Partida Rol por web

Die Glocke

Das Venusfuchs (Capítulo II)

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01/05/2017, 09:55
Hans Topf

- Hemos atacado nosotros en una demostración de fuerza, y solo hemos conseguido demostrar nuestra debilidad y fragilidad, aunque seamos un escorpión con un aguijón que hace mucho daño, solo nos quedaría esperar a que nos pisara la bota del gigante. 

No cabía duda. Habíamos mancillado su honor, y a gente tan simple como esta, eso era muy importante. Además, seguro que esperaba obtener un considerable botín de nosotros. No se echaría atrás, a no ser que las tropas de "mami" le puedan hacer tanto daño, que solo espere una derrota. Incluso con un "tablas" le valdría para reponer su honor manchado.

Saludó militar mente al oficial, cuando le ordenó lo de las velas a los "enemigos" y: - Y al resto de panteones de dioses raros, también las tienen puestas ya, Herr 

- Pues este escorpión incluso picará la bota del gigante.

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01/05/2017, 23:14
Helmut Bernstein

Bernstein saludó con timidez al coronel. Al diablo si lo que deseaba era estar allí, con un deflector. Ahora que les habían dado una pequeña lección era seguro que fueran blanco de uno de aquellos cañones de energía. Quería estar en su salón, en mangas de camiseta. con un struddel calentito. Pero eso no era posible. Entre él y su salón había una marea de enemigos.

Ahora eran la línea que separaba las dos fuerzas que se disputaban aquel planeta. La idea es que con la lucha entre ambos gigantes no se borrara la línea que representaban ellos. Sigfrido. Un grupo de germanos locos en medio de una guerra entre hindues. Habían salido de una guerra mundial para meterse en otra.

Bernstein estaba cansado de tanta guerra. Quería dedicarse a la ciencia civil. Las vertientes militares eran excitantes pero tratar con generales y gentes más turbias era un defecto que se cargaba toda la magia. Bueno, toda no, desde luego, pero eran realmente un incordio.

Que todo marche bien, por los dioses, que todo marche bien...

 

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02/05/2017, 23:38
Ilse Dietrich
Sólo para el director

Ilse seguía aún con el miedo a que sus palabras no fueran creídas. De hecho, por la expresión que veía en la cara de la mujer de Krieg, estaba convencida que le intentaría sacar a golpes una verdad que ella desconocía. La interrupción fue muy oportuna, un leve momento de tranquilidad para la enfermera que aún seguía de rodillas.

Pero lo que sucedió a continuación, con la entrada en escena de los prisioneros, quitó de golpe la poca calma que acababa de conseguir. El penoso estado de sus amigas, así como el lamentable cuadro que presentaba el doctor Kleiber sin un brazo, sólo consiguió aumentar su miedo en un grado tan enorme que ya no debía haber otro superior, aunque en el fondo tenía que dar las gracias porque ella había tenido mucha más suerte que sus compañeros.

Por más que intentó retener las lágrimas que le quemaban en sus ojos, éstas comenzaron a rodar por sus mejillas en un silencioso llanto, sobre todo al escuchar la resignación que escondían las palabras del doctor. Pero ¿qué podía decir ella en semejante situación? ¿Qué palabras podría encontrar que ofrecieran un mínimo de consuelo entre tanta aflicción? Ilse permaneció callada, mirando horrorizada los estragos que la tortura había causado en sus compañeros, en sus amigos… Cerró los ojos unos instantes obligándose a mostrar fortaleza. No debía llorar, no debía mostrar debilidad ante el enemigo. Ella era una mujer alemana, era una mujer fuerte, no podía dejarse arrastrar por el pánico y la histeria.

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02/05/2017, 23:39
Ilse Dietrich

Apenas habían podido hablar entre ellos, en el momento en que conseguían cruzar cuatro palabras alguno de aquellos soldados los silenciaban a golpes. Ilse no tenía ni idea qué iban a hacer con ellos, dónde los llevaban o cuál sería su destino, la esclavitud o la muerte.

Cuando los arrastraron a la explanada, rodeados de gentes desconocidas, se sintió completamente desprotegida. Era incapaz de fijarse en las caras que había a su alrededor, de hecho era incapaz en fijarse en algo que no fuera su propio miedo. No entendía qué estaba pasando allí, ni el porqué toda aquella gente se había reunido para hablar.

Apenas prestó atención a las conversaciones que se oían a su alrededor. No sabía quiénes eran todos aquellos hombres y mujeres que parecían mantener una disputa que se debía alargar en el tiempo. A sus oídos llegaban palabras sueltas… rey, hermano, emperatriz. Por lo poco que había escuchado durante el tiempo que había permanecido en la colonia, así como las distintas batallas y refriegas que había, pensaba que aquello debía ser algún tipo de negociación entre los distintos bandos de la guerra civil que asolaba ese planeta.

Sin embargo, la mente de Ilse era incapaz de procesar la información que le llegaba, manteniéndose a la espera sobre la decisión que tomarían sobre ellos. Pero estaba claro que la decisión que parecía querer tomar el que se hacía llamar rey no era del agrado de la enfermera.

