Partida Rol por web

Asegurado el campamento enemigo, Andira cogió aire, y por unos segundos, se arrodilló, recuperando el aliento y la energía perdida tras los mucho golpes sufridos.

- Esas cosas eran duras,... - dijo, refiriéndose a los hombres bestias, capaces de arremeter una y otra vez sin descanso. - ... pero está claro que no lo suficiente. - apuntilló con una ligera sonrisa mientras se reincorporaba y se colocaba a las espalda de Quellen. - Vamos, sigamos, hemos de llegar a la almenara antes que ese dragón!

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La discípulo apenas habia visto llegar al hombre bestia, pero cuando cayó en la cuenta de lo que sucedía, Buldar yacía en el suelo, su mente perdida en la inconsciencia. Pero además de eso, una inmensa araña había aparecido entre los peñascos que llenaban el cañon, y su telaraña, pegajosa, la rodeaba de forma molesta y peligrosa.

- Krutz, Quellen, encargaos de esa caso y el bestia esa, yo me ocupa de Buldar. - informó, y antes de que el enano o el mago pudieran oponerse o no su propuesta de acción, Andira se desprendió de las telarañas, y entonando un sanadora salmodia, se arrodilló junto a Buldar para cerrar su heridas y restablecer su lucidez. Luego, y con el rostro serio, se alzó para lanzar una estocada sobre la araña, un golpe que no parecía tan duro como otros, pero que con la magia apropiada, se convirtió en otro balsámico reguero de restauradora energía.

- Debes vigilar tu espalda, Buldar. - le corrigió al guerrero, señalandole con una de sus manos al hombre bestia que los acosaba mientras hacia uso de su curativo poder para terminar de restablecerse a si misma.

El barbaro desperto y vio la cara de Andira

Acaso he muerto y eres una Valkyria que viene a llevarme a los campos de batallas eternos? Ah, no es la grandiosa Andira que me ha devuelto al consciencia, bello despertar, ja, ja. Pero ahora vamos a los hechos, tuuuu!! hombre mono, tengo una cosa con tu nombre.

El primer golpe fue algo debil, aun no se habia recuperado por completo, pero el segundo logro su cometido, pero no se sentia aun con fuerza para avanzar hacia otro enemigo.

Algo inseguro de sus posibilidades, tras el fiasco cuando intentó acabar con los peñascos del camino, se revolvió hacia el hombre bestia rojo con la idea en mente de hacerle pagar a aquella frágil criatura sus frustraciones. Ni siquiera se molestó en hacer uso del filo de su arma: golpeando con lo ancho de la hoja desde lo alto, su objetivo era triturar el cráneo del hombre bestia como si lo golpease con un fino martillo. Y, aunque el enemigo colocó sus brazos por encima de la cabeza para intentar amortiguar el golpe, el hacha de Krutzbeck barrió con todo por delante, triturando bajo su peso cualquier cosa que se interpusiese entre ella y la base del cuello del hombre bestia. Una lluvia de sangre y fragmentos de hueso salpicó por igual al enano y a Quellen, cuya melena rubia quedó groseramente mancillada por los despojos.

Con fuerzas renovadas, se giró no menos de cuarenta y cinco grados para volver a encararse al enorme peñasco que adornaba el desfiladero. Y esta vez, casi sin esfuerzo, lo destruyó de inmediato. Ambos montículos de materia inerte despedazada flanqueaban el musculoso cuerpecillo de Krutzbeck, mudos testigos del poder de un auténtico berserker.

-¡El camino ya está libre! -gritó a sus compañeros, confiando en que ahora ya no le costaría dar cuenta de las demás rocas que se alzaban a lo largo del camino. Miraba a Quellen, esperando que pudiese dar cuenta de la gran araña que todavía guardaba la entrada del desfiladero. Seguía sin confiar plenamente en sus facultades geománticas, pero como el grupo no estaba en peligro no le preocupaba que el elfo cometiera una de sus habituales meteduras de pata.

¡Ese peñasco no nos molestaba! ¡Sino el otro! Gritó el elfo con urgencia.

Los peñascos seguían cayendo así que Quellen se internó en el cañón para evitar con su magia que el cañón quedara sepultado mientras lanzaba casi a ciegas proyectiles brillantes que apenas consiguieron dañar a sus objetivos.

Para cubrir su retirada grabó runas mágicas a los pies de la araña que se acercaba a ellos, pero no pareció afectarla demasiado.

