Partida Rol por web

Khyzorn, octavo día de la primera Dekhana, Año de los dragones Solitarios.

Ya eran dos meses desde que quedó atrás el crudo invierno del norte para brindar la entrada a la primavera, una estación con un clima mas agradable para todos, excepto para los viajeros.

El deshielo llegó con la entrada de la primavera y con ella un rumor que se expandió por el norte con la velocidad del viento: Los riachuelos cercanos a la villa de Nevesmortas habían arrastrado algunas pepas de oro!. La noticia llegó a la gran ciudad Enana de Mirabar, a poco mas de 1.000 millas de distancia, y ¿cómo no iban a aprovechar este rumor unos Enanos?.
Inmediatamente se levantó una caravana de mas de una veintena de Enanos, para sacar provecho del oro, y por qué no,  abrir una mina en las montañas!.
La fiebre del oro había llegado a la villa de Nevesmortas antes de la llegada de los Enanos, y con ella, mucha gente en busca de una riqueza fácil tanto de una forma legal, como de formas lejanas a la ley.

A la caravana se fue adhiriendo alguna gente que se dirigía en la misma dirección, el paso de Argluna no era fácil y las criaturas atestaban las montañas Nezher. El paso desde Sundabar hasta Nevesmortas no era mas fácil, las montañas Rauvin al norte estaban plagadas de trasgos y orcos, y las Nezher al sur, plagadas de orcos y de Trolls desplazados de los páramos eternos.
20 Enanos, 3 hombres, una mujer, una semielfa, un semiorco, un minotauro adolecente y una tiefling cruzaron a salvo el camino de la bifurcación y habían cruzado muy de cerca las Rauvin sin peligro alguno, ¡ningún grupo de orcos, por avariciosos que fueran, se atrevería a atacar semejante caravana!.

Errol Flynt-Guybrush, uno de los hombres, montaba su caballo ligero con una gracia inigualable, su delgado cuerpo, su físico envidiable y su fino ropaje confirmaban lo que su lengua hablaba, era un noble de Aguasprofundas, el único que inició su travesía desde Mirabar junto a los enanos.
Otro hombre con una mirada extraña, causaba miedo tan solo mirarlo, montaba su enorme semental de guerra pesado, y portaba armas como si se dirigiera a una guerra sangrienta, hachas, mandobles, espadas, hachas, mazas, flechas, sin mencionar su coraza y su escudo pesado de acero. muy reservado y callado durante el viaje, pero en las noches en que las bebidas se alzaban, se convertía en un gran relator de historias; Redwin era su nombre, y sin duda el mas "Enano" de los no-Enanos.
Sven era otro hombre con una mirada seria, pesada por la edad, el mas viejo de la caravana, fue contratado por Talin, el líder de la caravana, tras vencer en un encuentro amistoso de espadas a su lugarteniente Turdanir, alguien que venciera a su primo era digno de estar como espada adicional en esta peligrosa empresa.
Una mujer acompañaba al grupo, un tanto extraña, los Enanos la miraban con desconfianza por sus poderes y dominios del arte, una maga, se le notaba a leguas. una "traedora de demonios" susurraban los Enanos, más que nada por su extraña acompañante, una tiefling. Ambas eran guapas, a su manera, y la única razón para que Talin las hubiera dejado marchar con ellos era la insistencia de Errol y la cobranza de un favor que le debía, el hombre había aprovechado para lanzar a ambas mujeres algunos cumplidos dignos de nobles de la gran ciudad. Poca atención prestaron las damas, pero al menos lo intentó!.
El minotauro; al principio los Enanos pensaron que era una buena captura para cuando regresaran a Mirabar, una especie de trofeo, pero pronto se dieron cuenta de que no era un minotauro como el que se encontraba en los dungeos de las montañas del espinazo del mundo, este minotauro llamado Pashma, extrañamente era un poco mas "humano", no generaba confianza entre el grupo de Talin, pero la curiosidad de estos enanos por conocerlo fue suficiente para concederle el "derecho" a acompañarlos.
El Semiorco de nombre Kulkan 'el tuerto', se ganó la confianza de los Enanos porque extrañamente se trataba de un orco que compartía el gusto de matar orcos donde fuera que los viera. Una villa desprotegida y sobrepoblada eran un blanco perfecto para unos avariciosos orcos, y donde hubiesen orcos, Kulkan estaría presente.
La semielfa Sianodel Lyrablanca, una paladina que luchaba por sus ideales, extremadamente hermosa, pero muy santurrona para Flynt-Guybrush, tocaba muy bien su lyra y se refería a ella misma como una barda errante que luchaba por el bien y la justicia.