Sintió el daño que el roce del metal cuando tiraron sin miramientos de ellos y a punto estuvo de soltar un grito, más por el susto que por el dolor que le habían causado. Por suerte lo pudo refrenar a tiempo, obligándose una vez más a mantener una fortaleza que distaba mucho de sentir. Fue cuando notó la presencia tras ella del rey que el atisbo de fortaleza que empezaba a tener se escapó como el humo. Se echó a temblar de miedo y asco al sentir el calor de una mano manoseando su pelo y una arcada se elevó hasta su garganta sólo con pensar en esa mano posándose en otras partes de su cuerpo.

Abrió los ojos aterrorizada al escuchar sus palabras, buscando con la mirada alguien que pudiera ayudarla… que los pudiera ayudar a todos.

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04/05/2017, 17:04
Adeline Grasser

Adeline estaba convencida de que aquello sólo podía salir de una manera, no hacía falta más que escuchar a los Príncipes y a los involucrados principales para darse cuenta de ello hasta que claro, habló Krieg y en otro idioma, si hubiera hecho un gesto se sabria lo que pensaba pero la rubia se mantuvo estoica aún ante cualquier revés lo haría porque ella era así.

Suspiró y miró alrededor a todos y cada uno de los suyos. ¿Suyos? Bueno, preferia pertenecer a aquellos que querian liberarlos antes que seguir siendo la esclava de aquellos asquerosos. Tal vez tenían una oportunidad y si no la tenían, lo iban a intentar.

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05/05/2017, 04:12
Hagall Wirth

Que poco acostumbrados estaban en Rajpur a la diplomacia, aunque sospechaba que era extensivo a todos los Nuaki. Negociar con una nación humana debía resultarles, cuanto menos, desconcertante a la par que incómodo.
El vimana al que subieron era grande como la vaina de un dirigible ¡Enorme! Ah… cómo iba a echar de menos los viajes en tren y en zeppelin, pero esta etapa de su vida que apenas comenzaba venía cargada de novedades y una de ellas era viajar en vimana ¡En vimana! ¡Un objeto legendario hecho realidad! Bueno, todo en general era como haberse caído dentro de uno de sus libros. Hagall se sentía como Alicia, curiosa y temerosa a partes iguales. Tal vez la curiosidad le podía, su insaciable hambre de conocimiento fuera el que fuera.

 Les acomodaron en el puente de mando, posiblemente la sala más grande de la nave, tras el asiento desde el que el príncipe dirigía la flota. Tenían una espectacular visión panorámica, sin embargo volar y ver paisajes a vista de pájaro no era novedoso para los alemanes, les llamaba más la atención el funcionamiento de la nave y la suavidad del motor. A Hagall le hubiera gustado ver la sala de máquinas, en sustitución mantuvo una interesante conversación con Krieg al respecto.
Daman estaba tenso como las cuerdas de un piano, sin duda atemorizado por la idea de ser descubierto por sus ex -dueños. Su “jefa” le tomó la mano y observó el tatuaje ¿Cómo podía habérsele pasado semejante detalle? –Que fallo por mi parte. Cuando volvamos a Sigfrido habrá que hacer algo al respecto- el nativo crispó los dedos provocando una risilla en ella que llamó la atención incluso al príncipe –Nada radical, no te asustes. Y también habrá… que buscarte un uniforme adecuado- había pensado ya en ello, incluso había pensado una insignia especial que, ahora que Rommel estaba con ellos, iba a proponer seriamente. Pues creía que serviría para afianzar los propósitos del general.
Nidhogg empezó a ponerse bastante pesado lloriqueando, graznando y tirándole de la ropa –Creo que su kimlar tiene hambre- dijo Ajaka. De pronto sintió ella misma un retortijón. Pidió a Daman que le acercara el petate del cual sacó un puñado de sus ya habituales barritas de turrón. El bichejo se comió un par sin pestañear y ella mató el hambre comiéndose una más elegantemente.
Ofreció a los demás (ya que salvo la infusión de flores no se habían echado nada a la boca en todo el día) momento que Nidhogg aprovechó para robar una, saltar de su regazo y corretear hasta los pies del Nuaki al que dio un un suave cabezazo. Dejó la barrita en el suelo y la empujó con el hocico ofreciéndosela. Hagall se puso blanca como la cera ¿Lo espachurraría de un pisotón? ¿Lo agarraría del pescuezo y se lo tiraría encima? ¿Se pondría hecho una furia? Aun no tenía idea de por donde les podía salir. Ajaka parpadeó observando a la criaturita, entonces estiró el brazo para coger el turrón y Hagall saltó del asiento, abrazó al kimlar y detuvo la mano del príncipe ¡Le estaba tocando! Todos contuvieron el aliento, ella le quitó el dulce de las manos –No… se coma ese, que está mordisqueado y ha tocado el suelo…- parpadeó nerviosa. Se acercó al asiento y tomó el puñado que quedaba para ofrecérselo –Tome otro, si le apetece…- volvió a parpadear. Era una escena extraña, tensa y cómica a la vez. El puñetero bicho no paraba de traicionarla mostrando lo que pasaba por su cabeza –em… si no se fía, puedo probarlo pero… estaríamos en las mismas…- intentó con esa apreciación volver a parecer la mujer seria y distante que había representado desde que llegaron a palacio. El nuaki tomó el turrón sin dejar de sostenerle la mirada. Nidhogg observaba entusiasmado, como si supiera que le iba a encantar y no pudiera esperar a ver su cara. Por fin le dio un bocado, le sorprendió lo duro que estaba pero en seguida le gustó el sabor. Todos respiraron aliviados, crisis superada. Hagall, que estaba aun en pie a su lado, no sabía muy bien como actuar, miró a los suyos desconcertada -¿Y como se llama esto?- le preguntó dando otro bocado y observando la barrita –Tiene varios nombres, nosotros lo llamamos “nougat”*. Es una receta muy antigua, pensada para alimentar al ejército en largos desplazamientos. Es muy energético, fácil de conservar y transportar- le pareció una información inofensiva con la que ser amable y capear la situación -…las hago yo…- ¿Por qué leches acababa de decir eso? No quería que la vieran como una cocinillas (no lo era para nada, lo hacía porque no le quedaba otro remedio). Él sonrió mostrando una perfecta y blanquísima dentadura –me gusta-.
La sacerdotisa regresó a su asiento. Interesante figura… ¿Cuál sería su edad? ¿Cómo sería vivir cientos de años?… la idea le causó escalofríos, para ella serían siglos de insoportables noches y recuerdos tortuosos… sin embargo estaba la galaxia, el universo entero por explorar con una de esas naves… Venus, Marte, quien sabe que más. Ajaka seguro que podía contar tantas cosas… cualquiera de los Nuaki y sin embargo… ninguno (de los que había visto hasta el momento) parecía explotar las posibilidades que su condición les brindaba “Dios le da pan a quien no tiene dientes. Si yo pudiera…”¿Tendrían bibliotecas? Deseaba que así fuera, necesitaba conocerlas, devorar cada tomo.
Recogiendo el atillo del turrón encontró en el macuto sus mitones de motorista, los prestó a Daman para tapar el tatuaje.

