Partida Rol por web

¿Cómo que no? ¿No le daba la gana de hacer lo que ella amablemente le había pedido? ¡No pensaba pringarse las manos porque a Pacchetto le diese la gana!

Entonces el italiano empezó a tirar de ella por el brazo para llevársela por la fuerza.

-Черт! Учись уважать женщин!-

Gritó la rubia mientras se veía arrastrada. Tenía claro que el italiano le ganaba, y por mucho, en fuerza, pero ella ganaba, y también por mucho, en mala leche. Sin previo aviso descargó un pisotón sobre el pie de Marco con tanta fuerza que podía parecer que en realidad hubiese querido atravesar el suelo.

Cuando Tekito llegó a recepción observó la discusión entre ambos. Estaba con la boca abierta, sólo le faltaba un sillón y palomitas, pero cuando vió el forcejeo entre ambos se sintió en su derecho como ciudadano a intervenir. Alzó las manos pidiendo calma y se acercó a ellos.

- ¿Vosotlo soi tonto? como sentele la polisía de que habéi limpiao la esena declimen.. ¡ilei a cálse!, no podéi hasélo. ¿Cuánto os pagan aquí, háa? - dijo mirando de un lado a otro en señal de reprobación - lo que vai a ganal vasel una jaula. Y tú, ¿cómo te llama, háa?, te voy a poné una leclamasió como no me atienda, háa? - dijo mirando a Marco

El italiano solo pudo agarrase el pie tras semejante pisotón e intentar no ponerse a llorar. La rubia pareció tener demasiado genio.

El puto chino tenía razón. Eso era lo primero que Marco había pensado cuando descubrió la habitación sangrienta. Por eso llamó al jefe y le explicó la situación. A cambio recibió gritos y amenazas que atenazaron su corazón cargando sus impulsos de la debida obediencia. No quería perde el trabajo, no podía. Y aunque el puto chino tenía razón, no dejaba de ser un... - ¡Aaaaah, cinese rompecoglioni! - Le dijo en italiano gesticulando al más puro estilo italiano. - Scusi... - Le dijo a Tokimoto. - Usted es una víctima, como nosotros... Enseguida estoy con usted. Llegaron frente a la habitación sangrienta y Marco señaló la puerta. Le estaba enseñando a Megushka lo que tenía que hacer. Luego con mímica simuló estar fregando y escurrir el mocho en un cubo de fregar invisible. Volvió a señalar la puerta. - ¡Vamos chica! - Exclamó. - ¡El jefe lo ha mandado! Por favor...

Se escuchó un grito de uno de los pasillos. Algo así como el alarido de una mujer mayor cuando se encuentra con toda la cocina empantanada. 

- ¡Hostia puta! ¿Eso qué ehhh? - gritó Tekito para mirar en dirección hacia la procedencia de aquel sonido. Acto seguido, asegurándose de tener su cámara con batería suficiente. Miró a Marco, esperando a que este tomase la delantera. "Pol si acaso", oye que él solo quería cotillear, no meterse en líos.

Todavía dolorido por el pisotón recibido por Megushka escuchó aquel grito. Miró a Tronquito. Parecía que esperaba algo de él. Se encogió de hombros. Demasiados frentes abiertos tenían ya como para que un nuevo problema se cebara con ellos. O más bien con él, pues a Tufito se la resbalaba, él no trabajaba allí y por la parsimonia que demostraba la rusa, a ella tampoco le interesaba conservar su empleo...

- Voy a ver... - Dijo entonces. Y le lanzó una mirada reprobadora a la limpiadora. - ¡Haz lo que quieras! - Le dijo enfadado. - ¡No es mu puto trabajo! - Y entonces se marchó persiguiendo el sonido de aquel grito. Y lo hizo cojeando de forma evidente. Aquella cabrona le había aplastado el uñero...