El camino de la bifurcación quedó atrás, dando paso a un sendero angosto que ascendía junto a las montañas nezher, los carromatos se estancaban en los lodazales formados por las constantes lluvias, y el ascenso se volvía más extenuante.

Finalmente llegaron a un cruce de senderos, un cartel desgastado de madera clavado en el suelo señalaba la dirección hacia Nevesmortas, mientras en la otra dirección señalaba "El Hospicio de Moradín".

-Amigos mios -Dijo el líder de la caravana, montando en su fuerte pony de guerra. -Después de todo este tiempo juntos, ha llegado la hora de separarnos!. La villa está siguiendo el sendero, llegarán cuando el sol se oculte en el horizonte.

Esbozó una sonrisa y culminó su escueto discurso. -Ha sido un placer viajar con ustedes!. Sven, has cumplido bien tu trabajo, aquí está lo pactado. Lanzó una bolsa de monedas, agarrada ágilmente por el veterano.

Y así no mas, los 20 Enanos dieron la espalda y marcharon en dirección al Hospicio de Moradín, despidiéndose a su manera del Semiorco, de Errrol, de Sven, de Redwin y por supuesto de la barda paladina.

Algunos por respeto inclinaban ligeramente su cabeza a la maga en un cortés ademán. Pero todos ignoraron por completo al minotauro y a la Tiefling. Tampoco era que les importara mucho, después de todo, ya estaban acostumbrados. ¡Pero que unos Enanos mostraran mas respeto por un semiorco que por ellos, no dejaba un buen sabor de boca!

-Bueno, parece que quedamos solo los siete - Era evidente que no sabía contar bien, y su forma tosca de hablar indicaban que era un salvaje sin muchos sesos, pero su mandoble daba miedo, no tenía funda y quedaba a la vista las manchas de sangre secas.

-Espero que los orcos nos embosquen, somos pocos, somos buena presa!. -Sonrió macabramente -Podriamos esperar y viajar de noche, aumentaría las posibilidades de que nos busquen. - Extrañamente -o no tanto- habló en serio, esperaba que sus compañeros le siguieran la cuerda.

-No seas así de........ violento!. -Dijo vacilando, con una sonrisa siempre presente en su rostro -Es mejor seguir cuanto antes, mejor llegar a Nevesmortas cuando aún brille el cielo!. ¿Continuamos amigos?.

—Oh sí, es una idea estupenda, Kurkan —cacareó la calavera parlante desde el cinturón de Valeria—. Viajad de noche, o mejor aún: ¡id a buscar a los orcos! Así podréis emboscarlos vosotros a ellos.

—No vamos a hacer eso —dijo Valeria en tono neutro, y su caballo negro piafó como si mostrara su aquiescencia—. Nos mantendremos en el camino y viajaremos mientras haya luz. La guardia de La Marca Argéntea nos encargamos de que las vías principales estén libres de esas alimañas, pero mejor no tentemos a Tymora.

Le echó un vistazo desapasionado a Niren.

—La oscuridad es hogar de las bestias... y los ladronzuelos. ¿Verdad, tiefling?

- Lo cierto... es que una buena lucha vendría bien para desoxidar las articulaciones, pero he de reconocer que me apetece más una cena caliente y una cama blanda. Y quizás una buena jarra de vino especiado.

Pashma se sentía más cómodo ahora que los enanos los habían dejado, no es que hubiese tenido grandes problemas con ellos, pero desde luego no había encontrado tampoco... amabilidad. Era consciente de que para ellos él no era más que una bestia pero estaba ya demasiado acostumbrado a esas reacciones.

«"Será sólo un paseo, Niren" "Estarás en Nevesmortas antes de lo que crees, Niren" "No hay mucha gente por los caminos, Niren"...  ¡Y unas narices no hay gente! ¡con una jauría de enanos que me he ido a topar!»

