Aquello era una cartera? Eso podría darle alguna pista sobre quién era el cliente cerdo como nadie que se había instalado allí o quién era el muerto.

Se acercó al objeto sin tocarlo todavía. ¡Sí! ¡Era una cartera! Miró alrededor, la cartera estaba llena de aquella porquería, seguramente más sangre o grasa.

Salió de la habitación y la cerró con llave, iba a por un par de toallas más, y en busca de alguna bolsa de plástico, de esas del super, en su defecto se haría con las bolsas de basura.

Después iría a recepción, allí seguro que Marco tenía celo

Ante la improductiva espera, Tekito resopló y se dirigió hacia el pasillo, tratando de ver o escuchar a alguno de los dos trabajadores. La sangre en aquella habitación le había provocado miedo en un inicio, pero ahora sentía curiosidad por saber qué podía estar pasando, después de todo, no había visto a nadie peligroso por los alrededores así que no sería del todo imprudente acercarse a ver qué ocurre. 

- ¿Hola?, ¿señó de lesepsión?- 

- Mi scusi, sono un po 'occupato ora. Gli ho detto di aspettare alla reception... - Le dijo y ésta vez ni se molestó en tratar de hablar en inglés.

Sí, Marco Pacchetto estaba estresado. Ya eran demasiados frentes abiertos. La bronca del jefe, la bronca del chino por el zulo que le había tocado, la sangre, la broma de Megushka al encerrarle en la habitación sangrienta, la rata e incluso la señora Marta. Cierto era que necesitaba el dinero que le proporcionaba aquel hotel de mierda, pero nunca antes había tenido tantos problemas juntos. Aunque de todo, lo principal era la sangre y la señorita Megushka no respondía a su llamada.

Marco miró a Trufito. Resopló. El chino no tenía la culpa, pero tenía otros problemas más importantes en ese momento. Fue a decirle algo, abrió la boca, levantó un dedo, pero no salió una sola palabra de su boca. Cerró los ojos y se dio media vuelta. Tocó a la puerta de la habitación ensangrentada y trató de abrir. Igual sólo estaba entornada. Tenía que comprobar que la limpiadora hacía su trabajo.

- ¿Megushka, todo bien? - Preguntó de nuevo.

Mi scusi, sono un po 'occupato ora. Gli ho detto di aspettare alla reception

Tekito no había entendido nada. Lo único que entendía era que estaban pasando de su culo una vez tras otra. A problemas desesperados medidas desesperadas, esa iba a ser su filosofía.

- Ni zěnme gãn zhèyàng gěn wõ shuõhuàaa?!?! - Dijo claramente enfadado. 

Ni corto ni perezoso, cuando el italiano abrió la puerta de la habitación del posible asesinato, Tekito agarró su cámara y colocándola casi en la oreja de Marco, sacó unas instantáneas a Megushka en la habitación. No habiéndose quedado satisfecho, sacó otra más a Marco.

Pues no, la puerta estaba cerrada, ni Marco pudo abrir la puerta, ni Tekito echar mano de su cámara. 

Megushka apareció por el pasillo con algunas toallas y bolsas de basura. Por como abrió los ojos al ver al italiano se podía adivinar que lo andaba buscando.

-Marco. Tú, viene- le dijo haciéndole señas con la mano. Dejó las toallas en el suelo pero se quedó con las bolsas de basura en la mano.

-Recepción- dicho y hecho, se puso a caminar para la recepción.

- ¿Pero qué cosa...? - Marco no entendía porque la limpiadora no había empezado ya a limpiar aquel estropicio. El tiempo se les echaba encima y no sería un cliente descontento, sino dos. Mal, muy mal iba la cosa. ¿Y ahora que quería Megushka? ¿Qué diantre pasaba en la recepción?

Marco resignado alzó los brazos y bramó al cielo, para acto seguido acompañar a la rusa de mierda a la recepción. ¿Más problemas? Marco lo daba por hecho, estaba siendo un día de mierda. Se giró hacia el japonés o chino... ya no sabía de donde era, pero si sabía que él no tenía la culpa de aquel precario servicio.

- Mil disculpas... mil disculpas. - Le dijo. - Un momento más por favor... - Y entonces se fue camino de la recepeción.

Tekito se cruzó de brazos, se le podía considerar ya oficialmente "el fantasma de Eberty", nadie parecía verle ni escucharle. Suspiró bruscamente y observó cómo la rubia pasaba por su lado sin apenas inmutarse, seguidamente del recepcionista, quien parecía estar bastante cabreado. Su mirada desprendía mucho odio y "mardisione" hacia aquellos dos. ¿Qué podía hacer?.. ya había visto suficiente Berlín por hoy pero aún no estaba lo suficiente cansado como para meterse y asfixiarse en ese zulo.