Ella sabía defenderse, o al menos lo intentaba. Esta vez le había salido bien, el italiano le soltó el brazo y ella quedó liberada. ¡Menudos modales tenía Marco! Los orientales tenian fama de ser mucho más refinados en eso que los latinos, así que tal vez el chino le ayudase.

Escucharon el grito y su compañero, el recepcionista, le dijo algo, de lo que Megushka entendió mas bien poco, pero tenía muy claro que no se estaba disculpando.

Ya que él no la respetaba ella tampoco tenía por qué seguir respetandole a él ¡con lo considerada que había sido siempre! Alzó el mentón orgullosa y se metió tras el mostrador de recepción, pretendía hacerse con unas tijeras, y si no había celo al menos se llevaría la grapadora. No pensaba ir la primera, abriendo la marcha, Marco no iría tan rápido como para no poder alcanzarlo tras coger las cosas, i el chino, japonés, vietnamita o lo que fuese, ese igual se liaba con el malo en un combate de esos, como los de las pelis en las que se pelean para ver quién es más chino.

Tekito no pudo evitar soltar una risilla al apreciar la cojera del pobre Marco. - Bien hecho lubia - le dijo guiñándole el ojo antes de marchar tras el italiano, a paso tranquilo mientras miraba el repertorio que ya tenía en su cámara de fotos. Desde fotos a un banco hasta las instantáneas de la habitación sangrienta. Tekito alzó su cámara e hizo una foto de Marco corriendo, fuera como fuese, debía inmortalizar tan extraña historia para no olvidarla jamás.

- Jefe te va echá, colle colle.. - decía mientras se reía y caminaba elegantemente tras Marco.

Girar una esquina, luego otra, y otra...aquello era un laberinto. Para cuando os disteis cuenta estabais al lado de la puerta Nº8 y tras girar esa esquina...

Una chica estaba recibiendo carantoñas besiles en sus partes nobles en mitad del pasillo. El grito no era de horror, o ahora viéndose así, no lo parecía. Estaba desnuda de cintura para abajo y el chico, tipico quemado de rojo gamba inglés parecía estar haciendo pedorretas al culo de un bebe.*

Ellos ni os prestaron atención, bueno, quizás es porque lo estaban dando todo y no se daban cuenta de vuestra presencia. 

- Ma che cosa! - Exclamó el recepcionista al ver aquel espectáculo dantesco. - Ma che fai? - Les recriminó el desquiciado Marco acercándose a ellos. - Go to your room! - Les alzó la voz enfadada. - This is not the place!- Añadió mientras indicaba con la mano que se largarán de allí.

Aquello era aberrante. ¿Es que todo el mundo se había vuelto completamente loco? Eso parecía. Y hablando de locos... Allí estaba el jodido chino. ¿No sé cansaba de seguirle? No entendía nada. Había llegado el momento de atenderle. Si conseguía desembarazarse rápidamente de aquellos etílicos fornicadores, buscaría una nueva habitación para el chino y se quitaría un marrón de encima. Total, la limpiadora pasaba de él y la rata... Bueno no tenía ni idea de dónde se había metido y casi era mejor así...

Vaya risa cuando el grito pareció resultar ser un gemido. Y la reacción del italiano más risa aún, Tekito comenzó a reirse como si no hubiese un mañana. Ay, después de todo qué bien se lo estaba pasando, había sido buena idea reservar habitación en ese lugar de mala muerte. 

- Serfii - dijo mientras se hacía un selfie, haciendo un gesto a modo de "victoria" con los dedos y sonriendo de forma bastante fotogénica, con el italiano enfurecido de fondo (por supuesto no salían los extranjeros, ante todo respeto). Tras ver la foto volvió a reirse y volvió hacia la recepción para enseñársela a Megushka. Joder, de ignorarles a hacerse amigos, si es que este chico vale pa tó.

Megushka había recortado un par de bolsas de basura, de modo que al meter la mano parecían un par de manoplas anchas y sin espacio separado para el pulgar. Como manoplas para muñones.

