Partida Rol por web

Tras observar el curso que están tomando los acontecimientos, Jagg decide unirse al interés general:

- Bueno, bueno. Mi nombre es Jagg Hafferil y esta piedra con pelo es mi amigo Gogri Grimhammer -indica con una sonrisa-. Quizá algunos hayan oído hablar de mí: fui el condenado que consiguió apagar una vela a 200 pies de distancia en el 5º Campeonato de Tiro de Arco Lord Fergunall de la provincia de Arapilla. ¿No es impresionante? Jeje. 

Hace una pausa para tomar un trago y observar las reacciones de los demás.

- Tal y como salta la evidencia, a mí también me trae una desaparición por Puerta de Plata; y no ignoró el potencial de un buen trabajo en equipo -prosigue en un tono más íntimo-. ¿Pero qué referencias tienen los miembros que lo quieren integrar?

-Enano, no es la primera vez que alguien rompe algo delante de mi, ni que alardea de su fuerza - respondió con cierto hastío a la bravuconada de Gogri. Había tratado antes con los suyos, le exasperaba todo aquello, pero sabía que no era nada inusual - Guarda tu furia y tus fuerzas para los que estén detrás de lo que aquí está pasando. - Dio un trago a su jarra mientras el enano terminaba de hablar - Eres libre de ir por tu cuenta, dalo por supuesto, pero con tantos aquí reunidos por la misma razón está bien claro que lo que ocurre no es pequeño ni será sencillo de resolver. Por mi parte te prefiero con nosotros, y estoy seguro de que no soy el único - comentó mirando a los que ya parecían decididos a unirse - Vine aquí con la idea de encontrar a una persona, pero está claro que hay mucho más en juego. No despreciaré así como así llevar un hacha enana de mi lado, se lo valioso que es eso... - al terminar esbozó una media sonrisa -  aunque resultase la más insoportable de todo el reino. 

Esperaba la respuesta del enano cuando Alexandra se sentó junto a él. Le hizo un hueco apartando sus cosas hacia debajo de la mesa y se giró hacia ella. 

-Puedes llamarme Aiden - respondió sin preocuparse lo más mínimo de bajar la voz - el "ser" no será necesario, no ostento título alguno - hizo una pausa antes de continuar - Es cierto que vengo de muy lejos, pero Gina... - al hablar de ella su voz parece quedarse sin fuerza - ella desapareció aquí. Estaba visitando los templos de esta costa, era la tercera vez que hacía esta ruta, y al llegar aquí se esfumó. Ni en el templo, ni en la caravana en que viajaba, vieron nada. Solo se que llegó aquí, y nunca se fue. Era... es - se corrigió - una de las sacerdotisas del templo... no, mucho más que eso... pero ahora no se trata solo de ella - volvía a ganar decisión en sus palabras - Está claro que un mal se ha instalado en esta ciudad, y me da igual de que tipo de mal se trate. Me da igual si es humano, divino o demoníaco. No pienso irme de aquí hasta erradicarlo. 

Se giró por ultimo hacia Jagg tras su intervención. 

-No es momento de discutir quien es mejor guerrero ni quien ha realizado mayores hazañas - contestó con sequedad - Nuestras referencias son la razón por la que estamos aquí. No es necesario más. Sentir que no puedes hacer nada mientras un ser querido sufre es uno de los peores tormentos que un hombre puede sufrir. No voy a dejar atrás a nadie porque no sepa manejar una espada o nunca haya entrado en combate. Todo el que esté aquí por nuestro mismo motivo y cuyas intenciones sean sinceras será bienvenido. 

—La auténtica fuerza no necesita ser demostrada. Es preferible que los actos de cada uno hablen por si solos y que los demás se formen su propia opinión—apostilló Xelaver depositando ambas manos en el extremo de su bastón.

El mago no aclaró si se refería a la furia "jarricida" de Gogri o a la arrogancia que destilaban las palabras de Jagg.

—Nosotros pensábamos partir a Puerta Plata dentro de una hora. Íbamos a dirigirnos a los cuarteles de la guardia para informarnos sobre el estado de la investigación. Aunque no nos puedan decir mucho, al menos podrán indicarnos dónde viven las familias afectadas para ir a hablar con ellas. Quizá descubramos algo que la guardia pasó por alto.