-¿Sabe algo de la crianza de kimlares?- habló inesperadamente el príncipe rompiendo el silencio con su poderosa voz de tenor ¿Era eso un intento de establecer un conversación distendida? Miró a los compañeros perpleja, quizás empezaban a caerle simpáticos, quizás fuera más accesible que su madre o quizás, sencillamente, se cumplía la máxima que afirmaba que a los hombres se los conquista o por la bragueta o por el estómago -Emmm… no- admitió –traigalo- dijo –sientese- le indicó un asiento junto a él. Así comenzó un largo monólogo en el que exploró al animalillo mientras le contaba toda clase de datos. Cómo por ejemplo que era una hembra, que debía hidratar su piel diariamente, que comía de todo (incluida carne humana), que eran veloces nadadores o que las membranas entre sus patas le servían para planear al saltar a gran altura. Se interesó por cómo lo había conseguido y finalmente preguntó si ya tenía nombre, lo que dio pie a que Hagall le ilustrara sobre Ygdrassil, las nornas y otros mitos relacionados con el dragón Nidhogg.

Las horas pasaron y el kimlar durmió como un tronco pese a que de vez en cuando le hacían cucamonas (es que tenía una tripita tan redondita y estaba tan gracioso asomando la lengua…). Pese a todo no bajó la guardia, recordaba eso que le habían dicho de que se creaba un vínculo mental que corría en ambas direcciones influyendo tanto en el anfibio como en su humano. Cabía la posibilidad de que Ajaka fuera un taimado que buscaba predisponerla positivamente hacia él congraciándose con el cachorrito. Perverso pero… no imposible. Hagall no se fiaba ni de su sombra y menos de un hombre y encima nuaki.

