Partida Rol por web

[DF 11/19] Hotel Overlook

[01] Bienvenidos al Hotel Overlook

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01/12/2019, 09:39
Amanda Felps

Amanda pasó las primeras semanas en el Centro New Eden para Retiros Espirituales, que básicamente era una mezcla de centro de desintoxicación y clínica mental en medio de Nuevo Mexico donde las familias de bien podían mandar a sus ovejas negras sin sentir que tenían un problema serio.

Había llegado al Hotel Overlook esperando descubrir si había algo más después de la muerte y había salido del mismo con pesadillas continuas y una posterior necesidad de diversas drogas para poder sobrellevar el día a día y descansar mínimamente.

Y, claro, esas adicciones no se pagaban solas.

Amanda se volvió una habitual de los programas más sensacionalistas y protagonizó varias portadas de los medios más amarillistas, embolsándose jugosos cheques para contar aquello con lo que el periodistas de turno quisiera rellenar su artículo.

Como el resto parecía haberse alejado del foco de atención y no había otra versión de los hechos, Amanda lo mismo insinuaba que Stephen Price tenía gustos sexuales aberrantes como que describía a los otros supervivientes (loca que hablaba sola o psicópata de gatillo fácil incluidos) o incluso cómo ella misma jugó un papel indispensable para que los supervivientes fueran capaces de salir con vida de allí.

Cualquier cosa era válida siempre que conllevara una buena comisión.

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02/12/2019, 13:02
Michael Jarvis

Hacía varias horas que solo el sonido de una gota incesante cayendo sobre un charco perturbaba el silencio de aquella estancia. Michael Jarvis estaba atrapado debajo de unas piedras al lado de aquella siniestra cama.

Nada de lo que había ocurrido allí tenía sentido para la mente escéptica de Michael. Por un momento intentó cerrar los ojos y dormir confiando en que pronto despertaría de aquella pesadilla. Pero eso no ocurrió.

Intentó moverse pero no podía mover las piernas. El tentáculo de aquella criatura habría roto algo en su cuello y la parte inferior de su cuerpo se había paralizado para siempre.

Horas después escuchó al equipo de rescate. Estuvieron mucho tiempo buscando entre las ruinas y Michael escuchó como rescataban primero a Douglas y Amanda y, más tarde a Irina. Se mantuvo callado debajo de unos cascotes de piedra intentando darle sentido a todo aquel puzle de irrealidad que acababan de vivir.

El equipo de rescate pasó muy cerca. Daban voces preguntando si había alguien por algún lado. Michael no contestó. En el interior de su cabeza cientos de pensamientos luchaban a capa y espada tratando de recomponer la arquitectura de sus ideas. Y entonces vio la pistola al alcance de su mano atrapada detrás de una piedra. Alargó la mano y tuvo que forzar un poco para desencajarla.

—Ahí hay alguien... he oído un ruido —dijo un muchacho del operativo de rescate.

Y de repente: ¡BANG! Los hombres empezaron a quitar piedras de la zona donde estaba Michael pero cuando encontraron su cuerpo la pistola estaba dentro de su boca y la sangre empezaba a teñir la piedra.

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02/12/2019, 16:09
{{Interludio}}

El joven entró en la habitación como un torbellino, señalando la televisión apagada frente a la cual el anciano permanecía impasible, con un libro entre las manos:

—¿Has visto todo lo del Overlook?— preguntó sin poder contener la emoción de su voz.

—Sí.

—¡Hubo supervivientes! Una de las mujeres, Felps, mencionó a los Mahogany. ¡Estoy seguro de que estaba conectado! ¡Y los equipos de rescate llegaron a ese lugar! ¡Se puede romper la maldición!

—No sabes si se trata del mismo caso Steve. Las historias de esa mujer varían demasiado de una declaración a otra, claramente...

—¡Pero puede ser! ¡Debemos contactar con los supervivientes! ¡Puede que ellos sepan...

El viejo levantó una mano haciendo callar al joven. Se levantó del sillón con evidente trabajo para dirigirse a la habitación.

—¡No puedes cerrar los ojos y hacer como que no ha sucedido! ¡No ahora! ¡Hay una posibilidad de que saquemos a la gente de allí! ¡No puedes seguir ocultándote como un cobarde!

El anciano se detuvo antes de que el muchacho pudiera lamentar lo que acababa de decir. Cuando se giró no había enfado en su rostro, sino una insondable tristeza.

—Volví dos veces Steve. Me enfrenté a la Madre dos veces. Y en ambas ocasiones logré salir, pero perdí a quienes quería atrás. Es injusto que me taches de cobarde.

—Yo... lo siento. De veras. No pretendía decir eso. Es que... creo que es una oportunidad, creo que ellos pueden saber algo que...

—No puedo impedirte volver. Lo veo en tu mirada. Es la misma que tenía yo con tu edad. Tus padres y tu hermano probablemente siguen allí. Pero sabes cuales son los riesgos. Sabes como es todo en Blenville. Puede que incluso estén mejor si no intentamos...

—¿Mejor? ¿A merced de la Madre? ¿Mejor que qué? Sabes como funciona todo allí...

—No sabemos que puede haber pasado en todo este tiempo. ¿Te has parado a pensarlo?— en la voz del anciano resonaba un cansancio infinito —¿Qué harías entonces si supieras que tu madre, tu padre o tu hermana fueran parte del Concilio? Puede que ni siquiera sigan vivos. ¿Cuánto ha pasado? ¿Quince años? ¿Cuánta gente murió por mi culpa? ¿Cuántas catástrofes precipité por mi presencia?

—¡Pero me salvaste a mí! ¿Eso no cuenta? ¿No es lo que decías? Un destello de esperanza en la oscuridad ¿Y los que despertaron? Quizás...

—Quizás hayan sido todos asimilados por el Concilio. O entregados en sacrificio. Quizás hayan puesto en más peligro a más gente.

El muchacho endureció el gesto, su voz temblaba:

—Es por ella ¿verdad? Nunca superaste lo de Amy.

El bofetón llegó de improviso. El joven enrojeció y apretó los puños, conteniendo las lágrimas de la humillación.

—No la vuelvas a mencionar. No me vuelvas a mencionar Blenville. Ya no eres un niño, tienes edad de sobra para tomar tus propias decisiones.

En un breve momento se cruzaron años de reproches en sus miradas.

Finalmente el viejo suspiró y puso la mano en el hombro del muchacho. Le llevaba casi una cabeza de altura. Lo recordó como era entonces: un niño asustado que se aferraba a su cintura en medio de aquella pesadilla. Quizás el muchacho recordó todo aquello porque no pudo más que abrazar a aquel hombre que lo había sacado del infierno. No le dio vergüenza llorar: las lágrimas sabían a despedida.

El anciano lanzó un suspiro:

—Te contaré todo lo que quieres saber Steve. Eres joven y tienes tanto valor como buen corazón. Quizás tú logres lo que yo nunca conseguí, quizás tú puedas traer de vuelta a Blenville.

FIN