Dubitativo, caminó arrastrando los pies lentamente mientras avanzaba por el pasillo, se dirigía hacia la recepción cuando, en casi lo que parecía ser una inspiración divina, volvió rápidamente hacia donde se encontraba; frente a la habitación del asesinato. Miró de reojo hacia un lado y al otro y.. trató de abrir la puerta. ¿A cuántos juegos de misterio habría jugado ya?¡Incontables!, si el italiano había salido ileso de aquella habitación.. ¿qué habría de malo en echar un vistacito a lo que había dentro?

*Para abrir la puerta, primero trata de hacerlo de la forma más normal posible. En caso de que no funcionase, tenía preparada una tarjeta para tratar de abrirla.

Con toda su curiosidad, Tekito intentó abrir la puerta usando una de sus tarjetas con caracteres imposibles. Pero dado a que el no era un ladrón profesional, ni tan siquiera uno de poca monta, de hecho, seguramente nunca hubiese robado ni hecho ninguna trastada como tal le salió el tiro por la culata. 

No podía abrir la puerta así. 

Los otros dos trabajadores ya se habían movido.

La recepción estaba abierta, como Marco la había dejado. De verla así y solitaria, el jefe se hubiese puesto a gritar hasta AlexanderPlatz y eso que estaba a una hora a pata del hostal. 

Lo que si estaba, era la puerta de salida del Hostal cerrada. Normalmente se dejaba atrancada en el suelo, al igual que la del portal cuando recepción estaba abierta. Bueno, decimos normalmente, pero lo cierto es que solían cerrarla los inquilinos que no entendían que una puerta abierta, atrancada, que se nota que es a propósito, se tenía que dejar así. 

Si, había dejado la recepción sin vigilancia y la puerta principal estaba cerrada en vez de abierta como debería estar. Sin embargo, allí no había nadie, no nada parecía estar fuera de lugar. ¿Por qué Megushka le había llevado allí? Era una incógnita.

- Ok. Ya estamos en la recepción. Cosa succede? - Preguntó intrigado.

Esperaba que fuera algo importante, pues estaban perdiendo un tiempo valiosísimo para adecentar la habitación sangrienta. Los clientes que debían ocuparla podían llegar en cualquier momento y Marco no estaba dispuesto a escuchar sus gritos histéricos de nuevo.

Tekito encogió los hombros a modo de resignación. Después de todo tenía que intentarlo, su vena cotilla se estaba despertando una vez se le hubo quitado el miedo. Volvió a pensar, seguramente el italiano no iría a buscarle por lo que, ¿por qué no?, mejor ir a buscarle por tercera vez. Así que a paso lento y elegante se desplazó hacia la recepción, jugueteó un poco con el móvil a modo de "oye yo solo pasaba por aquí, tengo cosas más importantes que hacer que espiaros", mientras, efectivamente, espiaba a ver qué estaban haciendo esos dos, ¿estarían en la recepción?.

Megushka cogió dos bolsas de basura y le hizo un gesto con las manos de cortar con tijeras a palmo y medio, más o menos, de la parte de abajo, la que quedaba cerrada, de las bolsas. 

-¿Vale?- 

Eso de hablar prácticamente solo ruso podía ser un problema en más de una ocasión, suerte que la mímica solía funcionar.

-Luego...-

Metió la mano en la bolsa y con la otra hizo un gesto como de enrollarla a la vez que con la boca hacía un ruido onomatopeico:

-¡Shhhhip!-

y le señaló el celo que tenía en recepción el italiano. 

-¿Sí?-

Marco asistía perplejo a aquella representación teatral de cine mudo. No entendía una jodida mierda de lo que aquella mujer le estaba diciendo. Y era una hija de perra por haberle encerrado en la habitación sangrienta, pero estaba buena. Eso no se lo quitaba nadie.

- ¿Celo? - Alzó una ceja. - ¡,?¡Muy bien! ¡Tengo celo! - Exclamó. Entonces se introdujo en la recepción y fue a coger el celo. Para su sorpresa no quedaba. Alguien lo había agotado y no quedaba.

- No hay... Se encogió de hombros. Entonces reparó en algo. Aquella mujer se estaba escaqueando. En vez de estar limpiando, estaba allí frente a él haciendo manualidades. - Ya está... - Dijo cogiéndola del brazo y tirando de ella hacía la habitación maldita. - ¡A limpiar! ¿Sí, limpiar...?