Partida Rol por web

Arcturus se demoró unos cuantos minutos apreciando el estandarte de la araá de cerca y palpando el tejido. Parecía ensimismado escuchando a la sirvienta que hablada del paño. O tal vez ni siquiera la oía, absorto en sus pensamientos.

En un momento dado miró al Académico y le dirigió un gesto para que se acercara, pero como este observaba las estanterías de libros con aire un poco abatido se acercó a él y repitió el gesto, acompañado de un leve tirón de la holgada manga del erudito. -Señor Dexter, si me hace el favor... Esto puede ser interesante.

Volvió al estandarte y le mostró el borde, con todo el aspecto de un conspirador principiante. No hacía falta advertir a los otros acólitos; Hieronymus estaba justo al lado y Artemius no se perdía nada de lo que ocurría en la sala.

La parte exterior del emblema estaba rematada por una línea de letras, caracteres y otros símbolos tan elaborados que eran difíciles de identificar.* Ni siquiera se veían a simple vista, tan pequeños eran respecto a la descomunal pieza. Las líneas se cruzaban en ciertos puntos y las letras se repetían.*

-No es un código -musitó. -Creí que lo era, pero no. Los caracteres se repiten de acuerdo a un orden específico. Y estas líneas... Creo que es un mapa. Estoy seguro de que es un mapa. O más bien la clave de un mapa. Pero no sé de dónde o para qué.

Miraba con intensidad a Dexter mientras se explicaba, deseando fervientemente que todo aquello sirviese de algo en manos de aquel hombre sabio.

El psíquico se rinde después de un rato y decide ir a un sitio donde estará más cómodo sin duda, la biblioteca.

Se junto a sus compañeros y empezó a ojear los volúmenes que había en las estanterías aparentemente distraídamentes. Sin embargo en verdad buscaba algo que pudiera darle alguna pista sobre el Viudo, lo que es y si se puede matar. Si además encuentra algo de información sobre los Haarlok esta sería más que bienvenida. 

Cuando la sirvienta se apartó el arbites activó discretamente el microcomunicador y en voz baja contactó con el resto del equipo.

- Gamma, Inés, actualización de estado. ¿Ubicación? ¿habeís podido saludar a nuestro conocido? ¿Habeís visto más amigos suyos?

- Nuestra posición es... - y el arbites transmitió a las acólitas la ubicación de la sala y su descripción, así como los escasos progresos realizados.

Isolda simplemente asintió a las palabras del mayordomo, saber que se iba a poner todo de guardias hasta arriba hacía que las cosas se complicaran mucho, pero eso era el problema para otro momento. Tenía que afrontar las cosas una a una. Paseó la mirada y volvió a ver a esos soldados y la pregunta de Gianna le dio una idea, justo en el momento en que el viejo les hablaba.

-Negativo, nuestro amigo se escapó y había demasiada gente. Sabía que le seguíamos y no vimos a nadie más, pero no descartamos a nadie. Vamos a vuestra posición.

El viejo se había adelantado. Isolda estaba pensando en acercarse a los soldados de la Armetálica y usarles como punto de referencia, pero ahora tenían una posición y un punto de reunión.

-Mantén los ojos abiertos por si vemos a alguien sospechoso de nuevo, quizás otro enmascarado o algo así. Vamos con los demás.

-Negativo, nuestro amigo se escapó y había demasiada gente. Sabía que le seguíamos y no vimos a nadie más, pero no descartamos a nadie. Vamos a vuestra posición.

Los libros de la estantería no decepcionaban, los títulos parecían indicar que eran exactamente lo que parecían ser, volúmenes grotescamente aburridos, con información solo útil para escribas y mercaderes navales con un exceso de cariño al proceso burocrático del comercio.

Decepcionado por el contenido de los libros, como ya descubriría Artemius al sustituirle en la estantería escasos momentos después, el académico acompañó al tecnosacerdote con cierta curiosidad por lo que pudiera enseñarle. El resultado no lo defraudó, y en poco tiempo él mismo estaba recorriendo la tela con los dedos en busca de todas las marcas que pudiera encontrar.