La tiefling llevaba repitiéndose aquello durante buena parte del camino, maldita fuera la condenada e ingenua positividad de aquella gnoma y maldita fuera su idea de haber salido después de ella de la ciudad sólo por completar el encargo de recuperar el estúpido escudo de armas de la estúpida cripta de la estúpida familia... de la cual ya se le había olvidado el nombre.

Odiaba viajar acompañada, especialmente de dos docenas de personas.

«Bueno, al menos fueron generosos pagando... »

Resopló, dentro de lo malo, ahora el número de personas se reduciría drásticamente. Justo en ese momento escuchó que alguien decía la palabra "tiefling" cosa que, obviamente, hizo que se diera por aludida.

—¿En serio?—respondió parpadeando con toda inocencia mientras abría mucho los ojos. Entonces añadió alzando un índice con gesto didáctico:—. Personalmente yo prefiero las playas paradisíacas en las que pueda tumbarme y pedirle a alguien que me haga un relajante masaje de espalda. Aunque si las bestias y los ladronzuelos prefieren la oscuridad... pues oye, no seré yo quien los juzgue.

Por supuesto sabía en qué sentido había ido la frase y por supuesto se había hecho la tonta adrede. Sinceramente, cosas peores le habían insinuado.

—Aunque he de admitir que la idea de evitar emboscadas nocturnas y viajar aprovechando a luz del día mientras la guardia se dedica a hacer heroicamente lo que sea que haga la guardia, me resulta igual de atractiva que una de esas playas.

Sonrió de oreja a oreja levantando las dos cejas con una expresión que no se sabía si era ingenuamente encantadora o irónicamente pícara.

—No me cabe la menor duda —respondió Valeria, sin un atisbo de humor, como si la primera parte del discurso de Niren le pareciera un montón de banalidades.

«Muy propio de un ladrón la holgazanería y la vida licenciosa» pensó para sus adentros. Pero después continuó escuchando a la tiefling, con el gesto pensativo y la cabeza ligeramente ladeada.

«O disimula muy bien o no me ha reconocido» decretó «Bueno, ha llovido mucho desde nuestro último encuentro.»

Decidió hablar con ella en un momento más oportuno. Desvió la mirada y abarcó con ella al resto de la comitiva, instándoles silenciosamente a contar qué iban a hacer ellos a continuación.

-¡Juro a los dioses que si no avanzas, Gertrud, dejaré que te devoren las alimañas! -exclamó el bueno de Errol, discutiendo nuevamente con su gran amiga Gertrud "Piesdeplomo", su veterana mula. Una vez más había decidido que estaba cansada y que una florecilla del camino le reportaba mucho más interés del que pudiera reportarle el seguir las órdenes de su amo- Bueno, si consigo que esta condenada mula vuelva a avanzar, creo que deberíamos seguir la marcha hasta Nevesmortas aprovechando la luz del día. Seguro que será una porquería de pueblo, pero me muero de ganas de dormir bajo techo y darme un buen baño caliente. Seguro que las señoritas coinciden, ¿verdad? -el joven les sonrió ampliamente, sus bellos y cuidados dientes blancos brillantes a la luz diurna.

-¡Guau! -ladró Gáspode, meneando la cola y trotando por delante del grupo, deseoso de continuar, como llamándolos. Un perro inteligente y vital, también propiedad de Errol, de pelaje gris desaliñado y verdaderamente feo. Parecía que hubiera comido sobras toda su vida y tenía una fidelidad impresionante hacia su joven propietario.

Y ya va tocando algo de afectuosa compañía femenina, Sune me conceda sus favores.

El viaje sin duda alguna había sido entretenido. No era la primera vez que Redwim viajaba con algún enano, pero nunca lo había hecho con un grupo tan numeroso. En las noches se había hartado a reír con historias y a beber con canciones, incluso había aprendido a jugar aun curioso juego de saltar monedas y había recibido algún consejo de como limpiar su acero oxidado en la forja.

Sin duda alguna...el viaje, había sido entretenido, pero llegó a su fin y tocó despedirse del grupo de enanos.

-Les visitaré en el futuro, cuando se hayan establecido y sean ricos como dice Guither-pensó el hombretón mientras observaba cómo se aljaba la columna de enanos.

Tras esto,  el grupo que quedó era de lo más variopinto, pero viajaban en la misma dirección y ya se habían conocido en el viaje, así que seguiría con ellos hacia Nevesmortas.