Por fin Sigfrido asomó en el horizonte, o más bien el humo de las granjas destruidas. Los alemanes se pusieron nerviosos al ver los daños circundantes y se preguntaron cómo sería el encuentro con Rama. Rama… el azote de Venus… Afrontar un riesgo de muerte dos veces en un mismo día era agotador, Hagall sentía los hombros y la espalda cargados (el vestido pesaba como el plomo) y la espera que supuso aquel extraño protocolo entre las partes se le hizo exasperante.
Hubo un silencio sepulcral entre ellos, la silueta de Halaf era espeluznante, podría decirse incluso que emanaba frío. Intentó dejar a Daman dentro de la nave pero no le dejaron ni él quiso. Antes de descender estrechó uno de los hombros de Krieg, se avecinaba una situación peliaguda cuya resolución podía, muy seguramente, recaer en sus manos ¿Acudiría Margot a su encuentro? ¿Cuál sería su disposición? Las motivaciones de la señora Krieg hasta ahora habían sido solo teorías ¿Quedaría algo de cordura, humanidad o amor en ella?
Unos retoques con la polvera, resopló y descendió junto a los demás aguantando el tipo tras la máscara de dignidad. Hasta las paredes destilaban hostilidad, por eso no hizo falta decirle a Nidhogg (que empezaba a apodarse “gordita”) que se escondiera y se estuviera quieta.
La ciudadela era mucho más pequeña que Rajpur así que pronto estuvieron en la sala del trono donde se encontraron con la triste estampa de los rehenes de Sigfrido. Clásica estrategia para alterarles. Al médico le habían amputado un brazo y había una mujer… le costó reconocerla por el calamitoso estado en el que se encontraba ¡Era la amiga insufrible de Dietrich! No paraba de llorar y su ropa… Hagall apretó los puños conteniendo la rabia, sabía lo que le habían hecho… miró a Ilse y a la otra, parecían no haber corrido la misma suerte pero estaban aterrorizadas “¡Hijos de puta!”
 En seguida asistieron a la chulesca entrada de Rama “Maldito seas” pensó nada más verlo clavandole la mirada. Un tipo francamente desagradable, personificaba el caos como salido de un mito hindú, le rodeaba un aura de fealdad hasta el punto de que resultaba difícil admitir que él y Ajaka fueran hermanos ¿Serían del mismo padre? A lo peor no y de ahí venía la rivalidad… a saber… la historia nuaki bien podía ser un folletín que accidentalmente afectaba a las vidas de millones de personas… patético de ser el caso.
Justo detrás de aquel matón con ínfulas de emperador apareció una figura femenina impresionante, estilizada y oscura, la reconoció al instante “Margot”… la observó detenidamente intentando descifrarla, captar hasta el más imperceptible de los movimientos buscando una señal, un mensaje, una clave con la que averiguar cual era su verdadero juego. Era verdaderamente apabullante, una valquiria, bella, terrible, brutal, pasión pura y odio. Tenerla delante le produjo un escalofrío más allá de lo físico, la removió por dentro al punto de humedecerle los ojos. Esa podía ser ella… era como ver su futuro en un espejo y… ¿Qué hay más terrorífico que el propio reflejo? Más que a Rama la temió a ella. Sin embargo esos ojos… tal vez hubiera un atisbo de esperanza? No debían echar las campanas al vuelo tan pronto pero habría que estar atentos.
De momento lo único que podían hacer era observar el duelo de gallitos que se traían los hermanos “Hombres…” pensó dibujando un arco con los ojos, serían extraterrestes y centenarios, pero la testosterona se veía que les afectaba igual “Increíble, Sigfrido depende de un duelo de pollas”
-…Sabes que haría lo que fuera para que nadie muriera hoy. Es así de blando y sentimental…-
Aquellas palabras de Margot dotaron de un nuevo matiz a la imagen que tenía de Ajaka ¿Sería posible que fuera un gobernante “justo”? Todo lo justo que puede ser alguien a quien los “derechos humanos” ni le suenan, claro. La señora Krieg, como mujer y persona inteligente que era no parecía dispuesta a permitir que el machirulismo reventara las posibles negociaciones. No era moco de pavo lo que el príncipe acababa de decir, ciertamente los podían borrar del mapa, sobre todo ahora que estaban ligeramente tocados (lo que no garantizaba la supervivencia de la colonia, algo que a ninguno de los dos parecía preocuparles de momento)
-…Retirarás a tus tropas…tu asunto con los extranjeros terminará aquí. Ellos tendrán un territorio propio… serán mis aliados… si les atacas te las veras conmigo…-
¡Hombre por fin! Las negociaciones habían comenzado, ahora tocaba mover ficha a Rama. Cómo era de esperar no les gustó, especialmente a ella, verle sobetear de aquella manera a Ilse le revolvió las tripas como si se lo estuviera haciendo a ella misma -…saben unas cosas en la cama que te sorprenderían…- por un momento ensordeció a causa del latido iracundo de la sangre en sus sienes. Se imaginó saltando sobre ese indeseable cortandole el cuello y bañándose en su sangre. Respiraba agitada ¿Qué podían hacer? Ese cerdo era capaz de forzar a Ilse delante de todos solo para hacerlo más humillante aun.
Entonces una idea cruzó su mente, bajó la cara pensando en ello, tenía el corazón debocado… parpadeó. Había un modo de acercarse lo suficiente a él como para matarlo, no necesitaba armas para hacerlo, bueno… para intentarlo. El tipo estaba fuerte y seguro que era un maldito desconfiado, pero confiaba en que distrayéndolo por la entrepierna… podía tener una oportunidad –y si me ofreciera yo…- susurró a Rommel a su lado.
No hubo tiempo de respuesta pues el ingeniero, en un alarde valor, planteó dirimir la cuestión con un combate singular. Al más puro estilo guerra de Troya. Se quedó atónita. Parpadeó perpleja -¿Esperan que traduzca eso?*- ¡Estaba loco! En las manos del general quedaba, eso sí, el monólogo en ruso era un misterio para ella como para los demás ¿Porqué había hablado en ruso? ¿Eran comunistas infiltrados?

Notas de juego

*Nougat es el nombre por el que se conoce en Europa al turrón
*Edición a petición del DJ. Él da por hecho que el rudimentario védico del ingeniero no da para expresar lo que quiere, así que habla en alemán.

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06/05/2017, 02:38
Margot Krieg

No sabía si su marido se estaba tirando o no un farol. Pero la verdad es que su disposición de ánimo era admirable. Sabía que cuando ella se fue, el desarrollo de las armas nucleares alemanas era un cajón sin salida. Pero se rumoreaba que los americanos estaban cerca de conseguirlo.

Le miró un momento, un largo instante, y consideró sus palabras. Estaban desesperados, y ciertamente podían cometer una locura. Aunque no creía lo de las bombas, si sabía que la campana podía sobrecargarse y convertirse en una bomba en si misma. De hecho, podía desestabilizar todo el contínuo espacio-tiempo del planeta. Y por mucho que odiara lo que el Reich le había hecho, lo cierto era que su estúpido y valiente héroe rubio estaba allí dispuesta a salvarla. Dispuesta a darse de puñetazos con un rey cuyas aptitudes de combate le superaban ampliamente... para rescatarla.