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¿Pero qué hacía aquel loco de las orejas puntiagudas? Estaba claro que si se quedaba él solo en el desfiladero tarde o temprano acabaría aplastado por una de esas piedras...

-¡Oíd, ocuparos de cubir la retaguardia! -les gritó a Buldar y Andira mientras separaba de sí a la bestia que había llegado hasta él, causándole no pocas heridas durante el lance. ¡Ya estoy harto de esta montaña! ¡Como mi nombre es Krutzbeck que no pararé hasta aplanarla por completo!

Tras lo cual dio un potente salto, aterrizando con la cabeza por delante y con ella partiendo en dos uno de los peñascos alrededor de los que se había quedado el Alto Mago. Tras el impacto abrió los ojos de par en par, medio mareado, para dirigirse a Quellen cuando terminó de recuperarse del todo.

-¡Uno menos! Termina de una vez con esa dichosa araña y prepárate, porque en cuanto acabes voy a hacer saltar por los aires esas dos grandes rocas. Tan grande era su ansia de destrucción, que no seríe de extrañar que en su furia aniquiladora tratase de hacer trizas la runa que se hallaba junto a ellos.

Andira escuchó las palabras del rudo enano, y con un cabeceo afirmativo, se lanzó a la carrera, sus mirada fija en el hombre bestia que se interponía en su camino al cañón. Sin casi detenerse, al discípula alzó su espada por encima de su cabeza, y cuando pasó al lado de la bestia la hizo descender en un trayectoria oblicua y mortal que le seccionó el cuello con la misma facilidad que un cuchillo cortaba mantequilla.

- Vamos, vamos, Buldar, no te quedes atrás! - gritó, invitando al guerrero a seguirla camino del cañón.

Quellen mantenía un duro duelo con aquella araña en mitad del cañón, el elfo con una expresión de horror y pánico lanzaba compulsivamente descargas mágicas que sin cesar se estrellaban en las rocas. Lo hacía con un ademán continuo que movía en círculos sus manos como si los pedales de una bicicleta se trataran.

Muere maldita gritaba una y otra vez con voz chillona tras cada descarga mágica.

¿Había perdido los nervios? ¿la razón? ¿ambas? ¿Alguna vez habría tenido algo de todo eso? Quien le hubiera visto en su situación actual podría dudarlo.

El giganton se mueve y toma un pequeño respiro.
- Uff esta siendo dura la caminata, ja, ja ja.

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Quellen viendo ya a sus compañeros en el tramo final comenzó a avanzar lanzando un poderoso rayo a la asquerosa, grimosa, apestosa y babeante criatura que tenía a su lado, y no, no se refería al enano sino a esa asquerosa araña de patas peludas.

Viendo cómo el alto mago se lanzaba a la carrera desfiladero abajo, detuvo un segundo sus ansias destructivas. Pero ese simple segundo le bastó para darse cuenta de que los esbirros de aquel arrogante dragonzuelo estaban ya decorando el escenario con sus cuerpos sin vida, y lo único que restaba era seguir la iniciativa de Quellen y apurar para llegar cuanto antes al enfrentamiento definitivo con su verdadero enemigo.

-¡El camino está libre! ¡Y mis manos, esperando poder blandir ese hacha que tienes de más, Buldar!

No sin lamentar un tanto el que la pelea hubiese llegado a su fin, fue imitando los movimientos de su compañero, aunque de forma mucho menos grácil. Su último capricho fue sacudirle un devastador golpe, reuniendo todas sus fuerzas, al cadáver de la araña más grande de todas. Sólo después de que lo que hubiera encima de aquella roca fuese un simple amasijo de vísceras totalmente irreconocible reanudó el enano sus breves zancadas el pos del elfo. Cuando de lo que se trata es de salir corriendo, desde luego no tiene rival...

Con la voz del enano expresando lo obvio, que el camino estaba limpio de enemigos, la discípula enfundó su arma, y como primero el elfo, y seguidamente detrás Krutz, avanzó sorteando los peñascos y los caadáveres para finalmente dejar atrás el desfiladero.

- Vamos Buldar, no te quedes atrás! - animó al guerrero, consciente de que el cañón sería mucho más peiigroso en soledad.

Voy detras de ti, y vaya panorama, ja, ja. El barbaro empezo a correr hasta que que le falto la respiracion.

Los héroes cruzaron prestos por el cañon sin que las bestias pudieran hacer nada por evitarlo, el enfrentamiento con la criatura dracónica se acercaba a cada paso que les dirigía hacia la almenara.