Coge el vaso y, mirando de reojo lo que se sigue aconteciendo en la mesa vecina, se lo lleva a la boca. -Bueno, esto empieza a ponerse interesante. El enano y el otro tipo siguen pareciendo un par de simples bravucones de taberna, pero por lo que se ve, el resto no aparentan ser tan zoquetes. Incluso me empieza a sorprender tanta serenidad proveniente de un defensor de la fe, esos condenados fanáticos no suelen ser tan centrados. Quizá se halle desesperado por encontrar a esa chica. ¡Que diablos digo! Por supuesto que está desesperado, igual que lo estoy yo en la impotencia de tener que estar aquí sentado sin poder hacer nada y sin saber donde está Lea.- Posa el vaso en la mesa y cruzando los brazos sobre ella frente a sí, deja caer su peso sobre los codos, quedando su cabeza bajo la altura de sus hombros. En ese momento deja de prestar atención a la mesa de al lado para fijarse en la dirección contraria.-Por otro lado, ese tipo de ahí empieza a inquietarme. No ha dejado de hacer cosas extrañas y de mirar hacia este elenco mientras toma notas. Será mejor no quitarle el ojo de encima por lo que pueda pasar.

Vuelve a coger el vaso y posando el dedo en el canto, comienza a jugar con él. Volviendo a depositar la vista una vez más en la mesa cercana.-A esa mujer por otra parte, se la ve muy osada. Con una lengua tan afilada dudo que precise del cuchillo a la hora de comer. Los otros dos, sin embargo creo que podrían llegar a caerme bien. Muestran inteligencia y serenidad en sus palabras, sobretodo el que acompaña a la muchacha.- En ese instante ve como Alexandra se ha sentado y disminuye el tono de la charla. Momento en el cual, deja de jugar con el vaso y hace su respiración más tenue. -Veamos como prosigue la conversación...

-¿¿Demostración de fuerza?? - bramó Gogri con los ojos abiertos a más no poder -. ¿¿¡¡DEMOSTRACIÓN DE FUERZA!!??

El enano contuvo un hipido, echó la cabeza hacia atrás y de su boca salió como de un volcán en erupción la más estentórea carcajada que Jagg le hubiera escuchado proferir nunca. Rio sin poder controlarse durante un rato, hasta que, visiblemente congestionado, logró dominar su reacción.

-Es lo más divertido que he escuchado en meses de camino. Camino solitario en la mayor parte de la travesía, desde luego. ¿Demostración de fuerza? ¿Qué demuestra romper una jarra? Cualquier niño puede hacer eso. Creo que ninguno de vosotros por aquí está acostumbrado a los enanos cuando hablan de sus cosas, por más que entendáis el idioma. O eso, o soy yo quien no comprende nada. Si disfrutarais de la hospitalidad de un buen Kullai enano, sabríais lo que es beber y reír, y conoceríais entonces el verdadero corazón de un enano.

Gogri se rascó la rotunda nariz y tosió.

-Vosotros habéis venido y nos habéis hablado, no yo. No es la primera vez, ni será la última, que un humano cree que mi voz suena demasiado alta, y cree que con eso estoy invitando a que se unan a mis palabras - en ese momento contempló a la mujer -. Eso es lo que no me gusta de vuestra especie. Presuponéis cosas. Creéis que el mundo gira alrededor de vuestras preocupaciones y que los demás somos un pequeño estorbo en vuestras ambiciones. Da igual. Puedo bajar mi tono, si así estáis más tranquilos, y puedo pretender que soy yo el que se ha acercado a vosotros preguntando por vuestros problemas.

En ese momento, llegó la camarera y el enano depositó en su mano una moneda con la que pagar la jarra rota*.

-Ya he sabido mucho de vosotros, y si ayuda que entre todos extraigamos el mineral al asunto que tenemos en común. Sea. Yo también he venido en busca de alguien querido por mí que desapareció. No es un familiar, ni un amor, ni un compañero de viaje o de batallas. Es una amistad, una amistad verdadera. Los enanos no hacemos muchas en nuestra vida fuera de nuestra raza. Aquellos a quienes consideramos amigos lo son para el resto de nuestras vidas, y cualquier cosa que podamos hacer por ellos, como montar en una caravana, cuando todo el mundo sabe que los enanos odiamos ser transportados y abandonar el suelo que tanto amamos, lo haremos.

Gogri quedó entonces en un estado de mutismo, como una duermevela en la que su rostro se hubiera endurecido como la piedra.

-Sí, cualquier cosa haríamos.