Era una lástima que ella no quisiera ser rescatada. Al menos no de momento, ni mucho menos para volver a los brazos de aquellos que la habían dejado tirada cinco años. Pero tampoco iba a consentir que su marido hiciera aquella tontería. Rama era un oponente formidable. Había entrenado durante cientos de años, y le había visto matar a hombres más grandes que él rompiendo sus cuellos como si estuvieran hechos de hojaldre.

-¿Que ha dicho ese? -inquirió Rama, ante la falta de traducción.
-Ese es mi marido, mi rey.
-Ah... ¿Ese es?

El grandullón le miró con un aire chulesco y le agarró a ella una nalga con la mano. Ella ni se inmutó, pero no dejaba de mirarle.

-Не волнуйся, если кто-то должен убить этого ублюдка, это будет я. Но не сейчас. Потерпи*.

Les miró, sin saber que decían. Hablaban un idioma muy extraño. La situación se tornó tensa, pero convenía cambiar de tema. Cambiar a un tema que no diera al traste con todas las negociaciones. Si le retaban, Rama olvidaría toda prudencia y la posibilidad de un pacto. Y si por un milagro conseguía matarle, su ejército atacaría la colonia sin que ella pudiera evitarlo.

Не волнуйся, если кто-то должен убить этого ублюдка, это будет я. Но не сейчас. Потерпи.

 

Notas de juego

*No te preocupes, si alguien tiene que matar a éste bastardo voy a ser yo. Pero no ahora, se paciente.

 


No me mola que metarolees tanto, Rutger. En una semana que ha pasado no has aprendido védico ni del palo. Si acaso dices "buenos días, buenas noches y cuanto vale eso". Todavía no hemos hecho reparto de puntos ni consta en tu ficha que sepas el idioma. Así que entretanto dependes de que uno que si sepa te traduzca.

Bernstein de hecho siguió aprendiendo un poco por su cuenta pero luego prestó los libros y dejó de hacerlo. Es un tema peliagudo éste. Pero aprovecho para disuadirte de querer pegarte con un final boss. Tu ficha no es la de un Leónidas que parte a la gente en dos con armas o sin ellas... xD. Al contrario. En un 1 contra 1 ahora mismo un pnj de ese nivel te cruje (muy posiblemente) de mala manera.

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06/05/2017, 02:54
Erwin Rommel

El mariscal levantó la mano, como reclamando paciencia. Esperó a ver como el ambiente se caldeaba con una cuestión personal para hablarle al príncipe y a su hermano. Él si conocía bien el idioma, y sabía por que flanco atacar para conseguir sus objetivos.

-¿Rogar, por qué? Es la costumbre de los Nuaki sellar un tratado de paz, incluso un alto el fuego, con un intercambio de prisioneros. Nosotros tenemos a algunos prisioneros entre vuestros soldados, y vos también. No, no es eso lo que vamos a intercambiar. Lo que si podemos es llegar a un acuerdo para evitar vuestra destrucción... la de los Nuaki.

Los dos príncipes parpadearon, sin entender muy que demonios querían decir. ¡Estaban contra las cuerdas! Rama, de hecho, se rió. Pero Rommel no lo hizo. Para nada.

-Nosotros solo somos la avanzadilla. Un ejército mucho mayor está por llegar a éste planeta. Ellos, a diferencia de nosotros, no desean llegar a un pacto con los Nuaki, ni respetar vuestros reinados. Es sobre ellos que hablaban mis profecías.

Ajaka intervino.

-Sobre la colonia.
-No, alteza, no me refería a la colonia. Hablé de sus habitantes, y de que serían determinantes en el futuro de éste planeta. Pero hablé del ejército de chaquetas negras. ¿No lo hice?
-Si, pero ellos llevan uniformes negros.
-Pronto dejarán de llevarlos. Pero los hombres de negro llegarán, y ellos si poseen esas armas de las que ha hablado el ingeniero, señora Krieg. Las poseen por que las han robado, al final de la guerra, de los americanos. Yo, y otros que me precedieron, teníamos órdenes de prepararles el camino. La colonia no es más que una partida de exploración, un sondeo. La auténtica prueba contra vosotros está al llegar.

Rama negó, apartándose de Margot.

-Mientes, estáis tan desesperados que no sabéis que decir.
-No, no miento. Si no me creeis, enviad una nave a las montañas de Shaltair, al valle del Hispes, y veréis que ya han mandado una avanzadilla.
-Esos son territorios sagrados, que no pertenecen a ningún Nuaki. Nadie pondría ahí una base militar -dijo Ajaka.
-Por eso mismo, su base llegará allí. Y será diez veces más grande que la nuestra.

Hubo un momento tenso, en la que ambos hombres le miraron, pero él no se inmutó.

-Madre tiene una patrulla cerca -dijo Ajaka.
-Bien, pero como mienta, les mataremos a todos. ¿No ves que son unos cerdos mentirosos?

Hagall miró al mariscal, y él compartió con ella una mirada. Pero no de complicidad, si no de disculpa. La comitiva se trasladó hasta uno de los nodos de información del ejército de Rama, anexo a aquel hangar. Los prisioneros también fueron arrastrados hasta allí.