- Sin duda tienen un significado, pero es difícil decir cual. Tal vez esté pensado para que sólo lo comprendan quienes ya saben lo que indica, o tal vez sea solo una parte de un mapa más completo. Intentaré dibujarlo. -

Al no poder pasar totalmente desapercibido con sus actos, el académico disimuló estar haciendo un boceto del estandarte, incluso preguntando en un par de ocasiones a la sirvienta con convenientes excusas sobre el propietario actual de los bienes en la mansión y si algo tan inocente como un boceto o una pictograbación se permitían en el edificio. Costaba recordarlo, pero en ese momento resultaba evidente que aquél hombre también había trabajado una larga temporada como acólito inquisitorial si había llegado a ser alguien de confianza para una inquisidora. Hizo un gesto a Arcturus al terminar, y reunió a todos los presentes para enseñarles el resultado.

- ¿Qué os parece? ¿No tenéis la sensación de haber visto algo así antes? - 

Poco después de que el académico os enseñase el papel, Gianna e Isolda entraron por la puerta de la habitación.

Cuando Isolda y Gianna entraron en la sala el resto de acólitos parecían estar reunidos en el centro de la habitación que les habían señalado, observando algo que sostenía el académico blanco

La sala se trataba de un estudio con un escritorio de maderas nobles (algo bastante escaso), cuya puerta estaba custodiada por dos armaduras huecas tanto dentro como fuera de la habitación. Una solitaria estantería se encontraba pegada a la pared cercana al escritorio, mientras que de las otras paredes, frente a la mesa una estaba cubierta por una bandera gigantesca confeccionada en seda con el emblema de la araña dorada de los Haarlock.

La pared a espaldas del único asiento se trataba de un muro de cristal transparente que daba a una habitación repleta de engranajes que se perdían hacia el interior de las paredes y el suelo que lo rodeaban. Según rezaba un cartel informativo, aquella sala era el teatro de relojes, y como su nombre indicaba había cientos de ellos repartidos por la bóveda de la habitación marcando diferentes horas, en una compleja y entrelazada imitación de un mapa estelar. De ellos destacaba uno, una columnata de 6 metros de alto que se alzaba en el centro mismo del teatro de relojes, accionado por un mecanismo de péndulo rematado en una gema negra de obsidiana cortada que emitía destellos al moverse. El ruido de aquél gigantesco mecanismo era profundo y atronador.

El teatro de relojes allá abajo no estaba vacío, ni tampoco el estudio en el que os encontrabais. mientras que en la zona inferior del teatro se había reunido toda una congregación a admirar los relojes y contemplar el mecanismo, en el estudio menos de media docena contemplaban la misma escena desde arriba mientras otra de las sirvientas les narraba los diferentes planetas cuyos horarios marcaba el teatro de relojes, y alguno que otro examinaba el diseño de la araña dorada con curiosidad.

El arbites hizo un gesto con la cabeza a Gianna e Isolda que en ese momento entraban por la puerta para que se acercaran. Ffrunció el ceño ante las explicaciones del Académico y contempló el boceto con cierta preocupación.

En un primer momento le pareció que aquellas flechas simulaban un asedio orbital y que aquella cruz señalaba la destrucción de una de ellas. Quizás un punto que señalaba un naufragio... el arbites deshechó esas ideas, quizás el cuadro en la entrada, ese que Arcturus había contemplado con tanta expectación le estaban distrayendo. Debían centrarse en algo más cercano. En aquel planeta no debía haber exisitido un asedio estelar jamás o como al menos, en milenios.

Pensando entonces en tesoros enterrados intentó visualizar el coto dentro del esquema del sabio, pero las estructuras no parecían acabar de coincidir completamente. ¿Qué se parecía a aquellas 6 formas con aquella distribución en semicírculo?

¡Las estatuas! al entrar en el coto, la silueta del edificio mostraba 6 estatuas distribuidas en semicírculo, aquello sí podía coincidir, la dirección de las flechas dibujadas no acababa de encajar con aquella idea, pero quizás fuera más comprensible si se evaluaban las estatuas de cerca y puestos a empezar... deberían hacerlo por aquella que el sabio había identificado con una cruz, la que se encontraba en la parte más baja del lado oeste.

Explicó con pocas palabras a los demás sus conclusiones y a falta de una idea mejor, se dirigirían a explorar el área de la estatua. Quizás después tuvieran que hacerlo con las otras 5, así que era mejor darse prisa y más con los enmascarados danzando por allí.

