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Más peligroso era permitirles seguir aprovechándose de los poderes de esta torre o los daños que causaban a sus alrededores.Así que sus advertencias no iban a disuadirme e inmesicorde estrelle el tótem contra el suelo y lo golpeé fuertemente con mi espada para destrozarlo.

Arther había herido a uno de los magos pero no parecía haberse enterado de ello. Intentó volver a atacarle cuando algo le distrajo. Todos centraron su atención en la joven con el totem que parecía herida de gravedad. 

Aramil lanzó a gran velocidad la daga sobre el mago Rojo que recibió una gran descarga de poder. El Verde ya había sido herido, y el Rojo se encontraba en la misma situación ahora que su compañero.

Ambos se compadecían de sus heridas, pero el Azul todavía se encontraba perfectamente.

La Dama Roselina golpeó el tótem contra el suelo, éste se hizo pedazo y los tres símbolos se separaron, quebrandose en tres partes. Luego lo terminó de destruir con su espada para dejarlo hecho pedazos.

El mago Amarillo no pudo evitar contener un aullido de dolor.

¡Lo has hecho! ¿Lo has hecho?

¡Como te atreves, niña!

Y entonces de las manos del anciano salió un rayo de frío que congeló a la Dama Roselina dejándola totalmente muerta. La mujer se había sacrificado por ellos. Les había salvado, pero tanto Kaalim como ella habían fallecido en el intento.

Y entonces, la torre comenzó a vibrar. Como si ésta fuera a saltar por los aires, un cascote cayó del techo. La torre se derrumbaba y había que salir de allí cuanto antes.

¡Os lo dije, era muy peligroso! Dijo mirando a sus compañeros que se encontraban heridos.

Y en ese momento, Seifer y Stanley entraban por la puerta para contemplar lo que les sucedía a sus compañeros.

¡La torre se va a caer! Rápido vámonos de aquí. - dijo Arther a los que acababan de entrar. 

Arthar miró por ultima vez al mago y salió corriendo por la puerta como alma que lleva el diablo.

Vi como Arther salía corriendo cuando la torre empezó a vibrar. La Dama Roselina estaba congelada, formando una estatua y Kaalim yacía muerto en el suelo.

Los cobardes huyen dije agarrando con una mano el medallón y con la otra la espada. Y nosotros no lo somos. ¡Sal! grité.

La criatura guardiana del medallón se empezó a materializar frente al mago azul.

He venido aquí hasta destruiros por la maldad que estáis cometiendo. La torre puede caer y sepultarme, pero os llevaré a la tumba. Giré la espada en mi mano y me lancé contra el mago verde, asestándole un golpe.

El mago verde cayó ante la acometida de Seifer. Ya había sido herido previamente, y no aguantó el último golpe. Y entonces un cascote cayó junto al caballero. La torre se venía abajo, pero él había preferido luchar y acabar su destino allí.

Y entonces Arther salió corriendo de allí, dejando justo atrás un pedrusco que había caído en el mismo punto donde él había estado apenas unos segundos.

Y por último otros cuantos pedruscos más golpearon a Aramil y a Stanley, que sino reaccionaban pronto, terminarían sepultados bajo ellos.

El único mago que seguía sin ser herido, el Amarillo, decidió vengarse de su compañero Verde, y conjuro nuevamente unas palabras, eligiendo esta vez como objetivo al caballero.

Lo mismo digo, no veré como nuestra obra maestra se destroza. ¡Si ella muere, nosotros lo haremos con ella y vosotros vendréis con nosotros!

Dijo al tiempo que lanzaba otro rayo helado contra Seifer y éste moría congelado igual que la Dama Roselina.

Arther, en cuanto sales de allí te das cuenta que la puerta por donde habías venido estaba bloqueada por un pedrusco, pero que afortunadamente había otra salida de aquella planta. Podías tomar el camino de la izquierda para seguir descendiendo.

Habían venido a acabar con aquella torre, y así parecía que iba a ser.

Los cascotes comenzaba a caer y corrían el riesgo de ser sepultados. Así que el guerrero dio medio vuelta y comenzó a seguir a Arther. El trabajo parecía hecho.

Arther es quedó parado un instante al ver que la salida estaba obstruida. Tardó menos de un segundo en ver otra alternativa y correr hacia ella. - ¡Izquierda! - gritó el joven humano mientras se dirigía hacia allí. Puede que algún otro hubiese decidido correr y le oyese.

Aramil intenta pensar con frialdad mientras la torre se desmorona a su alrededor. Teniendo en cuenta la actitud agresiva de los magos, lo más inteligente es evitar que le ataquen a él. Así que extrae un pergamino de su cinto, lo recita, y desaparece de la vista. Después, ya invisible, echa a correr para salir de la torre también.