No puedo evitar enrojecer cuando la mujer se acerca hasta susurrarme en el oido. Algo azorado, miro al resto (y trato de evitar la mirada de ella) mientras respondo.- Emm...soy Hank, Hank Daggerfell. Como ya he comentado, no deseo ocultar mis razones.- De nuevo mi semblante parece entristecido cuando prosigo.- Busco a mi mentora, la mujer que me acogió e instruyó de niño cuando quedé huerfano de padre. Su nombre es Mara, y vino hasta la capìtal para atender un negocio. De eso hace ya un largo tiempo, y no hemos vuelto a saber de ella...

Miro hacia Xelaver tras escuchar su propuesta.- Lo que comenta el señor mago es buena idea. Deberiamos dirigirnos en cuanto sea posible a los guardias de la ciudad. No creo que se muestren muy colaboradores con un grupo de extraños, pero lo poco que nos puedan contar quizá oriente nuestros pasos.- Observo al mago con profundo respeto, la magia siempre me ha parecido algo fascinante...y temible.

La camarera que había estado sirviendo a las mesas de la ruidosa pareja fue la que se acercó, incluso antes de ser llamada para limpiar el estropicio. No tardó en volver con una nueva jarra, que a nadie se le escapó era de peltre en lugar de cerámica. 

-"Los daños se añadirán a su cuenta, no se preocupe ahora por eso y siga con su diversión, maese enano. Tiempo habrá para los números y el dinero." 

—Mi hermano una vez se convirtió en grillo—comentó Alexandra señalando al mago con el pulgar. Dejó pasar unos segundos para que la imposibilidad lógica de la frase calara antes de encogerse de hombros y añadir a modo de explicación:—. Mejoró.

Lo había dicho con toda la naturalidad del mundo aunque no estaba claro si era una respuesta al discurso de Jagg, al de Gogri, o simplemente le había dado la gana de soltar aquello para que la atención de todo el mundo se centrara en un mismo punto de una vez. El caso es que terminó por sonreír de oreja a oreja.

—Ahora, si hemos terminado de meter a la gente en sacos, cometer jarricidios y medir la envergadura de... las palas de nuestros arcos, propongo centrarnos en nuestra preocupación común—dijo arqueando las cejas con ademán cómico para quitarle hierro al asunto—. Y que conste que me alegro de que seamos tantos: Eso sólo pone en evidencia que estas desapariciones no son producto de la casualidad.

Carraspeó y dejó la broma para hablar ya en serio.

—Como ha dicho mi hermano, nosotros teníamos pensado empezar por ir a Puerta Plata mañana mismo e informarnos sobre el estado de la investigación en los cuarteles—repitió ya que el resto de los presentes acababa de incorporarse a la conversación—Aunque no nos puedan decir mucho, quizá entre ello y lo que nosotros sepamos de cada desaparición, descubramos algo que la guardia pasó por alto. ¿Os parece? ¿Alguna otra idea?

Una centallada cruzó los ojos de Jagg.

- ¿Se... se convirtió en... grillo? -balbucea con la mirada perdida-. ¡Eso es IN-CRE-I-BLE! -exclama dirigiéndole unos cuantos aplausos-. Jajaja, da gusto ver a alguien con sentido del humor en el grupo. Ya me cae mejor que tú, Gogri, jajaja. Y ya podrá usted, señor Aid... ¿Aiden?, estar a la altura -dice en broma.

Aprovecha para tomar un buen trago antes de continuar.

- ¿Alguno se anima a compartir gastos de habitación? -pregunta de forma más formal-. No está la bolsa para tirar luces; y confío en que nadie me apuñalará... o se meterá entre mis sabanas, jajaja. Y por cierto... -anuncia bajando el volumen-, ¿nadie se ha fijado en que hay un caballero observándonos de reojo desde hace rato? Sí, sí, ahí, en aquella mesa. El de la barba con el carcaj -explica-. Aunque seguro que no es tan buen arquero como yo.

Rislân ya ha escuchado y tomado anotaciones suficientes. Es un gasto de energía innecesario estar aquí hablando y está cansado del viaje, así que recogerá todo muy ordenadamente, pedirá disculpas a la camarera por el espectáculo del incienso (de modo discreto), pagará una habitación tranquila y dejará lo que ha dibujado sobre la mesa, que incluye un mensaje al grupo de ruidosos y bravucones. No le importa que vean sus anotaciones sobre lo que piensa de cada uno o de sus pros y contras. Espera mañana verlos con el alba frente a la casa de baños, para contarles lo que sabe en estos años investigando a las mujeres desaparecidas con la esperanza que fuese alguna su hija.