Tras llegar hasta nuestros compañeros y ponernos al día ambos grupos miro los distintos relojes que en esa gran sala había, escucho con atención la idea que le corría por la cabeza al viejo, asintiendo com la cabeza pero sin entender sus razonamientos, en cualquier otra situación hubiera soltado un bufido de impaciencia, pero en este momento no comprendía lo que estábamos buscando ni como buscarlo, mis pensamientos eran mucho mas simples que todo aquello, aun asi me dirigo junto al resto a mirar la estatua intentando descubrir en ella algo que nos pudiera servir de algo...

El psíquico se acerco al llamamiento del académico a revisar lo que señalaba. Quizá sus habilidades fuesen de ayuda allí. Dejaría que sus compañeras se explicaran al arbites, ya que los temas de seguridad eran su especialidad y él usaría lo que mejor sabía manejar, su cerebro. 

Los acólitos se arremolinaron para observar atentamente el diseó que mostraba Septimus Dexter. Arcturus indicó con un gesto a Isolda y Gianna que se acercaran, y las puso al corriente en povas palabras.

-Es una especie de mapa, o croquis. ¿Os resulta familiar?

En un primer momento asintió ante la hipótesis de Hieronymus, pero luego cabeceó unas cuantas veces.

-Esto -señalaba la figura faliforme del centro -parece... Esto -e hizo un gesto vago para referirse bien al Coto de Gabriel, bien al palacio que ocupaba la parte central del mismo. Lo dijo con cierta timidez, como si resultara demasiado evidente para ser cierto. -Pero las estatuas... Es una buena idea, pero por qué esa forma de punta de flecha, y por qué están orientadas de esa forma, es algo que no acabo de entender.

Miró a los demás acólitos, por ver si alguno intuía la solución, en especial Septimus, que al fin y al cabo podría ser el más versado en todo aquello.

Séptimus se mostró entusiasmado con la propuesta de Hieronymus. Si, si había algo que se pareciese a aquél dibujo eran las estatuas de la mansión; al menos que ellos conocieran. Al menos no perdían nada por acercarse a comprobar si aquella suposición era cierta.

- Guardaré el dibujo por si tuviera algún otro significado, pero no se me ocurre nada más que pudiera... -

Precedido por un crujido mecánico del teatro de relojes al otro lado del cristal, el sonido de la campana os interrumpió. Acababa de marcar la tercera hora, eso significaba que os quedaban menos de 10 antes de que el eclipse fuera completo; el tiempo pasaba muy rápido.

El arbites chasqueó la lengua con impaciencia. Sabía que algo se le escapaba, pero a falta de otra idea lo mejor era ponerse ya en camino, el tiempo corría más rápido de lo que habría esperado. O quizás sus progresos fueran más lentos e infructuosos de lo que deberían.

Isolda escuchó las ideas y comentarios sobre el dibujo que tenía el académico. Esas cosas no se le daban bien, pero la idea del viejo y de Arcturus parecían tener mucho sentido, muchísimo. Quizás demasiado. El problema es que no estaban solos y sabía que en algún momento les pillarían con la guardia baja, tenía que ver quienes eran capaces de defenderse bien y quienes no. El Viejo aguantaba, Gianna y ella misma podían aguantar, Arcturus y Artemius no tanto, pero tenían otras capacidades menos obvias.

-Viejo, puedes ir con ella a comprobar vuestra idea. Yo me quedo aquí con el académico, rojo y Plex -paseó la mirada- ¿y lady Melua?* -inspiró profundamente- id a mirar eso. Rojo, una pregunta. ¿Sabrías explicarme el sentido de esos relojes como si formaran un mapa estelar? ¿Representan planetas? ¿Qué planetas? ¿Alguno será el mismo del que tuvimos que huir recientemente?

Por mas que miraba hacia los relojes no conseguía descifrar lo que podría hacernos falta, la situación era frustrante, el no poder aportar ninguna ayuda me ponía de muy mala leche, con cara de pocos amigos dejo de mirar los relojes y hago lo que mejor se me daba, controlo el perímetro en busca de algún desconocido que nos estuviera observando, o por si aparecían nuestros amigos de las máscaras.

Artemius estaba de acuerdo con la teoría y decidió que debía acompañar al académico.