Escuchó los comentarios de unos y de otros sin dar su opinión, ya que él estaba dispuesto a cualquiera de las dos opciones y siguió observando con curiosidad a Niren, pero sobre todo a Pashma, así que cuando este dio su opinión sobre llegar a la ciudad para encontrar cobijo, Redwim vio la oportunidad para comenzar a resolver algunas dudas...

-Oye Pashma ¿Tu cuando hablas de una cama, te refieres a la paja de un establo o a otro tipo de cama?. Yo he dormido algunas veces en el establo, pero tu como eres...bueno... no se, tal vez te guste más que una cama de plumas o un lugar junto a la hoguera...

Justo al decir esto, escuchó como Errol maldecía a su mula y sonrió ante la escena del animal que decidió no seguir avanzando

-Me gusta esta gente, vaya que si...

Niren arqueó una ceja cuando el humano que maldecía a su mula mencionó algo sobre unas señoritas. De hecho, la tiefling miró a derecha a izquierda como si estuviese buscando a las señoritas a las que se refería.

Si lo hacía en guasa o en serio ya no quedaba muy claro.

Pashma aceleró un momento el paso hasta ponerse a la par de la Tiefling. A pesar de su vocación divina y del origen demoníaco de aquella muchacha, no podía evitar que le cayese bien. Al igual que él ella tenía que superar las miradas de desaprobación por no tener un aspecto usual y eso... bueno, le gustaba.

Guardó silencio unos instantes, caminando a la par, inseguro por no saber si la empatía era mutua, al final se decidió a decir lo que había venido a decir.

- Creo que se refería a Valeria y a mí - dijo en voz baja, solo para ella, y la eme sonó nasal como sonaban todas sus emes y todas sus enes. 

Ya estaba, lo había dicho, había intentado hacer una broma y nada más decirlo pensó que si ella no lo entendía como tal sonaría como un imbécil y si ella no tenía prejuicios contra él, los adquiriría en ese momento.

El viaje había ¿concluido? No, todavía no. Sólo aquella misión había finalizado y con éxito, la tintineante bolsa que había guardado entre sus ropas daba fe de ello. Y ahora llegaba el momento de las despedidas.  La caravana de enanos seguría un camino que ya no tenía nada que ver con él, había cumplido su parte del trato y ahora sólo quedaba  darse un apretón de manos y desearles que su dios Moradin los protegiera.

Bueno Sven, una cama mullida y un estofado caliente nos están esperando en Nevesmortas. Tus huesos ya chirrían viejo amigo y te has ganado un buen descanso. Seguiría hasta la villa en compañía de aquel abigarrado grupo que habían ido formando a lo largo del camino. Los miró con gesto pensativo, era un buen grupo. Hacía ya tiempo que había dejado de juzgar a los seres que pisaban esa tierra por una simple apariencia, los hechos eran lo que contaba y sus nuevos compañeros habían demostrado con creces su valía.

- No seas impaciente amigo Kurkan, aunque tú te vayas a descansar los orcos te seguirán esperando para que los decapites.

Miró el cielo cuya luz iba apagándose poco a poco e inconscientemente se llevó la mano al cuello. Y a pesar que el tiempo ya era primaveral, el viento del atardecer penetró bajo sus ropas haciéndole temblar ligeramente. Me hago viejo Livia, los años pesan demasiado y mis fantasmas cada vez pasan más tiempo conmigo. Centró de nuevo su atención en el camino que debían recorrer.

- Como no espabiles de una vez a esa mula Errol el baño te lo tendrás que dar en el río. –Le espetó al joven al pasar a su lado esbozando una tibia sonrisa.

Niren en un principio pareció un tanto alerta pero no porque se le acercase un minotauro, sino por el mero hecho de que "se le acercara el clérigo". Cada vez que se le acercaba un clérigo no solía pasar nada bueno. La tiefling podía ser muchas cosas pero alguien que juzgaba a otros por las apariencias no era una de ellas. Precisamente por eso, porque era una tiefling.

No obstante, había dos cosas a favor de Pashma: una que parecía tener sentido del humor, a Niren le gustaba la gente con sentido del humor. Y otra que tenía cuernos, lo cual en sí le hacía su gracia de lo irónico que resultaba.