Tekito apareció para enseñarle una foto del italiano todo estresado de nuevo. Estaba segura de que posiblemente, al recepcionista, le daría un infarto antes de terminar la noche. No pudo reprimir una tímida carcajada, que seguramente era más producto de la travesura del cliente que por el estrés de Marco en si.

-Tu- dijo señalando a Tekito, luego la grapadora. Después sujetó el plástico de la bolsa que le quedaba alrededor de la muñeca e hizo un "clack"

-¿Vale?-

Marco se acercó a la pareja un poquito, Tekito hacía de asiático salidorro digno de cualquier serie anime que se preciase y la pobre Megushka que nadie comprendía intentaba ser profesional, dentro de sus posibilidades allí, cuando las cosas se descontrolaron. 

La pareja, que asustada y muy borracha se percató al segundo grito, intentó abrir una puerta que no era la suya, dando con una mujer de mediana edad, rubia, muy puesta ella para un lugar como ese que iba a salir  del cuarto para ver que pasaba.- Was ist das?*- Miró asustada al cimbrel del muchacho que si, estaba fuera.- Ahhh!- Gritó con horror porque ese trozo de carne tan siquiera fuera a rozarla. 

La muchacha se giró empujando a su pareja, medio trastabilleando, medio subiéndose la ropa como podía, cuando la empotró, y no en el buen sentido de la palabra, Amir. 

Amir, era el hombre que llevaba la colada al hostal. Un chico de mediana edad, meridianamente apuesto, hijo del jefe de la pequeña empresa donde igual te lavaban la ropa que te dejaban ratas muertas entre las almohadas. Todo lo guapo, se iba facilmente por la bordería y la altivez con la que te trataba por no saber perfecto alemán. Cualquiera diría que llevaba solo diez años en alemania tras venirse como refugiado de Polonia. Es de esas personas que te mira con absoluto asco. 

Aunque en estos momentos, parecía muy interesado en la borracha, por la forma que la había golpeado contra la pared e intentaba morderla con esos dientes amarillentos y sanguinolentos...esperad, ¿no se había hecho hace nada un arreglo y eran super blanquitos? Total, que ya no. 

Una mala noche de salida, suponíais. 

Aquello era increíble a la par que surrealista. ¿Es que acaso aquella mujer no sabía lo que estaba haciendo? Marco no era mujer. No sabía que sentían cuando alguien se asomaba a sus partes nobles y lamía como un perro faldero, pero suponía que aquella zona debía ser bastante sensible. Así que... ¿Cómo era posible que no se hubiera dado cuenta hasta ahora? El alcohol era la evidente respuesta y seguramente que combinado con alguna que otra cosa más.

- Esto... - Miró a Megushka y luego a Tronquito. Aunque el japonés no era parte del personal del hotel, ya casi era como de la familia. Se encogió de hombros y alzó las manos señalando aquella escena. ¿Qué decir? ¿Qué hacer? La respuesta era obvia. - ¡Por favor, esto es el pasillo del hotel! ¡Si quieren hacer cosas íntimas vayan a sus habitaciones! - ¿Y si esa señora no era clienta del hotel? Igual se había colado. - ¿Cual es su habitación, por favor? - Le preguntó a la rubia de mediana edad.

El show parecía continuar, Tekito miraba la escena como si tuviese la capa de invisibilidad de Harry Potter, vaya, que él observaba todo tipo de detalles como si nadie le viese. Cuando el italiano se quedó mirándole, cambió el gesto de sorpresa por uno de indignación, moviendo la cabeza de lado a lado con el ceño fruncido. Mas en cuanto éste empezó a regañar a los allí presentes, una sonrisa se dibujó en su rostro, qué bien me lo toy pasando.

- Qué falta de lespeto, mila que ponelse a hasé eso aquí - dijo volviendo a negar con la cabeza. - Bien dicho Malquito, esa mujé también tiene mala pinta, y a sabé si esos doh no están ni legistlado en el hotel.. - le susurró a Marco, como si éste necesitase a un cotilla pegado a la oreja.