Las imágenes en tiempo real, como de una especie de aparato de televisión en color, de un vimana de exploración sobre una pantalla de plasma. Unas impresionantes montañas nevadas y unos verdes valles entre las cumbres. Pagodas por doquier, procesiones de reliquias y hombres santos. Y al llegar a un valle, unos edificios de cemento, parecían generadores, unas tiendas de campaña y artillería antiaérea, que comenzó a disparar sobre el vimana hasta abatirlo.

Los Nuaki se mantuvieron muy callados, reflexivos.

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06/05/2017, 03:10
Rama

El príncipe estaba furioso. Los extranjeros estaban preparando una trampa y ni siquiera su flamante consejera Anu sabía del tema. Debía pensar sobre todo aquello, y llegar a un acuerdo. No podía enviar un ejército a aquel valle, no sin declararle la guerra a todos los señores Nuaki. Debía llegar a un acuerdo con ellos, tratar de aliarse y contener la amenaza de alguna manera. Necesitaba tiempo.

-Está bien, hermano. Acepto vuestras condiciones, y las de los extranjeros... Aunque todo ésto me huele muy mal. Si quieres un buen consejo, deberíamos matarles ahora que podemos. Mucho me temo que se volverán demasiado poderosos.

Ordenó que liberaran a los prisioneros. Las gruesas cadenas cayeron de sus cuellos y los guardias se apartaron. A pesar de ello, Gerde no se movió, y fue necesario que Ilse la ayudara a caminar.

-Marchaos de mi ciudad, extranjeros. Vuestra presencia me hastía...

Dicho lo cual, se giró para perderse entre los pasillos de palacio. Los guardias, sin embargo, se mantuvieron allí para vigilar que se cumplía su voluntad.

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06/05/2017, 03:17
Margot Krieg

Ella se quedó allí, en silencio. Les miraba, sin entender muy bien si lo que había pasado era un gigantesco farol o el viejo tenía razón. Y de ser así, sus planes podían cambiar. Alguien se le había adelantado en el deseo de ser la gran erradicadora de los Nuaki en ese planeta. Y la verdad es que no gustaba nada que alguien se interpusiera en sus planes. Ahora mismo, la situación le forzaba a entablar, o más bien reestablecer, el contacto con sus viejos compañeros. Ellos eran el mal menor, y podían ser un aliado circunstancial.

Les acompañó hasta la nave del príncipe, donde debían marcharse. Sin embargo, hubo un momento en el que se acercó a Damien y le susurró algo al oído, antes de dejarlo marchar...

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06/05/2017, 03:21
Margot Krieg

-No soy la mujer que salió de la Tierra. Lo fui, pero todos éstos años me han cambiado. No pienso volver a la comodidad de tus brazos, no sin antes hacer lo que debo. Si es cierto que Kammler va a regresar, él es el máximo responsable de lo que me sucedió, de lo que me han hecho, de lo que soy hoy. Y la única manera que tengo de ayudaros es asegurarme de que, cuando llegue el momento, yo sea la sucesora de éste mequetrefe. Con el ejército de Halaf de vuestro lado, tendréis una oportunidad contra ese tipo. Pero tened cuidado, la reina apostará siempre por el caballo ganador. Ahora mismo, seréis vosotros. Pero cuando otra fuerza más temible haga acto de presencia, no dudará en aliarse con ella para conservar su poder.

Apoyó una mano en su hombro.

-Pronto iré a visitaros. Cuando la situación se estabilice. Se paciente. Se que has esperado por mi todo éste tiempo... puedes esperar un poco más.

Dicho ésto, se detuvo y dejó que él siguiera caminando. Los guardia se encargaron de que nadie quedara atrás, de que todos accedieran a la nave. Ella, sin embargo, se lo quedó mirando mientras se iba. Su valiente, quijotesco y a veces histriónico Damien... No podía evitar amarlo, tal y como era, a pesar de sus defectos y fantasías. El único sostén que había evitado que su alma cayera completamente en la oscuridad había sido la certeza de que él vendría a por ella. Y el tiempo le había dado la razón.

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06/05/2017, 03:28
Ajaka

Volvieron a la nave del príncipe. Ajaka estaba algo furioso. Se sentía burlado, engañado. ¿Por qué el profeta no les había avisado de aquel peligro en su momento? El muy zorro se reservaba ases en la manga para momentos como aquel. La verdad es que el tema de la alianza con los colonos ahora se tornaba una necesidad, pero una especialmente dolorosa. No iba a aquel pacto desde una posición de superioridad, o con alegría. Los terrícolas habían conseguido coger la sartén por el maldito mango.

Pero nada dura eternamente, y aquella situación no lo haría. Tendrían que aprender de ellos, conocer más sobre esa amenaza. Tratar de equipararse en tecnología y armamentos, y hacerlo con cierta premura. Necesitaban llevarse bien, aunque fuera "por narices". Por eso, debía ser un político taimado y sonreír en aquel momento en el que desearía pasarlos todos a cuchillo.

-¿Y ahora qué?

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06/05/2017, 03:31
Erwin Rommel

Rommel mandó a Aziz para que se cerciorara de que los prisioneros eran atendidos. El negro mandó traer agua y alimento para los maltrechos prisioneros, que también debían ser cubiertos por mantas o telas. Algunas de sus ropas estaban rotas y sucias. Pero antes de hablar con los suyos, debía zanjar el tema de la alianza con la reina.