El anciano de barba blanca había llamado a la camarera joven y risueña que le atendía a él, los de oídos más agudos pudieron escuchar cómo pedía la cuenta y todos oyeron a la chica responder:

-"Los asuntos de dinero trátelos con el jefe, mi buen señor" - mientras con un florero del vestido y la cabellera señalaba al hombre situado tras el mostrador.

Tras conversar brevemente con el posadero, el anciano se retiró hacia el piso superior, donde estaban los alojamientos. Alexandra, Hank y Hugh pudieron ver enseguida que el viejecillo había dejado en la mesa, entre el menaje de su cena, un pergamino escrito, tal vez dibujado; el resto pudieron llegar a apreciarlo, pero no antes de que los otros hubiesen tenido tiempo de alcanzarlo incluso, si tal fuera su deseo.

-Parece entonces que estamos juntos en esto... - resumió antes de girarse hacia Jagg - No se preocupe, señor Hafferil, si las situación lo requiere me tendrá en primera linea, no soy de los que se esconden. Pero no soy yo el que ha estado alardeando sobre sus habilidades - puntualizó con cierto tono de sorna - confío en que tenga con que respaldar sus palabras. 

Con calma comenzó a comerse su estofado mientras el resto seguían hablando a su alrededor. Acompañado con largos tragos a su jarra, que se vaciaba por momentos. 

-Es buena idea acercarse mañana a los cuarteles - respondió a la sugerencia de Alexandra - No se lo que podrán aclarar, pero es un buen sitio por el que empezar. Yo tengo un... amigo, bueno, más bien un contacto, con el que hablar, pero tampoco se si tendrá nada que aportar para resolver este asunto. Sea como fuere no creo que podamos avanzar nada hasta mañana. 

Había llegado allí hambriento y sediento, pero el proposito de aquella cerveza no era el de saciar su sed. Había llegado allí con un objetivo, uno que no podría empezar a perseguir hasta un puñado de horas después, y que necesitaba olvidar durante un rato. Terminó la jarra de cerveza mucho antes que el estofado mientras Jagg comentaba acerca del tipo que les observaba. Le escuchó sin hacer gesto ni comentario alguno.

-Ha sido un día largo, y un viaje largo. Si me disculpan iré a ajenciarme una cama en la que pasar la noche - anunció justo antes de apartarse de la mesa en busca del posadero - y otra jarra de cerveza. 

Volvió apenas unos momentos después con su jarra llena de nuevo, bebiendose ya la espuma mientras se sentaba. 

-Enano... ¿Gogri dijo tu amigo? - preguntó - He discutido en infinidad de ocasiones con los tuyos, me he peleado e incluso he tenido algun encontronazo serio... pero hay algo en lo que siempre habeis tenido razón. No hay vino a la altura de una buena cerveza - terminó levantando la jarra. 

Al acercarse a la barra, Aiden no solo pidió una jarra para él y una habitación, sino que llamando la atención de una de las camareras encargó un nuevo vaso de Aguamiel para el tipo que desde una mesa cercana parecía escucharles. 

Vaya, parece que el fanfarrón tiene ojos en la cara. Aunque no es que yo halla intentado disimular precisamente.- Pensó conteniendo una irónica sonrisa. -Con un poco de suerte, puede que ese tipo hasta sepa como se tensa un arco.

En ese instante, volvió a dejar de hacer caso a la mesa para volverse una vez más hacia el señor de barba, el cual se había levantado y se dirigía en dirección a los dormitorios. Al parecer había olvidado, o dejado voluntariamente, las notas que había estado tomando.-Puede que el anciano chochee y que más tarde desee recuperarlas.- Pensó. -Aunque me da en la nariz que este tipo trama algo.- Echó un ojo hacia el grupo. -Dudo que esos de ahí hayan visto nada.

Dio un vistazo en derredor. Y viendo que su cena no mostraba indicios de aparecer, se levanta con calma y se dirige con paso firme y decidido hacia la mesa recientemente abandonada. Apoya su izquierda en el borde de la mesa y dando un trago a su vaso de hidromiel, se inclina para poder ver mejor el trozo de pergamino...   