—Oh, ¿seguro?—dijo en un susurro (y aprovechando que se había agachado porque si no, no llegaba tan alto) Entonces miró a ambos lados y añadió con teatral gesto confidencial:—. Por un momento creí que se refería a la mula y al perro

Rio un poco entre dientes antes de darle un codazo flojo en el costado tomándose toda la confianza del mundo en ello.

—Y no le hagas caso a lo que ha dicho ese de la cama de paja del establo. Apuesto a que les cogió el gusto desde esa vez que durmió en una y lo ha dicho como excusa para poder repetir.

- No le hago caso, la ignorancia no debe ser tenida en cuenta. Eso decía siempre mi mentor. Y sobre mi especie hay una enorme ignorancia... de la que también yo soy culpable.

Realmente no le había importado, había dejado de molestarle el día que entró en una posada pidió comida y le dijeron que no tenían alfalfa. En aquel momento decidió que podía elegir entre arrancarle el corazón al posadero y comérselo o no hacerlo. Ese día tenía mucho dinero encima, casi mil monedas de oro, así que sacó su poblado saquito (en realidad un gran saco), le mostró el contenido, y le dijo que era una lástima y que tendría que ir a comprar la alfalfa para rellenar el colchón a otro lado y que de paso compraría comida de verdad. Y que se daría un gran banquete ya de paso. Y de hecho levantó la voz e invitó a todos los presentes a cenar y beber en otra posada cercana.

En realidad se lo gastó en un cinturón de curación, pero como le sobró algo de dinero, de todos modos se dio un banquete con sus agradecidos, borrachos y muy recientes amigos.

El tiempo siguió avanzando, el viaje continuó mas fácilmente, ya no tenían que detenerse en cada momento a desenterrar carromatos enterrados en el lodo del paupérrimo camino. El único retraso era por momentos Gertrud, la mula testaruda que se sentaba a descansar cuando le venía en gana.

El sol aún se posaba en el horizonte cuando finalmente pudieron vislumbrar el destino final del viaje:
Las laderas de las montañas circundantes lanzaban profundas y frías sombras sobre la villa, las ovejas pastaban en los declives mas bajos, protegidas por algunos pastores armados con ballestas y lanzas, mordisqueándo la áspera hierba que crecía entre los aflorecimientos rocsos.
Mas allá de los pastizales, la tierra se elevaba abruptamente en peñascos rocosos carentes de vegetación, salvo algunos matorrales y árboles esparcidos, las montañas Nezher se elvaban hasta el cielo, cubiertos por una constante niebla. Desde esas alturas, una clara y rápida corriente descendía por muchas cataratas poco profundas hasta pasar de largo la propia villa.
Un racimo de un par de centenares de edificios de madera, rodeados por una antigua muralla de piedra, yacían en el interior de este valle alpino.
En el exterior de las murallas, una aglomeración de tiendas y cobertizos crecían como un parche de hierba silvestre.

Avanzaron quizá una hora más, cuando lograron alcanzar finalemnte la puerta de entrada, el sol ya se estaba ocultando y la sombra de la noche empezaba a caer sobre la villa.
Un guardia se apresuró al encuentro de los recién llegados, con una mirada tanto sorprendida como asustada, empuñaba su lanza con fuerza. no se atrevió a pronunciar palabra alguna.
Otros 3 guardias salieron de la torre de la entrada, uno de ellos vestido con cuero tachonado, espada y escudo, con múltiples cicatrices en su cara, signos de una vida agitada. Su vello facial se asemejaba al de un Enano y su particular peinado no dejaba de llamar la atención.

-Saludos viajeros -Se apresuró a decir el hombre, sin mucho ánimo en su voz. -Quienes son y que los trae a la villa de nevesmortas?. Su mirada no dejaba de escudriñar a la Tiefling y al extraño minotauro.

-Mi nombre es Siannodël, Siannodël Lyrablanca y vengo a pasar algunos días en la villa y conseguir algunas monedas durante mi estancia.

-El mio es Kurkan el tuerto -respondió muy malhumorado e mimpaciente -Solo deseo pasar la noche en la aldea, he escuchado rumores de que hay orcos merodeando las cercanías de la villa y mañana saldré en el primer rayo del sol a las montañas, a cazarlos!. -Mostró sus enormes dientes en señal de entusiasmo y soltó un intimidante rugido.