-¿Ahora? Nuestro pacto sigue en pie. Dadnos esos territorios y posibilitad un intercambio de personas y bienes con libertad con la colonia. Necesitamos materias primas y gente dispuesta a ayudarnos. A cambio, compartiremos nuestra tecnología y todo lo que sabemos sobre esa amenaza, sobre la Tierra y lo que nos espera a todos. Lo único que necesitamos es... espacio vital.

Parpadeó, indicando a Aziz que le trajera un mapa que habían confeccionado durante aquellos largos años de cautividad babilónica.

-El territorio debe incluir éstas quebradas. Asimismo, derecho a explotación de éstas minas en la frontera.
-Esas son minas de sagrado mercurio
-Krieg parpadeó al escuchar "mercurio".
-Si, exacto. Lo necesitamos para crear nuestros propios vimanas.
-Podemos daros el que necesitéis.
-Alteza... el ritmo de extracción de nuestras máquinas es superior a vuestros métodos mineros. De hecho, nosotros podremos daros más mercurio del que estáis extrayendo ahora, a mayor ritmo.

El príncipe le miró, parpadeando.

-Sois un negociador terrible. Está bien. Pero quiero que haya un embajador de nuestro imperio, y observadores en esa embajada, que aprendan vuestra lengua y a los que entregaréis la información. Habrá un tráfico constante desde Rajpur hasta vuestra colonia para las mercancías y el intercambio de toda esa información. Vosotros vigilaréis la frontera de vuestro territorio, pero mantendremos tropas cerca por si es necesario frenar a mi hermano.
-Me parece justo.
-Bien... Ahora, os llevaré a vuestra maldita colonia.

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06/05/2017, 03:41
Director

Los defensores de Sigfrido vieron algo increíble. El ejército enemigo comenzó a retirarse, lenta y ordenadamente. Sin mediar palabra alguna con ellos, los infantes embarcaron en sus vimanas y los peones batieron talones iniciando la larga marcha hacia los territorios de Rama. Las máquinas de asedio, los hombres, las aeronaves, los caballos, todo se fue perdiendo en el horizonte.

Los soldados contuvieron el aliento cuando el ejército aliado regresó. ¿Un ataque conjunto? Esperaban que no. Los nervios estaban a flor de piel, y los oficiales tuvieron que insistir en que no dispararan. De hecho, llegaron a ordenar que descargaran las armas, para que nadie pudiera apretar accidentalmente un gatillo en un momento de euforia.

La flota de la reina Madhuvanti pasó sobre ellos, y sobre el lago, perdiéndose también de su vista. Solo un solitario vimana aterrizó en el campo aéreo. Inmediatamente, muchos militares y colonos curiosos se agolparon allí, para ver que demonios estaba pasando. Los hombres abandonaron las trincheras, a pesar de las protestas de los oficiales, y solo unos pocos quedaron de guardia.

El coronel mandó llamar a la banda de música, formada por algunos soldados, ya que sospechaba que aquello había sido algo parecido a una victoria. Convenía, pues, levantar la moral de los maltrechos colonos. Las puertas se abrieron y de ellas surgieron los héroes del momento: Hagall y su extraño vestido, Krieg y su semblante oscuro, una desconocida mujer rubia (que sonaba solo a algunas personas), un hombre negro muy alto con un uniforme de la Alemania Colonial en la Gran Guerra, el acompañante de Hagall (Daman) y, finalmente, un hombre con un uniforme de mariscal de campo y un parche en el ojo. Detrás, venían los prisioneros liberados: Ilse, sosteniendo a amiga Gerde, la enfermera Kuntze con el doctor Kleiber (ahora manco de un brazo).

Bajaron las escalinatas, mientras los presentes estaban sumidos en el silencio y en un número creciente de cuchicheos y corrillos. Inmediatamente, el coronel se acercó a los presentes. Le seguían el mayor y su esposa. Bernstein se coló a codazos, por que... que demonios, no se iba a perder aquello.

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06/05/2017, 03:56
Kiefer Jürgens

El coronel reconoció al hombre que era imposible que estuviera allí. Parpadeó, sin creerselo del todo. Pero allí estaban, en Venus, delante de un fantasma. A decir verdad, ellos también estaban teóricamente muertos para todos los de los de la Tierra. Solo que en su caso, no eran gente tan famosa ni relevante dentro del Reich...

Se cuadró, como buen militar, saludando a su superior.

-Mariscal... el enemigo se ha retirado. Sin novedad en el fuerte.

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06/05/2017, 03:59
Erwin Rommel

El hombre avanzó. No quería copar el protagonismo por que, sinceramente, no se sentía protagonista. Con su proverbial carácter bávaro, directo y campechano, se acercó a él saludándole con la mano que podía mover, que casualmente era la derecha. La otra la tenía, por siempre inútil, colgando del otro lado.

-Coronel... Misión cumplida. Hemos obtenido una valiosa alianza con una potencia amiga, un territorio propio y una tregua con el enemigo. Gracias a todos ustedes... -dijo a las personas normales- Gracias por hacer posible éste momento. Tenemos mucho trabajo por delante. Muchas cosas cambiarán. Debemos ser fuertes, adaptarnos, perseverar... Solo así podremos triunfar. Para mi es un honor, un placer, un orgullo, volver a ver los rostros de mis compatriotas.