-Que una buena cerveza enana - apostilló Gogri y corrió a pedir otra para poder hacer un brindis adecuado con Aiden -. Vaar ma juun, kaa myrkaa woggr noj t'rkun amak't [Tuyo es el deber de sostener la vida y de ser recordado]. No te imaginaba tan anciano como para haber tenido el tiempo de tratar tan ampliamente con los míos, pero es bueno descubrir que existen vínculos entre el agua y la roca. Lo celebro.

Se volvió a los demás, habiendo ahogado antes una risotada ante el comentario de Alexandra sobre su hermano. No me extrañaría, pensó, que fuera real, después de todo.

-Yo pasaré aquí la noche. Comeré algo más y me echaré junto al fuego. Mañana os esperaré y en la ciudad buscaré al gremio de joyeros. Ella era muy buena orfebre, incluso entendía el arte enano. Tienen que saber algo.

Parecía que poco a poco a poco los ánimos se iban relajando, y los allí reunidos nos centrábamos en hacer un frente común para buscar una respuesta a las desapariciones, aunque solo fuera por los intereses personales de cada uno.

Contento por el rumbo inicial que tomaban la cosas, me levanto para reservar una habitación privada y pedir que lleven una jarra de vino y otra de cerveza a nuestra mesa. Luego vuelvo a mi sitio.- Bien, espero que no os moleste si regamos nuestra...asociación con algo más de vino y cerveza. Corre de mi cuenta, así que servios a placer.- Y muestro las jarras que llegan a nuestra mesa, dispuesto a seguir conversando y conocer un poco más a mis futuros "asociados".

Xelaver decidió no contestar a Gogri, pues sabía cuando una discusión había llegado a un punto muerto. De nada iba a servir señalar que el hecho de que hubiera dicho que "romper una jarra no era una auténtica demostración de fuerza enanil" era nuevamente un argumento defensivo sobre su auténtica y viril fuerza de enano. Y porque Xelaver no hablaba con personas que alzaban la voz o soltaban exageradas risotadas para hacerse oír.

—Sí, cuando yo me convertí en grillo a ella la pusieron en una balanza para saber si pesaba lo mismo que un ganso y por tanto si estaba hecha de madera —replicó Xelaver—. Es una historia muy interesante, pero se nos ha hecho tarde y mañana nos espera un día muy duro. Ya os la contaremos en otra ocasión. ¿Nos vemos mañana al alba?

Alexandra se había dado cuenta de lo del pergamino pero, como alguien más se levantó a atender aquel asunto, enseguida dejó de mirar y rodeó a Xelaver por el cuello con un brazo en algo que supuestamente era un gesto cariñoso. Aunque lo hizo con tanto vigor que por un segundo pareció un intento por aplastarle contra su hombro.

—¡Ah!, pero no me irás a negar que mereció la pena—comentó con toda la normalidad el mundo mientras seguía aquel hilo de conversación que no estaba muy claro si era una inmensa tomadura de pelo encadenada tras otra o una verdad realmente surrealista—. El ganso estaba delicioso.

Miró a los demás.

—Una propuesta tentadora, es decir, la de la bebida, pero a mi no me entra un gramo más de nada hoy en el estómago—dijo—. En cuanto a la del alojamiento compartido... lo siento pero mi hermano y yo ya tenemos habitación reservada. Si todos estamos de acuerdo, apoyo su moción de mañana aquí al alba.

La camarera madura recibió un pedido de Aiden, y tras recoger una cerveza, se dirigió hacia la joven que atendía la zona de Rislân, tras una breve conversación en voz muy baja entre ellas, la mayor dio una ligera colleja a la más joven antes de acercarse de nuevo a la barra con la cerveza y ampliar el pedido con algunas cosas.
 
Hugh estaba observando la mesa que había abandonado el anciano, un tanto distraído cuando la camarera canosa volvió con todo su pedido y una jarra de cerveza adicional que no estaba en su comanda.
 
-“Disculpe la confusión, buen señor, mi compañera no se dio cuenta de decirme que le habían ordenado pasarme su mesa. La jarra de cerveza es cortesía del caballero. No dejó mensaje.” – discreta, pero inequívocamente, la camarera señaló a Aiden, acompañándose de una sonrisa un tanto pícara en la mirada hacia el anfitrión.
 
Hugh había tenido tiempo de dar una buena ojeada al documento que había dejado atrás Rislân, e incluso de echarle mano si era su deseo.