Megushka llegó al pasillo y miró todo, como evaluando la situación. Al ver a Amir fue a atusarse el pelo, pero llevaba las manos enguantadas con bolsas de basura. Claro que las había recortado para que no le llegasen al hombro, pero no dejaba de impedir pasarse los dedos entre sus cabellos rubios de rayo de Sol.

No le interesaba especialmente Amir. Era atractivo, sí. Supuestamente iba a heredar el negocio de su padre, sí. Pero también era gilipollas, y no tan rico como debía ser el futuro marido de Megushka. Además la joven rusa tenía su propia teoría, había visto cosas en su vida como para decidir que a aquel hombre le gustaban más las drogas que a un tonto un lápiz.

La mujer que salía de su habitación gritó mirando "el cimbrel matutino" del borracho, por eso ella también miró el miembro.

-Pf, это маленький- dijo encogiéndose de hombros, como si no fuese para tanto. Después se marchó para la habitación que había que limpiar, lo del pasillo era cosa de Marco, y además no quería arriesgarse a que le pudiesen pedir que se pusiese a limpiar restos de semen. Ya parecía el puto CSI, Alemania.

Ni corto ni perezoso Amir, le arrancó un trozo de carne a la borracha jovenzuela en plena mejilla, que regó de sangre toda la pared y los pantalones de Marco. 

El grito de horror de la mujer que había salido, seguramente llamaría la atención de mas de uno, que saldría a mirar. 

El hombre borracho observó la escena en mitad de un colocón de órdago, que no sabía si lo estaba flipando demasiado o aquello era una cámara oculta de esas. 

Marco de quedó helado al ver aquello. No supo cómo reaccionar y si lo supo no lo hizo. Simplemente se quedó de pie, con la boca abierta y mirando lo que acababa de pasar con asombro, incredulidad y miedo.

Para cuándo su mente y sus músculos pudieron reaccionar, aquel italiano que ni era muy alto, ni era muy fuerte y que tampoco se había visto involucrado nunca en una pelea arremetió contra Amir. Ese cabronazo tenía que estar muy pero que muy drogado para hacer aquello.

- ¡Pero que te pasa! ¡Estás loco! - Le dio un empujón con ambos brazos sobre el pecho interponiéndose entre la agredida y el agresor.

Lanzó una mirada fugaz a la rusa, pero... ¿Dónde estaba la rusa? Con todo lo que estaba pasando no se había dado cuenta de que Megushka era la típica persona que sabía cómo evitar un problema. Todo lo contrario a él.

- ¡Tronquito, llama a la policía! - Le pidió al japonés mientras trataba de contener a Amir.

Tekito abrió la boca asombrado, ¿esto es real?. Eso ya no era tan divertido como la escenita de hace un momento. Se quedó junto a Marco, en shock, hasta que éste se abalanzó sobre el drogadicto. - ¡¡Cuidao, eso eh la dloga calnívola!!, ¡No taserque alelao! - gritó preocupado, hasta el momento había sido el mayor acto de generosidad por su parte. 

Con visibles temblores marcó el número de la policía y lo puso en manos libres por si volvían a hablarle en idioma demoníaco, al menos, el italiano pudiese pegar un chillido con varias indicaciones. - ¿¡Oiga?! ¿Es la polisía? 

Marco se volvió el foco de Amir, que ahora intentaba hacerle un piercing a él en plena cara. Lo curioso era, que los ojos del hombre estaban inyectados en un rojizo demasiado oscuro para estar simplemente fumado. 

Tekito llamó, pero nada mas sonó el segundo tono Megushka gritó con espanto a unos metros de él pues se había girado para irse pese al espectáculo. El de la habitación 6 se había levantado con todo el cuello rojo, hinchado, y la había atrapado con sus dedos rechonchos, mientras intentaba probar su rubia melena, chaqueando en un sin cesar los dientes en el aire.  

O la ayudabas, o seguías con la llamada.