Asintió, emocionado, casi al borde del llanto. Sin que supieran muy bien quien, alguien empezó a cantar el himno de patria terrestre. La banda de música se unió después y los presentes se quitaron las gorras y los sombreros, llevándose la mano al pecho y cantando, ahora si con orgullo, los acordes que rezaban: "¡Alemania, Alemania sobre todo, sobre todo en el mundo!".

Para aquella gente, el himno tenía más de un significado. ¿La vieja ortodoxia, la xenofobia nacionalsocialista o la promesa que representaba la colonia y sus nuevos objetivos? Para los prisioneros, era un canto a la libertad recobrada, emocionante, casi un ensueño. Para Hagall, así como para Rommel y otros de los presentes, era el cumplimiento de una profecía. Para los soldados, era el canto de la victoria, de una victoria in extremis contra lo que parecía a todas luces su más que probable aniquilación. Para todos, quizá, era una canto de esperanza en el futuro. De lo que podían hacer, de lo que debían hacer.

Para el príncipe Ajaka, hijo de la emperatriz, el cántico era la confirmación de sus temores, la plasmación de las profecías. "Nosotros lloramos, cantando la canción de Doichslan. Cuando volvamos a cantarla, los Anunaki llorarán". Él no lloró lágrimas en los ojos, pero si en el corazón. Sabía que había hecho un pacto con el Diablo, y que por mucho que le doliera, debía respetarlo. Desde la puerta del vimana, el príncipe se retiro en silencio y la aeronave remontó el vuelo. Mañana, tendrían una embajada de Rajpur y se establecerían las relaciones. Pero hoy, el campo quedaba para ellos, para los hombres y mujeres de la colonia. Para celebrar aquel extraño triunfo que les posibilitaba vivir un día más, para luchar mañana. Dados los peligros de Venus, no parecía un mal trato.

Notas de juego

Roleo libre entre vosotros para recuperar el tiempo perdido. A discreción.

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06/05/2017, 04:13
Aziz Malawa

Se giró hacia ellas. Todavía no estaban del todo cómodas con la presencia de aquel extraño hombre, pero hablaba alemán y parecía simpático. A pesar de que su educación nazi les decía que era un miembro de una raza inferior, su uniforme indicaba que había vivido en otra época, la de sus padres y abuelos, en la que negros como él habían derramado orgullosamente su sangre en África al mando de alemanes para llevar al Segundo Reich algunas de las mayores victorias de la Gran Guerra.

-¿Necesitan ir a la enfermería? Veré si puedo conseguirles un coche.

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06/05/2017, 04:17
Bernhard Zimmermann

El mayor no salía de su asombro. No sabía muy bien que demonios había pasado pero lo cierto es que habían superado las previsiones más halagüeñas. Sin embargo, él estaba interesado en conocer los pormenores de aquel pacto. Además, la presencia de Rommel había que la cadena de mando se ampliara. Ahora él no era el segundo al mando, si no un oficial intermedio. Eso podía trastocar algunos planes... planes inconfesables.

-Señor... es un honor. Tendrán que explicarnos bien la situación actual. Me temo que estamos... un poco perdidos.

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06/05/2017, 04:20
Hulda Zimmermann

La "primera dama" iba a ser desplazada. Estaba nerviosa. Seguía siendo la líder de la liga femenina pero... la gente estaba vitoreando a otras mujeres. Entre ellas a Hagall, con la que siempre había mantenido unas relaciones muy tensas, casi hostiles. Como buena víbora viperina, debía cambiar su talante inmediatamente si quería seguir figurando algo en aquella comunidad.

-Felicidades. Nuestros corazones estaban con ustedes. Se merecen una fiesta, aunque hemos estirado un poco los recursos con la situación de asedio...

Se acercó a Ilse. Ella había metido a la chica en aquel embrollo, o así lo sentía ella. Había insistido, sin que ella lo supiera, en que era necesario que una enfermera de su talento fuera al frente con el hospital de campaña. Ahora el doctor había sido mutilado y ella tendría que asumir el peso de las operaciones en la colonia. Podía romper los esquemas en torno al papel de la mujer, y eso la preocupaba. Tendrían que hablar del tema.

-Habrán sufrido tanto en manos de esos salvajes... Lo lamento mucho. Por favor, dígannos que necesitan y se lo daremos. No se merecen nada menos. Curen sus heridas, coman algo, descansen y traten de olvidar aquellos horrores. Ya están a salvo.

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06/05/2017, 09:18
Damien Krieg

Aun con el semblante oscuro, intenta romper un poco el hielo...

Le agradezco Hagall que no haya traducido bien lo que le dije al Rey o muy a mi pesar, tendrían un ingeniero menos, la verdad que agradezco no haber aprendido tan bien el védico..., ahora si me disculpan, necesito un momento largo y tendido a solas... - sin decir mas esta a punto de irse, cuando se acerca a Hagall..

Doctora Hagall, de seguro que tendrá ganas de hablar con cierto doctor, no le enseñe la criaturita que si no, le soltara una de esas largas parrafadas... - dice mirando a Hagall e indicando con su cabeza, la dirección del doctor Bernstein

Después de eso, ya sale para perderse entre la multitud que se había agolpado, iba a mirar su reloj, pero recordó que se lo había regalado aquel anciano, "bueno de poco me servirá ahora"..., se dice mentalmente con una sonrisa,mientras se pierde un poco por la colonia.

Necesitaba estar solo, con sus pensamientos.