-Si, será lo mejor ir a ver, tiene sentido.- Con las campanadas se sobresaltó y pensó que estaban en peligro otra vez. La paranoia era algo que en la inquisición acababa salvando tu vida...al tiempo que no te deja vivirla...

-Él debe ir -dijo Arcturus a Isolda, señalando a Dexter con la cabeza. Y alguien con él para protegerlo -añadió significativamente.

Rojo, una pregunta. ¿Sabrías explicarme el sentido de esos relojes como si formaran un mapa estelar? ¿Representan planetas? ¿Qué planetas? ¿Alguno será el mismo del que tuvimos que huir recientemente?

Escuchó a Isolda con el ceño fruncido, muestra de atención, y revisó atentamente la impresionante instalación que los rodeaba. Parecía estar elaborando la mejor respuesta...

Aceptando la sugerencia de Isolda, solo Hieronymus, Artemius y el académico blanco se dirigen a la estatua que se corresponde con la cruz del dibujo. Aparentemente ningún área de la mansión o los terrenos están fuera de los límites para los invitados, y las balconadas exteriores son paseos preparados para el paso de visitantes, llamados según cita un letrero "los paseos de las Columnatas Solares", aunque no hay muchos invitados ahí fuera en esos momentos, y de todos ellos ninguno se queda demasiado tiempo.

El camino solo dura unos minutos. Finalmente el trío de acólitos se encuentra frente a la estatua de un santo mártir sosteniendo en sus manos un pergamino de plegarias al Emperador, la estatua se encuentra elevada un par de metros del suelo sobre una gruesa columna y dobla el tamaño humano, todo ello de un inmaculado mármol blanco.

Sabedores de que la estatua escondería algo, al menos si el dibujo estaba en lo cierto, se pusieron manos a la obra en la búsqueda aprovechando la temporal ausencia de curiosos. Durante un momento vuestros esfuerzos fueron en vano, pero entonces el académico tomó otro enfoque siguiendo con la mirada la mano extendida de la estatua, que parecía señalar de forma discreta a una pared. Su intuición demostró ser correcta. Una rendija marcaba el lugar de una entrada oculta, y al empujarla con cierta fuerza se dobló hacia el interior dejando ver el estrecho túnel de una escalera cubierta de polvo y telarañas en las paredes, que descendía hacia niveles inferiores.

Aceptando la sugerencia de Isolda, solo Hieronymus, Artemius y el académico blanco se dirigen a la estatua que se corresponde con la cruz del dibujo. Mientras tanto, el resto se queda debatiendo el funcionamiento exacto del misterioso reloj, a lo que una de las sirvientas-guía que había en la sala procedió a acercarse con poca sutileza cumpliendo su función para solventar vuestras dudas.

- En efecto, el teatro de relojes representa un mapa estelar bastante exacto de los subsectores exteriores de Calixis. Cada reloj marca la hora del planeta y lleva su cómputo de días estelares de este milenio. - comenzó a narrar con una sonrisa. - El reloj de péndulo del pilar central representa el propio planeta de Quaddis, por supuesto, y ese grande y dorado es Escintilla -

Nombró algunos planetas importantes más, como Malfi y Sepheris secundus, aunque no había más información útil en sus palabras. Sin embargo, al menos ahora teníais una idea aproximada de donde os encontrábais en el espacio imperial. Prácticamente habíais atravesado dos sub-sectores desde Solomon mientras fuisteis capturados, y ahora os encontrábais relativamente cerca del planeta capital del sector, Escintila. El único detalle extraño, aunque tan solo se trataba de una simple curiosidad. Era que el planeta de Quaddis se encontraba excesivamente separado del resto de planetas y estrellas a su alrededor; una roca solitaria flotando sobre el vacío.

El arbites no había objetado cuando el grupo se disgregó en busca de la estatua. Habría preferido contar con alguna de las mujeres o con Arcturus, pero sin saber si su teoría era correcta dejar otras puertas abiertas le pareció una buena idea.

Cuando el Académico descubrió la entrada secreta el arbites soltó un gruñido de satisfacción - ¡éxito al fin!

Sin embargo no permitió que el Académico fuera el primero en entrar, aquella mansión tan aparentemente abierta a la miradas extrañas y visitantes escondía secretos y no sería raro que los protegiera con cámaras, guardias o trampas. Hieronymus se llevó la mano al microcomunicador, comprobó que el rifle estaba listo y encabezó la marcha.